EVALUACIÓN DE LA PREPARACIÓN DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS CUBANOS EN RELACIÓN A SITUACIONES DE DESASTRE

Amanda Díaz Queral
Alexis Lorenzo Ruiz

Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, La Habana, Cuba

Resumen

La posi­bil­i­dad de un aumen­to de desas­tres en los años venideros resalta la necesi­dad de dis­minuir las vul­ner­a­bil­i­dades y aumen­tar la preparación del per­son­al encar­ga­do de brindar ayu­da en estas situa­ciones, entre ellos los psicól­o­gos. En este con­tex­to, el obje­ti­vo de este tra­ba­jo fue eval­u­ar la preparación de los estu­di­antes de últi­mo año de la Licen­ciatu­ra en Psi­cología de la Uni­ver­si­dad de La Habana ante situa­ciones de desas­tre. La inves­ti­gación fue de carác­ter no exper­i­men­tal, con un enfoque mix­to y un dis­eño de tri­an­gu­lación con­cur­rente (DITRIAC). La mues­tra estu­vo integra­da por 20 estu­di­antes de últi­mo año, selec­ciona­dos de las modal­i­dades Cur­so Reg­u­lar Diurno y Cur­so por Encuen­tro. Se apli­caron dos cues­tionar­ios a todos los par­tic­i­pantes y entre­vis­tas estruc­turadas a seis de ellos. Los resul­ta­dos rev­e­laron que los estu­di­antes poseían un niv­el medio de conocimien­tos, par­tic­i­pación y autop­er­cep­ción de su preparación, pero un niv­el bajo de capac­itación. Las prin­ci­pales con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas exper­i­men­tadas ante situa­ciones de desas­tre fueron nervio­sis­mo, ansiedad y tris­teza. Se observó que, aunque los resul­ta­dos fueron sim­i­lares entre modal­i­dades, los estu­di­antes de Cur­so por Encuen­tro mostraron una mejor preparación. Se con­cluyó que la preparación de los estu­di­antes de últi­mo año de Psi­cología era de un niv­el medio e insu­fi­ciente para un desem­peño pro­fe­sion­al ópti­mo en situa­ciones de desas­tre, recomendán­dose el for­t­alec­imien­to de la for­ma­ción en este ámbito.

Pal­abras clave: desas­tre; preparación; estu­di­antes; Psi­cología; for­ma­ción profesional.

Abstract

The pos­si­bil­i­ty of an increase in dis­as­ters in the com­ing years high­lights the need to reduce vul­ner­a­bil­i­ties and enhance the pre­pared­ness of per­son­nel respon­si­ble for pro­vid­ing assis­tance in these sit­u­a­tions, includ­ing psy­chol­o­gists. In this con­text, the objec­tive of this study was to assess the pre­pared­ness of final-year Psy­chol­o­gy stu­dents at the Uni­ver­si­ty of Havana for dis­as­ter sit­u­a­tions. The research was non-exper­i­men­tal, with a mixed-meth­ods approach and a con­cur­rent tri­an­gu­la­tion design (DITRIAC). The sam­ple con­sist­ed of 20 final-year stu­dents select­ed from both the Reg­u­lar Day Course and the Course by Meet­ing modal­i­ties. Two ques­tion­naires were admin­is­tered to all par­tic­i­pants, and struc­tured inter­views were con­duct­ed with six of them. The results revealed that the stu­dents had a medi­um lev­el of knowl­edge, par­tic­i­pa­tion, and self-per­cep­tion of their pre­pared­ness, but a low lev­el of train­ing. The main psy­cho­log­i­cal con­se­quences expe­ri­enced in dis­as­ter sit­u­a­tions were ner­vous­ness, anx­i­ety, and sad­ness. Although the results were sim­i­lar between modal­i­ties, stu­dents from the Course by Meet­ing showed bet­ter pre­pared­ness. It was con­clud­ed that the pre­pared­ness of final-year Psy­chol­o­gy stu­dents was at a medi­um and insuf­fi­cient lev­el for opti­mal pro­fes­sion­al per­for­mance in dis­as­ter sit­u­a­tions, and it is rec­om­mend­ed to strength­en train­ing in this area.

Key­words: dis­as­ter, pre­pared­ness, stu­dents, Psy­chol­o­gy, pro­fes­sion­al training.

INTRODUCCIÓN

A través de los años, la humanidad ha sufri­do las ame­nazas de grandes desas­tres y las con­se­cuen­cias económi­cas, sociales y psi­cológ­i­cas en sus víc­ti­mas (Kobayashi, 2024). Des­de el pun­to de vista psi­cológi­co, un desas­tre con­sti­tuye un hecho ines­per­a­do y cat­a­stró­fi­co, provo­ca grandes pér­di­das humanas y mate­ri­ales, es percibido como un even­to vital estre­sante, con­ll­e­va a una rup­tura y mod­i­fi­cación del ciclo vital y del equi­lib­rio hom­bre-entorno (Loren­zo, 2003).

La posi­bil­i­dad de un aumen­to de desas­tres en los tiem­pos venideros resalta la necesi­dad de dis­minuir las vul­ner­a­bil­i­dades y aumen­tar la preparación del per­son­al encar­ga­do de brindar ayu­da en estas situa­ciones (Navar­ro, 2007). Alrede­dor de los psicól­o­gos ocur­ren situa­ciones que se incluyen en la Psi­cología de Emer­gen­cias y Desas­tres (PED).

La PED estu­dia cómo respon­den los seres humanos ante las alar­mas y cómo opti­mizar la aler­ta, evi­tan­do y reducien­do las respues­tas inadap­ta­ti­vas durante el impacto del even­to y facil­i­tan­do la pos­te­ri­or reha­bil­itación y recon­struc­ción (Valero, 2014). Sin embar­go, el acer­camien­to de los estu­di­antes a este cam­po pre­vio a la obten­ción de la licen­ciatu­ra es muy esca­so. Una ele­va­da preparación es esen­cial para que los psicól­o­gos puedan abor­dar ade­cuada­mente las com­ple­ji­dades y desafíos que pre­sen­tan las situa­ciones de desas­tre, garan­ti­zan­do así un apoyo efi­caz y sen­si­ble a las necesi­dades de las per­sonas afectadas.

Entendién­dose la preparación, según Loren­zo (2011) , como “El con­jun­to de pro­ce­sos por medio de los cuales se van a crear, for­mar, per­fec­cionar y super­vis­ar todas las activi­dades que sean capaces de facil­i­tar la adquisi­ción de los conocimien­tos, esta­dos, hábitos, habil­i­dades y acced­er al nece­sario entre­namien­to espe­cial­iza­do para la par­tic­i­pación en emer­gen­cias y desas­tres de toda la sociedad” (p. 4). Este enfoque es coher­ente con organ­is­mos inter­na­cionales, que recomien­dan el for­t­alec­imien­to de com­pe­ten­cias y capaci­dades tan­to a niv­el téc­ni­co como emo­cional en todos los actores sociales (Amer­i­can Psy­cho­log­i­cal Asso­ci­a­tion, 2022; Orga­ni­zación de las Naciones Unidas, 2023).

La temáti­ca preparación sobre desas­tres resul­ta bas­tante nove­dosa, aunque, en la comu­nidad cien­tí­fi­ca ya exis­ten algu­nas pub­li­ca­ciones al respec­to (Matun­hay, 2022; Hasan & Bin­tay, 2022; Wulan­dari, 2023; Kil­inc & Demirkaya, 2024). Todas coin­ci­den en resaltar las bre­chas exis­tentes entre el conocimien­to teóri­co, la preparación percibi­da y la autoefi­ca­cia para actu­ar ante desas­tres. Cuba no que­da exen­ta de estu­dios que ponen al des­cu­bier­to la preparación que poseen deter­mi­na­dos gru­pos o sec­tores de la sociedad, entre ellos los estu­di­antes de la car­rera Psi­cología en dis­tin­tos años (Díaz, 2013; Mau­jo, 2014; Álvarez, 2016). Los resul­ta­dos indi­can que el niv­el de preparación es vari­able y, en oca­siones, insu­fi­ciente para garan­ti­zar una respues­ta efec­ti­va como futur­os profesionales.

Por tan­to, este estu­dio tiene como obje­ti­vo eval­u­ar la preparación en estu­di­antes de últi­mo año de la licen­ciatu­ra en Psi­cología en la Uni­ver­si­dad de La Habana en relación a situa­ciones de desas­tre. Para ello, se pre­tende: analizar los conocimien­tos que poseen los estu­di­antes sobre el tema, describir sus expe­ri­en­cias prác­ti­cas en el afrontamien­to a situa­ciones de desas­tre, car­ac­teri­zar el impacto psi­cológi­co que gen­er­an estas situa­ciones en ellos y com­parar la preparación entre estu­di­antes de ambas modal­i­dades de estudio.

La inves­ti­gación se reviste de val­or teóri­co-prác­ti­co, en tan­to, pre­tende ofre­cer datos y análi­sis actu­al­iza­dos, que per­mi­tirán avan­zar en la elab­o­ración de estrate­gias educa­ti­vas nece­sarias para suplir las defi­cien­cias en la preparación teóri­ca-metodológ­i­ca de los estu­di­antes en este tema, y con­tribuir a una for­ma­ción pro­fe­sion­al más inte­grado­ra. Por primera vez, se eval­u­ará la preparación en relación a situa­ciones de desas­tres en estu­di­antes cubanos de últi­mo año de Psi­cología tenien­do en cuen­ta sus dos modal­i­dades de estu­dio: Cur­so Reg­u­lar Diurno (CRD) y Cur­so Por Encuen­tro (CPE), otorgán­dole novedad al tema.

Este estu­dio comien­za aso­ci­a­do al proyec­to de inves­ti­gación Bien­es­tar psi­cológi­co y salud, de la Fac­ul­tad de Psi­cología de la Uni­ver­si­dad de La Habana, perteneciente al Pro­gra­ma Sec­to­r­i­al del Min­is­te­rio de Salud Públi­ca (MINSAP): “Deter­mi­nantes de salud, ries­go y pre­ven­ción de enfer­medades en gru­pos vul­ner­a­bles”, que tuvo lugar des­de el año 2016 has­ta diciem­bre del año 2024. Final­mente, des­de enero de 2025 se aso­cia al Proyec­to insti­tu­cional de la Uni­ver­si­dad de La Habana “Salud men­tal y bien­es­tar emo­cional en estu­di­antes universitarios”.

METODOLOGÍA

Se tra­ba­jó con el enfoque mix­to (CUAN­TI­TA­TI­VO-cual­i­ta­ti­vo), estu­dio híbri­do con diver­sas ven­ta­jas para un entendimien­to pro­fun­do respec­to al tema. Se empleó un dis­eño de tri­an­gu­lación con­cur­rente (DITRIAC), para recolec­tar datos de ambos enfo­ques simultánea­mente y com­parar sus bases de datos. En la fase cuan­ti­ta­ti­va se selec­cionó un dis­eño no exper­i­men­tal de corte trans­ver­sal descrip­ti­vo, no se manip­uló ningu­na vari­able de man­era inten­cional y los datos fueron recopi­la­dos en un momen­to úni­co. El alcance de la inves­ti­gación fue descrip­ti­vo, se especi­fi­caron las propiedades y car­ac­terís­ti­cas impor­tantes del fenó­meno obje­to de análi­sis, descri­bi­en­do las ten­den­cias del grupo selec­ciona­do. En la fase cual­i­ta­ti­va se empleó un dis­eño fenom­e­nológi­co, el propósi­to prin­ci­pal con­sis­tió en explo­rar, describir y com­pren­der las expe­ri­en­cias de los suje­tos respec­to a las situa­ciones de desas­tre y des­cubrir los ele­men­tos en común de tales viven­cias (Hernán­dez et al., 2014).

Participantes

Para la defini­ción de la mues­tra como dis­eño mix­to, se empleó la estrate­gia anida­da, la mues­tra que par­ticipó en la fase cual­i­ta­ti­va rep­re­sen­tó un sub­con­jun­to de la mues­tra de la otra fase. La mues­tra en la fase cuan­ti­ta­ti­va, fue no prob­a­bilís­ti­ca y de tipo inten­cional. La elec­ción de los ele­men­tos no estu­vo suje­ta a la prob­a­bil­i­dad sino a causas rela­cionadas con los propósi­tos del inves­ti­gador. Esta fase estu­vo integra­da por 20 suje­tos, 10 estu­di­antes de Cur­so Reg­u­lar Diurno (CRD) de 4to año y 10 estu­di­antes de Cur­so por Encuen­tro (CPE) de 5to año. En la fase cual­i­ta­ti­va la mues­tra fue de suje­tos tipos, se selec­cionaron indi­vid­u­os o casos “típi­cos” sin inten­tar que fuer­an estadís­ti­ca­mente rep­re­sen­ta­tivos de la población (Hernán­dez et al., 2014). En esta fase la mues­tra estu­vo integra­da por 6 suje­tos, 3 de CRD y 3 de CPE, de 4to y 5to año. Como cri­te­rios de inclusión se emplearon: ser estu­di­ante del últi­mo año de la Fac­ul­tad de Psi­cología de la Uni­ver­si­dad de la Habana, perteneciente al cur­so 2024–2025 y la par­tic­i­pación vol­un­taria en el estu­dio. Cri­te­rios de exclusión: no ser estu­di­ante del últi­mo año de la Fac­ul­tad de Psi­cología de la Uni­ver­si­dad de La Habana, perteneciente al cur­so 2024–2025 y no desear par­tic­i­par en el estu­dio. Cri­te­rio de sal­i­da: aban­donar la par­tic­i­pación en el estudio.

Variables

La PREPARACIÓN se estruc­turó en torno a cin­co dimen­siones fun­da­men­tales, cada una de las cuales se eval­uó a través de indi­cadores especí­fi­cos que per­mi­tieron una val­o­ración inte­gral de la categoría.

1. Conocimien­tos

Evalúa el niv­el y las fuentes de conocimien­to sobre desas­tres, incluyen­do la com­pren­sión del con­cep­to de desas­tre, las fas­es y eta­pas del pro­ce­so de gestión de la reduc­ción de ries­gos de desas­tres, la clasi­fi­cación y fre­cuen­cia de los desas­tres en Cuba, así como el conocimien­to sobre el rol del psicól­o­go y las con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas asociadas.

2. Par­tic­i­pación

Anal­iza la expe­ri­en­cia direc­ta de los estu­di­antes en situa­ciones de desas­tre, con­sideran­do su par­tic­i­pación, los tipos de desas­tres viven­ci­a­dos, la fre­cuen­cia de estas expe­ri­en­cias, los desas­tres más comunes en su provin­cia y el rol asum­i­do durante estos eventos.

3. Capac­itación

Val­o­ra la for­ma­ción recibi­da antes de enfrentar desas­tres, el tiem­po ded­i­ca­do a dicha capac­itación y las expe­ri­en­cias prác­ti­cas en los prepar­a­tivos para afrontar situa­ciones de desastre.

4. Autop­er­cep­ción de su preparación

Explo­ra cómo los estu­di­antes perciben su propia preparación, los patrones de respues­ta que con­sid­er­an ten­er, la for­ma­ción recibi­da a lo largo de su vida y los medios a través de los cuales se han prepara­do para enfrentar desastres.

5. Con­se­cuen­cias psicológicas

Exam­i­na las prin­ci­pales con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas exper­i­men­tadas tras los desas­tres, la aten­ción psi­cológ­i­ca recibi­da pos­te­ri­or­mente y las pre­ocu­pa­ciones y opin­iones per­son­ales sobre estas situaciones.

Instru­men­tos

Fase cuan­ti­ta­ti­va: “Cues­tionario para cono­cer las val­o­raciones de la memo­ria históri­ca entre los damnifi­ca­dos por desas­tres”. Elab­o­ra­do y val­i­da­do por el Dr. Alex­is Loren­zo Ruiz en el perío­do com­pren­di­do entre 2001 y 2003. Con­s­ta de 7 pre­gun­tas cer­radas ori­en­tadas a iden­ti­ficar conocimien­tos y expe­ri­en­cias sobre los desas­tres y 1 pre­gun­ta abier­ta dirigi­da a la iden­ti­fi­cación de las prin­ci­pales pre­ocu­pa­ciones y opin­iones per­son­ales sobre el tema. “Cues­tionario para adul­tos en situación de desas­tre”, elab­o­ra­do y val­i­da­do por el Dr. Alex­is Loren­zo Ruiz y la Msc. Yrai­da Rodríguez Luís en el perío­do com­pren­di­do entre 2001 y 2003. El mis­mo con­s­ta de 11 pre­gun­tas cer­radas ori­en­tadas a cono­cer aspec­tos de la expe­ri­en­cia y preparación ante este tipo de situa­ciones. Con­s­ta, además, de 2 pre­gun­tas abier­tas, dirigi­das a cono­cer la fre­cuen­cia de par­tic­i­pación en situa­ciones de este tipo y las vías por las cuales ha recibido preparación para el afrontamien­to de estas. Para la apli­cación de ambos se empleó Google Forms y para su análi­sis se uti­lizó la estadís­ti­ca descrip­ti­va en el Pro­gra­ma Excel. Fase cual­i­ta­ti­va: Entre­vista indi­vid­ual estruc­tura­da, elab­o­ra­da por Lic. Ken­ny Díaz Arcaño en 2013 y adap­ta­da de acuer­do a los obje­tivos de la inves­ti­gación por la auto­ra Aman­da Díaz Quer­al. Con­s­ta de 10 pre­gun­tas, las cuales fueron elab­o­radas pre­vi­a­mente. Sus obje­tivos se cen­tran en obten­er infor­ma­ción sobre los conocimien­tos que tienen los estu­di­antes de Psi­cología sobre las situa­ciones de desas­tre, sus expe­ri­en­cias en estas situa­ciones y el impacto que creen que gen­er­an los desas­tres en las per­sonas afec­tadas. Se efec­tuó vía Whats App y para analizarla se uti­lizó la estadís­ti­ca descrip­ti­va y el análi­sis fenomenológico.

Aspectos éticos

La inves­ti­gación se rigió por los prin­ci­p­ios éti­cos con­tenidos en el Códi­go de Éti­ca del pro­fe­sion­al de la Psi­cología en Cuba. Además, cumplió con los prin­ci­p­ios bioéti­cos de la inves­ti­gación en el cam­po de la salud humana. Todos los suje­tos estu­di­a­dos dieron su con­sen­timien­to para par­tic­i­par en el estu­dio y se respetó su autonomía para no con­tin­uar en él cuan­do así lo decidieron.

PROCEDIMIENTO Y ANÁLISIS DE LOS DATOS

Una vez selec­ciona­do el tema y revisa­da la lit­er­atu­ra sobre ello, se definieron los obje­tivos y el prob­le­ma de la inves­ti­gación. Se elaboró la intro­duc­ción teóri­ca y el aparta­do metodológi­co. Se con­vocó, a través de What­sApp, a los estu­di­antes del últi­mo año de la Fac­ul­tad de Psi­cología a par­tic­i­par en el estu­dio, expli­can­do los obje­tivos de este y se entregó un com­pro­miso a los intere­sa­dos en par­tic­i­par en la inves­ti­gación. Se apli­caron los cues­tionar­ios a través de Google Forms y las entre­vis­tas indi­vid­uales a través de What­sApp. Se analizaron los datos de ambas fas­es con la estadís­ti­ca descrip­ti­va (fre­cuen­cias rel­a­ti­vas y abso­lu­tas) en el Pro­gra­ma Excel y el análi­sis fenom­e­nológi­co, para realizar un análi­sis inte­grador de los resul­ta­dos y con­cluir el estudio.

Análisis y discusión de resultados

Esta inte­gración, se orga­ni­za en fun­ción de los obje­tivos de la inves­ti­gación, y den­tro de cada uno se con­sid­er­an las dimen­siones cor­re­spon­di­entes. Para eval­u­ar las dimen­siones, se establen tres cri­te­rios descrip­tivos gen­erales, a par­tir de la pres­en­cia, ausen­cia o gra­do de desar­rol­lo de sus indicadores:

Niv­el bajo: El estu­di­ante mues­tra esca­so o nulo dominio de los indicadores.

Niv­el medio: El estu­di­ante evi­den­cia un desar­rol­lo par­cial de los indicadores.

Niv­el alto: El estu­di­ante demues­tra un dominio amplio de los indicadores.

Estos cri­te­rios son apli­ca­dos de man­era trans­ver­sal a todas las dimen­siones, per­mi­tien­do la eval­u­ación homogénea y com­par­a­ti­va que se mues­tra a continuación.

Análisis de los Conocimientos

Las prin­ci­pales fuentes de obten­ción de conocimien­tos sobre desas­tres en ambos gru­pos son los medios de difusión masi­va (TV, per­iódi­cos y las redes sociales). Le siguen en menor medi­da la famil­ia y la escuela.

En cuan­to a la elab­o­ración del con­cep­to desas­tre, en la Tabla 1 se obser­va que la total­i­dad de la mues­tra pre­sen­ta un niv­el no elab­o­ra­do de ello.

La may­oría de los estu­di­antes en ambos gru­pos (83.3%) conoce las fas­es y eta­pas del pro­ce­so de gestión de la reduc­ción de ries­gos de for­ma impre­cisa. Los suje­tos de CRD pre­sen­tan mejores resul­ta­dos, ya que en este grupo un estu­di­ante conoce cor­rec­ta­mente las fas­es y etapas.

En cuan­to a la clasi­fi­cación de los desas­tres, la may­oría de los estu­di­antes en las dos modal­i­dades (83.3%) conoce de for­ma impre­cisa algu­na clasi­fi­cación. En este caso, los suje­tos de CPE poseen mejores resul­ta­dos, ya que a difer­en­cia de los de CRD, ninguno pre­sen­ta conocimien­to nulo de la clasificación.

Tabla 1. Nivel de elaboración del concepto desastre.

En el niv­el de conocimien­to sobre las activi­dades que debe realizar el psicól­o­go para afrontar situa­ciones de desas­tre, una mitad de la mues­tra tiene un niv­el ade­cua­do (50%) y la otra un niv­el alto (50%), como se obser­va en la Figu­ra 1. La can­ti­dad may­or de CRD indi­ca un niv­el ade­cua­do (66.7%) y en CPE pre­dom­i­na un niv­el alto (66.7%). Los estu­di­antes de CPE pre­sen­tan nive­les más altos de conocimien­tos en este indi­cador que los de CRD. Men­cio­nan prin­ci­pal­mente el acom­pañamien­to psi­cológi­co antes, durante y después, así como brindar capac­itación a otros sobre cómo afrontar estas situaciones.

Figura 1. Nivel de conocimiento sobre las actividades que debe realizar el psicólogo para afrontar situaciones de desastre.

En cuan­to al niv­el de conocimien­to de las prin­ci­pales con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas que provo­can los desas­tres, pre­dom­i­nan los nive­les ade­cua­dos (50%) y altos (50%). En CRD se desta­ca el niv­el alto (66.7%) y en CPE el ade­cua­do (66.7%). Los suje­tos de CRD poseen nive­les más altos en este indi­cador. Las con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas que provo­can los desas­tres, más men­cionadas por ambos gru­pos, son el estrés pos­traumáti­co, ansiedad, miedo y tristeza.

Respec­to al niv­el de conocimien­to sobre los desas­tres más fre­cuentes en Cuba, pre­dom­i­na un niv­el ade­cua­do. Los estu­di­antes de CPE tienen mejores resul­ta­dos en este indi­cador, ya que, a difer­en­cia de los de CRD, un suje­to alcan­za el niv­el alto. La total­i­dad de los estu­di­antes es capaz de citar var­ios desas­tres fre­cuentes en Cuba y todos men­cio­nan los ciclones.

Se obser­va que, aunque la mitad de los estu­di­antes de la mues­tra posee nive­les altos de conocimien­tos en cuan­to a las activi­dades que debe realizar el psicól­o­go para afrontar este tipo de situa­ciones y las prin­ci­pales con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas que provo­can los desas­tres, la otra mitad pre­sen­ta nive­les ade­cua­dos. Igual­mente, pre­sen­tan un niv­el ade­cua­do en las situa­ciones de desas­tre más fre­cuentes en Cuba, pero sus conocimien­tos son impre­cisos en cuan­to a las fas­es y eta­pas del pro­ce­so de gestión de la reduc­ción de ries­gos de desas­tres y su clasi­fi­cación. Por últi­mo, los estu­di­antes tienen un niv­el bajo respec­to a la elab­o­ración del con­cep­to desastre.

En coheren­cia con la ten­den­cia encon­tra­da durante el análi­sis de cada uno de los indi­cadores nece­sar­ios para la eval­u­ación de esta dimen­sión, se evi­den­cia un dominio par­cial de ellos, lo que con­duce a la iden­ti­fi­cación de un niv­el medio de conocimien­tos en la mues­tra estu­di­a­da. Se puede con­ce­bir que, aunque los resul­ta­dos son bas­tante seme­jantes, los estu­di­antes de CPE poseen más conocimien­tos sobre el tema en com­para­ción con los de CRD.

Este niv­el de conocimien­tos es muy sim­i­lar a los hal­laz­gos de inves­ti­ga­ciones ante­ri­ores desar­rol­ladas, tan­to en el con­tex­to inter­na­cional como nacional. En las real­izadas en estu­di­antes de enfer­mería de Bangladesh y Turquía, se obtu­vo que los nive­les de conocimien­tos eran mod­er­a­dos (Hasan & Bin­tay, 2022; Kil­inc & Demirkaya, 2024).

En Cuba, en el estu­dio de Rodríguez en San Miguel del Padrón en 2009 los suje­tos mostraron cier­to conocimien­to sobre desas­tres (Rodríguez et al., 2009). En el de San­dra San­doval ese mis­mo año en un grupo de pri­maria, los estu­di­antes pre­sen­taron un niv­el acept­able (San­doval S. , 2009). San­doval y Var­gas, en pro­fe­sion­ales de la Psi­cología, tam­bién encon­traron en sus inves­ti­ga­ciones un niv­el medio de conocimien­tos (San­doval S., 2014; Var­gas, 2023).

En con­traste con lo ante­ri­or, var­ios estu­dios han encon­tra­do un niv­el bajo de conocimien­tos sobre desas­tres (Hernán­dez A., 2010; Díaz, 2013; Mau­jo, 2014; Pon­juan, 2015; Álvarez, 2016; Wulan­dari, 2023;).

Este resul­ta­do podría expli­carse por la exposi­ción gen­er­al a infor­ma­ción bási­ca, fun­da­men­tal­mente a través de medios de difusión (tele­visión, per­iódi­cos) y algu­nas expe­ri­en­cias direc­tas con even­tos como ciclones e inun­da­ciones, que son fre­cuentes en Cuba según los datos de la Ofic­i­na Nacional de Estadís­ti­ca e Infor­ma­ción [ONEI] (2024) y la Orga­ni­zación Panamer­i­cana de la Salud [OPS] (2025). Sin embar­go, este conocimien­to parece ser más infor­ma­ti­vo que for­ma­ti­vo, care­cien­do de pro­fun­di­dad téc­ni­ca, sis­tem­ati­zación y de una base con­cep­tu­al cor­rec­ta. La famil­iari­dad demostra­da con los ries­gos más fre­cuentes en Cuba, las activi­dades que real­izan los pro­fe­sion­ales de la Psi­cología y las con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas de los desas­tres, indi­can una ade­cua­da con­tex­tu­al­ización y relación con la car­rera uni­ver­si­taria, mostran­do los mejores resul­ta­dos de esta dimen­sión en los indi­cadores aso­ci­a­dos. A pesar de ser los indi­cadores donde los suje­tos mostraron may­or dominio, se obser­va una com­pren­sión par­cial del espec­tro com­ple­to que deberían cono­cer los estudiantes.

Los estu­di­antes de Cur­so por Encuen­tro (CPE) pre­sen­tan más conocimien­tos posi­ble­mente debido a su may­or expe­ri­en­cia vital y lab­o­ral pre­via, su edad prome­dio supe­ri­or y su prob­a­ble exposi­ción a situa­ciones reales en con­tex­tos lab­o­rales. Esto coin­cide con los hal­laz­gos de Wulan­dari (2023) que rela­ciona la expe­ri­en­cia direc­ta con un mejor niv­el de conocimien­tos sobre desastres.

Descripción de las experiencias prácticas: Participación y Capacitación

Participación

El 95% de la mues­tra ha tenido par­tic­i­pación en situa­ciones de desas­tres. Solo 1 suje­to de CPE ha esta­do exen­to a estos con­tex­tos (5%), por lo que hay may­or can­ti­dad de estu­di­antes de CRD que han par­tic­i­pa­do en desas­tres que de CPE.

En la mues­tra pre­dom­i­na una fre­cuen­cia de exposi­ción baja, como se obser­va en la Figu­ra 2, para un 52.6% en total. Los estu­di­antes de CRD pre­sen­tan may­or­mente una rein­ci­den­cia baja (70%), mien­tras que los de CPE una fre­cuen­cia media (55,6%). Los suje­tos de CPE pre­sen­tan may­or exposi­ción a este tipo de situaciones.

Figura 2. Frecuencia de exposición a situaciones de desastre.

Las situa­ciones de desas­tres más viven­ci­adas por los estu­di­antes de ambas modal­i­dades son los ciclones. Le siguen las pen­e­tra­ciones del mar y los acci­dentes de tránsito.

Las situa­ciones de desas­tres más comunes en la provin­cia de res­i­den­cia en los dos gru­pos tam­bién son los ciclones. Le siguen las tor­men­tas eléc­tri­c­as y las pen­e­tra­ciones del mar. En menor gra­do men­cio­nan las sequías, incen­dios y tornados.

En cuan­to a la condi­ción de par­tic­i­pante en situa­ciones de desas­tres, el 47.3% del total no se iden­ti­fi­ca con ningu­na condi­ción, resul­tan­do la opción con may­or por­centa­je. Segui­do en ambos gru­pos por la condi­ción de espec­ta­dor (31.6%). Solo 4 estu­di­antes se con­sid­er­an damnifi­ca­dos en algu­na ocasión y ninguno ha par­tic­i­pa­do como rescate y salvamento.

Es noto­rio que, prác­ti­ca­mente la total­i­dad de los estu­di­antes reconoce su par­tic­i­pación en algu­na situación de este tipo (95%). Sin embar­go, la fre­cuen­cia de exposi­ción a estas resul­ta ser baja y la may­or can­ti­dad de suje­tos en ambos gru­pos selec­ciona la opción “ningu­na” condi­ción de par­tic­i­pante. Por lo cual se con­sid­era que poseen un desar­rol­lo par­cial en los indi­cadores y un niv­el medio en la dimen­sión par­tic­i­pación. A pesar de que CRD pre­sen­ta más suje­tos que han esta­do involu­cra­dos en estas situa­ciones, la difer­en­cia es mín­i­ma y los estu­di­antes de CPE mues­tran una rein­ci­den­cia de exposi­ción may­or, por lo cual se con­sid­era que los de CPE han tenido may­or participación.

Se apre­cia como coin­ci­den­cia con el pre­sente estu­dio, la ten­den­cia en inves­ti­ga­ciones ante­ri­ores a que la may­or parte de la mues­tra estu­di­a­da ha par­tic­i­pa­do en situa­ciones de desas­tres pero con una fre­cuen­cia de exposi­ción baja (Mau­jo, 2014; Pon­juan, 2015; Var­gas, 2023;).

Antagóni­ca­mente, otras inves­ti­ga­ciones refieren un niv­el de par­tic­i­pación bajo (San­doval S., 2009; Rodríguez et al., 2010, como se citó en Díaz, 2013).

Estos resul­ta­dos refle­jan la real­i­dad cubana donde los even­tos hidrom­e­te­o­rológi­cos son fre­cuentes (ONEI, 2024; OPS, 2025), sin embar­go, la asiduidad de exposi­ción que pre­dom­i­na según la mues­tra es baja y la par­tic­i­pación acti­va en la respues­ta a estos es defi­ciente. Los estu­di­antes de CPE mues­tran may­or par­tic­i­pación, prob­a­ble­mente porque su may­or edad e his­to­ria lab­o­ral impli­can más opor­tu­nidades de haber vivi­do y par­tic­i­pa­do en situa­ciones de desas­tres a lo largo de su vida; desar­rol­lan­do así expe­ri­en­cias que los estu­di­antes de CRD, gen­eral­mente más jóvenes y con ded­i­cación exclu­si­va al estu­dio, no han tenido opor­tu­nidad de adquirir. Destacar que ningún suje­to men­ciona desas­tres viven­ci­a­dos como la Pan­demia de la COVID 19 o la cri­sis energéti­ca, lo cual pudiera estar aso­ci­a­do a la defi­ciente base con­cep­tu­al sobre desas­tres encon­tra­da en la muestra.

Capacitación

En cuan­to a la capac­itación pre­via a situa­ciones de desas­tres, la may­oría de los estu­di­antes refiere haber­la recibido (52.6%). Las cifras de los que no lo hicieron son muy sim­i­lares (47.4%), resul­ta­do alar­mante. En CRD, el por­cien­to may­or men­ciona que sí (70%), mien­tras que en CPE dicen que no (66.7%). En CRD hay más estu­di­antes que han sido capac­i­ta­dos pre­vio a los desas­tres que en CPE.

En cuan­to al tiem­po de la capac­itación, el may­or por­cien­to de suje­tos selec­ciona la opción de 2 a 6 días (60%). Este perío­do de tiem­po cor­re­sponde may­or­mente a los suje­tos de CRD (71.4%), los de CPE selec­cio­nan en su may­oría un tiem­po may­or de capac­itación. Los estu­di­antes de CPE han sido capac­i­ta­dos durante más tiem­po que los de CRD.

En la Figu­ra 3 se obser­va que, la expe­ri­en­cia en los prepar­a­tivos para afrontar desas­tres, pre­dom­i­nan los suje­tos sin expe­ri­en­cia (66.7%). La may­oría de CRD tienen poca expe­ri­en­cia (66.7%) y los de CPE no tienen ningu­na (100%). Los suje­tos de CRD tienen más expe­ri­en­cia en estos casos que los de CPE. Ninguno ha par­tic­i­pa­do en el ejer­ci­cio Mete­oro, sin embar­go, desta­can la impor­tan­cia de fomen­tar espa­cios como ese para recibir el entre­namien­to nece­sario en relación a desas­tres porque con­sid­er­an que no están sufi­cien­te­mente preparados.

Se puede apre­ciar al analizar los indi­cadores, que la can­ti­dad de estu­di­antes que han recibido capac­itación pre­via a los desas­tres es prác­ti­ca­mente igual a aque­l­los que no la han recibido. Además, la may­oría refiere un perío­do de capac­itación de 2 a 6 días, tiem­po rel­a­ti­va­mente breve y pre­dom­i­nan los suje­tos sin expe­ri­en­cia en los prepar­a­tivos para afrontar desas­tres. Pudién­dose apre­ciar un gra­do de desar­rol­lo esca­so de los indi­cadores, que con­ll­e­va a un niv­el bajo de capac­itación, donde los estu­di­antes de CRD mues­tran resul­ta­dos más satisfactorios.

Estu­dios antecedentes coin­ci­den en que, tras los nive­les defi­cientes de capac­itación encon­tra­dos, se ha desta­ca­do la impor­tan­cia de fomen­tar más espa­cios que brinden instruc­ción espe­cial­iza­da en el tema. Inclu­so, referi­do por los pro­pios suje­tos de las mues­tras analizadas.

Figura 3. Experiencia en los preparativos para afrontar desastres.

Tal es el caso de la inves­ti­gación en estu­di­antes de insti­tu­ciones de edu­cación supe­ri­or real­iza­da en Fil­ip­inas, donde se evi­den­ció la necesi­dad de pro­mover la edu­cación en seguri­dad ante desas­tres (Matun­hay, 2022). En la de San­doval en un grupo de psicól­o­gos, se iden­ti­fi­caron necesi­dades de capac­itación sis­temáti­ca en aspec­tos especí­fi­cos sobre las difer­entes estrate­gias de inter­ven­ción y orga­ni­zación de las activi­dades a desar­rol­lar ante estas situa­ciones (San­doval S. , 2014). Más de la mitad de los encues­ta­dos en Bangladesh, recomen­daron más talleres y capac­itación sobre gestión de desas­tres para aumen­tar su capaci­dad de gestión (Hasan & Bin­tay, 2022).

Este niv­el bajo de capac­itación recibi­da para afrontar desas­tres, podría expli­carse por la insu­fi­ciente inte­gración sis­temáti­ca de estos con­tenidos en el plan de estu­dios de Psi­cología, coin­ci­di­en­do con lo encon­tra­do por Matun­hay (2022) donde el 94.8% de estu­di­antes uni­ver­si­tar­ios con­sid­er­a­ba insu­fi­ciente su capac­itación. Paradóji­ca­mente, los estu­di­antes de CRD han recibido may­or capac­itación for­mal que los de CPE, quizás porque tienen más tiem­po disponible para asi­s­tir a activi­dades académi­cas com­ple­men­tarias, y porque el cur­so reg­u­lar podría incluir más con­tenidos sobre este tema en asig­nat­uras como Preparación para la Defen­sa, men­ciona­da en los estu­dios pre­vios de Rodríguez et al. (2010 como se citó en Díaz, 2013) y por algunos de ellos en las entrevistas.

Caracterización del impacto psicológico: Autopercepción de su preparación y Consecuencias psicológicas.

Autopercepción de su preparación

En cuan­to a los patrones de respues­ta actuales, en ambas modal­i­dades de estu­dio la may­oría de suje­tos con­sid­er­an que serían prome­dios (63.2%), de encon­trarse nue­va­mente en una situación de este tipo. Ningún estu­di­ante percibe, que sus patrones de respues­ta sean infe­ri­ores en com­para­ción con sus viven­cias ante­ri­ores, pero tam­poco los val­o­ran en su may­oría sufi­cien­te­mente eficaces.

Respec­to a la preparación a lo largo de la vida, la may­oría refiere haber recibido algu­na preparación (90%). En este caso, los resul­ta­dos de ambos gru­pos coin­ci­den, ya que solo un suje­to (5%) de cada modal­i­dad de estu­dio, con­sid­era que nun­ca ha sido prepara­do sobre el tema en cuestión.

Las vías de preparación para afrontar los desas­tres que más desta­can son la tele­visión (61.1%), las redes sociales (27.8%), la Fac­ul­tad de Psi­cología (27.8%) y la famil­ia (16.7%). Ello, está en coin­ci­den­cia con las fuentes de conocimientos.

Se apre­cia, que los estu­di­antes con­sid­er­an que sí han recibido algún tipo de preparación a lo largo de sus vidas para afrontar desas­tres. A pesar de ello, perciben sus patrones de respues­ta actuales como prome­dio en su may­oría y con­sid­er­an que no están sufi­cien­te­mente prepara­dos. Se iden­ti­fi­ca, a par­tir de estos indi­cadores un desar­rol­lo par­cial de estos y, por tan­to, un niv­el medio en la autop­er­cep­ción de su preparación para afrontar desas­tres en ambas modal­i­dades de estudio.

Difer­entes estu­dios coin­ci­den en que la may­oría de suje­tos de la mues­tra refieren que su niv­el de preparación ante desas­tres es medio. En la inves­ti­gación en estu­di­antes de enfer­mería en Turquía, se obtu­vo que tenían una per­cep­ción media de preparación y autoefi­ca­cia (Kil­inc & Demirkaya, 2024). En la inves­ti­gación en un grupo de edu­cación supe­ri­or real­iza­da en Fil­ip­inas, los estu­di­antes tam­bién val­o­raron en su may­oría (94.8%) que su capac­itación no era sufi­ciente y un 90% dijo no con­tar con las medi­das de seguri­dad nece­sarias (Matun­hay, 2022).

Por otra parte, en los estu­di­antes de Bangladesh, su preparación percibi­da para la gestión de desas­tres fue baja. (Hasan & Bin­tay, 2022) y según San­doval, en con­traste, la auto­val­o­ración del desem­peño prác­ti­co que poseían los pro­fe­sion­ales de la Psi­cología ante los desas­tres resultó com­pe­tente (San­doval S. , 2014).

La mues­tra en ambos gru­pos de estu­di­antes, val­o­ran, que tienen una preparación media para afrontar desas­tres, lo que refle­ja una auto­con­cien­cia real­ista de sus capaci­dades. Esta per­cep­ción mod­er­a­da coin­cide con los hal­laz­gos de Kil­inc & Demirkaya (2024) en estu­di­antes de enfer­mería, donde el niv­el mod­er­a­do de conocimien­tos influía direc­ta­mente en una per­cep­ción media de preparación. Los estu­di­antes recono­cen ten­er cier­tos conocimien­tos y algu­nas expe­ri­en­cias, pero son con­scientes de sus lim­ita­ciones en for­ma­ción espe­cial­iza­da y prác­ti­ca sis­temáti­ca, lo que gen­era una val­o­ración cautelosa de sus com­pe­ten­cias reales para inter­venir con efi­ca­cia. El hecho de que los estu­di­antes reconoz­can sus lim­ita­ciones es pos­i­ti­vo, ya que per­mite iden­ti­ficar necesi­dades for­ma­ti­vas reales y dis­eñar estrate­gias de mejora.

Consecuencias psicológicas

En la Figu­ra 4 se mues­tra que, las prin­ci­pales con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas viven­ci­adas por los estu­di­antes en ambos gru­pos son nervio­sis­mo (52.7%), ansiedad (49.4%) y tris­teza (36.8%). En la modal­i­dad CRD pre­dom­inó el nervio­sis­mo (60%) y en CPE la ansiedad (55.5%).

El 100% de estu­di­antes refir­ió que no recibió ayu­da espe­cial­iza­da luego de pasar por situa­ciones de este tipo. Sin embar­go, entre las dos modal­i­dades, algunos (21%) men­cionaron otras for­mas de ayu­da basadas en el Médi­co Gen­er­al, la asesoría de su cen­tro de tra­ba­jo, famil­ia y per­sonas con expe­ri­en­cias similares.

Las prin­ci­pales pre­ocu­pa­ciones en relación a los desas­tres, que men­ciona la total­i­dad de la mues­tra de la inves­ti­gación (100%) son la exis­ten­cia de muchas per­sonas vul­ner­a­bles y la escasez de recur­sos para pro­por­cionarles ayuda.

Figura 4. Consecuencias psicológicas vivenciadas por los estudiantes.

Existe relación en cuan­to a estos aspec­tos con lo encon­tra­do en gru­pos de inves­ti­ga­ciones ante­ri­ores a lo largo de los años. Se apre­cia la ten­den­cia a destacar den­tro de las prin­ci­pales con­se­cuen­cias viven­ci­adas el nervio­sis­mo, la ansiedad y la tris­teza (Loren­zo & Rodríguez, 2003; Díaz, 2013; Var­gas; 2023). Asimis­mo, aparte de recibir o no ayu­da espe­cial­iza­da ante estas situa­ciones, men­cio­nan la ayu­da recibi­da prin­ci­pal­mente por el cen­tro de tra­ba­jo, famil­ia y per­sonas que han exper­i­men­ta­do even­tos sim­i­lares, lo cual pudiera indicar posi­bles mod­os de afrontamien­to. Este patrón tam­bién ha sido doc­u­men­ta­do en estu­dios cubanos, donde se obser­va que las redes de apoyo social y comu­ni­tario (famil­ia, escuela, com­pañeros) son fun­da­men­tales para el afrontamien­to y la recu­peración psi­coso­cial tras un desas­tre (Loren­zo & Rodríguez, 2003; Díaz, 2008; Rodríguez et al., 2009).

En los estu­di­antes sobre­salen pre­ocu­pa­ciones rela­cionadas con las per­sonas vul­ner­a­bles y la escasez de recur­sos. Estas inqui­etudes refle­jan tan­to el impacto emo­cional como las difi­cul­tades prác­ti­cas que enfrentan las comu­nidades, de las cuales la real­i­dad cubana no se encuen­tra exen­ta y han sido iden­ti­fi­cadas en inves­ti­ga­ciones sobre per­cep­ción de ries­go, vul­ner­a­bil­i­dad psi­coso­cial y estrate­gias de afrontamien­to en otros con­tex­tos (Loren­zo & Rodríguez, 2003, como se citó en Var­gas, 2023).

Respec­to a las dimen­siones anal­izadas, se apre­cia, que la mues­tra posee nive­les medios de conocimien­tos, par­tic­i­pación y autop­er­cep­ción de su preparación, así como nive­les bajos de capac­itación. Los estu­di­antes de CPE poseen may­ores conocimien­tos y par­tic­i­pación, mien­tras que los de CRD han recibido más capac­itación. Ambos gru­pos estu­di­a­dos coin­ci­den en cuan­to a la autop­er­cep­ción de su preparación y las con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas vivenciadas.

Se deter­mi­na, por tan­to, que los estu­di­antes de últi­mo año de Psi­cología inves­ti­ga­dos, poseen un niv­el medio de preparación en relación a situa­ciones de desas­tre. Donde la modal­i­dad de estu­dio CPE, a pesar de la simil­i­tud de resul­ta­dos, refiere estar más prepara­da. Este niv­el es resul­ta­do de la inte­gración de conocimien­tos bási­cos, par­tic­i­pación oca­sion­al, capac­itación insu­fi­ciente, una per­cep­ción real­ista de sus com­pe­ten­cias y las con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas viven­ci­adas. Los estu­di­antes de CPE mues­tran una preparación lig­era­mente mejor que los de CRD, prob­a­ble­mente por su may­or expe­ri­en­cia prác­ti­ca y conocimien­tos deriva­dos de su trayec­to­ria vital y lab­o­ral, com­pen­san­do así su menor capac­itación formal.

Estos resul­ta­dos obtenidos pueden com­para­rse con estu­dios ante­ri­ores, que realizaron una eval­u­ación con­cluyente de la preparación de sus mues­tras en relación a desas­tres, otorgán­doles tam­bién un niv­el. Ejem­p­lo de ello es la inves­ti­gación lle­va­da a cabo por Melis­sa Álvarez, en los pro­pios estu­di­antes de la Uni­ver­si­dad de La Habana, pero de dis­tin­tas car­reras en el cur­so 2015–2016. En coin­ci­den­cia con el pre­sente estu­dio, los resul­ta­dos arro­jaron que prevalecía una insu­fi­ciente preparación teóri­co-prác­ti­ca en el tema y que existía una seme­jan­za en todos los gru­pos de estu­di­antes, pues poseían un niv­el bási­co pero defi­ciente, en su preparación psi­coso­cial en desas­tres (Álvarez, 2016) .

Otras inves­ti­ga­ciones mues­tran resul­ta­dos sim­i­lares e inclu­so, más des­fa­vor­ables. En el estu­dio de Indone­sia en estu­di­antes igual­mente de edu­cación supe­ri­or, la eval­u­ación otor­ga­da resultó en un niv­el bajo de preparación (Wulan­dari, 2023). Lo mis­mo sucedió en los estu­dios de Diana Mau­jo y Clau­dia Pon­juan, en estu­di­antes y pro­fe­sion­ales de la Psi­cología en Cuba, con la difer­en­cia de que la eval­u­ación de la preparación en ambos casos se enfocó en la Primera Ayu­da Psi­cológ­i­ca en situa­ciones de desastres.

La coheren­cia de estos resul­ta­dos con el con­tex­to cubano y con la lit­er­atu­ra inter­na­cional, rev­ela una ten­den­cia de preparación insu­fi­ciente en el tema, que parece man­ten­erse en los estu­di­antes a lo largo del tiem­po. En suma, la preparación de los futur­os pro­fe­sion­ales de la Psi­cología para afrontar a las situa­ciones de desas­tres, requiere un abor­da­je cur­ric­u­lar ren­o­va­do que com­bine el rig­or con­cep­tu­al con la prác­ti­ca super­visa­da, artic­ulán­dose con los avances / apren­diza­jes inter­na­cionales en PED y en con­sen­so con las necesi­dades especí­fi­cas del con­tex­to cubano. Solo así, será posi­ble con­sol­i­dar un futuro per­fil del egre­sa­do com­pe­tente, resiliente y dis­puesto a cumplir un rol acti­vo / cre­ati­vo en la mit­i­gación del impacto psi­cológi­co de los desas­tres en la sociedad.

CONCLUSIONES

Los estu­di­antes de últi­mo año de la licen­ciatu­ra en Psi­cología en la Uni­ver­si­dad de La Habana pre­sen­tan un niv­el medio de preparación en relación a situa­ciones de desas­tre, la cual se con­sta­ta en esta inves­ti­gación, resul­ta insu­fi­ciente para un cor­rec­to futuro desem­peño pro­fe­sion­al en dicho con­tex­to, recomendán­dose el for­t­alec­imien­to de la for­ma­ción en este ámbito.

Los estu­di­antes inves­ti­ga­dos poseen un niv­el medio de conocimien­tos sobre situa­ciones de desas­tre. Los suje­tos de la modal­i­dad CPE, poseen más conocimien­tos sobre el tema que los de CRD.

Los estu­di­antes en sus expe­ri­en­cias prác­ti­cas pre­sen­tan un niv­el medio de par­tic­i­pación en situa­ciones de desas­tre y han recibido un niv­el bajo de capac­itación para afrontar­las. Los estu­di­antes de la modal­i­dad CPE pre­sen­tan may­or par­tic­i­pación, mien­tras que, en la modal­i­dad CRD los suje­tos han recibido más capac­itación sobre el tema.

El impacto psi­cológi­co de las situa­ciones de desas­tre en los estu­di­antes, se evi­den­cia en un niv­el medio en la autop­er­cep­ción de su preparación para afrontar­las en ambas modal­i­dades y las prin­ci­pales con­se­cuen­cias psi­cológ­i­cas, que han exper­i­men­ta­do en estos con­tex­tos son nervio­sis­mo, ansiedad y tris­teza. En la modal­i­dad CRD, pre­dom­i­na el nervio­sis­mo y en CPE la ansiedad.

Los estu­di­antes de la modal­i­dad CPE tienen lig­era­mente may­or preparación que los estu­di­antes de la modal­i­dad CRD en relación a situa­ciones de desastre.

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