Amanda Hernández Torres
Marta Valeria Pérez León
Lourdes María Ibarra Mustelier
Facultad de Psicología. Universidad de La Habana
Resumen
La violencia escolar afecta las instituciones educativas, perjudicando la educación y desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Es esencial enfrentar este fenómeno en las escuelas cubanas, implementando estrategias de prevención. Este artículo presenta la evaluación de la implementación piloto de la “Estrategia psicoeducativa para la prevención de la violencia escolar entre iguales” con docentes de un grupo de quinto grado de una escuela primaria de la Comunidad San Isidro en la Habana Vieja, durante el año 2024. Siguiendo un enfoque cualitativo, se recopilaron datos mediante entrevistas semiestructuradas, sesiones grupales y la observación, siendo analizados según categorías previamente establecidas. La evaluación estuvo centrada en dos aspectos: proceso y eficacia. En cuanto al proceso, la implementación fue congruente al plan inicial, con leves ajustes para cumplir con los objetivos. Respecto a la eficacia la estrategia demostró ser útil para el trabajo con docentes, lográndose un cambio amplio a nivel de conocimientos.
Palabras claves: Estrategia psicoeducativa, implementación, prevención, violencia escolar entre iguales
Abstract
School violence affects educational institutions, harming the education and integral development of children and adolescents. It is essential to confront this phenomenon in Cuban schools, implementing prevention strategies. This article presents the evaluation of the pilot implementation of the “Psychoeducational Strategy for the Prevention of School Violence among Peers” with teachers from a fifth-grade group of a primary school in the San Isidro Community in Old Havana, during the year 2024. Following a qualitative approach, data were collected through semi-structured interviews, group sessions and observation, being analyzed according to previously established categories. The evaluation focused on two aspects: process and effectiveness. As for the process, the implementation was consistent with the initial plan, with slight adjustments to meet the objectives. Regarding effectiveness, the strategy proved to be useful for working with teachers, achieving.
Keywords: Teachers, Psychoeducational strategy, implementation, prevention, school violence between peers
INTRODUCCIÓN
La violencia es un fenómeno que trasciende épocas y fronteras, cuyo impacto es siempre negativo independientemente de las circunstancias en que se den los acontecimientos. La omnipresencia de la violencia en los medios de comunicación es un fenómeno preocupante que refleja la realidad social actual, ello da cuenta de un contexto social complejo, donde la violencia se ha convertido en una constante. Esta tendencia, sin embrago, no debe interpretarse como naturalización. Es necesario abordar este tema con análisis críticos que permitan comprender sus causas y consecuencias y promover acciones que contribuyan a su reducción.
Latinoamérica y el Caribe (LAC) es una de las regiones más violentas del mundo. Raíces históricas, culturales y sociopolíticas que incluyen falta de oportunidades educativas y laborales, la desigualdad de la distribución de los ingresos, la influencia de la cultura consumista, una tolerancia social a la violencia, la falta de ejecución de leyes, un aumento del abuso de alcohol y drogas, las expectativas tradicionales de género y el machismo constituyen la base de la violencia en las Américas (Dávila, 2011, pág. 2).
En un estudio desarrollado por Kieselbach & Butchart (2016) se afirma que, irónicamente, aunque la carga de la violencia es mayor en países de ingresos bajos y medios, casi todos los estudios sobre la eficacia de las medidas de prevención provienen de países de ingresos altos, en particular de Australia, el Reino Unido y algunos países del resto de Europa Occidental, y de los Estados Unidos. La mayoría de los estudios de evaluación de resultados son sobre estrategias para reducir los factores de riesgo en el nivel del individuo y de las relaciones cercanas, mientras que ha habido muchas menos evaluaciones de los resultados de estrategias de tipo comunitario y social (p.9).
La escuela, como espacio de socialización, no se encuentra exenta de violencia, catalogándose como un problema grave con consecuencias devastadoras para los niños, niñas y adolescentes involucrados. No solo provoca daño físico y psicológico a las víctimas, sino que crea un ambiente de miedo e inseguridad en el entorno escolar. Para combatir este problema, es fundamental realizar investigaciones que permitan comprender mejor las causas de la violencia escolar, identificar factores de riesgo y desarrollar estrategias de prevención e intervención efectivas. Solo a través de un análisis profundo del fenómeno y la implementación de programas basados en evidencia, se pueden crear escuelas más seguras y saludables para todos.
Por conseguir esta meta trabajan, desde hace años, organizaciones y científicos de todas partes del mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han sido un claro ejemplo de labor infatigable, realizando numerosos estudios investigativos abarcadores en los que no solo se conceptualiza la violencia, sino que se realizan trabajos de campo que dan una visión real de cómo se comporta actualmente el fenómeno en las infancias y juventudes, a la vez que proponen vías para contrarrestar sus efectos. Uno de los trabajos más significativos radica en la elaboración conjunta de un manual para la prevención de la violencia OMS (2016), en el que se resalta la importancia del trabajo a niveles sociales y el apoyo de las entidades gubernamentales.
Asimismo, la UNICEF, como agencia especializada de las Naciones Unidas para la Infancia y la Adolescencia, de los 0 a los 18 años de edad, es reiteradamente sensible al fenómeno de la violencia en general contra los niños, las niñas y los adolescentes, y a su reflejo en el ámbito escolar. En el panorama sobre la violencia vinculada a la escuela, UNICEF ayuda a través de sus actuaciones y de sus propuestas a completar el análisis, llamando la atención sobre un problema previo, el de la violencia estructural, que impide a los niños y a las niñas acceder a la escuela. La organización brinda el siguiente análisis: “La violencia ocurre en las escuelas, en las instituciones como los orfelinatos y otras instalaciones de atención residencial, en las calles, en el lugar de trabajo y en las prisiones. Los niños sufren violencia en el hogar por parte de sus familias y de otros niños y niñas. Una reducida proporción de los actos de violencia contra los niños y las niñas causan su muerte, pero la mayoría no suele dejar marcas visibles. Y, sin embargo, es uno de los problemas más graves que afectan hoy en día a la infancia” (Estella, 2005).
En el caso de Cuba, entran a jugar un papel esencial Instituciones de Educación Superior como la Universidad de La Habana, la Universidad Central “Marta Abreu” y la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”, donde estudiantes y docentes, se dedican, desde las ciencias sociales, a buscar alternativas que tributen a una educación saludable y de calidad, teniendo como premisa que sin violencia se crea una sociedad más justa, de paz, de respeto, donde las personas son capaces de desarrollar sin percances todo su potencial y que contribuyan al bienestar propio y del otro. Por tanto, se considera que invertir en la prevención de la violencia desde edades escolares, es una inversión en el futuro de la sociedad, respaldan esta afirmación trabajos investigativos desarrollados por Rodney (2001), donde aborda la violencia escolar como un fenómeno totalmente prevenible o León & Ibarra (2021) que aportan un nuevo concepto y visualización de la violencia escolar entre iguales, así como reflexiones sobre los riesgos de la naturalización y normalización de la violencia en las escuelas.
El presente artículo recoge la información más relevante que emerge de la evaluación de la implementación de una estrategia psicoeducativa para la prevención a nivel secundario de la violencia escolar entre iguales, es decir, para prevenir la violencia cuando ya el fenómeno existe. Como base para el desarrollo de la investigación se tuvo una recopilación de datos derivados de trabajos previos de estudiantes de tercer año de psicología, como parte de sus prácticas preprofesionales, donde exponían la existencia de violencia escolar entre iguales dentro de la institución educativa seleccionada, además se realizó un diagnóstico inicial que permitiera corroborar dicha información.
El presente estudio da continuidad a un trabajo de diploma desarrollado en la Facultad de Psicología por Crego & León (2023) dónde abordaron el proceso de diseño de la estrategia psicoeducativa y de su validación a través del método de expertos Delphi.
Por otra parte, el programa consta de tres etapas, distribuidas en un lapso temporal de tres meses; una primera etapa de acercamiento a la que corresponden dos encuentros grupales destinados al diagnóstico y establecimiento del rapport, una segunda etapa constituida por tres sesiones cuyo objetivo esencial es desmontar creencias erróneas sobre la violencia escolar entre iguales a la vez que se ofrecen herramientas concretas para el manejo de estas situaciones dentro de los grupos escolares y por último, una etapa de cierre, donde el investigador evalúa los cambios perceptibles en los docentes.
La relevancia del estudio radica en que se centra en una esfera fundamental dentro de la sociedad: la esfera educativa, por lo que los resultados tendrán una incidencia directa en el mejoramiento del sistema educacional del país, es decir, serán un paso de avance hacia el desarrollo y el mejoramiento social, a la vez que es la respuesta a un llamado realizado desde reconocidas organizaciones y acuerdos a nivel mundial como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que será la guía de referencia para el trabajo de la institución durante los próximos quince años, donde se marca en su objetivo 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. En su objetivo 16 puntualiza: “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles” (León & Ibarra, 2021).
Teniendo en cuenta que las infancias son los cimientos para construir una sociedad de avanzada, es imprescindible atender su formación y desarrollo sostenible. Educarlos sobre valores como el humanismo, el altruismo, la solidaridad, la colaboración y la honestidad es garantía de tener un relevo acorde a las aspiraciones de Cuba como país, un relevo conformado por hombres y mujeres de bien, capaces de responder a los intereses de la sociedad cubana, y lograr la evolución de lo que hasta hoy hemos construido. Al decir de Ibarra (2024) para lograr el desarrollo humano pleno y sostenible se deben enfrentar los obstáculos que atentan contra este, uno de los obstáculos es la violencia escolar.
ACERCAMIENTO TEÓRICO
Sobre violencia y violencia escolar
La violencia es un fenómeno que puede ser considerado inherente a las relaciones humanas, pues se ha manifestado a lo largo de la historia, en todas las épocas y civilizaciones existentes, casi siempre como un modo para conseguir dominio o poder; aun así, como plantea Sandoya (2021), “se debe luchar contra la tendencia a creer que la agresividad es algo natural e inevitable, y que es parte del conjunto de elementos del carácter del ser humano que permiten la adaptación de este, a diferentes medios y entornos” (párr.7).
Asimismo, la palabra violencia se deriva del latín vis (fuerza) y latus (participio pasado del verbo ferus: llevar o transportar). En su sentido etimológico significa, pues, llevar la fuerza a algo o alguien (Trujillo, 2009).
Comenzando por un modo sencillo de visualizar la violencia, Thomas Platt la define como “fuerza física empleada para causar daño” (Pacheco, 2016, p.4).
Según la definición de Francés (2008), se reconoce la violencia como: “1/ impetuosidad en las acciones, 2/ acción de violar o de violentar, 3/ obligar, forzar, aplicar medios violentos a cosas o personas para vencer su resistencia” (p.880).
Por otra parte, la OMS (2003) la describe como “el uso intencional de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno mismo, una persona o un grupo o comunidad, que tiene como resultado la probabilidad de daño psicológico, lesiones, la muerte, privación o mal desarrollo”. En la presente conceptualización se incluyen las autolesiones, dando una visión más abierta del fenómeno, pues ya no solo se considera violencia el dañar a otros, sino también el daño hacia sí mismo (Organización Mundial de la Salud, 2003).
Como se ha visto hasta el momento, en el ámbito investigativo se barajan un número considerable de conceptos que engloban la significación de violencia, teniendo todos un mismo nivel de validez científica, no obstante, se considera pertinente el análisis del enunciado por Rodney (2001), quien enuncia que la violencia es un “Fenómeno social que tiene sus orígenes en el desequilibrio de poder que se da en las relaciones interpersonales y sociales, provocando daños tanto para quien la aplica como para quien la sufre; sin embargo, es prevenible” (p.15); este concepto tiene una característica peculiar, y es su marcado optimismo, pues si bien enfoca la violencia como un fenómeno negativo generador de malestar, la visualiza también como un suceso evitable/modificable.
La violencia nunca se manifiesta como un fenómeno aislado, es decir, las situaciones violentas que percibimos o vivenciamos a nivel social diariamente, no son más que un tejido que se forma a partir de creencias y experiencias erróneas que vienen desde las familias, los hogares, los sistemas sociales, la idiosincrasia y hasta la propia cultura, donde se legitiman los actos violentos como un modo acertado de resolución de conflictos. Los hilos de dicho tejido transversalizan todos los espacios de interacción social, que son los escenarios más comunes donde se pone de manifiesto la violencia, uno de estos espacios es, sin lugar a dudas, la escuela.
Respecto al tema Baeza & Sandoval (2011) plantean: “la escuela es, por excelencia, el escenario donde la sociedad se ve reflejada en cabeza de los miembros más jóvenes: niñas, niños y adolescentes: Si bien la escuela no es el único lugar de violencia, es acertado que la escuela sería un lugar privilegiado donde la sociedad puede verse a sí misma y ver su violencia. ¿Por qué este privilegio de la escuela como ventana de la violencia de la sociedad? Probablemente porque frente a la violencia en la escuela la sociedad no reacciona de la misma manera que frente a la violencia en otros lugares. La violencia en la calle, en el estadio o en otros lugares, se la reprime, se la sanciona, se la juzga y, cuando se puede, se la encarcela. Sin embargo, en la escuela no [todavía]” (p.32).
Se define la violencia en las escuelas como una forma de reproducción cultural que se manifiesta de diferentes maneras, pero caracterizada por la represión, la marginación, la discriminación y las actitudes hostiles, se plantea que ésta debe verse desde tres enfoques diferentes, denominados violencia directa (golpes, amenazas, actos que atentan contra la integridad física de otras personas, de objetos o lugares), estructural, (violencia contra la dignidad) y violencia cultural, la cual se refiere a patrones o conductas que se reproducen socialmente. En consecuencia, la violencia escolar tiene un carácter multidimensional y depende del contexto social y cultural en el que el fenómeno se vive y se reproduce a diario (Calvo, 2002, p.5).
Por otra parte, Machado & Guerra (como se citó en Sandoya, 2021), plantean: “La violencia en la escuela es el uso intencionado de la fuerza o del poder de manera reiterada o puntual, ocasionando daño –físico, emocional, psicológico, sexual, social– a una o varias personas. Implica una intencionalidad predefinida. Se manifiesta entre miembros de una misma comunidad educativa (alumnado, personal docente, personal administrativo, padres o representantes) o se ejerce contra uno o varios miembros de esa comunidad. Se lleva a cabo en las instalaciones escolares o en otros espacios directamente vinculados con la escuela” (párr.27); estos autores incluyen como posibles víctimas, victimarios o espectadores de la violencia escolar, a todos los miembros de la comunidad educativa, pues es entre ellos que se dan constantes interacciones.
Al dirigir la mirada específicamente a la violencia que se genera entre el alumnado encontramos el concepto aportado por Ibarra & Pérez (2021) donde definen la violencia escolar entre iguales como “formas no cooperativas o impositivas de relación interpersonal estudiante-estudiante con una repercusión negativa en el desarrollo de los implicados, ya sea en el rol de víctima, victimario u observador, y se caracterizan por ser asimétricas y de carácter complejo y multicausal” (Pérez & Ibarra, 2021, pág. 149).
Se debe tener en cuenta que la violencia entre iguales en ocasiones está camuflajeada, siendo imperceptible por el personal docente educativo, por ello comparto la opinión de Perea, Vargas, & Anguiano (2010) al expresar que la violencia que se vive en la escuela no siempre se muestra en acciones visibles, como las agresiones físicas o verbales, sino que existen otras formas más “sutiles” de violencia o de conductas “silenciosas” que provocan serios daños en los estudiantes, tal es el caso de la intimidación, la discriminación y el llamado acoso escolar que se presenta como: “un continuado y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un niño por parte de otro u otros compañeros, que se comportan con él cruelmente con el objetivo de someterlo, apodarlo, asustarlo, amenazarlo y que atentan contra su dignidad”, siendo este criterio de Piñuel & Oñate (como se citó en Perea, Vargas, & Anguiano, 2010, p.8).
Luego de analizar lo planteado hasta el momento, convendría establecer que, como plantea Ortega (como se citó en Sandoya, 2021) incluso aceptando que la agresividad no tiene que derivar siempre en conducta violenta ni tiene porque ser incontrolable, el fenómeno de la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, es un fenómeno social, cuyos componentes psicológicos pueden ser modificados mediante procesos educativos (párr.8). Dirigido a ello se han diseñado e implementado diversos programas de prevención, a los que dedicaremos el siguiente apartado.
Resultados de algunos programas de prevención eficaces
Desde las ciencias sociales se realizan investigaciones que centran la mira en los factores que influyen positiva o negativamente en la convivencia escolar dentro de los centros educativos, para trabajar en el reforzamiento de los primeros y la progresiva eliminación de los segundos, de dichas investigaciones se desprende la elaboración de programas preventivos.
Para una mejor comprensión de la idea anterior es necesario un análisis fraccionado sobre qué constituye la prevención y las estrategias psicoeducativas dirigidas a este fin.
Según Ibarra (2005) “prevenir significa evitar que suceda algo ‘malo’, reducir el índice de nuevos casos y problemas, actuando en contra de las condiciones negativas antes que tengan oportunidad de producir efectos” (p.180).
Por otro lado, Sánchez (como se citó en Dávila, 2011) expresa que la prevención es la acción que considera a los individuos y las poblaciones expuestos a factores y comportamientos de riesgo que ocasionan enfermedades, lesiones o daños en la salud propia y en la de otros. La acción preventiva comprende no sólo las medidas destinadas a impedir la aparición de la enfermedad o una lesión, sino también a detener su avance o atenuar sus consecuencias, una vez establecida. Según esta dimensión temporal, la prevención puede ser primaria, secundaria o terciaria. La prevención primaria evita que el daño aparezca, la prevención secundaria disminuye el daño e impide que se repitan sus consecuencias, y la prevención terciaria procura la rehabilitación del daño ya causado (p.8).
Siguiendo la lógica inicial se necesita conocer la definición de estrategia psicoeducativa, lo que constituye según Monzón (como se citó en Castillo, 2017) la forma de planificar y dirigir las acciones para alcanzar determinados objetivos. El propósito de toda estrategia es vencer dificultades con una optimización de tiempo y recursos. De lo anterior se infiere que las estrategias son siempre conscientes, intencionadas y dirigidas a la solución de problemas de la práctica y exigen no solo el conocimiento de las capacidades de las personas que la implementan sino de aquellas a las que va dirigida (p.40).
Entra a jugar un papel importante en este punto el Modelo de programas, que es el de mayor aceptación en lo referido a intervenciones psicopedagógicas con una finalidad preventiva y de desarrollo. Se dirige a todos, o por lo menos a grupos de sujetos, y su acción es en todos los ámbitos. Se concreta en un Proyecto o Programa, por lo que implica que se planifique, diseñe, ejecute y evalúen resultados. El contexto es determinante. La finalidad es de enriquecimiento y potenciación de la comunidad, grupo o individuos. La actividad es planificada, racional, continua y proactiva. Se trabaja con todos los implicados. La unidad básica, en el contexto escolar, puede ser el aula, o puede realizarse, en contra turno, con docentes, con alumnos, con padres, o en interrelación de diversos subproyectos o programas. La actividad se estructura por objetivos a lo largo de un continuo temporal (Erausquin, Denegri, & Michele, 2014).
En Cuba se han realizado estudios investigativos acerca de la implementación de estrategias psicoeducativas, sobre todo en ámbitos como el de la salud, un ejemplo de ello son los trabajos elaborados por Báez, Domínguez, Pérez, & Rodríguez (2021) o Sánchez, Zaldívar, Perez, & Marrero, (2021) quienes se centraron en los procesos de intervención en familiares de infantes con trastornos del espectro autista y con pacientes alcohólicos. Las estrategias implementadas en ambos casos tuvieron un efecto positivo lo que demuestra que con el diseño adecuado y la correcta planificación, es posible lograr una implementación satisfactoria y que, aunque las planteadas con anterioridad no pertenecen al ámbito escolar propiamente, pueden servir como referentes para lograr un incremento de las intervenciones dirigidas a las instituciones educativas y de este modo lograr la reducción en las escuelas de fenómenos negativos como lo es la violencia escolar.
A nivel mundial, varios estudios demuestran mediante evidencias la efectividad de los programas preventivos en la reducción de la violencia dentro y fuera de las escuelas. Un ejemplo de ello es el Promoting Alternative Thinking Strategies (PATHS), programa integral que ha sido destacado como ejemplo para la promoción de las habilidades sociales y la salud emocional. El programa está dirigido a reducir la agresión y los problemas de conducta en los niños de la escuela primaria, al mismo tiempo que mejora el proceso educativo en las clases. Los resultados de sus evaluaciones con grupo de control han mostrado una disminución del 32% de conductas agresivas, según informes de maestros, un aumento del 36% en la demostración de conductas de autocontrol, y una mejoría significativa en la disposición a hacer uso de estrategias para la resolución no violenta de conflictos entre los estudiantes (Dávila M. d., 2011).
Otros resultados provenientes de investigaciones en distintas partes del mundo avalan la efectividad de la psicoeducación; programas desarrollados en Brasil, Venezuela, Perú y España, por solo mencionar algunos países, coinciden en el cambio real, palpable, que se produce en los grupos experimentales antes y después de la intervención, siempre dirigido a la mejora y el desarrollo, un ejemplo de ello fue la estrategia implementada en estudiantes primarios en una escuela peruana, donde se perseguía el desarrollo sus habilidades sociales y se obtuvo como resultado el cambio esperado en la muestra seleccionada (Aaroz, Uchasara, & Ramos, 2020); se han creado además proyectos como “Fomento del desarrollo juvenil y prevención de la violencia” ejecutado en seis países de América Latina, obteniendo resultados eficaces como se plasma en (Prevención de la violencia en adolescentes y jóvenes: intervenciones que funcionan, 2011). Saliendo de Latinoamérica y fijando la mirada en el continente europeo se encuentra el plan PREVI, desarrollado dentro de la comunidad educativa valenciana, en España que evidenció que, con un involucramiento de los diferentes miembros vinculadas a la educación de los niños, se pueden obtener logros satisfactorios (Mateo, Ferrer, Mesas, & Ruiz, 2007). Otra referencia significativa reside en el Programa Olweus Para Prevenir el Acoso Escolar, respaldado por más de 35 años de implementaciones con resultados satisfactorios en países como Noruega, México y Estados Unidos (Riese & Urbanski, 2018) .
Es válido rescatar la idea del informe redactado por la OMS & Oficina de las Naciones Unidas (2014) donde se enuncia que la violencia de todo tipo está firmemente vinculada con determinantes sociales como una mala gobernanza, normas culturales, sociales, de género y del estado de derecho deficientes, desempleo, desigualdad de ingresos y de género, cambios sociales rápidos y oportunidades educativas limitadas. Todos esos factores crean un clima social que propician la violencia, y ante la falta de iniciativas para abordarlos, es difícil conseguir avances duraderos en la prevención de la violencia. Así pues, toda estrategia amplia de prevención de la violencia debe señalar maneras de mitigar o amortiguar tales riesgos; es por ello que antes de diseñar e implementar una estrategia psicoeducativa o cualquier otro tipo de programas preventivos se debe tener claridad del contexto en que va a ejecutarse la intervención, pues existen determinantes (los antes mencionados) que van a condicionar los efectos; sobre ello aporta. Cid, Díaz, Pérez, Torruella, & Valderrama (2008): “la intervención puede requerir la participación de toda la comunidad educativa. Desde una perspectiva ecológica y sistémica, se considera muy importante la adaptación del programa de prevención y de resolución de conflictos a las características concretas del centro”.
Me gustaría agregar otros dos factores, desde mi percepción importantes, a la hora de ejecutar la implementación de una estrategia psicoeducativa: en primer lugar la capacitación de los responsables de la intervención, que son los encargados de guiar el proceso y, por tanto, de crear las condiciones necesarias para propiciar el cambio y, por otro lado, el empoderamiento de los miembros de la muestra para que los cambios obtenidos trasciendan en el tiempo, logrando que se mantengan en un largo plazo. En el caso de la prevención de la violencia escolar entre iguales, es fundamental el rol del profesorado como principales mediadores de las dinámicas grupales en este contexto; al análisis de la anterior idea dedicaremos el siguiente epígrafe.
MATERIALES Y MÉTODOS
La investigación se desarrolla desde una perspectiva cualitativa, teniendo como premisa la “riqueza interpretativa y la flexibilidad” que le otorga, según Sampieri & Torres (2018), este tipo de enfoque al trabajo a realizar. Por otra parte, al ser una implementación piloto de la estrategia psicoeducativa se hace necesaria la no linealidad y la apertura a nuevas miradas ante la aparición de situaciones emergentes, que permitan el futuro perfeccionamiento del programa (p.7).
Se implementa un diseño de investigación evaluativa pues el trabajo busca cambios palpables en un contexto real, lo que coincide con la definición aportada por Ruthman (como se citó en Martín, 1985) donde conceptualiza este tipo de diseño como: “el proceso de aplicar procedimientos científicos para acumular evidencia válida y fiable sobre la manera y grado en que un conjunto de actividades específicas produce resultados o efectos concretos”. Se considera adecuado el ajuste a este diseño pues el mismo permite la evaluación del proceso de implementación de una estrategia psicoeducativa piloto, el hecho de ser la primera vez que se aplica en una institución escolar y con planes futuros de expandir su utilización al resto de las escuelas del país, es fundamental encontrar las posibles deficiencias y fortalezas del proceso con el fin de hacerlo más eficiente y lograr un impacto mayormente positivo. El diseño se complementa con la investigación acción pues los investigadores estuvieron inmersos en el campo y en contacto directo con los miembros de la muestra, para lograr los objetivos propuestos.
La muestra seleccionada es intencional no probabilística o, como también se le conoce: propositiva; pues “la elección de los elementos depende de razones relacionadas con las características de la investigación” (Sampieri & Torres, 2018, p. 429). Los criterios de inclusión se basan en que los miembros de la muestra tengan un vínculo docente-alumno con los estudiantes del grupo de Quinto Grado; a continuación, se presenta una tabla con la caracterización de esta:
| Total: 3 | |||||
| Maestro/a | Nivel escolar | Edad | Sexo | Años de experiencia en el magisterio | Años de trabajo en el centro |
| 1 | Máster | 37 | Masculino | 20 años | 6 años |
| 2 | Licenciada | 20 | Femenino | 1 año | 3 meses |
| 3 | Licenciada | 21 | Femenino | 1 año | 3 meses |
Categorías, dimensiones e indicadores
| Categoría | Dimensiones | Subdimensiones | Indicadores |
| Implementación de la estrategia psicoeducativa | Criterios procesuales | Organización de la estrategia (Modo en el que se lleva a cabo el proceso de implementación) | Adecuada, Poco adecuada, Inadecuada |
| Fidelidad de la implementación
(Gradiente en que la estrategia se implementó según lo planeado) |
Congruencia alta, Congruencia moderada, Congruencia baja | ||
| Utilidad/ Compromiso (Aprobación por parte de los docentes sobre la utilidad y compromiso en la participación durante las sesiones grupales.) | Útil, Medianamente útil, No útil
Alto compromiso, Bajo compromiso |
||
| Recursos
(Contar con los elementos tanto materiales como inmateriales necesarios para ejecutar la Estrategia Psicoeducativa) |
Tiempo, personal, materiales | ||
| Criterios de eficacia | Cambios en el conocimiento | Amplio, medio, bajo | |
| Aplicación de los contenidos abordados | Establecimiento de normas/No establecimiento de normas | ||
| Sensibilización y concientización de los miembros de la comunidad | Se promueve la importancia de la prevención de la violencia escolar entre iguales | ||
| No se promueve la importancia de la prevención de la violencia escolar entre iguales. |
Como principales técnicas se emplearon entrevistas semiestructuradas, aplicadas al inicio y final de la investigación, con el objetivo de levantar información relevante sobre los miembros de la muestra y sus relaciones con el grupo de escolares y los demás miembros de la comunidad educativa (otros docentes; padres; personal no docente), así como establecer rapport con ellos en un primer momento, y en la etapa final se ejecutaron como parte del cotejo. Se utilizó la observación como recurso constante durante todo el proceso.
En total se ejecutaron seis sesiones grupales con los docentes. Quedando distribuidas en tres etapas. A la primera etapa denominada le correspondieron dos sesiones grupales, a la segunda etapa cuatro sesiones de trabajo y a la número tres le fue asignada una sesión grupal, constituyendo este el último encuentro, dirigido a valorar los efectos que surtió la implementación de la estrategia. Las sesiones tuvieron una duración de aproximadamente una hora y pudieron ser desarrolladas de acuerdo a lo planeado. Las sesiones se llevaron a cabo con una frecuencia semanal durante cinco semanas, luego de culminar con las cinco sesiones planificadas para las etapas 1 y 2, hubo un intermedio intencional de tres semanas sin trabajo grupal, pasado ese tiempo se aplicó la sesión de cierre y evaluación, correspondiente a la tercera etapa.
A continuación, se tabula la información anterior:
Cabe señalar que el investigador debe ajustar la selección de las técnicas según el contexto en que se encuentra y los recursos de los que dispone.
RESULTADOS
Como resultados generales se corroboró la existencia de violencia escolar entre iguales dentro del grupo de quinto grado; se identificaron, a partir del discurso de los docentes y de la observación, rasgos de violencia docente-alumno, familias-alumnos y padres-docentes; siendo los tipos más frecuentes la verbal y la física. La violencia se encuentra normalizada dentro de la institución educativa; por ende, los profesores asumen que llevan a cabo prácticas violentas, aunque desde su punto de vista no lo son: “a veces le hablamos alto a los niños, los cogemos de la mano y los zarandeamos”, afirman. Señalan a la familia como principal fuente potenciadora de violencia escolar justificando este criterio con la llegada de niños golpeados desde los hogares, legitiman, además, que existe una correspondencia entre los hogares más disfuncionales y los niños más violentos. Los docentes afirman que la disfuncionalidad de las familias trae consigo que muchos de los niños se vean obligados a asumir roles que no le corresponden, refiriéndose esencialmente al de proveedores o cuidadores. Los docentes hacen referencia a la escasa preparación desde el punto de vista psicológico que se recibe durante la formación pedagógica.
En cuanto a la implementación desde el punto de vista de los criterios procesuales los encuentros se desarrollaron de un modo adecuado y armónico, siendo coherentes con la consecución de los objetivos en cada una de las etapas.
Existieron necesidades emergentes que conllevaron a leves variaciones del proyecto inicial de implementación de la estrategia. Un ejemplo de ello fue la apertura de espacios en las sesiones con la finalidad de abordar temas de interés para la muestra que no se tenían concebidos para el encuentro, estos temas estuvieron mayormente relacionados a las migraciones y su impacto en las dinámicas escolares, y a estudiantes preocupantes debido a sus situaciones sociales y familiares. Se requirió además de ajustes mínimos en los horarios por coincidencias con la actividad docente, como consecuencia de la falta de asistentes educativos que puedan atender a los escolares en ausencia de los maestros.
Un elemento esencial del proceso fue contar con el espacio físico necesario para desarrollar los encuentros, teniendo en cuenta la importancia de la tranquilidad y la comodidad, para construir un lugar seguro emocionalmente para el intercambio grupal, en este aspecto fue definitorio el apoyo de la dirección de la escuela que contribuyó con los recursos materiales necesarios para el desarrollo de las actividades planificadas: televisores, pizarras, hojas; cabe señalar que los investigadores previo a seleccionar las técnicas deben tener en cuenta los medios de los que dispone para adaptarse al contexto. Existieron otros factores que formaron parte del proceso, inherentes a la situación social del país como la fluctuación laboral que provocó que de una muestra inicial de tres miembros llegaran a la última fase solo dos.
De manera general como aspectos positivos del proceso de implementación se pueden señalar el tiempo de duración de las sesiones, el orden de los temas elegidos para tratar en cada una de ellas, la flexibilidad de los encuentros ante situaciones emergentes y la importancia de contar con el espacio físico necesario. En contra parte, como aspectos que pueden entorpecer el trabajo, se deben tener en cuenta: la falta de tiempo en el horario de los docentes debido a la sobrecarga a la que se encuentran sometidos y la fluctuación laboral.
Los docentes refieren reconocer la importancia de la realización de trabajos psicoeducativos con temas tan sensibles como la violencia y en ámbitos tan necesarios como la educación primaria avanzada, que da paso a los escolares a la enseñanza secundaria, donde es más probable que comiencen a consolidarse expresiones de violencia escolar entre iguales ‚por tanto, validan el trabajo realizado por las investigadoras y la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, sobre todo en un contexto comunitario en el que se expresa una importante desigualdad social, como es el Consejo Popular de San Isidro.
Respecto a la eficacia de la implementación, basada en los cambios percibidos en los conocimientos y comportamientos de los docentes, se debe señalar que en momentos iniciales la participación se mantuvo concentrada en solo un miembro de la muestra, mientras el resto permanecía en posición reactiva, situación que para el final de la implementación había cambiado radicalmente, pues, se encontraban los tres comprometidos con el trabajo, mostrándose colaborativos y receptivos.
Situación en la etapa 1: Diagnóstico inicial de los docentes
Los conocimientos sobre la violencia escolar y lo referente a esta, dígase conceptualización, causas, consecuencias y modo de enfrentarla, se encontraban en un nivel bajo. Los profesores concebían la violencia escolar como “un modo de hablar, zarandeos, o la discriminación que sufrían algunos niños por ser menos aventajados que el resto del grupo”, como “maltrato hacia los niños” y como “maltrato hacia cualquier persona de la escuela”.
Refieren como medios que implementan para mediar situaciones de violencia: apoyarse en otros profesores de carácter autoritario para que “impongan respeto”; llevar a cabo análisis con los padres, lo que se torna complejo, pues los padres que generalmente se acercan al centro educativo son de los alumnos que no presentan problemas disciplinarios, por otra parte, reconocen que el análisis con los padres en ocasiones desencadena en violencia de padres hacia hijos. Otras alternativas citadas son: “realizar un careo, pedir disculpas y poner la decisión final en manos del grupo”, “proceder fuerte para calmar la cosa, exigir que vengan a mí y si yo no resuelvo la situación pues que se tomen la justicia por su mano” e “identificar al culpable”. Como se observa ninguno de las alternativas concibe la mediación como un proceso de aprendizaje o de desarrollo de la autonomía de los estudiantes.
Identifican como causa principal de la violencia la comunidad en la que se encuentran inmersos los niños, con todas las características socioeconómicas típicas y por otra parte las dinámicas dentro de las familias, coincidiendo esto con lo obtenido en una investigación desarrollada con docentes de República Dominicana (Pacheco-Salazar, 2018); los docentes no reconocen la influencia que puede tener su actuar y el de la institución educativa en general en el aumento de la violencia escolar entre iguales. Los docentes no hacen referencias a posibles consecuencias de la violencia escolar entre iguales en los estudiantes.
Situación en la Etapa 2
A partir de estos resultados iniciales, los encuentros correspondientes a la Etapa 2 estuvieron dirigidos a incorporar nuevos conocimientos respecto a los elementos antes mencionados (qué es la violencia, cuáles son sus causas, consecuencias y cómo puedo enfrentarla), para de este modo reestructurar la manera de ver y hacer de los docentes, por tanto se seleccionaron técnicas que permitieran en primer lugar la autorreflexión, y permitieran proporcionar información sobre procederes y estrategias que fueran útiles en el quehacer contra la violencia, con el objetivo principal de que se apropiaran de ellas, pero no de modo mecánico sino de un modo elaborativo; ejemplos de procederes brindados fueron: aplicar refuerzos positivos para premiar los buenos comportamientos, fomentar el diálogo, desarrollar la expresión y la escucha de los niños, desarrollo del trabajo cooperativo y no el competitivo, diseñando actividades que requieran de la participación de todos, que los niños sientan que cada cual tiene su lugar dentro del grupo y que son necesarios para el funcionamiento de este, evitar el favoritismo y la exclusión, mantener una comunicación constante con los padres apoyándose en las TIC´S, en caso de existir cualquier situación de violencia que involucre a sus hijos darle solución de manera presencial, manteniendo siempre el respeto y la consigna de “escuchar, respirar y pensar antes de hablar”, evitar colocar etiquetas de “víctimas o victimarios”, establecer normas claras dentro del grupo de estudiantes y que estas normas sean consensuadas y no impuestas (pues esto hace que sean legítimas dentro del grupo) y buscar espacios de socialización acorde a las preferencias de los estudiantes dígase: visitas a museos, juegos participativos, acampadas, encuentro de conocimientos.
En esta etapa fue necesaria la utilización de técnicas como “Cruzando barreras” y “La silla”; la primera abrió un espacio donde los docentes pudieron visualizar las que consideraban “debilidades” en su proceder y posterior al análisis proponer vías para contrarrestar dichas debilidades y la segunda permitió un cambio de roles, donde los miembros de la muestran tenían la oportunidad de situarse en el lugar de sus estudiantes, propiciando una mejor comprensión y el fomento de la empatía. Como resultados significativos de esta etapa y específicamente de las técnicas ya mencionadas, se conoció la compleja situación existente entre padres y docentes, pues los profesores consideraban a los padres como la principal “barrera” en su desempeño; punto sobre el cual se trabajó para corregir esta creencia. Por otra parte, durante el desarrollo de la técnica de la silla los docentes fueron capaces de identificar y reflexionar sobre necesidades existentes dentro de su grupo de estudiantes, por ejemplo, la de ser escuchados y de esparcimiento.
Situación en la Etapa 3
Al llegar al momento tres de la implementación, ya existían cambios perceptibles, propiciados, en esencia, por la autorreflexión, la elaboración conjunta y la desestructuración de creencias erróneas que sugestionaban el proceder docente, se debe señalar que se trabajó siempre a partir de sus propios conocimientos (o desconocimientos). En esta etapa los docentes demostraron tener una elaboración más detallada sobre la concepción de la violencia escolar, usando palabras técnicas para su conceptualización, siendo capaces de reconocer los diferentes tipos existentes, esencialmente la física y la verbal, de las que pudieron dar una descripción más completa, aun así, tenían también presente la violencia psicológica; otro cambio positivo del proceso fue lograr el reconocimiento por parte de los profesores de todos los miembros que se ven implicados en las situaciones de violencia, incluyendo a la comunidad y la familia; uno de los docentes refiere durante la entrevista de cotejo aplicada en el último encuentro: “tratar de mejorar las relaciones con los padres, aunque sea difícil, porque son importantes para que las cosas mejoren”.
Respecto a los modos para mediar situaciones de violencia escolar entre iguales, conciben el establecimiento de normas que ayuden a mantener la disciplina de los estudiantes y, aunque aún consideran mayormente necesaria la presencia del profesor en el aula como principal responsable de la disciplina, ambicionan a lograr que el grupo pueda llegar a autorregularse. Confieren gran importancia para lograr la prevención, al fomento del trabajo en equipo y la mejora en la relación docentes-padres.
Por otra parte, los docentes tomaron conciencia de las consecuencias que trae consigo la violencia escolar, lográndose, por tanto, la sensibilización de la muestra ante el fenómeno afirmando que en cualquiera de sus manifestaciones la influencia de la violencia será siempre negativa, ubicaron mayormente las consecuencias a largo plazo y las asocian al aislamiento que pueden sufrir los estudiantes, a las afectaciones de las relaciones interpersonales y a una disminución del desempeño académico de los niños. Esto se evidencia en las respuestas obtenidas en la entrevista realizada para el cotejo donde expresan: “las consecuencias siempre son negativas, porque la violencia escolar que hoy vemos en un aula como un bulling, como un empujón el día de mañana es una puñalada, quiere decir que todas estas manifestaciones de violencia que se dan ahora a este nivel, que uno las ve que son leves y que están empezando ahora, es lo que después cuando son adultos es lo que estamos viendo, la violencia que hay en la calle, el ambiente y un mataron, un asaltaron, por lo mínimo”.
En cuanto al establecimiento de normas dentro del aula, no se pudo corroborar la ejecución de esta práctica por los docentes, sin embargo, sí la conciben como una vía para la erradicación de la violencia escolar, afirmando que: “Se necesitan normas estables, que los niños respeten, que logren mantener la disciplina con o sin el maestro, creo que este último debe ser la ambición de todo maestro”.
Los anteriormente mencionados constituyen cambios perceptibles en la muestra seleccionada; se reconoce que el cambio no se califica como amplio, pero es un primer paso para lograr mayores modificaciones a largo plazo, con el perfeccionamiento de esta estrategia psicoeducativa y la elaboración y validación de otras, manteniendo en el futuro un trabajo sistémico de orientación y acompañamiento a los docentes.
CONCLUSIONES
La violencia escolar entre iguales es un fenómeno prevenible que se puede contrarrestar a través de la implementación de estrategias psicoeducativas. En ese punto es crucial el trabajo con los docentes como agentes mediadores y socializadores dentro del grupo de estudiantes, por tanto, capacitarlos para esta tarea es fundamental, asegurando, en primer lugar, que concienticen sobre la importancia de su participación. Se demostró que la estrategia provocó cambios, esenciales, en los conocimientos que de inicio poseían los docentes sobre la violencia escolar entre iguales y fue un espacio para proporcionar herramientas concretas para prevenir y manejar situaciones violentas dentro del grupo, como el establecimiento de normas dentro del aula, legitimadas por los propios estudiantes, la aplicación del refuerzo positivo para estimular las conductas favorecedoras de un buen clima escolar, el fomento de la cohesión grupal a partir de actividades que involucren a todos los niños y niñas, etc. A través del análisis del proceso de implementación se pudo corroborar la utilidad del diseño de la estrategia, detectar elementos importantes que influyen en dicho proceso, así como las situaciones que pueden entorpecerlo.
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