Amanda Díaz Queral
Alexis Lorenzo Ruiz
Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, La Habana, Cuba
Resumen
La posibilidad de un aumento de desastres en los años venideros resalta la necesidad de disminuir las vulnerabilidades y aumentar la preparación del personal encargado de brindar ayuda en estas situaciones, entre ellos los psicólogos. En este contexto, el objetivo de este trabajo fue evaluar la preparación de los estudiantes de último año de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de La Habana ante situaciones de desastre. La investigación fue de carácter no experimental, con un enfoque mixto y un diseño de triangulación concurrente (DITRIAC). La muestra estuvo integrada por 20 estudiantes de último año, seleccionados de las modalidades Curso Regular Diurno y Curso por Encuentro. Se aplicaron dos cuestionarios a todos los participantes y entrevistas estructuradas a seis de ellos. Los resultados revelaron que los estudiantes poseían un nivel medio de conocimientos, participación y autopercepción de su preparación, pero un nivel bajo de capacitación. Las principales consecuencias psicológicas experimentadas ante situaciones de desastre fueron nerviosismo, ansiedad y tristeza. Se observó que, aunque los resultados fueron similares entre modalidades, los estudiantes de Curso por Encuentro mostraron una mejor preparación. Se concluyó que la preparación de los estudiantes de último año de Psicología era de un nivel medio e insuficiente para un desempeño profesional óptimo en situaciones de desastre, recomendándose el fortalecimiento de la formación en este ámbito.
Palabras clave: desastre; preparación; estudiantes; Psicología; formación profesional.
Abstract
The possibility of an increase in disasters in the coming years highlights the need to reduce vulnerabilities and enhance the preparedness of personnel responsible for providing assistance in these situations, including psychologists. In this context, the objective of this study was to assess the preparedness of final-year Psychology students at the University of Havana for disaster situations. The research was non-experimental, with a mixed-methods approach and a concurrent triangulation design (DITRIAC). The sample consisted of 20 final-year students selected from both the Regular Day Course and the Course by Meeting modalities. Two questionnaires were administered to all participants, and structured interviews were conducted with six of them. The results revealed that the students had a medium level of knowledge, participation, and self-perception of their preparedness, but a low level of training. The main psychological consequences experienced in disaster situations were nervousness, anxiety, and sadness. Although the results were similar between modalities, students from the Course by Meeting showed better preparedness. It was concluded that the preparedness of final-year Psychology students was at a medium and insufficient level for optimal professional performance in disaster situations, and it is recommended to strengthen training in this area.
Keywords: disaster, preparedness, students, Psychology, professional training.
INTRODUCCIÓN
A través de los años, la humanidad ha sufrido las amenazas de grandes desastres y las consecuencias económicas, sociales y psicológicas en sus víctimas (Kobayashi, 2024). Desde el punto de vista psicológico, un desastre constituye un hecho inesperado y catastrófico, provoca grandes pérdidas humanas y materiales, es percibido como un evento vital estresante, conlleva a una ruptura y modificación del ciclo vital y del equilibrio hombre-entorno (Lorenzo, 2003).
La posibilidad de un aumento de desastres en los tiempos venideros resalta la necesidad de disminuir las vulnerabilidades y aumentar la preparación del personal encargado de brindar ayuda en estas situaciones (Navarro, 2007). Alrededor de los psicólogos ocurren situaciones que se incluyen en la Psicología de Emergencias y Desastres (PED).
La PED estudia cómo responden los seres humanos ante las alarmas y cómo optimizar la alerta, evitando y reduciendo las respuestas inadaptativas durante el impacto del evento y facilitando la posterior rehabilitación y reconstrucción (Valero, 2014). Sin embargo, el acercamiento de los estudiantes a este campo previo a la obtención de la licenciatura es muy escaso. Una elevada preparación es esencial para que los psicólogos puedan abordar adecuadamente las complejidades y desafíos que presentan las situaciones de desastre, garantizando así un apoyo eficaz y sensible a las necesidades de las personas afectadas.
Entendiéndose la preparación, según Lorenzo (2011) , como “El conjunto de procesos por medio de los cuales se van a crear, formar, perfeccionar y supervisar todas las actividades que sean capaces de facilitar la adquisición de los conocimientos, estados, hábitos, habilidades y acceder al necesario entrenamiento especializado para la participación en emergencias y desastres de toda la sociedad” (p. 4). Este enfoque es coherente con organismos internacionales, que recomiendan el fortalecimiento de competencias y capacidades tanto a nivel técnico como emocional en todos los actores sociales (American Psychological Association, 2022; Organización de las Naciones Unidas, 2023).
La temática preparación sobre desastres resulta bastante novedosa, aunque, en la comunidad científica ya existen algunas publicaciones al respecto (Matunhay, 2022; Hasan & Bintay, 2022; Wulandari, 2023; Kilinc & Demirkaya, 2024). Todas coinciden en resaltar las brechas existentes entre el conocimiento teórico, la preparación percibida y la autoeficacia para actuar ante desastres. Cuba no queda exenta de estudios que ponen al descubierto la preparación que poseen determinados grupos o sectores de la sociedad, entre ellos los estudiantes de la carrera Psicología en distintos años (Díaz, 2013; Maujo, 2014; Álvarez, 2016). Los resultados indican que el nivel de preparación es variable y, en ocasiones, insuficiente para garantizar una respuesta efectiva como futuros profesionales.
Por tanto, este estudio tiene como objetivo evaluar la preparación en estudiantes de último año de la licenciatura en Psicología en la Universidad de La Habana en relación a situaciones de desastre. Para ello, se pretende: analizar los conocimientos que poseen los estudiantes sobre el tema, describir sus experiencias prácticas en el afrontamiento a situaciones de desastre, caracterizar el impacto psicológico que generan estas situaciones en ellos y comparar la preparación entre estudiantes de ambas modalidades de estudio.
La investigación se reviste de valor teórico-práctico, en tanto, pretende ofrecer datos y análisis actualizados, que permitirán avanzar en la elaboración de estrategias educativas necesarias para suplir las deficiencias en la preparación teórica-metodológica de los estudiantes en este tema, y contribuir a una formación profesional más integradora. Por primera vez, se evaluará la preparación en relación a situaciones de desastres en estudiantes cubanos de último año de Psicología teniendo en cuenta sus dos modalidades de estudio: Curso Regular Diurno (CRD) y Curso Por Encuentro (CPE), otorgándole novedad al tema.
Este estudio comienza asociado al proyecto de investigación Bienestar psicológico y salud, de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, perteneciente al Programa Sectorial del Ministerio de Salud Pública (MINSAP): “Determinantes de salud, riesgo y prevención de enfermedades en grupos vulnerables”, que tuvo lugar desde el año 2016 hasta diciembre del año 2024. Finalmente, desde enero de 2025 se asocia al Proyecto institucional de la Universidad de La Habana “Salud mental y bienestar emocional en estudiantes universitarios”.
METODOLOGÍA
Se trabajó con el enfoque mixto (CUANTITATIVO-cualitativo), estudio híbrido con diversas ventajas para un entendimiento profundo respecto al tema. Se empleó un diseño de triangulación concurrente (DITRIAC), para recolectar datos de ambos enfoques simultáneamente y comparar sus bases de datos. En la fase cuantitativa se seleccionó un diseño no experimental de corte transversal descriptivo, no se manipuló ninguna variable de manera intencional y los datos fueron recopilados en un momento único. El alcance de la investigación fue descriptivo, se especificaron las propiedades y características importantes del fenómeno objeto de análisis, describiendo las tendencias del grupo seleccionado. En la fase cualitativa se empleó un diseño fenomenológico, el propósito principal consistió en explorar, describir y comprender las experiencias de los sujetos respecto a las situaciones de desastre y descubrir los elementos en común de tales vivencias (Hernández et al., 2014).
Participantes
Para la definición de la muestra como diseño mixto, se empleó la estrategia anidada, la muestra que participó en la fase cualitativa representó un subconjunto de la muestra de la otra fase. La muestra en la fase cuantitativa, fue no probabilística y de tipo intencional. La elección de los elementos no estuvo sujeta a la probabilidad sino a causas relacionadas con los propósitos del investigador. Esta fase estuvo integrada por 20 sujetos, 10 estudiantes de Curso Regular Diurno (CRD) de 4to año y 10 estudiantes de Curso por Encuentro (CPE) de 5to año. En la fase cualitativa la muestra fue de sujetos tipos, se seleccionaron individuos o casos “típicos” sin intentar que fueran estadísticamente representativos de la población (Hernández et al., 2014). En esta fase la muestra estuvo integrada por 6 sujetos, 3 de CRD y 3 de CPE, de 4to y 5to año. Como criterios de inclusión se emplearon: ser estudiante del último año de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana, perteneciente al curso 2024–2025 y la participación voluntaria en el estudio. Criterios de exclusión: no ser estudiante del último año de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, perteneciente al curso 2024–2025 y no desear participar en el estudio. Criterio de salida: abandonar la participación en el estudio.
Variables
La PREPARACIÓN se estructuró en torno a cinco dimensiones fundamentales, cada una de las cuales se evaluó a través de indicadores específicos que permitieron una valoración integral de la categoría.
1. Conocimientos
Evalúa el nivel y las fuentes de conocimiento sobre desastres, incluyendo la comprensión del concepto de desastre, las fases y etapas del proceso de gestión de la reducción de riesgos de desastres, la clasificación y frecuencia de los desastres en Cuba, así como el conocimiento sobre el rol del psicólogo y las consecuencias psicológicas asociadas.
2. Participación
Analiza la experiencia directa de los estudiantes en situaciones de desastre, considerando su participación, los tipos de desastres vivenciados, la frecuencia de estas experiencias, los desastres más comunes en su provincia y el rol asumido durante estos eventos.
3. Capacitación
Valora la formación recibida antes de enfrentar desastres, el tiempo dedicado a dicha capacitación y las experiencias prácticas en los preparativos para afrontar situaciones de desastre.
4. Autopercepción de su preparación
Explora cómo los estudiantes perciben su propia preparación, los patrones de respuesta que consideran tener, la formación recibida a lo largo de su vida y los medios a través de los cuales se han preparado para enfrentar desastres.
5. Consecuencias psicológicas
Examina las principales consecuencias psicológicas experimentadas tras los desastres, la atención psicológica recibida posteriormente y las preocupaciones y opiniones personales sobre estas situaciones.
Instrumentos
Fase cuantitativa: “Cuestionario para conocer las valoraciones de la memoria histórica entre los damnificados por desastres”. Elaborado y validado por el Dr. Alexis Lorenzo Ruiz en el período comprendido entre 2001 y 2003. Consta de 7 preguntas cerradas orientadas a identificar conocimientos y experiencias sobre los desastres y 1 pregunta abierta dirigida a la identificación de las principales preocupaciones y opiniones personales sobre el tema. “Cuestionario para adultos en situación de desastre”, elaborado y validado por el Dr. Alexis Lorenzo Ruiz y la Msc. Yraida Rodríguez Luís en el período comprendido entre 2001 y 2003. El mismo consta de 11 preguntas cerradas orientadas a conocer aspectos de la experiencia y preparación ante este tipo de situaciones. Consta, además, de 2 preguntas abiertas, dirigidas a conocer la frecuencia de participación en situaciones de este tipo y las vías por las cuales ha recibido preparación para el afrontamiento de estas. Para la aplicación de ambos se empleó Google Forms y para su análisis se utilizó la estadística descriptiva en el Programa Excel. Fase cualitativa: Entrevista individual estructurada, elaborada por Lic. Kenny Díaz Arcaño en 2013 y adaptada de acuerdo a los objetivos de la investigación por la autora Amanda Díaz Queral. Consta de 10 preguntas, las cuales fueron elaboradas previamente. Sus objetivos se centran en obtener información sobre los conocimientos que tienen los estudiantes de Psicología sobre las situaciones de desastre, sus experiencias en estas situaciones y el impacto que creen que generan los desastres en las personas afectadas. Se efectuó vía Whats App y para analizarla se utilizó la estadística descriptiva y el análisis fenomenológico.
Aspectos éticos
La investigación se rigió por los principios éticos contenidos en el Código de Ética del profesional de la Psicología en Cuba. Además, cumplió con los principios bioéticos de la investigación en el campo de la salud humana. Todos los sujetos estudiados dieron su consentimiento para participar en el estudio y se respetó su autonomía para no continuar en él cuando así lo decidieron.
PROCEDIMIENTO Y ANÁLISIS DE LOS DATOS
Una vez seleccionado el tema y revisada la literatura sobre ello, se definieron los objetivos y el problema de la investigación. Se elaboró la introducción teórica y el apartado metodológico. Se convocó, a través de WhatsApp, a los estudiantes del último año de la Facultad de Psicología a participar en el estudio, explicando los objetivos de este y se entregó un compromiso a los interesados en participar en la investigación. Se aplicaron los cuestionarios a través de Google Forms y las entrevistas individuales a través de WhatsApp. Se analizaron los datos de ambas fases con la estadística descriptiva (frecuencias relativas y absolutas) en el Programa Excel y el análisis fenomenológico, para realizar un análisis integrador de los resultados y concluir el estudio.
Análisis y discusión de resultados
Esta integración, se organiza en función de los objetivos de la investigación, y dentro de cada uno se consideran las dimensiones correspondientes. Para evaluar las dimensiones, se establen tres criterios descriptivos generales, a partir de la presencia, ausencia o grado de desarrollo de sus indicadores:
Nivel bajo: El estudiante muestra escaso o nulo dominio de los indicadores.
Nivel medio: El estudiante evidencia un desarrollo parcial de los indicadores.
Nivel alto: El estudiante demuestra un dominio amplio de los indicadores.
Estos criterios son aplicados de manera transversal a todas las dimensiones, permitiendo la evaluación homogénea y comparativa que se muestra a continuación.
Análisis de los Conocimientos
Las principales fuentes de obtención de conocimientos sobre desastres en ambos grupos son los medios de difusión masiva (TV, periódicos y las redes sociales). Le siguen en menor medida la familia y la escuela.
En cuanto a la elaboración del concepto desastre, en la Tabla 1 se observa que la totalidad de la muestra presenta un nivel no elaborado de ello.
La mayoría de los estudiantes en ambos grupos (83.3%) conoce las fases y etapas del proceso de gestión de la reducción de riesgos de forma imprecisa. Los sujetos de CRD presentan mejores resultados, ya que en este grupo un estudiante conoce correctamente las fases y etapas.
En cuanto a la clasificación de los desastres, la mayoría de los estudiantes en las dos modalidades (83.3%) conoce de forma imprecisa alguna clasificación. En este caso, los sujetos de CPE poseen mejores resultados, ya que a diferencia de los de CRD, ninguno presenta conocimiento nulo de la clasificación.
Tabla 1. Nivel de elaboración del concepto desastre.

En el nivel de conocimiento sobre las actividades que debe realizar el psicólogo para afrontar situaciones de desastre, una mitad de la muestra tiene un nivel adecuado (50%) y la otra un nivel alto (50%), como se observa en la Figura 1. La cantidad mayor de CRD indica un nivel adecuado (66.7%) y en CPE predomina un nivel alto (66.7%). Los estudiantes de CPE presentan niveles más altos de conocimientos en este indicador que los de CRD. Mencionan principalmente el acompañamiento psicológico antes, durante y después, así como brindar capacitación a otros sobre cómo afrontar estas situaciones.
Figura 1. Nivel de conocimiento sobre las actividades que debe realizar el psicólogo para afrontar situaciones de desastre.

En cuanto al nivel de conocimiento de las principales consecuencias psicológicas que provocan los desastres, predominan los niveles adecuados (50%) y altos (50%). En CRD se destaca el nivel alto (66.7%) y en CPE el adecuado (66.7%). Los sujetos de CRD poseen niveles más altos en este indicador. Las consecuencias psicológicas que provocan los desastres, más mencionadas por ambos grupos, son el estrés postraumático, ansiedad, miedo y tristeza.
Respecto al nivel de conocimiento sobre los desastres más frecuentes en Cuba, predomina un nivel adecuado. Los estudiantes de CPE tienen mejores resultados en este indicador, ya que, a diferencia de los de CRD, un sujeto alcanza el nivel alto. La totalidad de los estudiantes es capaz de citar varios desastres frecuentes en Cuba y todos mencionan los ciclones.
Se observa que, aunque la mitad de los estudiantes de la muestra posee niveles altos de conocimientos en cuanto a las actividades que debe realizar el psicólogo para afrontar este tipo de situaciones y las principales consecuencias psicológicas que provocan los desastres, la otra mitad presenta niveles adecuados. Igualmente, presentan un nivel adecuado en las situaciones de desastre más frecuentes en Cuba, pero sus conocimientos son imprecisos en cuanto a las fases y etapas del proceso de gestión de la reducción de riesgos de desastres y su clasificación. Por último, los estudiantes tienen un nivel bajo respecto a la elaboración del concepto desastre.
En coherencia con la tendencia encontrada durante el análisis de cada uno de los indicadores necesarios para la evaluación de esta dimensión, se evidencia un dominio parcial de ellos, lo que conduce a la identificación de un nivel medio de conocimientos en la muestra estudiada. Se puede concebir que, aunque los resultados son bastante semejantes, los estudiantes de CPE poseen más conocimientos sobre el tema en comparación con los de CRD.
Este nivel de conocimientos es muy similar a los hallazgos de investigaciones anteriores desarrolladas, tanto en el contexto internacional como nacional. En las realizadas en estudiantes de enfermería de Bangladesh y Turquía, se obtuvo que los niveles de conocimientos eran moderados (Hasan & Bintay, 2022; Kilinc & Demirkaya, 2024).
En Cuba, en el estudio de Rodríguez en San Miguel del Padrón en 2009 los sujetos mostraron cierto conocimiento sobre desastres (Rodríguez et al., 2009). En el de Sandra Sandoval ese mismo año en un grupo de primaria, los estudiantes presentaron un nivel aceptable (Sandoval S. , 2009). Sandoval y Vargas, en profesionales de la Psicología, también encontraron en sus investigaciones un nivel medio de conocimientos (Sandoval S., 2014; Vargas, 2023).
En contraste con lo anterior, varios estudios han encontrado un nivel bajo de conocimientos sobre desastres (Hernández A., 2010; Díaz, 2013; Maujo, 2014; Ponjuan, 2015; Álvarez, 2016; Wulandari, 2023;).
Este resultado podría explicarse por la exposición general a información básica, fundamentalmente a través de medios de difusión (televisión, periódicos) y algunas experiencias directas con eventos como ciclones e inundaciones, que son frecuentes en Cuba según los datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información [ONEI] (2024) y la Organización Panamericana de la Salud [OPS] (2025). Sin embargo, este conocimiento parece ser más informativo que formativo, careciendo de profundidad técnica, sistematización y de una base conceptual correcta. La familiaridad demostrada con los riesgos más frecuentes en Cuba, las actividades que realizan los profesionales de la Psicología y las consecuencias psicológicas de los desastres, indican una adecuada contextualización y relación con la carrera universitaria, mostrando los mejores resultados de esta dimensión en los indicadores asociados. A pesar de ser los indicadores donde los sujetos mostraron mayor dominio, se observa una comprensión parcial del espectro completo que deberían conocer los estudiantes.
Los estudiantes de Curso por Encuentro (CPE) presentan más conocimientos posiblemente debido a su mayor experiencia vital y laboral previa, su edad promedio superior y su probable exposición a situaciones reales en contextos laborales. Esto coincide con los hallazgos de Wulandari (2023) que relaciona la experiencia directa con un mejor nivel de conocimientos sobre desastres.
Descripción de las experiencias prácticas: Participación y Capacitación
Participación
El 95% de la muestra ha tenido participación en situaciones de desastres. Solo 1 sujeto de CPE ha estado exento a estos contextos (5%), por lo que hay mayor cantidad de estudiantes de CRD que han participado en desastres que de CPE.
En la muestra predomina una frecuencia de exposición baja, como se observa en la Figura 2, para un 52.6% en total. Los estudiantes de CRD presentan mayormente una reincidencia baja (70%), mientras que los de CPE una frecuencia media (55,6%). Los sujetos de CPE presentan mayor exposición a este tipo de situaciones.
Figura 2. Frecuencia de exposición a situaciones de desastre.

Las situaciones de desastres más vivenciadas por los estudiantes de ambas modalidades son los ciclones. Le siguen las penetraciones del mar y los accidentes de tránsito.
Las situaciones de desastres más comunes en la provincia de residencia en los dos grupos también son los ciclones. Le siguen las tormentas eléctricas y las penetraciones del mar. En menor grado mencionan las sequías, incendios y tornados.
En cuanto a la condición de participante en situaciones de desastres, el 47.3% del total no se identifica con ninguna condición, resultando la opción con mayor porcentaje. Seguido en ambos grupos por la condición de espectador (31.6%). Solo 4 estudiantes se consideran damnificados en alguna ocasión y ninguno ha participado como rescate y salvamento.
Es notorio que, prácticamente la totalidad de los estudiantes reconoce su participación en alguna situación de este tipo (95%). Sin embargo, la frecuencia de exposición a estas resulta ser baja y la mayor cantidad de sujetos en ambos grupos selecciona la opción “ninguna” condición de participante. Por lo cual se considera que poseen un desarrollo parcial en los indicadores y un nivel medio en la dimensión participación. A pesar de que CRD presenta más sujetos que han estado involucrados en estas situaciones, la diferencia es mínima y los estudiantes de CPE muestran una reincidencia de exposición mayor, por lo cual se considera que los de CPE han tenido mayor participación.
Se aprecia como coincidencia con el presente estudio, la tendencia en investigaciones anteriores a que la mayor parte de la muestra estudiada ha participado en situaciones de desastres pero con una frecuencia de exposición baja (Maujo, 2014; Ponjuan, 2015; Vargas, 2023;).
Antagónicamente, otras investigaciones refieren un nivel de participación bajo (Sandoval S., 2009; Rodríguez et al., 2010, como se citó en Díaz, 2013).
Estos resultados reflejan la realidad cubana donde los eventos hidrometeorológicos son frecuentes (ONEI, 2024; OPS, 2025), sin embargo, la asiduidad de exposición que predomina según la muestra es baja y la participación activa en la respuesta a estos es deficiente. Los estudiantes de CPE muestran mayor participación, probablemente porque su mayor edad e historia laboral implican más oportunidades de haber vivido y participado en situaciones de desastres a lo largo de su vida; desarrollando así experiencias que los estudiantes de CRD, generalmente más jóvenes y con dedicación exclusiva al estudio, no han tenido oportunidad de adquirir. Destacar que ningún sujeto menciona desastres vivenciados como la Pandemia de la COVID 19 o la crisis energética, lo cual pudiera estar asociado a la deficiente base conceptual sobre desastres encontrada en la muestra.
Capacitación
En cuanto a la capacitación previa a situaciones de desastres, la mayoría de los estudiantes refiere haberla recibido (52.6%). Las cifras de los que no lo hicieron son muy similares (47.4%), resultado alarmante. En CRD, el porciento mayor menciona que sí (70%), mientras que en CPE dicen que no (66.7%). En CRD hay más estudiantes que han sido capacitados previo a los desastres que en CPE.
En cuanto al tiempo de la capacitación, el mayor porciento de sujetos selecciona la opción de 2 a 6 días (60%). Este período de tiempo corresponde mayormente a los sujetos de CRD (71.4%), los de CPE seleccionan en su mayoría un tiempo mayor de capacitación. Los estudiantes de CPE han sido capacitados durante más tiempo que los de CRD.
En la Figura 3 se observa que, la experiencia en los preparativos para afrontar desastres, predominan los sujetos sin experiencia (66.7%). La mayoría de CRD tienen poca experiencia (66.7%) y los de CPE no tienen ninguna (100%). Los sujetos de CRD tienen más experiencia en estos casos que los de CPE. Ninguno ha participado en el ejercicio Meteoro, sin embargo, destacan la importancia de fomentar espacios como ese para recibir el entrenamiento necesario en relación a desastres porque consideran que no están suficientemente preparados.
Se puede apreciar al analizar los indicadores, que la cantidad de estudiantes que han recibido capacitación previa a los desastres es prácticamente igual a aquellos que no la han recibido. Además, la mayoría refiere un período de capacitación de 2 a 6 días, tiempo relativamente breve y predominan los sujetos sin experiencia en los preparativos para afrontar desastres. Pudiéndose apreciar un grado de desarrollo escaso de los indicadores, que conlleva a un nivel bajo de capacitación, donde los estudiantes de CRD muestran resultados más satisfactorios.
Estudios antecedentes coinciden en que, tras los niveles deficientes de capacitación encontrados, se ha destacado la importancia de fomentar más espacios que brinden instrucción especializada en el tema. Incluso, referido por los propios sujetos de las muestras analizadas.
Figura 3. Experiencia en los preparativos para afrontar desastres.

Tal es el caso de la investigación en estudiantes de instituciones de educación superior realizada en Filipinas, donde se evidenció la necesidad de promover la educación en seguridad ante desastres (Matunhay, 2022). En la de Sandoval en un grupo de psicólogos, se identificaron necesidades de capacitación sistemática en aspectos específicos sobre las diferentes estrategias de intervención y organización de las actividades a desarrollar ante estas situaciones (Sandoval S. , 2014). Más de la mitad de los encuestados en Bangladesh, recomendaron más talleres y capacitación sobre gestión de desastres para aumentar su capacidad de gestión (Hasan & Bintay, 2022).
Este nivel bajo de capacitación recibida para afrontar desastres, podría explicarse por la insuficiente integración sistemática de estos contenidos en el plan de estudios de Psicología, coincidiendo con lo encontrado por Matunhay (2022) donde el 94.8% de estudiantes universitarios consideraba insuficiente su capacitación. Paradójicamente, los estudiantes de CRD han recibido mayor capacitación formal que los de CPE, quizás porque tienen más tiempo disponible para asistir a actividades académicas complementarias, y porque el curso regular podría incluir más contenidos sobre este tema en asignaturas como Preparación para la Defensa, mencionada en los estudios previos de Rodríguez et al. (2010 como se citó en Díaz, 2013) y por algunos de ellos en las entrevistas.
Caracterización del impacto psicológico: Autopercepción de su preparación y Consecuencias psicológicas.
Autopercepción de su preparación
En cuanto a los patrones de respuesta actuales, en ambas modalidades de estudio la mayoría de sujetos consideran que serían promedios (63.2%), de encontrarse nuevamente en una situación de este tipo. Ningún estudiante percibe, que sus patrones de respuesta sean inferiores en comparación con sus vivencias anteriores, pero tampoco los valoran en su mayoría suficientemente eficaces.
Respecto a la preparación a lo largo de la vida, la mayoría refiere haber recibido alguna preparación (90%). En este caso, los resultados de ambos grupos coinciden, ya que solo un sujeto (5%) de cada modalidad de estudio, considera que nunca ha sido preparado sobre el tema en cuestión.
Las vías de preparación para afrontar los desastres que más destacan son la televisión (61.1%), las redes sociales (27.8%), la Facultad de Psicología (27.8%) y la familia (16.7%). Ello, está en coincidencia con las fuentes de conocimientos.
Se aprecia, que los estudiantes consideran que sí han recibido algún tipo de preparación a lo largo de sus vidas para afrontar desastres. A pesar de ello, perciben sus patrones de respuesta actuales como promedio en su mayoría y consideran que no están suficientemente preparados. Se identifica, a partir de estos indicadores un desarrollo parcial de estos y, por tanto, un nivel medio en la autopercepción de su preparación para afrontar desastres en ambas modalidades de estudio.
Diferentes estudios coinciden en que la mayoría de sujetos de la muestra refieren que su nivel de preparación ante desastres es medio. En la investigación en estudiantes de enfermería en Turquía, se obtuvo que tenían una percepción media de preparación y autoeficacia (Kilinc & Demirkaya, 2024). En la investigación en un grupo de educación superior realizada en Filipinas, los estudiantes también valoraron en su mayoría (94.8%) que su capacitación no era suficiente y un 90% dijo no contar con las medidas de seguridad necesarias (Matunhay, 2022).
Por otra parte, en los estudiantes de Bangladesh, su preparación percibida para la gestión de desastres fue baja. (Hasan & Bintay, 2022) y según Sandoval, en contraste, la autovaloración del desempeño práctico que poseían los profesionales de la Psicología ante los desastres resultó competente (Sandoval S. , 2014).
La muestra en ambos grupos de estudiantes, valoran, que tienen una preparación media para afrontar desastres, lo que refleja una autoconciencia realista de sus capacidades. Esta percepción moderada coincide con los hallazgos de Kilinc & Demirkaya (2024) en estudiantes de enfermería, donde el nivel moderado de conocimientos influía directamente en una percepción media de preparación. Los estudiantes reconocen tener ciertos conocimientos y algunas experiencias, pero son conscientes de sus limitaciones en formación especializada y práctica sistemática, lo que genera una valoración cautelosa de sus competencias reales para intervenir con eficacia. El hecho de que los estudiantes reconozcan sus limitaciones es positivo, ya que permite identificar necesidades formativas reales y diseñar estrategias de mejora.
Consecuencias psicológicas
En la Figura 4 se muestra que, las principales consecuencias psicológicas vivenciadas por los estudiantes en ambos grupos son nerviosismo (52.7%), ansiedad (49.4%) y tristeza (36.8%). En la modalidad CRD predominó el nerviosismo (60%) y en CPE la ansiedad (55.5%).
El 100% de estudiantes refirió que no recibió ayuda especializada luego de pasar por situaciones de este tipo. Sin embargo, entre las dos modalidades, algunos (21%) mencionaron otras formas de ayuda basadas en el Médico General, la asesoría de su centro de trabajo, familia y personas con experiencias similares.
Las principales preocupaciones en relación a los desastres, que menciona la totalidad de la muestra de la investigación (100%) son la existencia de muchas personas vulnerables y la escasez de recursos para proporcionarles ayuda.
Figura 4. Consecuencias psicológicas vivenciadas por los estudiantes.

Existe relación en cuanto a estos aspectos con lo encontrado en grupos de investigaciones anteriores a lo largo de los años. Se aprecia la tendencia a destacar dentro de las principales consecuencias vivenciadas el nerviosismo, la ansiedad y la tristeza (Lorenzo & Rodríguez, 2003; Díaz, 2013; Vargas; 2023). Asimismo, aparte de recibir o no ayuda especializada ante estas situaciones, mencionan la ayuda recibida principalmente por el centro de trabajo, familia y personas que han experimentado eventos similares, lo cual pudiera indicar posibles modos de afrontamiento. Este patrón también ha sido documentado en estudios cubanos, donde se observa que las redes de apoyo social y comunitario (familia, escuela, compañeros) son fundamentales para el afrontamiento y la recuperación psicosocial tras un desastre (Lorenzo & Rodríguez, 2003; Díaz, 2008; Rodríguez et al., 2009).
En los estudiantes sobresalen preocupaciones relacionadas con las personas vulnerables y la escasez de recursos. Estas inquietudes reflejan tanto el impacto emocional como las dificultades prácticas que enfrentan las comunidades, de las cuales la realidad cubana no se encuentra exenta y han sido identificadas en investigaciones sobre percepción de riesgo, vulnerabilidad psicosocial y estrategias de afrontamiento en otros contextos (Lorenzo & Rodríguez, 2003, como se citó en Vargas, 2023).
Respecto a las dimensiones analizadas, se aprecia, que la muestra posee niveles medios de conocimientos, participación y autopercepción de su preparación, así como niveles bajos de capacitación. Los estudiantes de CPE poseen mayores conocimientos y participación, mientras que los de CRD han recibido más capacitación. Ambos grupos estudiados coinciden en cuanto a la autopercepción de su preparación y las consecuencias psicológicas vivenciadas.
Se determina, por tanto, que los estudiantes de último año de Psicología investigados, poseen un nivel medio de preparación en relación a situaciones de desastre. Donde la modalidad de estudio CPE, a pesar de la similitud de resultados, refiere estar más preparada. Este nivel es resultado de la integración de conocimientos básicos, participación ocasional, capacitación insuficiente, una percepción realista de sus competencias y las consecuencias psicológicas vivenciadas. Los estudiantes de CPE muestran una preparación ligeramente mejor que los de CRD, probablemente por su mayor experiencia práctica y conocimientos derivados de su trayectoria vital y laboral, compensando así su menor capacitación formal.
Estos resultados obtenidos pueden compararse con estudios anteriores, que realizaron una evaluación concluyente de la preparación de sus muestras en relación a desastres, otorgándoles también un nivel. Ejemplo de ello es la investigación llevada a cabo por Melissa Álvarez, en los propios estudiantes de la Universidad de La Habana, pero de distintas carreras en el curso 2015–2016. En coincidencia con el presente estudio, los resultados arrojaron que prevalecía una insuficiente preparación teórico-práctica en el tema y que existía una semejanza en todos los grupos de estudiantes, pues poseían un nivel básico pero deficiente, en su preparación psicosocial en desastres (Álvarez, 2016) .
Otras investigaciones muestran resultados similares e incluso, más desfavorables. En el estudio de Indonesia en estudiantes igualmente de educación superior, la evaluación otorgada resultó en un nivel bajo de preparación (Wulandari, 2023). Lo mismo sucedió en los estudios de Diana Maujo y Claudia Ponjuan, en estudiantes y profesionales de la Psicología en Cuba, con la diferencia de que la evaluación de la preparación en ambos casos se enfocó en la Primera Ayuda Psicológica en situaciones de desastres.
La coherencia de estos resultados con el contexto cubano y con la literatura internacional, revela una tendencia de preparación insuficiente en el tema, que parece mantenerse en los estudiantes a lo largo del tiempo. En suma, la preparación de los futuros profesionales de la Psicología para afrontar a las situaciones de desastres, requiere un abordaje curricular renovado que combine el rigor conceptual con la práctica supervisada, articulándose con los avances / aprendizajes internacionales en PED y en consenso con las necesidades específicas del contexto cubano. Solo así, será posible consolidar un futuro perfil del egresado competente, resiliente y dispuesto a cumplir un rol activo / creativo en la mitigación del impacto psicológico de los desastres en la sociedad.
CONCLUSIONES
Los estudiantes de último año de la licenciatura en Psicología en la Universidad de La Habana presentan un nivel medio de preparación en relación a situaciones de desastre, la cual se constata en esta investigación, resulta insuficiente para un correcto futuro desempeño profesional en dicho contexto, recomendándose el fortalecimiento de la formación en este ámbito.
Los estudiantes investigados poseen un nivel medio de conocimientos sobre situaciones de desastre. Los sujetos de la modalidad CPE, poseen más conocimientos sobre el tema que los de CRD.
Los estudiantes en sus experiencias prácticas presentan un nivel medio de participación en situaciones de desastre y han recibido un nivel bajo de capacitación para afrontarlas. Los estudiantes de la modalidad CPE presentan mayor participación, mientras que, en la modalidad CRD los sujetos han recibido más capacitación sobre el tema.
El impacto psicológico de las situaciones de desastre en los estudiantes, se evidencia en un nivel medio en la autopercepción de su preparación para afrontarlas en ambas modalidades y las principales consecuencias psicológicas, que han experimentado en estos contextos son nerviosismo, ansiedad y tristeza. En la modalidad CRD, predomina el nerviosismo y en CPE la ansiedad.
Los estudiantes de la modalidad CPE tienen ligeramente mayor preparación que los estudiantes de la modalidad CRD en relación a situaciones de desastre.
Referencias bibliográficas
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