OBITUARIO – Maritza Montero Rivas (1939–2025)

Ha fal­l­e­ci­do Mar­itza Mon­tero, figu­ra emblemáti­ca de la Psi­cología lati­noamer­i­cana. Par­a­dig­ma imborrable de la Psi­cología comu­ni­taria en nue­stro con­ti­nente. Pio­nera en el uso y desar­rol­lo de las metodologías de Investigación-Acción-Participativa.

Abo­ga­da (grad­u­a­da en 1962), Licen­ci­a­da en Psi­cología por la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela, Magíster en Psi­cología por la Uni­ver­si­dad Simón Bolí­var y Doc­to­ra en Soci­ología por la Escuela de Altos Estu­dios en Cien­cias Sociales de la Uni­ver­si­dad de París. Durante su car­rera dic­tó clases en la Escuela de Psi­cología de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela y se dedicó a la inves­ti­gación en Psi­cología comu­ni­taria, desem­peñán­dose tam­bién como edi­to­ra aso­ci­a­da del Amer­i­can Jour­nal of Com­mu­ni­ty Psy­chol­o­gy.

Su vida fue un tes­ti­mo­nio de com­pro­miso éti­co y trans­for­mador. for­mó gen­era­ciones de pro­fe­sion­ales de la Psi­cología, com­pro­meti­dos con las luchas por la jus­ti­cia social dotán­doles de her­ramien­tas con­cep­tuales, metodológ­i­cas y éti­cas para inter­venir en comu­nidad, con com­pasión y rig­or académi­co. Mar­itza siem­pre alzó su voz a favor de las may­orías oprim­i­das cues­tio­nan­do la fal­sa neu­tral­i­dad cien­tí­fi­ca y pro­movien­do la con­cien­ciación crítica.

Vis­itó nue­stro país y se sen­tía cer­cana a var­ios psicól­o­gos y psicólo­gas cubanas con quienes man­tu­vo rela­ciones per­son­ales cercanas.

Como se señala en el comu­ni­ca­do de la Aso­ciación Lati­noamer­i­cana para la For­ma­ción y la Enseñan­za de la Psi­cología (Alfep­si) dec­i­mos adiós a una grande de la psi­cología, una mujer ade­lan­ta­da a su tiem­po, que hon­ró el espíritu de la psi­cología lati­noamer­i­cana con su sen­si­bil­i­dad, coheren­cia y pro­fun­do respeto por quienes más lo nece­si­tan. Su lega­do per­manecerá en cada proyec­to comu­ni­tario, en cada nue­va inves­ti­gación par­tic­i­pa­ti­va y en cada voz que alza la psi­cología para acer­carse a las real­i­dades de los pueb­los del continente.

Lleguen a sus famil­iares, a sus hijas, a sus colab­o­radores y amis­tades nues­tras condolencias.

Has­ta siem­pre compañera.

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