PROGRAMA PSICOTERAPÉUTICO PARA POTENCIAR EL BIENESTAR PSICOLÓGICO DE ADOLESCENTES EN ACOGIMIENTO INSTITUCIONAL

Loenys Lianet Villa Drake 

Roxanne Castellanos Cabrera

Facultad de Psicología, Universidad de La Habana

Resumen

La sigu­iente inves­ti­gación abor­da un tema tan com­ple­jo pero nece­sario como lo es el bien­es­tar de los ado­les­centes en acogimien­to insti­tu­cional. Estos se encuen­tran en una situación de vul­ner­a­bil­i­dad como resul­ta­do de las his­to­rias traumáti­cas de vidas a las que han sido expuestos. Además, tran­si­tar por la ado­les­cen­cia en esta situación, con­sti­tuye un momen­to cru­cial para elab­o­rar las situa­ciones que han viven­ci­a­do, poten­cian­do su iden­ti­dad y pro­ce­sos auto­val­o­rativos tan impor­tantes en esta eta­pa. El obje­ti­vo gen­er­al de esta inves­ti­gación fue dis­eñar un pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co que poten­cia­rá el bien­es­tar psi­cológi­co de un grupo de ado­les­centes en acogimien­to insti­tu­cional, en San José, Cen­tro Habana. La metodología uti­liza­da es de tipo cual­i­ta­ti­va, des­de la inves­ti­gación-acción-par­tic­i­pación. La mues­tra estu­vo con­sti­tu­i­da por 6 ado­les­centes de entre 12 y 16 años. Para la elab­o­ración del pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co se emplearon los kits de UNICEF para la Expre­sión Social e Inno­vación Ado­les­centes. Como resul­ta­dos de esta inves­ti­gación se com­pro­bó que exis­ten afecta­ciones sev­eras en el área int­elec­tu­al, social y emo­cional de los ado­les­centes. Los kits de UNICEF debieron ser adap­ta­dos a las capaci­dades psi­cológ­i­cas de estos para su imple­mentación. Se evi­den­ció la necesi­dad de sen­si­bi­lizar al per­son­al del hog­ar en cuan­to a la impor­tan­cia que tienen estas inter­ven­ciones para el bien­es­tar psi­cológi­co de los ado­les­centes; así como, la capac­itación en cuan­to elab­o­rar her­ramien­tas para acom­pañar y sat­is­fac­er las necesi­dades per­son­ales y sociales de man­era global.

Pal­abras claves: pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co, bien­es­tar psi­cológi­co, acogimien­to insti­tu­cional, adolescencia

Abstract

The fol­low­ing research address­es the com­plex but nec­es­sary issue of the well­be­ing of ado­les­cents in insti­tu­tion­al care. They are in a sit­u­a­tion of vul­ner­a­bil­i­ty as a result of the trau­mat­ic life his­to­ries to which they have been exposed. More­over, going through ado­les­cence in this sit­u­a­tion is a cru­cial moment to elab­o­rate the sit­u­a­tions they have expe­ri­enced, strength­en­ing their iden­ti­ty and self-val­ori­sa­tion process­es, which are so impor­tant at this stage. The gen­er­al objec­tive of this research is to design a psy­chother­a­peu­tic pro­gramme to enhance the psy­cho­log­i­cal well-being of a group of ado­les­cents in insti­tu­tion­al care in San José, Cen­tro Habana. The method­ol­o­gy used was qual­i­ta­tive, based on action-research-par­tic­i­pa­tion. The sam­ple con­sist­ed of 6 ado­les­cents between 12 and 16 years of age. The UNICEF Ado­les­cent Social Expres­sion and Inno­va­tion Kits were used to devel­op the psy­chother­a­peu­tic pro­gramme. As a result of this research, it was found that the ado­les­cents were severe­ly affect­ed intel­lec­tu­al­ly, social­ly and emo­tion­al­ly. The UNICEF Kits had to be adapt­ed to the psy­cho­log­i­cal capac­i­ties of the ado­les­cents for their imple­men­ta­tion. The need to sen­si­tise the home staff to the impor­tance of these inter­ven­tions for the psy­cho­log­i­cal well­be­ing of the ado­les­cents became evi­dent, as well as the need for train­ing in the devel­op­ment of tools for the ado­les­cents’ psy­cho­log­i­cal wellbeing.

Key words: psy­chother­a­peu­tic pro­gramme, psy­cho­log­i­cal well­be­ing, insti­tu­tion­al care, adolescence

Introducción

El bien­es­tar infan­til se refiere al esta­do de salud físi­ca, men­tal y social de infantes y ado­les­centes; el cual es fun­da­men­tal para su pleno desar­rol­lo y para alcan­zar su máx­i­mo poten­cial. Cuan­do nos refe­r­i­mos al bien­es­tar infan­til inevitable­mente se hace alusión a difer­entes con­tex­tos que pueden gener­ar o no este con­cep­to en los niños. Tal es el caso, de la famil­ia, el grupo de iguales donde se inser­tan los infantes y la escuela como agente social­izador rel­e­vante en la viven­cia de bien­es­tar (Pérez, 2018). En la prác­ti­ca, el bien­es­tar de la niñez y la ado­les­cen­cia es en gen­er­al con­sid­er­a­do como un con­cep­to mul­ti­di­men­sion­al; este es una her­ramien­ta vital para la plan­i­fi­cación, for­mu­lación de políti­cas, asi­gnación de recur­sos y elab­o­ración de informes”. (UNICEF, 2021).

Las inves­ti­ga­ciones rela­cionadas con el bien­es­tar psi­cológi­co de las infan­cias y ado­les­cen­cias, han sido nota­bles en las últi­mas décadas. La cat­e­goría bien­es­tar y su impacto en estas pobla­ciones son fun­da­men­tales para la pro­mo­ción de espa­cios pro­tec­tores, donde niños, niñas y ado­les­centes puedan desar­rol­lar sus habil­i­dades y capacidades.

El bien­es­tar psi­cológi­co y emo­cional durante la ado­les­cen­cia per­mite que las viven­cias que durante esta eta­pa se adquieren y las difer­entes habil­i­dades que se van apren­di­en­do vayan desar­rol­lan­do la per­son­al­i­dad de estos ado­les­centes de una man­era sana. La ado­les­cen­cia es una eta­pa del ciclo vital de gran impor­tan­cia; en ella ocur­ren cam­bios sig­ni­fica­tivos y nece­sar­ios para la juven­tud y la adul­tez. En este perío­do es fun­da­men­tal el desar­rol­lo de habil­i­dades sociales, la for­t­aleza de las capaci­dades y la poten­ciación de la iden­ti­dad per­son­al y la autoes­ti­ma. Atrav­es­ar la eta­pa de la ado­les­cen­cia en una situación o con­tex­to de vul­ner­a­bil­i­dad, con­sti­tuye un ries­go para la for­ma­ción de habil­i­dades ante­ri­or­mente men­cionadas y para apren­diza­jes que son fun­da­men­tales para eta­pas pos­te­ri­ores de la vida. Los ado­les­centes en acogimien­to insti­tu­cional for­man parte de esa ado­les­cen­cia en ries­go psi­coso­cial y vulnerable.

Los ado­les­centes en acogimien­to insti­tu­cional, se encuen­tran en una situación de vul­ner­a­bil­i­dad por estar pri­va­dos afec­ti­va­mente de sus fig­uras de ape­gos prin­ci­pales, quienes son, en las primeras eta­pas, los encar­ga­dos de fomen­tar la expre­sión emo­cional, poten­ciar una bue­na autoes­ti­ma y for­mar los primeros apren­diza­jes. Por esas razones, tra­ba­jar con estos ado­les­centes sobre estos temas es fun­da­men­tal, con el obje­ti­vo de que desar­rollen mejores her­ramien­tas, que los ayu­den a opti­mizar su bien­es­tar psi­cológi­co, no solo den­tro del hog­ar, sino tam­bién, una vez que ya no for­men parte de este.

“La insti­tu­cional­ización de los menores rep­re­sen­ta un recur­so pro­tec­tor que inten­ta pro­por­cionar una aten­ción inte­gral, en un entorno res­i­den­cial, a los menores cuyos dere­chos han sido vul­ner­a­dos” (Del­ga­do, 2012), pero trae como con­se­cuen­cia que sean sep­a­ra­dos de sus famil­ias de ori­gen, lugares de nacimien­to, y per­sonas sig­ni­fica­ti­vas afec­ti­va­mente, lo que con­sti­tuye un fac­tor de ries­go en cuan­to al bien­es­tar psi­cológi­co que estos pueden experimentar.

Según el artícu­lo 364 de la Ley no.156 del 2022 “Códi­go de las Famil­ias” pub­li­ca­do en Gac­eta Ofi­cial no.99 del 2022, el acogimien­to insti­tu­cional es una medi­da tem­po­ral de pro­tec­ción, dis­pues­ta por la autori­dad com­pe­tente, que tiene como final­i­dad brindar a infantes o ado­les­centes pro­tec­ción y aten­ción a sus necesi­dades afec­ti­vas y de desar­rol­lo según sus condi­ciones, cuan­do se encuen­tre pri­va­do de su medio famil­iar de ori­gen o ante la imposi­bil­i­dad de que este garan­tice ade­cuada­mente su bien­es­tar, o como con­se­cuen­cia del incumplim­ien­to o el inade­cua­do ejer­ci­cio de la respon­s­abil­i­dad parental, y siem­pre con el obje­ti­vo pref­er­ente de su pronta rein­te­gración al núcleo famil­iar de ori­gen o, si fuera el caso, facil­i­tar su acogimien­to famil­iar o su adop­ción, de acuer­do con lo que mejor con­ven­ga a su interés superior.

Los menores ingre­san a estas insti­tu­ciones por diver­sas situa­ciones de desven­ta­ja social como aban­dono, orfan­dad, ser hijos de padres reclu­sos, enfer­mos o de padres que pier­den la respon­s­abil­i­dad parental. “El inter­namien­to de un menor a esta insti­tu­ción lo deter­mi­na el Con­se­jo de Aten­ción a menores, después de un pro­ce­so min­u­cioso en el que inter­vienen todos los fac­tores de la sociedad, inclu­i­da la famil­ia” (San­tana, 2013).

Los hog­a­res cuen­tan con una estruc­tura orga­ni­za­ti­va for­mal, que incluye un direc­tor, sub­di­rec­tor admin­is­tra­ti­vo, asis­tentes, tra­ba­jador social y psi­cope­d­a­gogo, además del per­son­al encar­ga­do de la elab­o­ración de los ali­men­tos y los pro­fe­sion­ales de la salud para aten­der cualquier cuestión médi­ca. Cada uno de estos puestos cuen­ta con tar­eas y fun­ciones especí­fi­cas, que delim­i­tan sus respon­s­abil­i­dades ante el pro­ce­so de cuida­do y aten­ción a los menores acogi­dos (San­tana, 2021). Esta estruc­tura debe pro­por­cionar a las menores cier­tas condi­ciones que garan­ti­cen la aprox­i­mación a un hog­ar, sin embar­go, esto se cumple des­de lo obje­ti­vo, no sien­do tan así de man­era sub­je­ti­va. Según Sol­er (2007) el per­son­al asis­ten­cial de los hog­a­res asume un con­jun­to de obliga­ciones que difi­cul­tan en gran medi­da la aten­ción indi­vid­u­al­iza­da que cada uno de los niños y ado­les­centes requiere, basan­do su labor fun­da­men­tal­mente en el cumplim­ien­to de las nor­mas de con­viven­cia y sat­is­fac­ción de sus necesi­dades de ali­mentación, cuida­do e higiene, rel­e­gan­do a un segun­do plano las emo­cionales y comu­nica­ti­vas (San­tana, 2021). Otra de las com­ple­ji­dades de la insti­tu­cional­i­dad en Cuba, está dada por un ingre­so de menores may­ori­tari­a­mente ado­les­centes, esta es una eta­pa llena de cam­bios, en donde los ado­les­centes se enfrentan a situa­ciones difer­entes. Las difer­en­cias entre las necesi­dades de los menores en edad esco­lar y los menores en eta­pa ado­les­cente; muchas veces deman­dan de may­ores recur­sos des­de el pun­to de vista socioe­mo­cional por parte del per­son­al del hogar.

El estu­dio del bien­es­tar de ado­les­centes en acogimien­to insti­tu­cional tiene impli­ca­ciones direc­tas en su vida pre­sente y futu­ra per­mi­tien­do un may­or ajuste emo­cional y resilien­cia ante situa­ciones adver­sas; además per­mite com­pren­der mejor sus expe­ri­en­cias y necesi­dades. En segun­do lugar, per­mite enten­der la necesi­dad de psicól­o­gos for­man­do parte del per­son­al inter­no de estas insti­tu­ciones, pues muchos de estos cen­tros no cuen­tan con esta pro­fe­sión den­tro de su plan­til­la insti­tu­cional; los cuales son capaces de cono­cer las necesi­dades de los ado­les­centes, tra­ba­jar con ellas y poten­cia­r­las. Es nece­saria tam­bién la ayu­da y capac­itación de los tra­ba­jadores del cen­tro, a fin de elab­o­rar mejores her­ramien­tas que les per­mi­tan con­tribuir al desar­rol­lo de los ado­les­centes y a las respues­tas de sus necesi­dades tan­to mate­ri­ales como emo­cionales. En últi­mo lugar, inves­ti­gar sobre este tema per­mite gener­ar con­cien­cia y sen­si­bi­lizar acer­ca de la impor­tan­cia de brindar apoyo a esos ado­les­centes en todos los espa­cios en los que se encuen­tran; quienes son víc­ti­mas de burlas, acoso y mal­os tratos por parte de sus coetá­neos, que al no encon­trarse en situación de acogimien­to, no logran muchas veces ser empáti­cos con ellos.

Metodología

La metodología uti­liza­da para esta inves­ti­gación fue cual­i­ta­ti­va, se emplea esta for­ma de inves­ti­gación, debido a que, las inves­ti­ga­ciones cual­i­ta­ti­vas se cen­tran en com­pren­der y describir los fenó­menos sociales y psi­cológi­cos des­de la per­spec­ti­va de los par­tic­i­pantes, explo­ran­do sus difer­entes expe­ri­en­cias y los sig­nifi­ca­dos que le atribuyen a estas. Estas inves­ti­ga­ciones proveen nuevas per­spec­ti­vas sobre lo que cono­ce­mos y nos dice más de lo que las per­sonas pien­san, nos dice qué sig­nifi­ca e impli­ca ese pen­samien­to (Gialdino, 2006). La inves­ti­gación cual­i­ta­ti­va se intere­sa por la vida de las per­sonas, por sus per­spec­ti­vas sub­je­ti­vas, por sus his­to­rias, por sus com­por­tamien­tos, por sus expe­ri­en­cias, por sus inter­ac­ciones, por sus acciones, por sus sen­ti­dos, e inter­pre­ta a todos ellos de for­ma situ­a­da, es decir, ubicán­do­los en el con­tex­to par­tic­u­lar en el que tienen lugar (Gialdino, 2006). Den­tro de esta metodología se uti­lizó como mod­e­lo de prác­ti­ca la Inves­ti­gación-Acción-Par­tic­i­pa­ti­va. Tam­bién cono­ci­da como IAP.

La inves­ti­gación-acción-par­tic­i­pa­ti­va es un modo de inter­ven­ción de la metodología cual­i­ta­ti­va; como mod­e­lo par­tic­i­pa­ti­vo de inter­ven­ción social, parte de la premisa de que las per­sonas con las que se tra­ba­ja deben estar pre­sentes en todo el pro­ce­so de la inter­ven­ción e, inclu­so, que las deci­siones sobre las acciones que hay que tomar en con­jun­to para la solu­ción de deter­mi­na­dos prob­le­mas deben ser adop­ta­dos may­ori­tari­a­mente por esas per­sonas (Musi­tu, Her­rero, & Mon­tene­gro, 2004). La inves­ti­gación-acción-par­tic­i­pa­ti­va tiene como car­ac­terís­ti­cas más rel­e­vantes: la trans­for­ma­ción de situa­ciones de desigual­dad social medi­ante la par­tic­i­pación de las per­sonas afec­tadas en las acciones comu­ni­tarias y, además, la impor­tan­cia del rol del equipo pro­fe­sion­al como aquel que pro­mueve la acción pero que no decide sobre lo que deberá hac­er el grupo (Musi­tu, Her­rero, & Mon­tene­gro, 2004).

La población y mues­tra, de la inves­ti­gación quedó con­for­ma­da por 6 ado­les­centes de una insti­tu­ción de acogi­da; al ser una mues­tra inten­cional y que responde a obje­tivos pro­pios de la inves­ti­gación, no tiene el propósi­to de ser estadís­ti­ca­mente sig­ni­fica­ti­va. Los cri­te­rios de inclusión que se tuvieron en cuen­ta para la selec­ción fueron:

Ψ Que los par­tic­i­pantes se encuen­tren en una situación de acogimien­to institucional.

Ψ Que los par­tic­i­pantes se encuen­tren en el perío­do etario de la adolescencia.

Ψ Que los par­tic­i­pantes dier­an su con­sen­timien­to a par­tic­i­par de man­era vol­un­taria en la inves­ti­gación, una vez que se les infor­mara de los obje­tivos y activi­dades de esta.

A con­tin­uación se mues­tra una tabla donde se reco­gen datos sobre la mues­tra como: sexo, edad, moti­vo de ingre­so a la insti­tu­ción y tiem­po de estancia en ella.

Tabla 1. Población y muestra 

Seudón­i­mo Sexo Edad Moti­vo de ingreso Tiem­po de estancia en el hogar
LD M 14 Mal­tra­to y aban­dono de la madre 2 años
MR M 13 Madre con condi­ción psiquiátrica 2 años
JG M 12 Aban­dono y reclusión de la madre 2 años
MM F 14 Neg­li­gen­cia parental 5 meses
AR F 16 Neg­li­gen­cia parental 5 meses
MC F 14 Aban­dono y reclusión de la madre 2 años

El pro­ced­imien­to de recogi­da de infor­ma­ción se desar­rol­ló en 4 fas­es que se mues­tran en la tabla que aparece a continuación.

Tabla 2. Pro­ced­imien­to de recolec­ción de datos

Fas­es de la Investigación  Méto­dos y técnicas
Eval­u­ación y Diag­nós­ti­co de las necesidades  Entre­vista semi­estruc­turadaOb­ser­vación investigativa

Análi­sis documental

Batería de Prue­bas Diag­nós­ti­cas Infanto-Juvenil

  • Téc­ni­cas Pic­tográ­fi­cas (Dibu­jo Libre y Temático)
  • Test de Com­ple­tamien­to de Frases(Rotter Infantil)
  • Téc­ni­ca 3 Deseos, 3 Miedos, 3 Rabias
Dis­eño del Pro­gra­ma Psicoterapéutico Kits de UNICEF para la Expre­sión Social e Inno­vación adolescentes.Manual de Téc­ni­cas y Dinámi­cas: elab­o­ra­do por María Jesús Gómez Hernández.

Man­u­al de Téc­ni­cas Gru­pales del Insti­tu­to Tlax­cal­te­ca para la edu­cación de los adultos.

Eje­cu­ción del Pro­gra­ma Psicoterapéutico
Mon­i­toreo y Evaluación Indi­cadores de evolu­ción gru­pal elab­o­ra­dos por la Dra. Rox­anne Castel­lanos. (Castel­lanos, 2017).Incre­men­to de la con­cen­tración y tiem­po que se invierte en las actividades.

May­or elab­o­ración de las pro­duc­ciones creativas.

Apropiación de las nor­mas grupales.

Toma de con­trol del com­por­tamien­to grupal.

Reconocimien­to y aceptación de los otros medi­ante la nom­i­nal­ización de su identidad.

Apari­ción e incre­men­to de sen­timien­tos de sol­i­dari­dad y rec­ha­zo a la burla.

Aumen­to de la tolerancia.

Durante la primera fase, se revis­aron los expe­di­entes legales de los ado­les­centes y se indagó en su his­to­ria psi­coso­cial. Se le apli­caron una serie de téc­ni­cas diag­nós­ti­cas dis­eñadas para la población infan­to-juve­nil, cuyo obje­ti­vo era eval­u­ar las áreas cog­ni­ti­vas. sociales y emo­cionales de los ado­les­centes de la mues­tra. Los resul­ta­dos de esta fase de eval­u­ación y diag­nós­ti­co se tomarían como los indi­cadores de rel­e­van­cia para la elab­o­ración del pro­gra­ma psicoterapéutico.

La segun­da fase tomó como ref­er­en­cia las difer­entes activi­dades que pro­ponían los kits de UNICEF, jun­to a otros man­uales de téc­ni­cas para elab­o­ración de caldeamien­tos y cier­res del pro­gra­ma. En la fase 3 se eje­cu­ta el pro­gra­ma dis­eña­do. Final­mente en la fase 4 se real­iza una reeval­u­ación de los ado­les­centes, apli­can­do de nue­vo la batería de téc­ni­cas apli­ca­da en la fase 1 y se evalúa la evolu­ción de ellos a través de los indi­cadores de cam­bio elab­o­ra­dos (Castel­lanos, 2017).

Resultados

Luego de la eval­u­ación real­iza­da a los ado­les­centes la inves­ti­gado­ra pudo detec­tar todas las áreas con altos nive­les de afectación. Existe un severo com­pro­miso int­elec­tu­al, resul­ta­do, en primer lugar, de los antecedentes patológi­cos famil­iares, que tienen como denom­i­nador común, madres con diag­nós­ti­cos de retra­so men­tal. A lo ante­ri­or se vin­cu­la la fal­ta de estim­u­lación en todas las áreas cog­ni­ti­vas; además de la desa­ten­ción de todas las necesi­dades bási­cas, neg­li­gen­cia parental, aban­dono, mal­tra­to, exposi­ción al cig­a­r­ro y al alco­hol, etc.; lo que incide en el desar­rol­lo per­son­al de estos ado­les­centes, que se encuen­tra muy empo­bre­ci­dos de man­era global.

La esfera emo­cional, se encuen­tra alta­mente com­pro­meti­da al igual que la int­elec­tu­al, resul­ta­do de las his­to­rias de vida de estos ado­les­centes, de la pri­vación de la grat­i­fi­cación de sus necesi­dades por parte de sus cuidadores, de vín­cu­los de apego des­or­ga­ni­za­do y los cam­bios con­stantes de insti­tu­ciones de acogi­da. Se evi­den­cian caren­cias emo­cionales, y sen­timien­tos ambiva­lentes con respec­to a sus fig­uras parentales, poca expre­sión emo­cional y bajo con­trol de los impul­sos. Los ado­les­centes poseen poca capaci­dad para la expre­sión emo­cional, resul­ta­do de no con­tar con espa­cios, ni per­sonas que los hayan ayu­da­do a canalizar sus emo­ciones o mane­jar los momen­tos de frus­tración. Hay pres­en­cia de una vari­abil­i­dad emo­cional que va des­de la impul­sivi­dad e inten­si­dad de las emo­ciones, has­ta la inhibi­ción emocional.

En cuan­to a la esfera de las rela­ciones sociales, existe poco desar­rol­lo de habil­i­dades sociales, lo que les impi­de empa­ti­zar con los otros, inclu­so si estos se encuen­tran en la mis­ma situación. Se pre­sen­tan difi­cul­tades tam­bién en el auto­con­trol, man­i­fe­s­tando respues­tas impul­si­vas y defen­si­vas ante situa­ciones de grandes con­flic­tos, evi­den­cian­do la inca­paci­dad para dar respues­tas ade­cuadas o adap­tadas a dichas situa­ciones. Estos ado­les­centes tienen com­pro­meti­da su capaci­dad para comu­ni­carse de man­era aserti­va y empáti­ca con los otros y difi­cul­tades en el con­tac­to humano. Los pro­ce­sos auto­val­o­rativos se ven afec­ta­dos may­or­mente en cuan­to la autoes­ti­ma y la iden­ti­dad per­son­al, man­i­fe­s­tando sen­sa­ciones neg­a­ti­vas en cuan­to a lo que supone ser un ado­les­cente en acogimien­to insti­tu­cional y no recono­cien­do sus capaci­dades y poten­cial­i­dades. Todo lo descrito con ante­ri­or­i­dad, es resul­ta­do de his­to­rias per­son­ales y famil­iares traumáti­cas y de que por las mis­mas razones tienen poca inteligencia.

Toman­do como ref­er­en­cia la eval­u­ación real­iza­da y el análi­sis de sus expe­di­entes legales se fue dis­eñan­do el pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co. Este bus­ca­ba respon­der a las necesi­dades ter­apéu­ti­cas detec­tadas durante la eval­u­ación a los ado­les­centes. Estas necesi­dades fueron: auto­val­o­ración, auto­con­trol, expre­sión emo­cional, comu­ni­cación y gestión de conflictos.

Para el dis­eño de las sesiones del pro­gra­ma se tuvo en cuen­ta el con­jun­to de activi­dades prop­ues­tas por los kits para la Expre­sión Social e Inno­vación Ado­les­centes del Fon­do de las Naciones Unidas para la Infan­cia, en con­jun­to con man­uales de téc­ni­cas para el tra­ba­jo gru­pal. (UNICEF, s.f.)

Los kits para la Expre­sión Social e Inno­vación Ado­les­centes son un con­jun­to de her­ramien­tas y activi­dades para el tra­ba­jo con ado­les­centes que se encuen­tran en situa­ciones de cri­sis human­i­tarias o en con­tex­tos de vul­ner­a­bil­i­dad. Los cuales pro­mueven una serie de apti­tudes nece­sarias para afrontar las situa­ciones de vul­ner­a­bil­i­dad por la que los ado­les­centes pueden atrav­es­ar, que están estrechamente rela­cionadas con las necesi­dades ter­apéu­ti­cas detec­tadas en los ado­les­centes y que la inves­ti­gado­ra bus­ca poten­ciar. A con­tin­uación se mues­tra una tabla donde se cor­rela­ciona las necesi­dades detec­tadas con las apti­tudes que pro­mueven los kits.

Tabla 3. Cor­relación entre las necesi­dades ter­apéu­ti­cas detec­tadas y las apti­tudes que pro­mueven los kits de UNICEF 

Necesi­dades ter­apéu­ti­cas detectadas Apti­tudes que pro­mueven los kits
Auto­val­o­ración Iden­ti­dad y autoestima
Auto­con­trol Hac­er frente al estrés y con­tro­lar las emociones
Expre­sión emocional Hac­er frente al estrés y con­tro­lar las emociones
Autoa­ceptación Iden­ti­dad y autoestima
Comu­ni­cación Comu­ni­cación y expresión
Gestión de Conflictos Res­olu­ción de prob­le­mas y gestión de conflictos

Las sesiones dis­eñadas en este pro­gra­ma tienen un carác­ter muy con­cre­to, pues al realizar la eval­u­ación diag­nós­ti­ca la inves­ti­gado­ra pudo cor­rob­o­rar que la esfera int­elec­tu­al de los ado­les­centes se encon­tra­ba muy afec­ta­da, la may­oría fun­ciona­ban a un niv­el de pro­ce­sos cog­ni­tivos muy bási­cos, lo que con­sti­tuye una lim­i­tante en la inter­ven­ción a la hora de realizar activi­dades de índole cre­ati­vo o que supon­gan altos nive­les de elab­o­ración. Por esas razones los kits, debieron ser adap­ta­dos y ajus­ta­dos a activi­dades donde pre­dom­i­na el uso del lengua­je con­cre­to como recur­so, sim­pli­f­i­can­do las consignas, de man­era tal que se garan­tice la com­pren­sión por parte de los ado­les­centes de estas.

Por otra parte, la activi­dad del dibu­jo, que es un recur­so del cual se valen con bas­tante fre­cuen­cia los kits, no mov­i­liz­a­ba de man­era efec­ti­va a los ado­les­centes, en primer lugar porque se sen­tían trata­dos como esco­lares, ele­men­to que ponían en su dis­cur­so, “esto de pin­tar es para niños pequeños” y por otra parte, la lim­itación int­elec­tu­al de sus pro­ce­sos cog­ni­tivos tam­bién difi­culta­ba el lle­var a cabo la real­ización de la técnica.

El pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co quedó con­for­ma­do por un total de 8 sesiones, divi­di­das en caldeamien­tos, desar­rol­los y cier­res, como se mues­tra en la sigu­iente tabla.

Tabla 4. Dis­eño por sesiones del Pro­gra­ma Psicoterapéutico 

Sesiones Caldeamien­to Desar­rol­lo Cierre
1 ¿Adiv­ina quién? Acor­dar las reglas grupales Pal­abra clave
2 El cartero Nue­stros días Llu­via de ideas para soluciones Val­i­dación del apren­diza­je y del esta­do de ánimo
3 Jerusalén Jer­icó Comu­nicar sin palabras Cruzar el río Las estat­uas
4 El Globo El semá­foro Los car­ri­tos
5 Lan­zan­do la pelota Nosotros por den­tro y por fuera Gafas pos­i­ti­vas Silen­cios y sonidos
6 Hac­er reír al otro Recono­cer las emociones Crear una his­to­ria de emociones Abra­zo grupal
7 Músi­ca relajante Mapa de relaciones Simón dice
8 Músi­ca relajante(ajustada) Las sil­las Te ofrez­co mi corazón

Acorde al dis­eño del pro­gra­ma pre­sen­ta­do en la tabla ante­ri­or, se pre­tendía lle­var a cabo una imple­mentación de 8 sesiones, las cuales solo quedaron en un pilota­je de 2. Las dos sesiones real­izadas brindaron un con­jun­to de infor­ma­ciones impor­tantes que se comen­tarán en los sigu­ientes pár­rafos. El resto del pro­gra­ma no pudo lle­varse a cabo, como resul­ta­do de un con­jun­to de fac­tores que se expon­drán a continuación.

En los ini­cios, el per­son­al de hog­ar se mostró colab­o­ra­ti­vo con la inves­ti­gación; pero una vez que comen­zaron los prepar­a­tivos para el tra­ba­jo gru­pal, se dieron mues­tras de resisten­cias por parte de la direc­ción y del per­son­al. En primer lugar no se disponía de un espa­cio de con­fi­den­cial­i­dad que pro­te­giera el espa­cio de las sesiones de inter­ven­ciones del per­son­al del hog­ar; la inves­ti­gado­ra en los primeros momen­tos uti­lizaría la parte supe­ri­or del cen­tro, donde se con­ta­ba con todas las condi­ciones nece­sarias para la real­ización de las sesiones, pero días ante­ri­ores al comien­zo del tra­ba­jo, una de las ado­les­centes tuvo una caí­da, y le inmov­i­lizaron un pie, lo cual impedía que pudiera acced­er a la azotea. Como resul­ta­do de esto, el espa­cio debió cam­biar, en un primer momen­to fue uno de los cuar­tos de los ado­les­centes, sin embar­go, este, aunque con cier­tos nive­les de pri­vaci­dad y con­trol por parte de la inves­ti­gado­ra, no esta­ba exen­to de entradas y sal­i­das del per­son­al del hog­ar, por una cuestión u otra; y luego el espa­cio usa­do fue la sala del hog­ar, que tam­poco ofrecía todo el cli­ma de con­fi­den­cial­i­dad necesario.

Otro de los fac­tores que impi­dieron la imple­mentación del pro­gra­ma fue el tiem­po. Durante el mes de julio los ado­les­centes estu­vieron de excur­sión fuera de provin­cia, por lo que man­ten­er o coor­di­nar cualquier activi­dad con ellos no era posi­ble. En agos­to, luego de su regre­so, una parte esta­ba con sus famil­ias de acogi­da y otra en el hog­ar; la inves­ti­gado­ra pro­pu­so como alter­na­ti­va la posi­bil­i­dad de tra­ba­jar una vez a la sem­ana, o los fines de sem­ana para que pud­iesen estar todos, pero esta peti­ción no fue concedida.

El fac­tor hora fue otro ele­men­to obsta­c­ulizador durante la imple­mentación del pro­gra­ma. Ini­cial­mente el tiem­po de tra­ba­jo se realizaría de 5:00 a 7:00 pm; sin embar­go, no todos los ado­les­centes esta­ban en el hog­ar a las 5, por lo que en muchas oca­siones las sesiones se atrasaron a las 5:30 pm. Este horario de tra­ba­jo, coin­cidía con la hora de baño y comi­da de los ado­les­centes que comen­z­a­ba a las 6:30 pm, por lo que muchas veces la inves­ti­gado­ra era inter­rump­i­da por el per­son­al del hog­ar, para hac­er cumplir el horario. Ante esto la inves­ti­gado­ra pidió, aplazar el horario de baño y comi­da, para una vez ter­mi­nadas las sesiones ale­gan­do que los ado­les­centes eran grandes, pero una vez más, la peti­ción fue dene­ga­da, ofre­cien­do como opción de tra­ba­jo luego de las 7:00 pm. Este horario no era con­ve­niente para tra­ba­jar, en primer lugar porque las sesiones ter­mi­narían muy tarde y por tan­to los ado­les­centes al final de las sesiones estarían ago­ta­dos; y en segun­do lugar porque se com­pro­metía el tiem­po de ocio de los ado­les­centes y a con­tin­uación su horario de sueño.

En cuan­to a las dos sesiones real­izadas, que con­sti­tuyeron un pilota­je para la inves­ti­gación, se expon­drán los resul­ta­dos a con­tin­uación. La primera sesión tenía como obje­ti­vo encuadrar el tra­ba­jo con los ado­les­centes y preparar el espa­cio para el tra­ba­jo gru­pal. En esta sesión los ado­les­centes man­i­fes­taron difi­cul­tades para el reconocimien­to de cual­i­dades pos­i­ti­vas propias y de los otros. Además, emergieron con­flic­tos aso­ci­a­dos al día a día durante el hog­ar, así como mues­tras de poco tra­ba­jo en equipo y coop­eración entre ellos. Los ado­les­centes estu­vieron muy dis­per­sos y descon­cen­tra­dos durante la sesión. La gestión de con­flic­tos fue una de las necesi­dades ter­apéu­ti­cas que no emergió durante las téc­ni­cas de eval­u­ación, pero sí en el desar­rol­lo de la primera sesión de tra­ba­jo, por lo que la inves­ti­gado­ra con­sidero opor­tuno dedicar un espa­cio al tra­ba­jo y desar­rol­lo de habil­i­dades en cuan­to al mane­jo de con­flic­tos, para el pro­pio avance del pro­gra­ma y el tra­ba­jo durante las difer­entes sesiones, así como, el desar­rol­lo de esta habil­i­dad para even­tos futur­os en su vida.

Al no imple­men­tarse del pro­gra­ma; las dos sesiones de pilota­je no ofre­cen infor­ma­ción sufi­ciente para el mon­i­toreo y eval­u­ación gru­pal. Por otra parte, al no lle­gar al final, tam­poco es posi­ble realizar la eval­u­ación indi­vid­ual. Es impor­tante destacar, que hay muy poca infor­ma­ción para hac­er análi­sis de los indi­cadores que se uti­lizan en esta fase. Sin embar­go, en cuan­to al indi­cador de Incre­men­to de la con­cen­tración y elab­o­ración más acti­va de las activi­dades, exis­tió un cam­bio pequeño de una sesión a otra. Los ado­les­centes estu­vieron menos dis­per­sos, e intenta­ban tra­ba­jar de con­jun­to en la res­olu­ción de los con­flic­tos, aunque las solu­ciones prop­ues­tas les parecier­an poco viables para ellos.

Conclusiones

Se dis­eñó un pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co, que cuen­ta con 8 sesiones que dan respues­ta a las necesi­dades ter­apéu­ti­cas de los ado­les­centes en acogimien­to insti­tu­cional, con unas pau­tas metodológ­i­cas acordes a las car­ac­terís­ti­cas del públi­co al que iba dirigido.

La eval­u­ación real­iza­da a los ado­les­centes develó la exis­ten­cia de una sig­ni­fica­ti­va afectación int­elec­tu­al, social y emo­cional. Las necesi­dades ter­apéu­ti­cas detec­tadas fueron: la auto­val­o­ración, el auto­con­trol, la expre­sión emo­cional, la autoa­ceptación, la comu­ni­cación y la gestión de con­flic­tos. Se dis­eñó un pro­gra­ma psi­coter­apéu­ti­co, que cuen­ta con 8 sesiones de tra­ba­jo gru­pal que dan respues­ta a las necesi­dades detectadas.

Como car­ac­terís­ti­cas de las pau­tas metodológ­i­cas del pro­gra­ma estu­vo el empleo de los kits de UNICEF para la Expre­sión Social e Inno­vación Ado­les­centes y la búsque­da de lograr respon­der a la viven­cia de sen­tirse grande de estos ado­les­centes, y al mis­mo tiem­po lograr un niv­el en las téc­ni­cas, que si bien poten­cia su desar­rol­lo, lo hace tenien­do en cuen­ta sus car­ac­terís­ti­cas psicológicas.

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