Mario Flores Lara
Psicólogo comunitario
Resumen
En este pequeño texto, el autor sentencia: “Nada hay de improvisado en los mecanismos de control social, ni en la producción de subjetividades domesticadas” y toma como referencia uno de los varios personajes de Disney, la triada Pluto-Tribilín-Goofy. La construcción de un universo audiovisual clasista, racista y colonizador.
Palabras clave: manipulación, control de subjetividades, medios
Abstract
In this short text, the author states: “There is nothing improvised in the mechanisms of social control, nor in the production of domesticated subjectivities” and takes as a reference one of the various Disney characters, the Pluto-Tribilin-Goofy triad. The construction of a classist, racist and colonizing audiovisual universe.
Keywords: manipulation, control of subjectivities, media
Pluto, Tribilín y Goofy son los nombres del mismo personaje Disney, que ha ido mutando con estas nominaciones en su diseño de personalidades que constituyen subjetividades particulares. El mismo personaje moldeado en diferentes subjetividades que va armando específicos sujetos, para un mosaico social diseñado en laboratorios transdisciplinarios.
Intentando la línea de análisis de Dorfman y Mattelart en su clásico ensayo “Para leer al Pato Donald”, podríamos tomar las imágenes de Tribilín como analogía para observar como las fábricas de subjetividades dóciles se aplican con esmero perverso, para ir construyendo sujetos políticos castrados, subjetividades condicionadas y sociedades controladas.
En estos primeros estados involutivos de este personaje en cuestión, se puede ver el trazo de una ingeniería ideológica de dominación colonizadora que aspira a ser modelo de aplicación a escala social humana real.
Tribilín, ese eslabón de la cadena alimenticia capitalista, que en promoción social se cree superior al estamento inferior de donde fue catapultado por chorreos económicos y machacadería de las industrias comunicacionales.
Tribilín es ese promovido que sueña con el escalón superior, engatusado con ese caramelo inalcanzable, pero que cumple a la perfección su función política de alienación.
Así como el Negro Manuel Antonio que cantaba Amparo Ochoa, está dispuesto a vender su alma al diablo y sin asco se configura como el mejor producto capitalista: el Facho Pobre.
Con estrategias ideológicas de enajenación, Pluto sucumbe a los cantos de sirenas del consumismo, niega su lengua, su memoria y su linaje popular, y con mueca que quiere ser sonrisa, no duda en pagar el peaje obligatorio del desclasamiento para devenir Tribilín.
Nada hay de simple ni maniqueo en estos procesos de subjetivación y menos en los de sujeción.
Nada hay de improvisado en los mecanismos de control social, ni en la producción de subjetividades domesticadas.
En su artículo para la revista de la Unesco, Jorge Enrique Adoum señalaba con claridad ese tierno embrujo de la mercadotecnia, cuando nos develaba que “Las hadas las prefieren rubias”.
Pluto, Tribilín, Goofy, Pato Donald, Manuel Antonio y hadas múltiples, son también hebras de un complejo entramado clasista, racista y colonizador que opera con eficiencia desde los patéticos performances del neoliberalismo fascista estilo Trump-Milei, pero también y sobre todo, desde los silencios y los invisibles.