Carla Fernández
Abeliet Flores
Carolina Mora
Universidad Central de Venezuela
Resumen
Se evalúa la eficacia de la toma de perspectiva o toma de conciencia como una técnica para la reducción del prejuicio implícito hacia la comunidad de personas sin hogar. Para esto, se empleó una muestra de 20 participantes, con edades comprendidas entre los 18 y 30 años, controlando las variables autoestima, posición de poder y práctica con el Test de Asociación Implícita (IAT). Los participantes fueron distribuidos en dos grupos de investigación. Uno de ellos fue expuesto a un relato breve que daría lugar a la toma de perspectiva, mientras al otro se le presentó un relato breve no relacionado al tópico del sinhogarismo. Se tomaron medidas post-test de latencia para las respuestas a través del IAT, el cual presentó imágenes y términos referentes al grupo estigmatizado en cuestión. Los resultados arrojaron que no es posible dar cuenta de diferencias significativas entre las mediciones del grupo control y el grupo experimental, a pesar de que se encontraron medias ligeramente diferentes entre ellos. Múltiples variables que afectan la eficacia de la toma de perspectiva son propuestas y explicadas a profundidad.
Palabras clave: sinhogarismo, actitudes, toma de perspectiva, prejuicio implícito, IAT, autoestima, poder
Abstract
The effects of the use of perspective taking, also called consciousness-raising, are evaluated as a technique for reducing the implicit prejudice towards the community of homeless people. For this task, a sample of 20 participants, with ages between 18 and 30 years old was delimited, while controlling the variables self-esteem and power. Participants were distributed into two research groups, in which one of them was exposed to a brief story that will serve the function of perspective taking, while the other was is presented with a short story not related to the topic of homelessness. The response latencies were measured through the Implicit Association Test (IAT), which is a test that presents images and terms referred to the stigmatized group mentioned. The results showed that it is not possible to account for significant differences between the measurements of the control group and the experimental group, in spite of the slightly differences on the means found among them.
Keywords: homelessness, attitude, perspective-taking, implicit prejudice, IAT, sel esteem, power
Introducción
El término sinhogarismo se refiere a la condición desde la cual es insostenible, por parte de un ser humano, su alojamiento permanente o prolongado en un espacio destinado a ser habitado. Por tanto, un individuo o persona es denominada sin hogar al encontrarse desprovista del acceso a una residencia en condiciones aptas, por causas que pueden adjudicarse a diferentes razones de índole social y/o económico, como el desempleo; o personal, como la violencia intrafamiliar (Felipe, 2015).
No obstante, la conceptualización para las personas sin hogar puede resultar mucho más compleja de acuerdo a las condiciones que les rodeen; por lo que son cuatro categorías las mencionadas por FEANTSA (2005 c.p. Felipe, 2015; Gobierno de España, 2015) a este respecto:
- Personas sin techo: se mantienen en la intemperie, sin acceso a refugios; o en albergues durante la noche.
- Personas sin vivienda: tienen acceso a alojamientos temporales o a largo plazo, designados a personas sin hogar.
- Vivienda insegura: se encuentran en alojamientos sin derecho a ocupación, bajo amenaza de evacuación o en estadía temporal con familiares/amigos.
- Vivienda inadecuada: se alojan en espacios inhabitables o sobrepoblados (caravanas o cabañas).
Muchas de las consideraciones en torno al sinhogarismo están estrechamente relacionadas con otro fenómeno social, el del prejuicio; este se entiende como la serie de actitudes negativas de naturaleza cognitiva, afectiva y conductual, por parte de uno o varios miembros de la sociedad, dirigidas a las personas que se consideran parte de un determinado grupo, por el solo hecho de pertenecer a él (Baron & Byrne, 2005).
El prejuicio puede ser englobado en dos formas principales: el prejuicio implícito, cuya presencia e influjo en las percepciones del individuo son sutiles e incluso refutadas por el mismo sujeto, ya que la persona puede no ser consciente de que lo tiene y es desencadenado automáticamente frente al objeto de su actitud negativa; y el prejuicio explícito, que es reconocido por la persona (Dovidio, Esses, Glick & Hewstone, 2013).
Ahora bien, en el marco de conocimientos sobre las personas sin hogar, son remarcables las consecuencias que acarrea el pertenecer a este grupo determinado, y la habitualidad con la que son víctimas de creencias y prácticas perjudiciales para su bienestar emocional y físico (The Wesley Report, 2018).
La población comúnmente señala a las personas sin hogar de modos desfavorables, incluso cuando se refutan los argumentos para tales señalamientos. Un ejemplo de esto se observa cuando son denominados como adictos a las drogas o al alcohol, aunque estudios realizados indiquen que la mayoría de los individuos en condición de sinhogarismo son hombres y mujeres desempleados que no presentan ningún tipo de adicción (National Coalition for the Homeless, 2009 c.p. Foster, Hilton, Embry, Pires & Ahmed, 2014; Fink & Tassman, 1992 c.p. Foster & cols, 2014); o cuando se les designa peyorativamente con enfermedades mentales, cuando solo una minoría, alrededor de un 15 a 26% de este colectivo, ha sido diagnosticado con un desorden mental (Fink & Tassman, 1992; Kinsey, 2014).
No obstante, una encuesta realizada por el Wesley Report (2018) indica que son frecuentes las atribuciones en la población, con relación al sinhogarismo, que adjudican esta condición al desempleo (40%), la accesibilidad a una vivienda (36%), la violencia doméstica (32%) o un quiebre en la dinámica familiar (31%). Mientras que, en una menor proporción, se consideran como posibles causantes: el gambling o adicción a apostar (18%), y la acumulación de deudas (17%). Esto demuestra que parte de la población atribuye la situación de muchas personas sin hogar a causas internas o propias de su comportamiento.
Del mismo modo, un reporte llevado a cabo por el Centro Nacional de Leyes sobre la Falta de Vivienda y la Pobreza (2017) afirma la prevalencia en Estados Unidos de constantes violaciones en los derechos civiles, políticos, socioculturales y económicos hacia las personas sin hogar por parte de las autoridades, así como de los ciudadanos. Dicha aseveración se refleja, por ejemplo, en la penalización de personas sin hogar por acudir a centros de alojamiento para solicitar asistencia o a la destrucción violenta de campamentos donde estas se alojan. Además, se encuentran las manifestaciones abiertas de prejuicio y discriminación hacia este colectivo, especialmente cuando sus miembros a su vez pertenecen a otros grupos subvalorados, como afroamericanos, personas con discapacidad, miembros de la comunidad LGBTQ, e individuos que escapan de un contexto de violencia.
De acuerdo a la misma fuente (Centro Nacional de Leyes sobre la Falta de Vivienda y la Pobreza, 2017), en Estados Unidos el gremio de las personas sin hogar se encuentra conformado por un porcentaje significativo de personas negras, quienes suponen el 12% de la población general. También el 40% de los jóvenes pertenecientes a la comunidad LGBTQ se hallan en situación de sinhogarismo, así como personas que presentan una discapacidad de cualquier tipo. Dichas cifras son alarmantes y permiten dar cuenta de que esta problemática se extiende a un número grande de individuos que además son rechazados socialmente debido a otras características que les distinguen.
La situación de las personas sin hogar en el contexto venezolano es aún más preocupante, puesto que a diferencia de otros países de la región, en Venezuela no se cuentan con instituciones gubernamentales dedicadas solo al apoyo de esta comunidad, como albergues o centros de atención para personas y niños en situación de calle. También presentan muchos problemas para recibir atención médica en centros de salud, pues son excluidos precisamente por su condición de calle, y no existe a nivel de administración pública una política que exprese que los funcionarios como policías o bomberos deban prestar ayuda o asistir a personas sin hogar (Globovisión, 2016).
Sumado a esto, son pocas las investigaciones recientes llevadas a cabo con la finalidad de reducir el prejuicio hacia las personas sin hogar. Una de estas fue realizada por Hotchin, West & Wood (2016) quienes intentaron disminuir el prejuicio utilizando la técnica del contacto imaginado, es decir, la interacción social mentalmente simulada con una o más personas sin hogar (Amaya, Borrero & Bustamante, 2017). Los participantes fueron cuestionados con relación a su nivel de sesgo inicial hacia las personas sin hogar, lo que permitió establecer cuantitativamente dos niveles de prejuicio explícito inicial: alto y bajo. La investigación determinó que contar con un sesgo explícito inicial más bajo contribuía a la eficacia de la técnica y por lo tanto, a la reducción del prejuicio.
De otro modo, la literatura muestra que una de las técnicas más utilizadas para disminuir el prejuicio hacia distintos colectivos ha sido la denominada toma de perspectiva o toma de conciencia, que consiste en una estrategia o procedimiento cognitivo mediante el cual se pretende relacionar al individuo con un determinado exogrupo (González, 2011). Por lo general el colectivo predominante al que pertenece una persona se denomina endogrupo, mientras que el colectivo ajeno a este y que es víctima de prejuicio, se denomina exogrupo (Baron y Byrne, 2005). En la toma de perspectiva se pretende conseguir la comprensión de los modos de pensar, sentir y actuar del otro. Esta estrategia también permite el reconocimiento de características reales y no estereotipadas del exogrupo, y de elementos comunes entre el observador y el sujeto que es objeto de prejuicio (González, 2011).
Autores como Álvarez, Jiménez, Palmero & González (2014) realizaron una investigación experimental en España donde utilizaron la toma de perspectiva con la finalidad de reducir el prejuicio en personas mayores. Se encontró que la intervención resultó efectiva, aunque no demostró ser una estrategia tan potente como se esperaba en principio. Además, Todd, Bodenhausen, Richeson & Galinsky (2011) elaboraron una investigación haciendo uso de la toma de perspectiva para disminuir el prejuicio implícito hacia personas afroamericanas, en la cual se obtuvo un aumento de las conductas de aproximación hacia estas personas por parte de los participantes, así como un nivel de prejuicio implícito menos elevado, posterior a la intervención.
Así mismo, Batson, Polycarpou, Harmon-Jones, Imhoff, Mitchener, Bednar, Klein & Highberger (1997) también llevaron a cabo una investigación compuesta por tres experimentos, utilizándose en uno de ellos una técnica de toma de perspectiva para conocer si las actitudes de los participantes hacia un miembro de un grupo estigmatizado (en este caso, un hombre sin hogar), se tornaban más positivas, según la condición en la que se presentaba la intervención (de baja o de alta empatía). Los resultados obtenidos demostraron una mejoría en las actitudes de los participantes hacia la persona sin hogar, así como hacia el grupo estigmatizado en general, más allá de la condición en la que se presentara la toma de perspectiva.
Cabe destacar, que la toma de perspectiva es susceptible a la influencia de variables que alteran sus efectos. Una de estas variables es la autoestima, designada como un sistema organizado y más o menos estable, compuesto por “contenidos múltiples acerca de sí mismo”; su función consiste en mediar los comportamientos a través de procesos evaluativos y el uso de la autoconciencia. Se tiene que una baja autoestima por parte de una persona produciría resultados contraproducentes para la toma de perspectiva, puesto que el individuo no lograría aproximarse al otro de forma positiva debido a sus autovaloraciones negativas (Correa, Saldívar & López, 2015; Galinsky & Todd, 2014).
Otra variable que puede afectar los resultados obtenidos a partir de la toma de perspectiva es la posición de poder que posean los individuos. Galinksy & Todd (2014) afirman que las personas en posiciones dominantes tienden a presentar una mayor dificultad para relacionarse con los otros, debido a que dependen en menor medida de las valoraciones de quienes le rodean y en este sentido podrían sentirse menos motivados a llevar a cabo el proceso de toma de perspectiva.
Aun así, la toma de perspectiva se considera apropiada para la reducción del prejuicio hacia personas sin hogar porque a diferencia de otras tácticas, promueve los pensamientos gratos, al tiempo que inhibe el acceso y activación de los estereotipos (González, 2011). A raíz de ello, se ha comprobado la efectividad que presenta la estrategia para incidir considerablemente en aspectos como las nuevas consideraciones positivas de los miembros de un endogrupo hacia varios integrantes de un exogrupo, los comportamientos no verbales hacia miembros de un exogrupo, el rapport durante intervenciones entre individuos de distintos grupos sociales y las actitudes de ayuda (Galinsky & Todd, 2014).
De esta manera, las investigaciones mencionadas y, de forma particular, aquella elaborada por Hotchin, West & Wood (2016), permiten reconocer la necesidad que existe de abordar la problemática del prejuicio implícito, específicamente en el campo de estudio correspondiente a las personas sin hogar. La evidencia teórica que apoya el uso de estrategias para la reducción de las actitudes negativas indirectas y de activación automática (Baron y Byrne, 2005) hacia esta comunidad es escasa y resulta insuficiente para un correcto abordaje del sinhogarismo.
Es por tanto, que la consecuente investigación tiene como finalidad comprobar los efectos de la toma de perspectiva sobre el prejuicio implícito hacia las personas sin hogar. La técnica será llevada a cabo controlando los posibles efectos que las variables posición de poder, autoestima y práctica con el Test de Asociación Implícita (IAT) puedan ejercer sobre la técnica.
Por otro lado, es necesario exponer la relevancia de este planteamiento, puesto que vislumbrar los beneficios, a corto y largo plazo, enlazados a la reducción del prejuicio implícito hacia las personas sin hogar no solo sustenta la investigación actual, sino que impulsa al desarrollo de más conocimientos en el área.
Así, se tiene que la presente investigación podría contribuir al establecimiento de un método eficaz y además poco demandante en cuanto a recursos y materiales para la reducción de las actitudes negativas hacia las personas sin hogar; de modo que puedan conformarse mecanismos específicos que permitan a estas personas en estado vulnerable, la posibilidad de sentirse apoyados, no solo a nivel institucional, sino genuinamente por los miembros de la sociedad.
De la misma manera, a través de la difusión del conocimiento sobre la realidad de las personas sin hogar, el cual es solo uno de los múltiples aspectos que contempla esta investigación, se contribuye a la concientización de la problemática del sinhogarismo, al ofrecer una visión real y no estereotipada de este fenómeno (The Wesley Report, 2015).
Más aún, la investigación vigente permite calibrar a nivel experimental el alcance de la toma de perspectiva o toma de conciencia como una estrategia para la disminución del prejuicio implícito; siendo este de mayor complejidad y menor comprensión, debido a las pocas pruebas recabadas y dificultades metodológicas para aproximarse e intervenir sobre sus efectos (Galinsky & Todd, 2014).
Marco metodológico
Objetivo
Comprobar los efectos de la toma de perspectiva como técnica para la reducción del prejuicio implícito hacia las personas sin hogar.
Variable Independiente
Toma de perspectiva
Consiste en una estrategia o procedimiento cognitivo mediante el cual se pretende relacionar al individuo con un determinado exogrupo, permitir el reconocimiento de características reales y no estereotipadas, así como elementos comunes entre ambos, por medio de la comprensión de los modos de pensar, sentir y actuar del otro (González, 2011).
Se llevó a cabo un procedimiento de presencia/ausencia para la manipulación de la variable independiente (Hernández, Fernández & Baptista, 2010), en la que solo un grupo fue expuesto a la intervención basada en la toma de perspectiva. Posterior a las instrucciones generales dictadas a los participantes, se presentó un estímulo conformado por una historia breve con respecto a las vivencias de una persona sin hogar, sobre la que cada sujeto respondió un conjunto de 5 preguntas en un período de 15 minutos aproximadamente.
Variable Dependiente
Prejuicio implícito hacia las personas sin hogar
Se refiere a las actitudes negativas o en extremo positivas de carácter cognitivo, afectivo y conductual, en torno a las personas sin hogar; cuya presencia e influjo en las percepciones del individuo son desconocidas e incluso negadas por este. Dichas actitudes son desencadenadas automáticamente una vez que los individuos se ven expuestos al objeto del prejuicio (Dovidio & cols., 2013).
Se evaluó dicha variable por medio de las puntuaciones arrojadas por el Test de Asociación Implícita o IAT, obtenidas a partir de las latencias de respuesta de los participantes ante las distintas fases del programa (Castillo, Escolar, González, Jimenez, Palmero, Rico, Sánchez & Torre, 2017).
Variables Controladas
Edad
Conceptualizada como el período de tiempo que ha vivido una persona desde su nacimiento hasta el presente (Real Academia Española, 2001), la edad supone una variable necesaria de controlar puesto que la toma de perspectiva es un proceso que requiere la capacidad del individuo para considerar activamente los estados mentales de un sujeto externo, y relacionarse con sus formas de pensar y actuar; lo cual es posible cuando los individuos alcanzan cierta edad y son capaces de reflexionar sobre sí mismos y el contexto que les rodea (Galinsky & Todd, 2014). Esta variable fue controlada a través del método de eliminación (McGuigan, 1996), excluyendo de la muestra y por lo tanto de las condiciones experimentales a sujetos menores de edad.
Autoestima
Se refiere a la unificación de las comprensiones y juicios valorativos que tiene un individuo respecto a sí mismo, así como a las actitudes de aceptación o rechazo hacia su persona (Rosenberg, 1965). Es entendida como un aspecto que interfiere entre la toma de perspectiva y sus efectos ulteriores. Se encuentran autores (González, 2011; Galinsky & Todd, 2014) que destacan el papel que cumple la autoestima sobre la efectividad de esta técnica, quienes justifican que la transferencia de valoraciones positivas de parte del self hacia el otro se ve considerablemente dificultada cuando la autoestima del individuo es baja. Tal argumentación supuso la necesidad de controlar la incidencia de dicha variable sobre la toma de perspectiva por medio del método de eliminación, en la muestra utilizada para el análisis de los resultados, excluyendo de la muestra a aquellos individuos que obtuvieron puntuaciones bajas en la escala de autoestima de Rosenberg (McGuigan, 1996).
Posición de poder
Es entendida en términos generales como un aspecto que sirve al individuo para la obtención de aquello que busca o desea; y en el ámbito interpersonal, como el vínculo entre dos personas, en el cual el primero consigue del segundo “un comportamiento que este de otra manera no habría realizado” sin su influencia (Cattáneo, 2016, p. 2). Galinsky & Todd (2014) afirman que personas en posiciones de poder o miembros de grupos dominantes suelen tener mayores dificultades para realizar la técnica de toma de perspectiva u obtener resultados positivos. Dado que la posición de poder incide negativamente en la eficacia de la toma de perspectiva, se otorgó a todos los participantes una hoja de datos sociodemográficos, previo a la sesión experimental, en la cual se pidió que respondieran sí o no sobre su pertenencia a algún cargo público o su aspiración a ello. De este modo, la variable fue controlada por medio del método de eliminación, excluyendo a aquellos sujetos que respondían de forma afirmativa (McGuigan, 1996).
Práctica con el IAT
Comprende el uso del Test de Asociación Implícita, compuesto por categorías de imágenes y palabras que no poseían relación alguna con la investigación, de modo que los participantes contaran con una sesión de práctica para utilizar dicho instrumento, a fin de familiarizarse con su funcionamiento y fases que comprende. La importancia de esta variable radicó en la necesidad de evitar resultados ineficaces en la medición del prejuicio implícito, a raíz de factores como la confusión o el uso equívoco de los aspectos que comprende el IAT, y fue controlada por medio del método de constancia de condiciones (McGuigan, 1996).
Tipo de Investigación
Se trató de una investigación cuasi-experimental, puesto que se llevó a cabo la manipulación intencional de una variable independiente o VI (toma de perspectiva); se midió el efecto que la VI produjo sobre la variable dependiente o VD, en este caso, el prejuicio implícito hacia las personas sin hogar; y se controlaron las variables extrañas que pudieron potencialmente incidir en la relación VI-VD, siendo estas la autoestima, la posición de poder y la práctica con el IAT (Hernández, Fernández & Baptista, 2010; Kerlinger & Lee, 2002). Por otro lado, se llevó a cabo un proceso de selección de los participantes para que cumplieran con las especificaciones requeridas de la investigación (Hernández, Fernández & Baptista, 2010; Kerlinger & Lee, 2002).
Diseño de investigación
La investigación consistió en un diseño cuasi-experimental de dos grupos: un grupo control y un grupo experimental. El primer grupo se vio expuesto a la técnica de toma de perspectiva a través de un relato acerca de la realidad de las personas sin hogar, mientras que el otro fue expuesto a una actividad no relacionada con el sinhogarismo. La aplicación de la VI se llevó a cabo en una única ocasión y tuvo una duración de 15 minutos. Se recurrió a la medición post-test inmediatamente después de la intervención, con la finalidad de evitar la sensibilización de los sujetos a una evaluación pre-test que pudiera generar variaciones en los resultados obtenidos.
Gráficamente, se representaría de la siguiente manera según Hernández, Fernández & Baptista (2010):
Muestra
En la investigación participaron 20 hombres y mujeres estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, de entre 18 y 30 años de edad, residentes del Área Metropolitana de Caracas, no vinculados a cargos o posiciones de poder y con niveles de autoestima promedio.
Muestreo
Se llevó a cabo un procedimiento para muestreo de tipo no probabilístico, por cuotas, seleccionando a aquellos estratos que cumplieran con las características pertinentes para controlar las influencias sistemáticas que las variables posición de poder y autoestima pudieran generar en el análisis de datos (Kerlinger & Lee, 2002).
Instrumentos
Escala de Autoestima de Rosenberg (RSES)
Fue utilizada una adaptación al español del instrumento construido de inicio por Rosenberg, denominada Rosenberg Self-Esteem Scale (RSES). Se trata de un inventario que evalúa la concepción que tienen los individuos para consigo mismos, así como otros objetos relacionados. Abarca dos dimensiones referidas a las actitudes que tiene la persona hacia sí misma: a) positivas, que se refieren a una apreciación favorable de estima y reconocimiento de las propias habilidades, imagen y valía; y b) negativas, que se refieren a las apreciaciones desfavorables y de disminución de estas mismas habilidades, imagen y valoración. Consta de 10 items dispuestos en una escala Likert de 4 puntos, que va desde totalmente en desacuerdo (1) hasta totalmente de acuerdo (4), encontrándose 5 ítems positivos para una dimensión y 5 ítems negativos o inversos para la otra dimensión. La RSES se corrige asignando los valores correspondientes a cada ítem, de acuerdo a la respuesta que se haya otorgado, a través de una sumatoria de lo obtenido y con una plantilla impresa del test. Los resultados fluctúan entre una puntuación de 10 y 40, y se contrastan de acuerdo a las normas propuestas por Rosenberg (1965), quien establece que un puntaje más cercano a 10 supone una autoestima con tendencia a lo bajo, y una calificación más cercana a 40 permite asumir una tendencia a la autoestima alta.
Para su adaptación, fue llevado a cabo un procedimiento de validación por parte de expertos con el uso de un formulario cuyo contenido presentaba una forma de evaluación de los ítems en cuanto a redacción, pertenencia a la dimensión, y relevancia. Como resultado de dicha evaluación, fueron modificados los ítems 1, 2, 3, 7 y 10 de la escala.
Test de Asociación Implícita (IAT) de Greenwald, McGhee & Scwart
Es concebido como una medida para la evaluación de procesos mentales implícitos, en la que se utilizan las latencias de respuesta, a fin de determinar la fuerza de las asociaciones entre estímulos o categorías (Tosi, Ledesma, Poó, Montes & López; 2018). El IAT se basa en el supuesto de que, al presentar al individuo una información o estímulo que requiere de una contestación inmediata, es posible desencadenar respuestas automáticas que pueden ser indicadores de prejuicio implícito a partir del tiempo de respuesta, ya que este se basa en las asociaciones y elaboraciones previas hechas por el mismo individuo en torno al estímulo. En cuanto a sus dimensiones, estas radican en la ausencia de prejuicio hacia el exogrupo cuando la dirección es positiva (menores tiempos de respuestas), y la existencia de prejuicio en caso de encontrar un valor con dirección negativa (mayores tiempos de latencia).
La prueba presenta una medida de intervalo, y se encuentra conformada por 50 ítems, separados en categorías de imágenes (personas con hogar y personas sin hogar) y categorías de palabras (buenas y malas); presentados en 5 fases, a las cuales debe responderse utilizando las letras E o I del teclado, según sea el caso. Las fases 3 y 5 representan el bloque compatible y el bloque incompatible, que resultan fundamentales para la evaluación de los tiempos de respuesta. El IAT se corrige por medio de las puntuaciones automatizadas y ofrecidas por el programa, que surgen del cociente obtenido entre el promedio de respuestas en los bloques compatible e incompatible y las latencias resultantes en ambas fases. Esto determina direcciones positivas o negativas según sea el caso (Tosi & cols, 2018).
Para construir el IAT usado en esta investigación fue elaborado un cuestionario corto para conocer aquellos calificativos comunes que serían los más indicados y representativos para la categorización de las personas sin hogar, por parte de individuos con características similares a la muestra utilizada. El cual ofreció términos que, acompañados de la búsqueda teórica, formaron parte del IAT. Además, se llevó a cabo una validación por parte de 3 expertos teóricos que permitió evaluar las distintas categorías de imágenes y palabras, con respecto a su estandarización y correspondencia con las características del exogrupo y endogrupo, de forma adaptada al contexto venezolano en cuanto a lenguaje y visualización de las imágenes.
Estadísticos
Una vez que se contó con las puntuaciones correspondientes de cada grupo, obtenidos a partir de la intervención, se llevó a cabo un contraste de medias utilizando el estadístico de prueba t para muestras relacionadas (Hernández, Fernández & Baptista, 2010).
Condiciones ambientales
La ejecución para la técnica de toma de perspectiva se realizó en una sala de computación, con condiciones de iluminación y ventilación adecuadas, equipada con sillas y equipos individuales para que los participantes de cada grupo pudieran llevar a cabo la tarea de manera cómoda y aplicada. A su vez, se invitó a los participantes a estar en óptimas condiciones de sueño y alimentación para un mejor desempeño en la actividad.
Procedimiento
En la fase experimental, se seleccionaron los dos grupos de forma no aleatoria. A cada participante se le hizo entrega de una hoja que mostraba una historia con relación a un tema específico junto con 5 preguntas abiertas con relación a ese mismo tema, otorgando un período de tiempo de 15 minutos para responderlas. El grupo control elaboró la actividad sobre los agujeros negros (tema no relacionado); mientras que el grupo experimental lo hizo sobre las vivencias de una persona sin hogar. Esto último dio lugar a la intervención, con el uso de la toma de perspectiva.
A ambos grupos se les ofrecieron las instrucciones y disposiciones necesarias para la ejecución del IAT en los computadores una vez terminada la actividad. Cabe destacar que al grupo experimental se le hizo entrega del inventario de autoestima (RSES) una vez culminada la evaluación con el IAT. Para finalizar, se les reveló a todos los participantes el objetivo real del estudio y fue agradecida su colaboración.
Aspectos éticos de la investigación
Con la finalidad de garantizar un quehacer ético a lo largo de la investigación, se enmarcaron los siguientes aspectos planteados por Kerlinger & Lee (2002), y Coolican (1997): 1) Se garantizó la participación voluntaria de los participantes, respaldada por un consentimiento informado que además les otorgaba la libertad para abandonar el estudio en cualquier etapa de este, con la finalidad de velar por el bienestar individual. 2) Se evitó intencionalmente informar a los participantes sobre los objetivos esenciales de la investigación para un mejor manejo de los resultados, aislando potenciales fuentes de sesgo, y para preservar la veracidad de estos. 3) Aspectos como la ausencia de repercusiones negativas de índole física o mental a causa de la participación fueron notificadas y aseguradas. 4) Todas las respuestas proporcionadas por los participantes se manejaron de forma anónima para estrictos fines de investigación. 5) Una vez finalizado el procedimiento experimental, se reveló a cada participante toda la información referente a los propósitos esenciales de la investigación con la finalidad de favorecer la transparencia.
Resultados
Se presentan los estadísticos descriptivos del grupo experimental y el grupo control de la presente investigación, así como los resultados obtenidos al compararlos, a través de la prueba t para muestras relacionadas.
Tabla 1. Estadísticos descriptivos
N | Media | Desv. típ. | Varianza | |
Grupo Control | 10 | .6938 | .5679 | .323 |
Grupo Experimental | 10 | .5377 | .5665 | .321 |
Puede apreciarse en la tabla 1 que para el grupo control, con un total de 10 participantes (n=10) se obtuvo una media en la evaluación post-test del IAT de 𝑥̅ = .6938, una desviación típica o DT= .5679 y una varianza asociada S= .323; mientras que con respecto al grupo experimental, compuesto por 10 participantes (n=10), se obtuvo una media de 𝑥̅ = .5377, una DT= .5665 y una S= .321. Como es posible observar, se cuenta con una diferencia entre las medias del grupo control y experimental, siendo la de este último de un valor más bajo. Para comprobar si dichas diferencias eran estadísticamente significativas, se estudió el comportamiento de la distribución, así como la existencia de homocedasticidad entre los grupos.
Tabla 2. Prueba de normalidad para la distribución de puntajes del IAT
Shapiro-Wilk | |||
Estadístico | Gl | Sig. | |
IAT | .987 | 20 | .990 |
Con el objetivo de establecer si el comportamiento de la muestra utilizada se asemeja a la de una distribución normal, se utilizó la prueba de normalidad de Shapiro-Wilk. Esta prueba arrojó un resultado de W= .987, p>.005, con un nivel de significación asociado igual a .990, lo cual indica que la diferencia entre la distribución teórica y empírica no es significativa estadísticamente, y que por lo tanto, la muestra utilizada para la investigación se comporta de manera normal.
Tabla 3. Prueba de homogeneidad de la varianza
Instrumento | Estadístico de Levene | Sig. | |
IAT | ‚051 | ‚823 |
Para conocer si existe igualdad de varianzas entre el grupo control y el grupo experimental, se aplicó la prueba de Levene, la cual arrojó una significación de p= .856 >.05. Este resultado comprueba que dichas varianzas son iguales, por lo que existe homocedasticidad entre ambas distribuciones.
Por tanto, conociendo que existe homocedasticidad entre el grupo control y el grupo experimental, y que la muestra observada se ajusta a una distribución normal, se procedió a utilizar la prueba t para muestras relacionadas para verificar si existían diferencias estadísticamente significativas entre dichos grupos de investigación.
Tabla 4. Prueba T de Student para muestras relacionadas
Prueba T para la igualdad de medias | |||
T | Gl | Sig. (bilateral) | |
IAT | ‚636 | 9 | ‚540 |
Una vez aplicada la Prueba T de Student, esta arrojó un valor de t(9)= ‚636, p > .05. Lo anterior deja en evidencia que aunque surgieron diferencias entre las medias del grupo experimental y el grupo control, tales diferencias encontradas no son estadísticamente significativas.
Discusión de resultados
En correspondencia con los resultados encontrados a partir del análisis cuantitativo de los datos que suministró la muestra de participantes, se observa que las diferencias encontradas entre el grupo experimental y el grupo control, no presentan significación estadística. En este sentido, existen una serie de variables importantes a considerar, las cuales además de explicar las posibles causas de la falta de eficacia de la técnica para la intervención del prejuicio implícito hacia las personas sin hogar, ofrecen un nuevo marco de intervención a partir de los diferentes factores encontrados como determinantes a este respecto.
En principio, las actitudes desfavorables hacia las personas sin hogar son un factor que persiste desde hace décadas y que se encuentra fuertemente arraigado en la sociedad. Concretamente, los comportamientos que demuestran prejuicio, como las expresiones de discriminación, han sido visibilizados y reportados por fuentes como el Centro Nacional de Leyes para el Sinhogarismo y la Pobreza (2017), institución que da cuenta de la criminalización de esta problemática incluso en países desarrollados como Estados Unidos, en el que individuos que se enfrentan a esta situación de precariedad son multados por la ley, o llevados a la justicia.
Por su parte, en España se llevó a cabo un estudio a personas sin hogar, en el que fueron entrevistados 339 individuos, con la finalidad de conocer las formas de discriminación llevadas a cabo en su contra, y en cuyos relatos verbales se revelaron experiencias con ciudadanos comunes; tales como sentirse ignorados, recibir miradas desagradables, ser atacados con piedras o fuego mientras duermen, ser víctimas de burlas y bromas (Felipe, 2015).
De tal modo que, es verosímil afirmar que el prejuicio hacia las personas sin hogar es, no solo un elemento marcado en la sociedad, en el que son objeto de repudio en algún punto de su condición, sino que la problemática ha persistido durante décadas en una cantidad importante de países y comunidades (Centro Nacional de Leyes para el Sinhogarismo y la Pobreza, 2017; Felipe, 2015). Este es un factor que permitiría explicar la razón por la cual la toma de perspectiva puede no tener un impacto considerable sobre el prejuicio, ya que tal y como Galinsky & Todd (2014) mencionan, un fuerte arraigo de las actitudes negativas por la sociedad hacia un grupo estigmatizado, puede disminuir la efectividad de la técnica de toma de conciencia debido a que el sesgo persistente dificulta el ejercicio de relacionarse con el otro.
Adicionalmente, dichos autores establecen que las características correspondientes al exogrupo suponen un segundo aspecto o causa que puede incidir en la eficacia de la toma de perspectiva para la reducción del prejuicio implícito. Galinsky & Todd (2014) indican que aquellas característica del grupo estigmatizado que se perciben alta y negativamente estereotipadas por el endogrupo entorpecen la efectividad de la técnica. En el caso de la presente investigación, las imágenes de personas sin hogar mostradas en el IAT reflejaban acciones como dormir en parques o plazas, las cuales paradójicamente no solo podían coincidir sino estimular el estereotipo en torno a este colectivo, y por lo tanto generar resultados contradictorios e insospechados. Como posible solución para este caso, se sugiere emplear imágenes de personas sin hogar para el IAT con un bajo nivel estereotípico, por ejemplo, evitando mostrar a estos individuos en la ejecución de actividades que son rechazadas socialmente, como pedir dinero o dormir en lugares públicos; así como omitir imágenes en las cuales la apariencia de dichas personas sea desaliñada o sucia en exceso.
Por otro lado, la toma de perspectiva supone una técnica que requiere de una gran comprensión de las circunstancias en las que se encuentra un individuo ajeno a la persona, por lo que una duración limitada para esta estrategia puede resultar contraproducente para llevar a cabo tal objetivo. De lo anterior se infiere que un tiempo de duración de cerca de 15 minutos para el empleo de la técnica no permite a los participantes comprender y relacionarse en profundidad con el relato sobre la persona sin hogar; ya que el tiempo delimitado para la duración de la técnica es un factor que influye considerablemente sobre su eficacia.
También, se tiene que la experiencia subjetiva y las sentimientos experimentados por la persona sin hogar (sentimientos de profunda tristeza o sin sentido) comprenden un aspecto importante para obtener los resultados que se esperan de la técnica; y es posible que una mera descripción o énfasis sobre los hechos acontecidos a la persona (la pérdida de la vivienda o del empleo, por ejemplo), poco promuevan una aproximación empática. Galinsky & Todd (2014) afirman que la empatía es uno de los efectos logrados por la técnica y se considera primordial para disminuir las actitudes y consideraciones desfavorables hacia las personas sin hogar. Por tanto, se recomienda que la toma de perspectiva destaque los sentimientos y emociones más que los hechos experimentados por las personas sin hogar.
Otra variable estrechamente relacionada con la anterior es la modalidad en la que se presenta la toma de perspectiva, la cual tiene dos implicaciones relevantes. Por un lado, existen diferencias individuales en cuanto a aquellas modalidades sensoriales que desencadenan o dan lugar a procesos mentales básicos como la atención y emoción, los cuales a posteriori influyen sobre otros más complejos como la reflexión y la empatía; por el otro, dependiendo de la modalidad de presentación del relato a través de la toma de perspectiva, sea audio o video, es posible acentuar más vívidamente la magnitud de las experiencias y sentimientos vividos por la persona sin hogar, perteneciente al grupo estigmatizado. De esta manera, la interacción entre cómo se desempeñan estos procesos mentales básicos y complejos individuales y aquellas modalidades de presentación que puedan contener mayor o menor estimulación (audio, relato escrito o video) harán el proceso de toma de perspectiva más o menos efectivo según sea el caso (Batson & cols., 1997; Galinsky & Todd, 2014). Así, se recomienda la evaluación previa, sobre todo de aquellos procesos mentales complejos como la reflexión, y el empleo de materiales altamente estimulantes como los materiales audivisuales.
A nivel procedimental, se tiene que a pesar del control ejercido sobre la variable de práctica con el IAT, existe la posibilidad de que los participantes requirieran de un entrenamiento aún más prolongado sobre su funcionamiento, debido a la complejidad que el instrumento presenta para ser ejecutado correctamente. Dicho funcionamiento también se ve comprometido como consecuencia de la confusión generada en el bloque incompatible y la fatiga que en general produce atender a las fases del IAT (Hernández, Fernández & Baptista, 2010). Por consiguiente, se recomienda para futuras investigaciones un entrenamiento más persistente y separado en el tiempo para que esto desemboque en la reducción de la fatiga generada por la complejidad del instrumento, a fin de garantizar un desempeño óptimo por parte de los participantes.
Hechas las consideraciones anteriores, futuras investigaciones deben considerar el control de las variables sugeridas como generadoras de efectos adversos para la técnica de toma de perspectiva, tales como la presentación del grupo estigmatizado de forma estereotipada, el tiempo de duración para el empleo de la técnica, el nivel de emocionalidad involucrado en el relato, y la modalidad en la que este sea presentado. En cuanto al procedimiento, se deberá tomar en cuenta aspectos como un entrenamiento prolongado y minucioso para el uso de tests similares al IAT.
Conclusiones
La presente investigación expone que, aunque los resultados obtenidos por el uso de la toma de perspectiva no hayan sido significativos para dar cuenta de la efectividad de la técnica, permiten comprobar que efectivamente, existe en la sociedad un influjo de actitudes negativas inconscientes hacia las personas sin hogar, lo que permite no solo dar espacio a mayores discusiones sobre las causas, en este caso del prejuicio implícito hacia personas sin hogar y en cuanto a estas visiones negativas en general; sino dar lugar a propuestas y medidas que mejoren la calidad de vida de las comunidades y de aquellos que son blanco de prácticas perjudiciales (Centro Nacional de Leyes para el Sinhogarismo y la Pobreza, 2017; Baron & Byrne, 2005).
A la luz de los elementos que se han descrito, se tiene que una primera aproximación al abordaje de la problemática del sinhogarismo debe ser, en los ámbitos social y legal, a través de la incorporación de regulaciones de índole público por parte del Estado, para otorgar mayor apoyo a los ciudadanos con respecto a la adquisición y manutención de una vivienda, bien sea propia o rentada. Dicho aspecto, junto al desempleo, han sido una de las principales causas en muchos países por la cual los individuos se encuentran sin hogar en lapsos variables de tiempo, y debe ser controlado, en cada nación, por los entes gubernamentales a cargo de los servicios de los ciudadanos (Centro Nacional de Leyes para el Sinhogarismo y la Pobreza, 2017).
Además, es necesario establecer lineamientos para la protección de personas sin hogar principalmente por parte de las autoridades estatales y entes públicos, incluyendo intervenciones de carácter psicológico y social similares a la contemplada por la presente investigación, ya que la criminalización de estos individuos y los actos de discriminación, como la destrucción de los campamentos de dicha comunidad suponen un factor determinante para desencadenar el rechazo por parte de la sociedad hacia la agrupación de individuos sin hogar, y además contribuyen al arraigo de visiones peyorativas hacia ellos. Esto dificulta la reducción del prejuicio explícito y, sobre todo, del implícito (Baron & Byrne, 2005; Centro Nacional de Leyes para el Sinhogarismo y la Pobreza, 2017).
Se vislumbra, por medio de la investigación actual, que las estrategias utilizadas para la reducción del prejuicio hacia las personas sin hogar requieren de un abordaje de la problemática del sinhogarismo que tome en cuenta la fuerte y negativa carga estereotípica que presenta este colectivo; considerando apropiado hacer énfasis en su experiencia subjetiva y en los aspectos que le hacen ser parte de la sociedad, y no meramente un miembro de un grupo estigmatizado (Galinsky & Todd, 2014).
Por último, se considera relevante mencionar que las personas sin hogar son individuos comunes que, a raíz de la acumulación de diversas circunstancias que en su gran mayoría son de origen externo a ellos, pierden un espacio propio y seguro. Es importante que en la sociedad se realcen estrategias eficazmente delimitadas y de apoyo hacia las personas en esta situación, así como propuestas gubernamentales para la solución de hechos sociales que llevan a miembros de las poblaciones a quedar desprovistos de cualquier ayuda. Aunque los individuos en situación de sinhogarismo no han experimentado prejuicio directo por parte de todos los miembros de la sociedad, ello no disminuye la importancia y urgencia de normas rigurosas que valoricen la condición humana, y permitan una evolución personal y social de cada individuo.
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