EL PSICOANÁLISIS LACANIANO APLICADO A LA ATENCIÓN A LA SALUD PÚBLICA

Mariela Rodríguez Méndez
Dionisio Zaldívar Pérez 

Facultad de Psicología, Universidad de La Habana.

RESUMEN

El pre­sente artícu­lo pre­tende esbozar la inclusión de psi­coanal­is­tas de ori­entación laca­ni­ana en el Sis­tema Nacional de Salud cubano, que se dis­tingue por su carác­ter públi­co y gra­tu­ito, sin alter­na­ti­vas pri­vadas de aten­ción. La pre­ocu­pación por la efec­tivi­dad, efi­ca­cia y efi­cien­cia, suele ser abor­da­da con la exis­ten­cia de pro­gra­mas, que incluyen resul­ta­dos de med­i­c­i­na basa­da en la evi­den­cia, y el estu­dio de caso en los difer­entes equipos de salud. En ese con­tex­to, apos­tar a un suje­to éti­co, del incon­sciente, con su sin­gu­lar modo de goce; a par­tir del deseo del anal­ista; con­sti­tuye un modo de aplicar el psi­coanáli­sis de ori­entación laca­ni­ana a la ter­apéu­ti­ca en el ámbito de la insti­tu­ción que se ocu­pa del com­ple­jo pro­ce­so salud-enfer­medad. La con­struc­ción, pre­sentación y dis­cusión del caso clíni­co en el tra­ba­jo de equipo, con­sti­tuye el modo de demostrar la efi­ca­cia del psicoanálisis.

Pal­abras claves: Psi­coanáli­sis apli­ca­do, sis­tema nacional de salud, efi­ca­cia, caso clínico

ABSTRACT

This arti­cle aims to out­line the inclu­sion of psy­cho­an­a­lysts with a Lacan­ian ori­en­ta­tion in the Cuban Nation­al Health Sys­tem, which is pub­lic and free, with­out pri­vate alter­na­tives of care. Effec­tive­ness, effi­ca­cy and effi­cien­cy is usu­al­ly improv­ing with the exis­tence of health pro­grams, which include evi­dence-based med­i­cine results, and the case study in the dif­fer­ent health teams. In this con­text, the psy­cho­an­a­lysts bet on an eth­i­cal sub­ject, of the uncon­scious, with its sin­gu­lar mode of enjoy­ment; start­ing from the desire of the ana­lyst. It con­sti­tutes a way of apply­ing Lacan­ian-ori­ent­ed psy­cho­analy­sis to the ther­a­py and the insti­tu­tion that deals with the com­plex health-dis­ease process. The con­struc­tion, pre­sen­ta­tion and dis­cus­sion of the clin­i­cal case in team­work con­sti­tutes the way to demon­strate the effi­ca­cy of psychoanalysis

Key­words: Applied psy­cho­analy­sis, nation­al health sys­tem, effi­ca­cy, clin­i­cal case

Introducción

Des­de 1959 en Cuba, con un pro­ce­so de pro­fun­das trans­for­ma­ciones sociales, económi­cas y políti­cas, se estable­cen como balu­artes el carác­ter públi­co y gra­tu­ito de la edu­cación y la salud. El sis­tema de salud enfa­ti­za el carác­ter pre­ven­ti­vo, artic­u­la­do a la aten­ción secun­daria y terciaria.

En con­se­cuen­cia, se cre­an poli­clíni­cas en las comu­nidades, se con­struyen hos­pi­tales e insti­tu­tos que se encar­garán de la aten­ción pri­maria, secun­daria y ter­cia­ria respec­ti­va­mente. En cada una de ellas se atiende al paciente con los recur­sos que requiera, has­ta que sea nece­sario. La decisión de ini­ciar y con­cluir un tratamien­to, depende del cri­te­rio pro­fe­sion­al, ade­cua­do a las pecu­liari­dades de la insti­tu­ción. No existe una aten­ción a la salud pri­va­da. Es el esta­do, el úni­co garante de la aten­ción. Son los pro­gra­mas de salud, los que ori­en­tan el pro­ced­er de los pro­fe­sion­ales (INFOMED. Cen­tro Nacional de Infor­ma­ción de Cien­cias Médi­cas, 2020).

Con el cam­bio del pro­ce­so social en 1959, emi­gran muchos de los pro­fe­sion­ales de la salud, y son pocos los psi­coanal­is­tas que quedaron en la asis­ten­cia públi­ca. Las uni­ver­si­dades, reconocían el lugar del psi­coanáli­sis, entre otras grandes alter­na­ti­vas de psi­coter­apias. El esfuer­zo esta­ba en la inte­gración para una clíni­ca autóc­tona; no se enfa­tizó la for­ma­ción en ningu­na escuela de psi­coter­apia exis­tente. Qued­a­ba para el pro­fe­sion­al la elec­ción de una u otra en su for­ma­ción post­grad­u­a­da. Muchos rela­tan su for­ma­ción con algún psi­coanal­ista que decidió espon­tánea­mente hac­er­lo, fuera de una legit­i­mación insti­tu­cional. No es secre­to el interés del psi­coanal­ista por exten­der fuera del con­sul­to­rio, su saber hacer.

El movimien­to des­de el psi­coanáli­sis hacia las cien­cias de lo social denom­i­na­do psi­coanáli­sis apli­ca­do se encuen­tra pre­sente ya en la obra psi­coanalíti­ca tem­prana, lo cual ter­mi­naría encon­tran­do un soporte insti­tu­cional en 1912 a través de la pub­li­cación de la revista Ima­go, bajo la direc­ción de Hans Sachs y Otto Rank (Messi­na, 2015, p. 449).

Des­de 1989, se for­man psi­coanal­is­tas en Cuba. En los ’90 se con­sti­tuyó el Grupo de Estu­dios Psi­coanalíti­cos de La Habana, aso­ci­a­do a la Escuela del Cam­po Freudi­ano de Cara­cas; que, en el 2002, pasa a pertenecer a la Nue­va Escuela Laca­ni­ana (NEL) y Aso­ciación Mundi­al de Psi­coanáli­sis (AMP).

Hoy, en La Habana, existe una del­e­gación de dicha escuela. En el 2005 se crea la Sec­ción de Psi­coanáli­sis Laca­ni­ano en la Sociedad Cubana de Psi­cología. (Laje Valle­jo & Bede­via San­toyo, 2017).

En el 2018 se fir­mó un Mem­o­rán­dum de entendimien­to para la coop­eración entre la Nue­va Escuela Laca­ni­ana, y la Sociedad Cubana de Psi­cología que establece el inter­cam­bio sostenido entre ambas instituciones.

Se puede obser­var que hace más de trein­ta años exis­ten pro­fe­sion­ales for­ma­dos por el esta­do cubano en el Sis­tema Nacional de Salud (SNS), que con­tribuyen, des­de el psi­coanáli­sis de ori­entación lacaniana.

El psi­coanáli­sis, al decir de Bau­di­ni (2017) amar­ra la exis­ten­cia de cada uno de aque­l­los a los que dedicamos nue­stro tra­ba­jo. Al tiem­po que hace lazos con otros, ya que lo más sin­gu­lar de cada uno es hac­er lazos.

El acceso público al psicoanalista de orientación lacaniana

Accede el públi­co gen­er­al a un anal­ista en el sis­tema de salud por derivación, trans­fer­en­cia y, sobre todo, por el deseo del anal­ista que, ocu­pan­do un rol insti­tu­cional como psicól­o­go o psiquia­tra, hace exi­s­tir al psi­coanáli­sis en el seno de este rol.

En oca­siones, el paciente es deriva­do y se encuen­tra con este pro­fe­sion­al, que opera con el deseo del anal­ista. Otras veces, suponién­dole un saber al psi­coanáli­sis o al anal­ista en cuestión, se puede solic­i­tar aten­ción y el anal­ista podrá escuchar la deman­da en el mar­co institucional.

La insti­tu­ción por su parte, tiene acce­so al psi­coanal­ista de ori­entación laca­ni­ana porque el psicól­o­go o el psiquia­tra en nue­stro con­tex­to, se inser­ta en dichas insti­tu­ciones, a par­tir de su for­ma­ción uni­ver­si­taria. En un pro­ce­so pre­vio de captación pro­fe­sion­al, la insti­tu­ción tam­bién puede definir qué tipo de pro­fe­sion­al espera y si pre­fiere alguno con for­ma­ción analítica.

El anal­ista laca­ni­ano se ori­en­ta por los prin­ci­p­ios de su prác­ti­ca que es esen­cial­mente éti­ca (Lau­rent É. , Prin­ci­p­ios rec­tores del acto analíti­co, 2018; Miller J.-A. , 1999). Se inser­ta en estas insti­tu­ciones y su acto puede redun­dar en logro de obje­tivos de dichos pro­gra­mas; sin respon­der a los ide­ales de la época, exi­gir vol­un­tad, adaptación social, o aplas­tar el sin­gu­lar modo de goce del suje­to (Lau­rent É. , Los dos pliegues del sín­toma y la insti­tu­ción, 2019).

En la insti­tu­ción, el psi­coanáli­sis apli­ca­do, se sostiene gra­cias al deseo del anal­ista quien abre un espa­cio inusi­ta­do para el despliegue de la pal­abra en pos de elab­o­rar un saber nue­vo y pro­ducir una rec­ti­fi­cación (Cár­de­nas, 2004).

Se opera apun­tan­do a esa sat­is­fac­ción que se esconde en el sufrim­ien­to que aque­ja, para dar lugar a un deseo sin­gu­lar; que, según cada caso, uno por uno, podría redun­dar en pre­ven­ción, curación o rehabilitación.

Se asume que, en cualquier momen­to históri­co y con­tex­to social retor­na en for­ma de sín­toma aque­l­lo imposi­ble de adap­tar a la nor­ma, que habi­ta en cada ser hablante. Es ese sín­toma el que ori­en­ta al psi­coanal­ista, quien a difer­en­cia de la biopolíti­ca actu­al de los DSM y los estu­dios basa­dos en la evi­den­cia, no lo reduce a un trastorno o des­or­den (Bela­ga, 2014).

Per­mi­tir un encuen­tro con el anal­ista en la insti­tu­ción, requiere que este se pue­da sep­a­rar de las deman­das insti­tu­cionales. El lugar del anal­ista en una insti­tu­ción debe sus­pender los saberes pre­vios y dejarse sor­pren­der por la enseñan­za de los saberes efec­tivos, útiles para su prác­ti­ca, a par­tir de la expe­ri­en­cia mis­ma, ori­en­ta­da siem­pre por la éti­ca y los prin­ci­p­ios políti­cos del psi­coanáli­sis. Ello requiere cier­to con­sen­timien­to recípro­co y el deseo del anal­ista para hac­er con­fluir el saber con lo inédi­to. (Cár­de­nas, 2004)

Des­de la ori­entación laca­ni­ana, se con­cibe esta prác­ti­ca como psi­coanáli­sis apli­ca­do a la ter­apéu­ti­ca en la insti­tu­ción. A par­tir de la primera sesión, el anal­ista opera con la políti­ca del fin de análi­sis, la trans­fer­en­cia como estrate­gia y la inter­pretación como tác­ti­ca. (Lacan, La direc­ción de la cura y los prin­ci­p­ios de su poder, 1971) Y cada cual ter­mi­na la expe­ri­en­cia cuan­do sea sufi­cien­te­mente bue­na, sien­do usu­al que no se llegue a la for­ma­ción de un anal­ista en fin de análi­sis como suele suced­er en el psi­coanáli­sis puro (Bela­ga, 2014).

Se bus­ca incidir en la economía de goce, por medio del decir en el dis­pos­i­ti­vo. Inclu­so en los casos que no van más allá de un momen­to pre­lim­i­nar, se alo­ja al suje­to, se intro­duce una escan­sión, un tiem­po de local­ización y com­pren­sión de lo que aqueja.

La primera entre­vista, tiene los mis­mos obje­tivos que cualquier pro­ce­so pre­lim­i­nar: donde se bus­ca una trans­for­ma­ción éti­ca de la deman­da, que con­siste en indicar al suje­to la parte que él tiene en la fab­ri­cación y preser­vación de las condi­ciones de su sufrim­ien­to y pos­te­ri­or­mente, prop­i­ciar la aper­tu­ra del suje­to a una pre­gun­ta sobre la causa de su sufrir que movil­ice una ver­dadera y propia inda­gación heurís­ti­ca de su ver­dad, has­ta dar lugar a las trans­for­ma­ciones sub­je­ti­vas que impli­can arreglárse­las de otro modo con lo real de su goce. En este sen­ti­do debe priv­i­le­gia­rse la ver­dad de la causa sobre la supre­sión del sufrim­ien­to sin­tomáti­co. Podría requerirse pre­vi­a­mente una rec­ti­fi­cación del Otro que espera el deman­dante en la insti­tu­ción, durante el pro­ce­so ini­cial de acogi­da. Alo­jar, sosten­er, escuchar al suje­to en este momen­to pre­lim­i­nar puede for­mar parte de esa rec­ti­fi­cación del Otro. (Recal­cati, 2004).

De este modo, la población gen­er­al y la insti­tu­ción tam­bién puede ten­er acce­so al psi­coanal­ista en el seno de sus equipos de tra­ba­jo. Se inser­ta el psi­coanal­ista laca­ni­ano en los equipos de tra­ba­jo, que atien­den el sufrim­ien­to psíquico, enfer­medades cróni­cas no trans­mis­i­bles y las trans­mis­i­bles, en los difer­entes nive­les de aten­ción del sis­tema de salud.

La formación del analista

Los anal­is­tas miem­bros de la NEL en con­jun­to con la Sec­ción de Psi­coanáli­sis Laca­ni­ano de la Sociedad Cubana de Psi­cología, ofre­cen espa­cios de for­ma­ción epistémi­ca, clíni­ca y políti­ca. Real­izan cur­sos y sem­i­nar­ios durante el año, de carác­ter nacional e inter­na­cional; tam­bién aco­gen en análi­sis y super­visión o con­trol a quienes eli­gen for­marse como analistas.

En la Uni­ver­si­dad de La Habana, no hay asig­nat­uras neta­mente psi­coanalíti­cas, pero sí se intro­duce el psi­coanáli­sis. Se ha per­mi­ti­do la imple­mentación de cur­sos de post­gra­dos psi­coanalíti­cos en la Fac­ul­tad de Psicología.

Este tra­ba­jo de exten­sión del psi­coanáli­sis y la pres­en­cia de los anal­is­tas en la ciu­dad, per­mite que se acerquen intere­sa­dos para la for­ma­ción en psi­coanáli­sis. Son los miem­bros de la NEL en La Habana, quienes se encar­gan de las entre­vis­tas de admisión de quienes quier­an devenir aso­ci­a­dos a la NEL-Del­e­gación La Habana.

Este pro­ce­so de for­ma­ción ha sido posi­ble gra­cias a la apues­ta deci­di­da del Cam­po Freudi­ano, la Aso­ciación Mundi­al de Psi­coanáli­sis y La Escuela Una, donde se inser­ta la NEL. (Nue­va Escuela Laca­ni­ana, 2018)

La evidencia del psicoanálisis: su impacto en nuestro contexto

El psi­coanal­ista laca­ni­ano, da mues­tra de su efi­ca­cia en el tra­ba­jo sostenido, jun­to a otros pro­fe­sion­ales de los difer­entes equipos insti­tu­cionales. La trans­misión for­mal­iza­da de su expe­ri­en­cia en los equipos de tra­ba­jo mul­ti­dis­ci­pli­nar­ios, jor­nadas y even­tos cien­tí­fi­cos son mod­os posi­bles de hac­er exi­s­tir el psi­coanáli­sis en las insti­tu­ciones. Estas aco­gen al pro­fe­sion­al, respetan­do su ori­entación epistémi­ca, siem­pre que dé cuen­ta de los resul­ta­dos de su práctica.

Al inte­ri­or de la Escuela de Lacan, el anal­ista ha de dar prue­bas de su acto. Al mis­mo tiem­po, cuen­ta con los espa­cios para sub­je­ti­var sus difi­cul­tades y for­marse en la con­struc­ción de caso. En con­so­nan­cia, no hay anal­ista laca­ni­ano, sin la prác­ti­ca del con­trol o super­visión para analizar los impass­es o resisten­cias de los análi­sis que con­duce. Asimis­mo, el análi­sis per­son­al del prac­ti­cante, en el mar­co de la Escuela laca­ni­ana, apun­ta a la emer­gen­cia del deseo del anal­ista, adver­tido de sus mod­os de goce y solu­ciones fan­tas­máti­cas que no deben inter­ferir en su prác­ti­ca (Nue­va Escuela Laca­ni­ana, 2018).

En el psi­coanáli­sis se opta por la tradi­ción de la con­struc­ción del caso por parte del anal­ista para rendir cuen­ta de su acto. Además, existe el “tes­ti­mo­nio del pase”, que es una prop­ues­ta de Lacan en su Escuela, para que quienes hayan con­clu­i­do la expe­ri­en­cia, for­mal­i­cen y demuestren los efec­tos de ella misma.

El psi­coanáli­sis cuen­ta con una lóg­i­ca, sus­cep­ti­ble de ser trans­mi­ti­da, en tan­to el caso con­stru­i­do puede demostrar las trans­for­ma­ciones sub­je­ti­vas del anal­izante, a par­tir de las inter­preta­ciones bajo trans­fer­en­cia, en pos de un nue­vo arreg­lo con la sin­gu­lar­i­dad de su goce (Miller J.A. , 2011).

Es fun­ción de la con­struc­ción del caso, per­mi­tir rein­ven­tar el psi­coanáli­sis tan­to como sea nece­sario para estar a la altura de la sub­je­tivi­dad de la época. Des­de esta per­spec­ti­va, “No hay clíni­ca sin epis­te­mología, es uno de los ros­tros de la éti­ca del psi­coanáli­sis. La causa freudi­ana es la causa de la for­mal­ización del saber con­tra el par­tido de lo inefa­ble, de lo indeci­ble”. (Brousse, 2003, pág. 66)

Nue­stro sis­tema de salud, hace de la clíni­ca tradi­cional y la respon­s­abil­i­dad pro­fe­sion­al un balu­arte. La tradi­ción del tra­ba­jo mul­ti­dis­ci­pli­nario y la dis­cusión del caso clíni­co en la insti­tu­ción con­sti­tuye un modo de velar por la efec­tivi­dad, la efi­ca­cia, la efi­cien­cia. La ori­entación psi­coanalíti­ca se adecúa a esta con­cep­ción de tra­ba­jo. Así, en la medi­da que los anal­is­tas apren­den de los otros dis­cur­sos, ponen el suyo a cir­cu­lar, para rescatar lo más sin­gu­lar de la sat­is­fac­ción posi­ble de quienes acu­d­en a nues­tras instituciones.

Se logran en Cuba ele­va­dos nive­les de salud a niv­el pobla­cional, a pesar de las difí­ciles cir­cun­stan­cias económi­cas de nues­tra sociedad. Intere­sa, la asun­ción de los mejores resul­ta­dos posi­bles para incluir­los en los difer­entes pro­gra­mas de salud, que reg­u­lan la activi­dad en los difer­entes nive­les del sis­tema. Pero la tec­nología, la far­ma­céu­ti­ca lucra­ti­va no coman­dan. Nada obliga a seguir el pro­gra­ma por enci­ma de las par­tic­u­lar­i­dades del caso. Decide el pro­fe­sion­al respon­s­able de sus actos.

Sin embar­go, cuan­do nue­stros pro­gra­mas aspi­ran a una salud para todos, tam­bién pueden descono­cer el lugar de ese goce irre­ductible y de su retorno en for­ma de sín­tomas. Es ahí, cuan­do la inter­ven­ción del psi­coanal­ista puede ir al encuen­tro con lo sin­gu­lar, imposi­ble de recoger en la lóg­i­ca de salud “para todos” de cualquier pro­gra­ma o protocolo.

Así suele suced­er, por ejem­p­lo, en uno de los pro­gra­mas que mejor fun­ciona en nue­stro con­tex­to: el Pro­gra­ma de Aten­ción Mater­no Infan­til, que vela con esmero por la salud de la mujer embaraza­da. Ante ries­gos para la madre y el bebé, sug­iere el ingre­so en “hog­a­res mater­nos” que son insti­tu­ciones creadas para su aten­ción en la comu­nidad. No son pocas las ges­tantes que se nie­gan, gen­erán­dose ten­siones con el equipo de salud. En el encuen­tro con el psi­coanal­ista, la embaraza­da no es per­sua­di­da, sug­es­tion­a­da, exigi­da. El anal­ista, inten­ta prop­i­ciar un espa­cio al decir del suje­to que le per­mi­ta sub­je­ti­var su posi­ción respec­to al embara­zo, su ries­go y al Otro que puede rep­re­sen­tar el equipo de salud. Se da lugar, siem­pre que es posi­ble, a la inven­ción de alter­na­ti­vas viables para la ges­tante, acorde a la sin­gu­lar­i­dad de su modo de goce. Esta pos­tu­ra, impli­ca asumir ries­gos y hac­erse respon­s­able de las con­se­cuen­cias de este acto ante la insti­tu­ción. Este modo de bor­dear lo real, ha dado lugar al cumplim­ien­to de los obje­tivos de este pro­gra­ma como otros tan­tos. (Bernia & Rodríguez, 2017).

Deriva­ciones de casos aten­di­dos por múlti­ples pro­gra­mas de salud lle­gan a la con­sul­ta del psi­coanal­ista prac­ti­cante en la insti­tu­ción. Así una ten­sión arte­r­i­al ele­va­da que no dis­min­uye con el tratamien­to médi­co, puede dar lugar a la pre­gun­ta por la “ten­sión”. Ello per­mite el desplaza­mien­to del dis­cur­so hacia un con­stante “hac­er lo que me toca”. Ante la pun­tuación de la anal­ista de ese “lo que toca” se hace ref­er­en­cia a cuida­dos de la madre enfer­ma. Es la madre que, como mujer, eligió al mari­do que “toca­ba” a la niña cuan­do enfer­ma­ba, en una “cura” mís­ti­ca que sug­ería la madre. Quedarse con “lo que toca” deviene un sín­toma, cuya ver­dad se comien­za a elu­cubrar en el encuen­tro con el anal­ista. Localizar ese modo de goce, elab­o­rar el saber incon­sciente alrede­dor del enig­ma que rep­re­sen­tó quedarse en ese lugar, tuvo inci­den­cia en su economía de goce. Pudo sep­a­rarse de la deman­da de esa madre y de su goce de quedar estra­ga­da en “lo que toca”. Logró así, cuidar de otro modo, dan­do lugar a un modo de amar y tocar, sin ten­sión arte­r­i­al ele­va­da. Vale destacar, que se con­tin­uó la expe­ri­en­cia, mucho más allá del aliv­io sin­tomáti­co que acon­te­ció en las primeras sesiones.

Encuen­tros sim­i­lares acon­te­cen en casos aten­di­dos en niv­el ter­cia­rio, donde se bus­ca reha­bil­itación o tratamien­to de enfer­medades de ries­go para la vida como puede ser el VIH/SIDA. Se reciben casos como el que relatare­mos, donde el diag­nós­ti­co no expli­ca la mul­ti­pli­ci­dad de sín­tomas orgáni­cos, que lle­van al médi­co a efec­tu­ar la derivación. Al dar lugar a la pal­abra, se puede iden­ti­ficar la defen­sa con­movi­da al saberse seropos­i­ti­va. El des­en­ca­de­namien­to de la angus­tia al recibir el diag­nós­ti­co actúa como una señal de lo real, incom­pat­i­ble con el fan­tas­ma de mujer cor­rec­ta, difer­ente a las otras de su famil­ia. Su fan­tas­ma se desvanece ante lo real del diag­nós­ti­co que ella inter­pre­ta como prue­ba de su com­por­tamien­to erra­do. Que­da despro­te­gi­da, impo­tente y ubi­ca­da en su posi­ción de obje­to de goce para el Otro. Has­ta el momen­to tenía un modo de goce soportable en la medi­da que se inventa­ba una for­ma de actu­ar “cor­rec­ta” que le per­mi­tiese sopor­tar “ser hija del engaño” a aquel padras­tro-padre mal­trata­dor y mal­trata­do a quien ella ama y sostiene. Lo ante­ri­or podría explicar que luego de algu­nas sesiones, comience a retomar el tema del “modo de actu­ar cor­rec­to” aho­ra frente a la enfer­medad, restau­ran­do de otra man­era el velo fan­tas­máti­co, defen­sa que funciona.

Las recaí­das, el fra­ca­so en la remisión esper­a­da de los sín­tomas, los aban­donos, podrían ten­er en su base, una sat­is­fac­ción sin­tomáti­ca, no recono­ci­da por el suje­to. De ahí que nos parez­ca sig­ni­fica­ti­vo destacar la per­ti­nen­cia del des­cubrim­ien­to freudi­ano de la pul­sión (goce para Lacan), y su tratamien­to analíti­co para abor­dar esas dificultades.

La clíni­ca actu­al con suje­tos tox­i­có­manos, los trastornos ali­men­ta­r­ios, las dis­tin­tas man­eras de vivir la vio­len­cia, etc., pueden ben­e­fi­cia­rse de esta premisa de sat­is­fac­ción pul­sion­al desta­ca­da por Freud. El con­cep­to de pul­sión, expli­cará la repeti­ción propia del sufrim­ien­to, más allá de lo que se creería cor­rec­to, deseable o pro­pio de uno mismo.

Los casos aso­ci­a­dos a prob­lemáti­cas de salud y otros que acu­d­en aque­ja­dos por un sufrim­ien­to des­bor­dante y enig­máti­co, son trata­dos por el anal­ista prac­ti­cante en las insti­tu­ciones de salud cubanas. Se mues­tra cómo es posi­ble la inser­ción en los difer­entes nive­les del sis­tema de salud y con­tribuir a los obje­tivos fun­da­men­tales, aten­tos a la sin­gu­lar­i­dad de cada caso, encon­tran­do en lo real del goce de sín­toma una brúju­la más que un intru­so expulsable. (Laje Valle­jo & Bede­via San­toyo, 2017). El anal­ista apun­ta a la exis­ten­cia de un suje­to éti­co, capaz de hablar y asumir una respon­s­abil­i­dad sub­je­ti­va ante su padecer.

Es, además, parte de la éti­ca de tra­ba­jo del anal­ista en la insti­tu­ción, sosten­er un diál­o­go con otros cole­gas, sin resi­s­tirse a la eval­u­ación, siem­pre que esta no vaya con­tra la éti­ca de la prác­ti­ca analíti­ca en sí mis­ma como es el caso de los estu­dios exper­i­men­tales y otros ani­ma­dos por la lóg­i­ca positivista.

¿Por qué no someterse a metodología de la Medicina Basada en la Evidencia?

Como hemos vis­to ante­ri­or­mente, el psi­coanáli­sis con­tem­pla la demostración de su acto en su prác­ti­ca cotid­i­ana. Es parte de la for­ma­ción del anal­ista, de la exis­ten­cia del psi­coanáli­sis en la época y de su rein­ven­ción según los cam­bios de la sub­je­tivi­dad. Sin embar­go, las prue­bas que puede dar el anal­ista no son sus­cep­ti­bles a la gen­er­al­ización que se espera del méto­do para hac­er de él un pro­to­co­lo tec­nológi­co, cuya repli­cación garan­tice la eficacia.

La psi­cología basa­da en la evi­den­cia es un mod­e­lo teóri­co que asume el méto­do cien­tí­fi­co de otras dis­ci­plinas que han sido capaces de demostrar empíri­ca­mente sus pre­supuestos a través del con­trol exper­i­men­tal. Su ref­er­en­cia ini­cial ha sido la med­i­c­i­na y la metodología uti­liza­da en los estu­dios clíni­cos con fár­ma­cos, y su may­or lim­itación las enormes fuentes de vari­abil­i­dad que tiene la psi­cología al tra­ba­jar direc­ta­mente con el com­por­tamien­to de las per­sonas (Mori­ana, 2011, p. 81).

En el ter­reno de las cien­cias “psi” (psi­cología, psiquia­tría, psi­cope­d­a­gogía) en los difer­entes nive­les de aten­ción de salud, no ha sido posi­ble la apli­cación de los mod­e­los de evi­den­cia al niv­el esper­a­do. A pesar de sus inten­ciones de ganar en com­pe­ten­cias clíni­cas que mejoren el tratamien­to del suje­to que sufre, sue­len excluir del pro­ce­so las vari­ables sub­je­ti­vas propias de la relación de ayu­da. En su esfuer­zo pos­i­tivista, pareciera ser el méto­do más que la ter­apia en sí, la clave de las evi­den­cias. A pesar de las críti­cas recibidas por las difi­cul­tades de aplicar dichos resul­ta­dos a las diver­sas situa­ciones clíni­cas, “menos puras” que las de este tipo de estu­dios, se sigue apelando al méto­do pos­i­tivista. (Cuevas Coro­na, Talallero, Vil­lare­al, & Ayala, 2017; Pene­do Gar­cia & Loren­zo Ruiz, 2018)

No es casu­al que sea la psi­cología cog­ni­ti­va (en sus difer­entes modal­i­dades) la opción más aval­a­da en detri­men­to de otras como el psi­coanáli­sis que no se ajus­ta a esta lóg­i­ca de tratamien­to, ni de eval­u­ación de su prác­ti­ca, si bien da cuen­ta de sus resul­ta­dos de otro modo.

Debe prestarse aten­ción al hecho de que otras ter­apias no cog­ni­tivis­tas no hayan podi­do “demostrar” su efi­ca­cia, aunque como el psi­coanáli­sis, tra­ba­jen con el suje­to que sufre. (Cabel­lo, 2004; Terán Camare­na, Flo­res Gutiér­rez, & González Olvera, 2015; Pene­do Gar­cia & Loren­zo Ruiz, 2018)

Fras­es como la sigu­iente hacen pare­cer al pro­fe­sion­al un tec­nócra­ta y en cor­re­spon­den­cia, se igno­ra la sin­gu­lar­i­dad del caso a favor de cen­trarse en el sín­toma y el tratamien­to aval­a­do. “No olvidemos que los psicól­o­gos clíni­cos y los san­i­tar­ios no decidi­mos qué tratamien­to aplicar a nue­stros pacientes, de eso ya se ocu­pan los espe­cial­is­tas” (Gar­cía Moril­la, 2017). Para muchos pro­fe­sion­ales, se tra­ta de asumir lo pre­scrito como ley, aunque no sea ese el espíritu gen­uino de la pre­ocu­pación por ofer­tar el mejor ser­vi­cio al que lo solici­ta. Para el psi­coanáli­sis es una cuestión éti­ca asumir la respon­s­abil­i­dad por el acto analíti­co y sus consecuencias.

Las gen­er­al­iza­ciones, las series estadís­ti­cas, la pro­to­col­ización impli­can para el psi­coanáli­sis “imi­tar a la cien­cia fuera de su dominio” lo cual con­duciría a decir de Lau­rent a la par­o­dia. (Lau­rent E. , 2009, p. 12)

Un caso y un tes­ti­mo­nio tienen como meta máx­i­ma, nom­i­nar la sin­gu­lar­i­dad del sín­toma, extraí­da a par­tir de la expe­ri­en­cia analíti­ca. (Lau­rent E. , 2009) Al hac­er del psi­coanáli­sis un exper­i­men­to, un pro­to­co­lo, un estu­dio estadís­ti­co replic­a­ble, se aban­dona la éti­ca que dis­tingue un dis­pos­i­ti­vo que se ajus­ta a la sin­gu­lar­i­dad de cada uno. Es inad­mis­i­ble pre­tender bor­rar lo sin­gu­lar de la prax­is o sus reportes, para destacar solo lo que hace parte de la serie universal.

Por otra parte, el anal­ista espera la instau­ración de la trans­fer­en­cia donde se man­i­fi­es­ta el ter­cero a niv­el del incon­sciente. Sin esta, no comien­za la expe­ri­en­cia analítica.

El lazo de la trans­fer­en­cia supone un lugar, el “lugar del Otro”, como dice Lacan, que no está reg­u­la­do por ningún otro par­tic­u­lar. Este lugar es aquel donde el incon­sciente puede man­i­fes­tarse en el decir con la may­or lib­er­tad y, por lo tan­to, donde apare­cen los engaños y las difi­cul­tades. Es tam­bién el lugar donde las fig­uras de la pare­ja del fan­tas­ma pueden desple­garse por medio de los más com­ple­jos jue­gos de espe­jos. Por ello, la sesión analíti­ca no sopor­ta ni un ter­cero, ni su mira­da des­de el exte­ri­or del pro­ce­so mis­mo que está en juego (Lau­rent É. 2018).

En vir­tud de lo ante­ri­or, se excluye, cualquier ter­cero eval­u­ador, den­tro o gra­ban­do las sesiones, cuya autori­dad solo se afir­ma por fuera de lo que está en juego entre el anal­izante, el anal­ista y el incon­sciente. Recordemos que la trans­fer­en­cia for­ma parte de la estrate­gia que ha de desple­garse para ori­en­tar la inter­pretación del anal­ista, en fun­ción del fin de análi­sis (Lacan, La direc­ción de la cura y los prin­ci­p­ios de su poder, 1971).

La posi­bil­i­dad de tra­ba­jar inser­ta­dos en equipos de salud, con­ll­e­va respetar en estos, las condi­ciones de exis­ten­cia del dis­cur­so analíti­co. Por eso no es una opción para el psi­coanáli­sis la exper­i­mentación, el sac­ri­fi­cio de la sin­gu­lar­i­dad de la expe­ri­en­cia, ni la apari­ción de ter­ceros eval­u­adores en el dis­pos­i­ti­vo analíti­co. Tam­poco es admis­i­ble el empleo de méto­dos per­sua­sivos, educa­tivos o sug­es­tivos para adap­tar al suje­to a ide­ales de la época, ni siquiera en defen­sa de su salud. Los sín­tomas no son reducibles a trastornos por erradicar. Es otro el recor­ri­do posi­ble en la expe­ri­en­cia analíti­ca, para encon­trar arreg­los viv­i­f­i­cantes con el sin­gu­lar modo de goce que trami­ta­mos a par­tir de nue­stros síntomas.

… este penar de más es la úni­ca jus­ti­fi­cación de nues­tra inter­ven­ción … los anal­is­tas nos mete­mos en el asun­to en la medi­da en que creemos que hay otras vías … nos refe­r­i­mos a la pul­sión jus­ta­mente porque el esta­do de sat­is­fac­ción se ha de rec­ti­ficar a niv­el de la pul­sión (Lacan, 1992, p. 170)

No quisiéramos con­cluir sin destacar que en la aceptación de una u otra prop­ues­ta “cien­tí­fi­ca”, inter­vienen de man­era direc­ta ele­men­tos y/o fac­tores soci­ológi­cos de autori­dad, con­sen­so, intere­ses, cor­po­ra­tivos, etc. (Bloor, 1981). Las inves­ti­ga­ciones etno­grá­fi­cas y estu­dios de lab­o­ra­to­rio abor­dan la cien­cia como prác­ti­ca y cul­tura de los cien­tí­fi­cos den­tro del lab­o­ra­to­rio, en sus rela­ciones con las insti­tu­ciones patroci­nantes; elab­o­ran­do estrate­gias, forzan­do a la nat­u­raleza a ajus­tarse a sus hipóte­sis. De man­era que, la cien­cia tam­bién deja de abor­darse como pro­duc­ción exclu­si­va de conocimien­to ver­dadero. Los aportes de la soci­ología de la cien­cia son de sumo val­or, porque nos ayu­dan a com­pren­der cómo la validez del pro­duc­to cien­tí­fi­co puede medirse por cri­te­rios ajenos a los racionales que se les pre­supo­nen. Las leyes del mer­ca­do, en la época actu­al pueden ser las que rigen el pro­ce­so (Rosa, 2008).

Conclusiones

La pres­en­cia del psi­coanáli­sis laca­ni­anano, donde la aten­ción a la salud es siem­pre públi­ca y gra­tui­ta, da cuen­ta de las posi­bil­i­dades que se abren a una prác­ti­ca efec­ti­va, efi­caz y efi­ciente cuan­do se con­siente al lazo de tra­ba­jo entre pro­fe­sion­ales, nive­les de aten­ción, discursos.

Nos enseña tam­bién que se pueden gener­ar resul­ta­dos efi­caces y efi­cientes, ori­en­tán­donos por la sin­gu­lar­i­dad del caso clíni­co y adver­tidos de que el suje­to aten­di­do en el sis­tema de salud es tam­bién un suje­to éti­co. Par­tic­i­pa de sus deci­siones respec­to a su salud, su modo de vivir y morir de una man­era sin­gu­lar que a veces le es aje­na, extraña, inconsciente.

El psi­coanáli­sis apli­ca­do en las insti­tu­ciones de salud en nue­stro con­tex­to, ha con­tribui­do a la inclusión de la sub­je­tivi­dad, en las deci­siones tomadas por los equipos de salud en los difer­entes nive­les de atención.

Los pro­gra­mas de salud y los pro­to­co­los apun­tan a una lóg­i­ca colec­ti­va para todos, que difi­cul­taría su efec­tivi­dad, efi­ca­cia y efi­cien­cia si bor­ra la posi­bil­i­dad de ori­en­tar las acciones pro­fe­sion­ales por la sin­gu­lar­i­dad del caso. Esto últi­mo, requiere dar lugar a la inven­ción (de lo que no está pre­scrito), por parte de los equipos pro­fe­sion­ales y los suje­tos en cuestión.

Otros espa­cios serán requeri­dos para reflex­ionar sobre las posi­bil­i­dades de un psi­coanáli­sis puro en nue­stro contexto.

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