Manuel Calviño
Facultad de Psicología, Universidad de La Habana
Resumen
El presente escrito contiene las Palabras de elogio del profesor Manuel Calviño, en el acto de entrega del título de Doctor Honoris Causa en ciencias sociales y humanidades a Silvio Rodríguez Domínguez.
Palabras clave: Silvio Rodríguez Domínguez, cantautor, músico
Abstract
This document contains the words of praise from Professor Manuel Calviño, in the act of awarding the title of Doctor Honoris Causa in social sciences and humanities to Silvio Rodríguez Domínguez.
Keywords: Silvio Rodríguez Domínguez, singer-songwriter, musician
Para Silvio,
a quien las ciencias sociales y las humanidades cubanas
le agradecen ser parte consustancial de ellas.
Cuando supe la decisión de la dirección universitaria de entregar el Título de Doctor Honoris causa en ciencias sociales y humanidades a Silvio Rodríguez Domínguez –el hijo de Dagoberto y Argelia, criado con música y poesía, con espíritu libertario y sensible, en el Barrio de la Loma, San Antonio de los Baños… “donde hay un río”[1] (Yo soy de donde hay un río)– pensé que se había tomado una justa y acertada decisión que me hizo sentir una profunda alegría actual con una larga historia.
Como de vez en cuando…solo de vez en cuando, más bien casi nunca, “que no es lo mismo pero es igual”(Pequeña serenata diurna) “me acecha el fantasma” (Tu fantasma), “carapálida”, por cierto (Me acosa el carapálida) del cientificismo (ese que por momentos parece que “conquista nueva fama”(Llover sobre mojado) –“iSolavaya!, aves de malagüero”(Me quieren)–, me lancé a hacer más válida mi apreciación y durante varios días pregunté a decenas de personas (buena parte profesores y estudiantes de nuestro alto centro de estudios) qué pensaban de la decisión. La respuesta unánime fue: Más que merecido… y claro no faltaron los que agregaron, con un cierto matiz de inconformidad constructiva crítica, “hace rato se lo podían haber dado”. Bueno, si no se agrega un pero, no se es cubano. Además, como nuestro nuevo Doctor Honoris causa ha sentenciado: “La crítica y la autocrítica son herramientas indispensables. La inconformidad es legítima, y es progreso” (Cubadebate, 2016) Al final, estamos ante una decisión “cum laude”.
Cuando supe, al mismo tiempo, que también la dirección universitaria me invitaba a hacer las palabras, llamadas de elogio, en el Acto de otorgamiento (lo que agradezco enormemente), entonces ya llegué al borde del paroxismo, eso sí acompañado de inquietud y, lo digo sinceramente, un poco de miedo. “Quizás lo mejor es ni averiguar… Da miedo temer” (Se cuenta de ti).
Por suerte, una idea de Mandela me resultó terapéutica: “…la valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el miedo. El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”. Entonces me entregué a la tarea. Lo hice recordando que el destinatario de las palabras que voy a conjugar, durante algún tiempo vivió “convencido de que era la encarnación del capitán Ahab” (Prensa Latina, 2022), capitán del barco ballenero Pequod), y persecutor obsesionado por la venganza contra Moby Dick (Novela Moby Dick. 1851), lo que me dio por pensar que yo podría acompañarlo siendo Starbuck (sin “s” al final), el primer oficial al mando en la novela de Herman Melville –la voz de la razón–, quien estaba convencido que el valor más seguro y más útil es el que surge de una justa estimación del peligro que se afronta, y más aún, que un hombre que ignora el miedo es compañero mucho más riesgoso que un cobarde.
Hasta aquí, creí lograda mi tranquilidad reflexiva, propia de un psicólogo profesional. Pero, lo fundamental estaba por verse: la intranquilidad metodológica, la del cómo hacerlo.
Así, luego de hacerme “un café romántico, barroco” y recorrer “mi cabeza en agua fría” (Llover sobre mojado), empezaron a dar vueltas por mi mente (por mi psique, mi subjetividad –elijan ustedes la expresión adecuada) imágenes cargadas de color, con muy buena onda, con un “flow” riquísimo (ahora va emergiendo mi yo-musicante). Las evocaciones no se hacen esperar. Recuerdo la segunda mitad de los sesenta, un viaje a Matanzas. Silvio con su guitarra – “pecosa y discreta…tímida… recluta también” (La guitarra del joven soldado) la que ya desde entonces reconocía, y hasta hoy, como su mejor fusil. Yo iba como miembro de un grupo de Rock, jóvenes recién egresados de la UM-2350 de Managua, “Los Dada”. Y entonces, empezó la canción… “Quédate. Quédate. Para poder vivir sin llanto” (Quédate). No necesito la grabación para escucharlo y escucharme haciéndole la segunda. “Que maneras más curiosas de recordar tiene uno” (Mariposas).
Salta caprichosa la memoria y me lleva a Manzanillo, hace algo más de cincuenta años. Acto fundacional de lo que quedó en llamarse el Movimiento de la Nueva Trova. Y después del jolgorio, junto a Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliu, Enriquito Núñez, Augusto Blanca, Carlos Alfonso, Amaury Pérez, Frank Fernández y otros, emprender la caminata que nos llevaría de Playa las Coloradas (no precisamente por la playa, sino por el tupido mangle) hasta Alegría de Pio. 30 kilómetros cargados de historia y compromiso.
Pero incluso antes que yo subiera la escalinata para no bajarla nunca más, Silvio ya acompañaba el espíritu universitario. Se le escuchaba en el Parque de los Cabezones, en la casa de K 507, donde quiera que el pensamiento revolucionario y evolucionario, revolucionador, hacía lo que correspondía: hacer “invocando a Peralejo, que nos viene mejor” (Preludio de Girón). Silvio ha estado siempre intramuro: en la asimilación de sus textos, en las polémicas que generaba, en la evidencia personal de que decía lo que muchos y muchas queríamos decir y no sabíamos cómo, pero además él lo hacía con un verso cortante, intransigente, desafiante, enamorado.
Ya en la época era un diseminador de ideas, un escudriñador de los reglones torcidos hasta de la virtud, un dialogante referencial entre los jóvenes (y los no tan jóvenes), un desnaturalizador de lo obvio (algo cuyo valor encontramos también en Freire). En fin, alguien que proveía y promovía “ideas, información y conceptos para ayudarnos a entender el mundo en el que vivimos, quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos… [alguien que] ayuda a pensar los problemas colectivos que enfrentamos y a imaginar maneras más justas de organizar la vida social” Por cierto, esto que acabo de leer es una suerte de definición de Ezequiel Adamovsky que es un científico social. (La vaca, 2016) A buen entendedor pocas palabras.
Silvio era también nuestro. Es también nuestro. De los que poblamos esta Colina de lucha intelectual, revolucionaria, mambisa.
En esta Universidad, de 295 años de juventud acumulada, hemos cantado con Silvio, porque “el canto de la Patria es nuestro canto” (Preludio a Girón), hemos amado con Silvio, con ese “amor que canta y te eterniza, que te hace trascender” (Mujer sin sombrero), hemos combatido con Silvio “fusil contra fusil” (Fusil contra fusil), hemos pensado con Silvio, porque en sus canciones “la Cuba actual… inspira preocupación y ocupación, o sea respeto y esperanza” (Cubadebate 2014) El reclamo de la patria es siempre prioridad y “hay que acudir corriendo pues se cae el porvenir” (La era está pariendo un corazón).
Claro que hubo tiempos difíciles (si alguien sabe cuáles son los fáciles que me lo diga) en que algunos burócratas confundían compromiso con irreverencia, pensamiento propio con desviación ideológica, crítica con acción enemiga; tiempos en que no faltaron los trasnochados que se creían dueños de la revolución y sentenciaban lo que era revolucionario y lo que no lo era como erupción infundada de su mediocridad. Pero Silvio siempre supo que “la Revolución era de quien la sintiera y la abrazara” (Rodríguez S. 2017) Y él, indudablemente, la abrazó, inequívocamente creyó siempre en Fidel (como ha confirmado innumerables veces) y sabía, aristotélicamente, que “solo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo”.
Fue en esa época, según su propio relato, que acabó “visitando a un amigo psiquiatra, con quien trataba de encontrar respuestas a lo que [le]me había sucedido… el médico, que tenía fama de excelencia, [le]me dijo que [se]me olvidara de la política y [se]me salvara”. Paciente indisciplinado, indócil diría yo, para ser más exacto– “en aquel momento decidió no regresar a la maravillosa consulta y curarse solo, o acabarse de enfermar, asumiendo su país con las contradicciones que tuviera”. (Rodríguez S. 2017)
Lo cierto es que, como afirmó en 1984: “me hubiera gustado estar en el Bayamo insurgente de 1868; me hubiera gustado pertenecer a la caballería del Mayor; desembarcar con Martí y Gómez por Playitas; me hubiera gustado estar en la manifestación donde mataron a Trejo y coger el barco en que Pablo de la Torriente marchó a España, a luchar por la República; hubiera ido contento al Moncada, hubiera navegado en el Granma, hubiera hecho la guerra en la Sierra o en el llano, junto a Fidel; hubiera querido estar en la Quebrada del Yuro, en aquel octubre del 67” (Casaus V, Nogueras R. 1984) Por lo demás, “que levante la mano la guitarra”.
Como yo “no quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar” (De la ausencia y de ti), no voy a caer en la tentación de recontar historias conocidas y admiradas, que perfilan una vida profundamente comprometida con la patria, la libertad, la justicia, el arte, la construcción social y obviamente con el amor –el que “despeña su suerte por un tiempo mejor” (Por quien merece amor).
Esas historias están allí, pero no solo como lo sucedido, sino integradas orgánicamente en una obra única, indivisible, inclaudicable. La historia del alfabetizador de 14 años que por primera vez se integraba a una labor social, en su “primera tarea”; la del navegante de 23 años, “incomprendido y calumniado” que durante cuatro meses y dos días trabajó y vivió junto a “los hombres del Playa Girón” (Playa Girón) y concibió 62 canciones cargadas de profundos pensamientos que acumulan ya algo más de sincuenta años… sincuenta, con s, porque siguen siendo de hoy; la historia del “Papá de un pionero de guerra” que en carta a Alfredo Guevara, fechada el 15 de diciembre de 1975, le decía “…quiero que me des la oportunidad de irme a Angola. La argumentación creo que es obvia, la que podrá ofrecer cualquier revolucionario. Por otra parte, en mí, una gente que se formó en los años de la epopeya de Che y que más tarde, buena parte de su trabajo lo ha inspirado el internacionalismo, se hace necesidad casi angustiosa esta experiencia” (Perrerac 2016) Y es que le urgía la “canción que nació una vez que se navegaba el mundo, cuando elegimos el rumbo bajo la estrella del Che” (Canción para mi soldado).
Y no hablo festinadamente de una obra única, indivisible, inclaudicable. Es que en la espiral del desarrollo –del hombre, del músico, del poeta, del revolucionario– se renuevan las epopeyas (esas que como bien el mismo ha dicho son las que necesitan los jóvenes, “porque todos los jóvenes, de todas las épocas, si tú les pones una epopeya delante, se la comen” (The Literacy Project, 2020) Y a Silvio no le cuadra mucho esperar a que vengan. Invariablemente, ha salido a buscarlas, ha ido al encuentro con la gente en los escenarios de las luchas por el bienestar y la felicidad de los cubanos y las cubanas. Y prosigue con su compromiso, lleva “a bordo de esta expedición…un loco, un albañil, un nigromante, un ruiseñor y un beso espadachín” Expedición) Llega a los barrios, incluso a los barrios de reclusos (a las prisiones). Funda espacios para la emancipación cultural, la promoción de los excluidos del universo comercial de las grabaciones y ediciones, hace aparecer Ojalá, Abdala; se abre en el ciberespacio con su “Segunda cita” para la construcción y el debate. Todo puesto a extender, a multiplicar, a servir, porque, como su amigo azul, “saber compartir es siempre su vocación” (Unicornio)
Sencillamente, despliega sus alas de colibrí “liviana y pura” (Ala de colibrí), con todos y para el bien de todos, como sentenció aquel hombre a quien conoció su abuelo Félix, cuando “estando en una bodega de Tampa …un señor le había preguntado qué hacía por aquellas tierras y que él le había respondido que su padre trabajaba en cierta tabaquería. El señor había sonreído y le había dicho que era una casualidad, porque dentro de pocos días él iba a visitar el lugar donde trabajaba su papá, para hablar con los trabajadores. Y aquel hombre amable era José Martí” (López, A., 2022).
Atesoro, en mi sanctasanctórum doméstico, un CD (el Volumen 2 de la Trilogía Silvio, Rodríguez, Domínguez, de 1994) en cuyo booklet hay una dedicatoria que escribió sentado junto a la escafandra que encontró “al pie del mar de los delirios” y que comienza diciendo: “Para Manolo, a quien llora la música…” Hoy casi treinta años después, puedo devolverle el gesto con estas palabras que no pretenden mucho más que decir: “Para Silvio, a quien las ciencias sociales y las humanidades cubanas le agradecen ser parte consustancial de ellas”.
Porque aquel que es “de la aventura de existir… y el otro poco… de la ilusión” (Llegué por San Antonio de los Baños) ha sido, como la pupila de Rubén (Martínez Villena), un indagador insomne de la sociedad cubana. La ha indagado, cuestionado, la ha expresado y ha luchado por hacerla “un tilín mejor” (Cita con ángeles). Y eso es ser un científico social.
Porque quien nos ha invitado a “llenar de optimismo ese buen corazón… y hacer cita con el porvenir” (Yo soy como soy) ha sido un miembro por derecho propio de la Universidad que, al decir de Mella, “debe influir de manera directa en la vida social, debe señalar las rutas del progreso, debe ocasionar por medio de la acción ese progreso entre los individuos, debe… arrancar los misterios de la ciencia y exponerlos al conocimiento de los humanos” (Citado por Alfon, A., 2023) Esto es ser un profesor universitario.
Me apenan los que creen, o construyen y dan aliento a la falsa creencia, que ciencia es solo lo que se publica en las revistas de alto impacto –muchas de las cuales, especialmente en las Ciencias Sociales, son, sobre todo, epistemológicamente, ideologías de las hegemonías neoliberales, las que hacen suyo el ejercicio unilateral del criterio y que se hacen acompañar de posiciones y grupos de poder. “Todos les temen pues saben que son los fantasmas, los fantasmas” (El rock de los fantasmas) del ejercicio de la verticalidad sorda que desconoce que ya en la primavera de 1845, Marx nos alertó: “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento” (Marx, C., Engels, F. 1980; 2) Lo demás es un problema puramente escolástico”. “Si alguno que me escucha se viera retratado, sépase que se hace con ese destino. Cualquier reclamación, que sea sin membrete” (Resumen de noticias)
Los que creemos en “la utilidad de la virtud” y en “la virtud de la utilidad”, miramos no solo a la racionalidad de la Ciencia, sino también a su lírica. Lírica comprometida que en la Universidad de La Habana ha tenido a excelsos cultores, desde Varela, Céspedes, Agramonte, Martí, Heredia, en un largo camino que llega a Villena, Mella, Fidel, y por supuesto Vicentina, Eusebio, Retamar (por solo nombrar algunos). La lírica que es la condición universitaria de sentipensantes (Galeano). La expresión auténtica de los sentimientos, de las emociones que hacen y son hechas por los compromisos. No se puede parametrizar el amor y sin amor no hay ciencia posible, bien que “Solo el amor alumbra lo que perdura. Solo el amor convierte en milagro el barro… Solo el amor engendra la maravilla” (Solo el amor).
Termino recordando un axioma del apóstol: Honor a quien honor merece. Eso afirmamos hoy, aquí. Por causa de honor estamos agradeciendo y reconociendo a este “reparador de sueños” (El reparador de sueños), que no dudó nunca, y que “tenía claro a los veinte años que mi país era mucho más importante que yo”. (García, N., 2015)
Gracias Silvio, por aceptar este Título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales y Humanidades de nuestra Universidad, por permitirnos esta veneración que “noblemente nos sube a tu estatura” (Llover sobre mojado).
Las y los profesores y estudiantes de la Universidad de La Habana tenemos en ti, Silvio Rodríguez Domínguez, un hermano “que arde, un hermano de suerte, de vida, de historia, de sueños” (Si tengo un hermano), un hermano con quien ratificamos los compromisos de hoy: “En todos los segundos, en todas las visiones” (Ojala) somos y seremos los que “podemos sonreír en plena luz” (Al final de este viaje), los que repetimos desde la profundidad de nuestra alma cubana, de nuestra vocación universitaria, revolucionaria “Yo me muero como viví” (El necio).
Referencias bibliográficas
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Casaus, V., Nogueras, R. (1984). Que levante la mano la guitarra. p.114. Disponible en: https://desarmandolacultura. files.wordpress.com/2018/04/casaus-victor-silvio-que-levante-la-mano-la-guitarra.pdf
López, A. (2022). Entrevista con el mítico trovador cubano Silvio Rodríguez: “Cierro filas con mi pueblo que sufre una tortura calculada de seis décadas. En: Council of Hemispheric Affairs. Disponible en: https://www.coha.org/ entrevista-con-el-mitico-trovador-cubano-silvio-rodriguez-cierro-filas-con-mi-pueblo-que-sufre-una-tortura-calculada-de-seis-decadas/
Cubadebate (2014). Silvio Rodríguez: “Soñar con imposibles es posible; ignoro si aferrarse tenga sentido” Cubadebate. 2 de marzo, 2014. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2014/03/02/silvio-rodriguez-sonar-con-imposibles-es-posible-ignoro-si-aferrarse-tenga-sentido/
Cubadebate (2016). Silvio Rodríguez: La inconformidad es legítima y es progreso. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/noticias/ 2016/02/01/silvio-rodriguez-la-inconformidad-es-legitima-y-es-progreso/
García, N. (2015). Ojalá. Silvio Rodríguez en su tierra. Documentales en la TV pública. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=fgB2ekcyhlg)
La vaca (2016). Lo que dejó el debate por el rol del Conicet: ¿para qué sirve financiar investigaciones en Ciencias Sociales? Disponible en: https://lavaca.org/notas/lo-que-dejo-el-debate-por-el-rol-del-conicet-para-que-sirve-financiar-investigaciones-en-ciencias-sociales/
Marx, C., Engels, F. (1980). Obras Completas de Marx y Engels, vol. 1, p. 2. Editorial Progreso.
Perrerac (1976) Enciclopedia del cantar popular. Silvio en Angola,1976.https://perrerac.org/album/ silvio-rodriguez-silvio-en-angola-1976/13640/
Prensa Latina (2022) Silvio Rodríguez. El combatiente. Disponible en: https://www.prensa-latina.cu/2022/12/06/silvio-rodriguez-el-combatiente‑i
Rodríguez S. (2017) Mi truene del ICR. En Segunda Cita. Disponible en: https://primerocuba.blogspot.com/2017/10/mi-truene-del-icr-por-silvio-rodriguez.html
The Literacy Project (2020) Silvio Rodriguez. Mi primera tarea. Disponible en https://www. youtube.com/watch?v=XnCmeuMtmvY
Notas
- Todas las canciones de Silvio Rodríguez cuyos fragmentos se utilizan en el texto tienen su título referido. ↑