EDUCATION FOR THE ELDERLY IN CUBA: CHALLENGES AND OPPORTUNITIES. REFLECTIONS FROM A LOCAL EXPERIENCE.
Andy Luis Marrero Vega
Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana
Resumen
El presente artículo tiene el propósito de visibilizar los retos y las oportunidades en la educación a personas mayores, desde una experiencia educativa situada en un aula de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor de la Universidad de la Habana (CUAM), con sede en el propio campus universitario. Las reflexiones derivan de los problemas afrontados durante el desarrollo de un curso básico que tuvo lugar en el período 2022–2023. Los principales retos identificados son: el transporte y la limitación de la movilidad, el avance de concepciones edadistas; y la poca disponibilidad de recursos materiales y humanos. Entre las oportunidades se identifican: el envejecimiento poblacional como marco propicio para la adopción de políticas favorables a este sector etario, los saberes teóricos, prácticos y metodológicos acumulados en la enseñanza a personas mayores por más de veinte años por la CUAM; y la presencia de redes sociales e institucionales. El aprendizaje a lo largo de la vida en el contexto de una sociedad altamente envejecida, como es el caso de Cuba, posee un valor estratégico a nivel de país y su promoción no puede resultar postergada; sino que demanda de acciones concretas y un apoyo institucional coherente con las prácticas discursivas oficiales.
Palabras claves: Educación, persona mayor, envejecimiento, vejez, edadismo.
Abstract
The purpose of this article is to make visible the challenges and opportunities in the education of the elderly, from an educational experience located in a classroom of the University Chair for the Elderly of the University of Havana (CUAM), based in the university campus itself. The reflections derive from the problems faced during the development of a basic course that took place in the period 2022–2023. The main challenges identified are: transportation and limited mobility; the advance of ageist conceptions; and the limited availability of material and human resources. Among the opportunities identified are: population aging as a propitious framework for the adoption of policies favorable to this age group; the theoretical, practical and methodological knowledge accumulated in teaching the elderly for more than twenty years by CUAM; and the presence of social and institutional networks. Lifelong learning in the context of a highly aged society, as is the case of Cuba, has a strategic value at the country level and its promotion cannot be postponed; it demands concrete actions and institutional support consistent with official discursive practices.
Keywords: Education, elderly people, aging, old age, ageism.
Introducción
El mes de marzo de 2020 impuso una ruptura y crisis en la realidad cubana. No obstante, la pandemia por Covid-19 no supuso el cese del trabajo realizado por la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana (CUAM por sus siglas). En este escenario tuvo lugar la inédita experiencia de la coordinación de Psicogrupos WhatsApp de Atención Psicológica a Distancia de Personas Mayores y Cuidadores/as (Colectivo de Autores, 2021).
Esta experiencia de telepsicología fue pionera para el gremio de psicólogos cubanos. Consistió en una respuesta innovadora a una demanda de apoyo y acompañamiento psicosocial ante una situación de crisis multidimensional (sanitaria, social, entre otras.).
La flexibilización de las medidas higiénico-sanitarias y de aislamiento físico, los avances en el proceso de vacunación en Cuba, así como el logro de una nueva cultura del cuidado propio y ajeno; sentaron las bases para el (re) inicio presencial del programa educativo de la CUAM dirigido a las personas mayores.
El programa docente presenta dos modalidades fundamentales: el curso básico y los cursos de continuidad. La modalidad básica tiene una duración de un año escolar y está conformada por 4 módulos temáticos. La modalidad de continuidad constituyen una profundización en diversos temas orientado a los egresados del curso básico (Orosa, Henriquez, & Sánchez, 2021).
El (re) inicio de las actividades docentes de la Cátedra ocurre en un contexto socio-histórico diferente al pre-pandémico. La experiencia práctica en el trabajo con personas mayores ha hecho notar que nociones previamente posicionadas en los imaginarios colectivos, tales como envejecimiento activo y saludable; han sufrido un retroceso. Este vacío ha sido entonces ocupado por concepciones edadistas que tienen, entre otras implicaciones, la limitación de la autonomía, la independencia y la participación social de estos.
Las presentes reflexiones tienen, como lugar de enunciación, la experiencia del autor del presente artículo en el rol de coordinador académico de un aula de la modalidad básica de la CUAM, durante el curso 2022–2023. La misma tuvo sede en el campus de la Universidad de La Habana.
El grupo tuvo una matrícula de 31 estudiantes, su distribución por sexos fue de 6 hombres y 25 mujeres. Las edades oscilaron entre los 60 y los 82 años de edad. La heterogeneidad étnica es también característica de este grupo. Incluyó la presencia de dos educandos de nacionalidad chilena, uno de estos pertenece a los pueblos originarios. Los niveles de escolaridad fluctuaron desde la enseñanza técnica hasta la universitaria. La diversidad fue un rasgo esencial del grupo en cuestión.
Las ideas que se presentarán a continuación pretenden visibilizar retos y oportunidades a las que pudiera enfrentarse una persona que asuma la educación a personas mayores como opción pedagógica. También tiene como objetivo contribuir a concientizar sobre el estado actual de la educación orientada a este sector etario, desde una experiencia localmente situada, tomando a modo de contexto más amplio una sociedad muy envejecida como es el caso de Cuba.
Desarrollo
Principales retos
El problema del transporte y la limitación de la movilidad de la persona mayor
Las dificultades de movilidad asociadas a la transportación son de particular importancia para los adultos mayores. La capacidad de transportarse libremente ya sea utilizando el transporte público, privado o conduciendo un automóvil propio; se ha establecido como una de las actividades de la vida diaria de mayor relevancia (Chihuri et.al, 2016).
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2007) reconoce que es necesario contemplar la accesibilidad al transporte, en términos físicos y/o económicos, como factor potenciador o inhibidor de un envejecimiento activo. La habilidad de trasladarse por la ciudad se considera entonces un determinante para la participación social y cívica, así como para el acceso a servicios comunitarios y de salud.
En Cuba el estado de crisis del sistema de transporte urbano, causado por las dificultades energética, carencia de piezas de repuesto, proceso inflacionario y elevación de costos de acceso a servicios, entre otros factores; tiene un impacto real-concreto en la limitación de la capacidad de movilización de las personas mayores. En el caso de la experiencia que se comparte, ha sido la causa presentada con más frecuencia para el abandono del curso, por encima de autopercepciones negativas acerca de la propia valía basada en criterios negativos sobre el envejecimiento.
Un monto considerable de estudiantes matriculados en el curso radica en el mismo espacio geográfico en que se encuentra enclavada el aula, pero declaran que persisten dificultades en la movilidad, incluso en distancias cortas. Existe una baja oferta del servicio que no logra dar una respuesta efectiva a la creciente demanda. También los medios de transportación presentan barreras físicas en el acceso y, para el caso privado, elevados costes. Esta situación incide negativamente en la permanencia en actividades de voluntariado a largo plazo y el aprovechamiento de oportunidades creadas desde lo territorial orientadas a las personas mayores.
El avance de concepciones edadistas
Todos poseemos explícita o implícitamente asunciones sobre las personas mayores (grupo social), el envejecimiento (proceso del desarrollo) y lo que implica ser viejo (parte del ciclo vital). Estas preconcepciones tienen un impacto en el modo en que somos percibidos, condicionando las formas de relación con los otros; y en que nos autopercibimos, condicionando la relación para con nosotros mismos (Berger, 2021). De forma que, si las representaciones compartidas son negativas, también lo será su repercusión psicosocial.
Las sociedades contemporáneas son portadoras de concepciones negativas en torno a la vejez y el envejecimiento, una de las formas posibles de denominar este fenómeno es edadismo. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2021) en el Informe Mundial sobre el edadismo, esta categoría se define como estereotipos, prejuicios y discriminación contra otras personas o autoinfligido por razones de edad.
El edadismo presenta consecuencias para la salud, el bienestar y el cumplimiento de los derechos humanos; además de implicar significativos costos económicos. En el caso de las personas mayores puede devenir en un empeoramiento de la salud física y mental, un aumento del aislamiento social y la soledad, un incremento de la inseguridad económica, una reducción de la calidad de vida y una muerte prematura (OPS, 2021).
El edadismo presenta tres dimensiones: a) estereotipos (pensamientos), b) prejuicios (sentimientos) y c) discriminación (acciones o comportamientos llevados a cabo en consecuencia). Se manifiesta en tres niveles posibles: a) el institucional, a través de leyes, normas, regulaciones, políticas y prácticas de instituciones que limiten injustamente las oportunidades y desfavorecen de forma sistemática a determinadas personas en función de su edad; b) interpersonal, producido en interacciones entre dos o varias personas; así como c) autoinfligido o intrapersonal, que un individuo dirige contra sí mismo (OPS, 2021). Esta última forma implica la subjetivación de una realidad objetiva, culturalmente determinada, que mediante las distintas formas de socialización humanas comparte y perpetúa estereotipos, creencias y prácticas discriminatorias; de las cuales el sujeto productor termina luego por ser víctima.
Una última distinción conveniente a realizar es en cuanto a su forma de expresión, puede ser explícito o implícito. El edadismo consciente y voluntario adoptado por una persona a menudo se contrasta con el edadismo implícito, que se da en gran parte sin una percepción consciente de su existencia (OPS, 2021). En este último caso, en lugar de existir una abierta discriminación, se produce de forma encubierta (implícita); muchas veces marcadas por el asistencialismo y de una visión deficitaria del adulto mayor (Berger, 2021).
Esta realidad se ha hecho evidente al haber transcurrido más de dos años desde el inicio de la pandemia por Covid-19. El avance de concepciones edadistas y prácticas discriminatorias por motivos de edad ha tenido lugar a nivel local, regional y global.
Huenchuan (2022) señala que si bien en este punto no es posible realizar un balance definitivo del impacto de la pandemia en los derechos humanos de las personas mayores, todo apunta a la ocurrencia de dos fenómenos sociales de particular relevancia. El primero es el peligro de la naturalización y asimilación acrítica de las violaciones a los derechos humanos de los adultos mayores. Así como el hecho de que su vulnerabilidad biológica (riesgo biomédico) vaya en detrimento de su titularidad de derechos, lo que equivaldría, en palabras de la autora, a un retroceso de más de 50 años de discusión sobre el tema.
En este escenario de crisis, los paradigmas de envejecimiento activo, saludable y productivo; han ido perdiendo lugar en el ámbito público y privado. El espacio simbólico perdido, pasa entonces a ser ocupado por concepciones edadistas, como se hizo notar con anterioridad.
Un entorno social caracterizado por percepciones erróneas de esta naturaleza, dificulta visualizar a las personas mayores como miembros valiosos de la comunidad, los cuales sí contribuyen socialmente. Este fenómeno psicosocial resulta asumido y naturalizado por un significativo número de personas mayores que subvaloran sus propias capacidades, dificultando así su incorporación y permanencia en espacios de voluntariados (ej. afiliación y estabilidad en asistencia a la Cátedra).
Este estado de cosas permite diagnosticar significativos retos con respecto al tema abordado. La crisis, desde la lectura que se propone, supone además de reto una oportunidad de transformación. Se apertura la posibilidad de alternativas, mediante el uso de la educación como dispositivo para el cambio individual y sobre todo social. La experiencia de los propios cursantes al formar parte de este espacio educativo da cuenta de ello.
En el caso particular del edadismo, por ejemplo, la exposición al curso básico en los educandos ha otorgado recursos para identificar estos procesos psicosociales, así como para su afrontamiento positivo. Se contribuye, por tanto, a un empoderamiento de las personas mayores. Ello supone estimular, mediante la práctica educativa, el compromiso con el ejercicio de aprender, participar y ser responsable de trascender estereotipos y prejuicios sociales en sus prácticas cotidianas.
El aula. Un espacio en disputa y el envejecimiento del colectivo docente.
La CUAM es una institución de carácter multidisciplinario, dedicada al desarrollo de programas de educación dirigido a las personas mayores cubanas (Orosa et al., 2021). Para el cumplimiento de su objetivo docente demanda de dos condiciones básicas: 1) un territorio donde trabajar (aula) y 2) la presencia de los actores implicados en el proceso educativo (educadores-educandos). En esta sección se analizarán críticamente ambos elementos.
La cátedra ha contado con aulas que funcionan en predios universitarios, casas de cultura, museos de la localidad, áreas de salud, clubes de computación, cooperativas agrícolas y escuelas (Orosa & Sánchez, 2020). La experiencia que se socializa está enclavada en el campus de la Universidad de La Habana.
Un rasgo en común que presentan casi todas las experiencias educativas de esta naturaleza, es la dificultad derivada del uso prolongado en el tiempo de locales que funcionen como aulas. La identificación y gestión de un territorio es uno de los retos iniciales a los que se enfrenta un coordinador académico. El aula se vuelve entonces un espacio en constante disputa.
El uso del término disputa en este marco tiene la intencionalidad de estar en sintonía con las ideas de De Beauvoir (1987), al expresar que los derechos nunca se deben dar por adquiridos, sino que son parte de una lucha constante. Se hace referencia al combate por la preservación del derecho de las personas a la educación durante toda la vida.
La gestión del aula puede ser facilitada o inhibida en función del apoyo institucional ofrecido. Algunas instituciones abren sus puertas al uso de sus espacios, mientras otras muestran una notable brecha entre la intencionalidad del discurso y la praxis. Esto plantea interrogantes como ¿estamos en presencia de edadismo individuales en los decisores o de instituciones edadistas? ¿se ha tomado en consideración la subjetividad puesta en juego del agente decisor? ¿se ha trabajado lo suficiente en la sensibilización con respecto al tema del envejecimiento y las prácticas discriminatorias basadas en la edad?
La disputa de un territorio, en el sentido antes declarado, puede ser el primer paso en una cadena de obstáculos que debiliten los compromisos individuales y voluntarios, asumidos por personas vinculadas a proyectos educativos de esta naturaleza. La labor de voluntariado a largo plazo es una de las premisas de funcionamiento de la Cátedra.
El voluntariado es una de las dimensiones del envejecimiento productivo, que apunta a la contribución social de las personas mayores y a la satisfacción de necesidades sociales relevantes. Comprende diferentes formas de apoyo ofrecidas gratuitamente. Es una actividad fundamentalmente orientada a otros, que beneficia a individuos, grupos y a la sociedad en su conjunto y que, por lo general; está relacionada con la participación en organizaciones comunitarias, gubernamentales, religiosas, educativas, entre otras. Requiere dedicación, responsabilidad y compromiso; sirve a los adultos mayores para sentirse útiles, además de generar satisfacción por la colaboración prestada en sí misma (Miralles, 2010).
Estas tareas presentan otros efectos positivos sobre la salud de las personas mayores. La participación en actividades sociales altamente organizadas es, junto a dejar de fumar, el principal predictor de longevidad y vitalidad en los adultos. Los motivos para estos beneficios se han tratado de definir, pero los estudios no son del todo concluyentes (Musick, Regula, & House, 1999).
No obstante los beneficios enunciados, la actividad de voluntariado en un contexto marcado por una crisis multidimensional (económica, social, entre otras) resulta una tarea retadora. La crisis actual de la vida cotidiana compulsa a ponderar lo urgente por sobre lo importante, lo cual condiciona negativamente compromisos de esta naturaleza.
Actividades no remuneradas pueden resultar desprovistas de su valor social a causa de no estar directamente relacionadas con gratificadores inmediatos y/o satisfactores económicos. Resulta afectada entonces la permanencia al no permitir acceder a las ganancias subjetivas de una actividad cuyo reconocimiento es en esencia moral y social. Esta crisis descrita, sumada a la presencia de preconcepciones edadistas a nivel individual y colectivo; inciden de forma negativa en la vinculación, el mantenimiento y el eventual reemplazo de un claustro de profesores muy envejecido.
¿Qué alternativas existen entonces ante la demanda de incorporar nuevos educadores a un claustro altamente envejecido? Una primera alternativa se juega en visibilizar la utilidad y el valor social de la práctica educativa orientada a adultos mayores. También se hace notar la necesidad del apoyo de instituciones educativas (universidades, escuelas, entre otras) para garantizar un colectivo docente que, sin negar los beneficios del voluntariado, establezcan una relación contractual con la tarea docente en sintonía con sus tareas profesionales; desde una lógica de trabajo extensionista.
Otra alternativa es la de apostar por el contacto entre generaciones y la vinculación de educadores jóvenes a los claustros docentes de la cátedra. Lograr la incorporación de jóvenes a la educación a personas mayores es significativo, en tanto la comunicación intergeneracional positiva es un factor potenciador del bienestar del adulto mayor (Castro, 2007) y una estrategia efectiva para la reducción del edadismo (Lorente, Brotons, & Sitges, 2020).
Oportunidades
El envejecimiento poblacional como marco para la adopción de políticas sociales y la articulación de estrategias para su afrontamiento.
En la actualidad Cuba presenta una situación demográfica con grandes retos para la gobernanza y las políticas públicas: una baja tasa de natalidad, un aumento de las migraciones y un incremento de la expectativa de vida. Estos factores han determinado el avance en el envejecimiento poblacional en nuestro país, las últimas cifras indican un 20,8% de la población con 60 años o más (Alfonso, 2020). No existen indicios del carácter reversible de esta tendencia demográfica en la población cubana.
Este escenario sitúa al envejecimiento poblacional como una de las principales líneas de acción política del país. Implica crear un entorno social propicio para el desarrollo de proyectos asociados a su atención y plantea la demanda de mayores estudios que profundicen la comprensión del fenómeno.
Martín (2020) da cuenta del envejecimiento como reto y objetivo de la política nacional. A su vez en el lineamiento número 116 de los Lineamientos de la política económica y social (PCC, 2017) queda planteada la necesidad de implementar de forma gradual una política para atender los elevados niveles de envejecimiento de la población y fomentar su participación en las tareas económicas, políticas y sociales.
No obstante la existencia del fenómeno y la proyección de su atención, esto no es razón suficiente para dar por sentado que los actores sociales implicados perciben de la misma forma su relevancia social o las demandas más urgentes asociadas. En el informe de la CEPAL titulado Envejecimiento, personas mayores y agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Perspectiva regional y de derechos humanos (Huenchuan, 2018) se da cuenta de una brecha entre la percepción de la importancia dada a fenómenos como el maltrato y la discriminación por motivos edad, por parte de gobiernos y oficinas regionales de derechos humanos (sociedad civil).
Esta brecha identificada es resultado del análisis en 34 países de la región y da cuenta de la demanda de incrementar el número de acciones orientadas a visibilizar, concientizar e intervenir en un mal tan extendido, tristemente agravado por la pandemia de Covid 19; como es el edadismo (Huenchuan, 2018). El anterior caso sitúa, una vez más, la necesidad de profundizar en la labor de toma de conciencia del carácter complejo del envejecimiento poblacional y el papel de la ciencia en impedir que determinadas dimensiones de este queden invisibilizadas.
En términos de la experiencia local-concreta en la gestión de cursos orientados a la educación de personas mayores, este marco implica: 1) facilitar la identificación de especialistas en los distintos temas que puedan colaborar en la práctica docente de las aulas de la CUAM; así como 2) podría ampliar el apoyo logístico por parte de los distintos actores sociales en instituciones y proyectos orientados a los adultos mayores.
Se pretende, con lo expuesto, legitimar el valor estratégico de la educación a personas mayores para afrontar de forma positiva este proceso demográfico. La práctica educativa deberá entonces estar orientada a la promoción de la participación y el empoderamiento de los adultos mayores, así como a la sensibilización social sobre la relevancia del fenómeno.
Experiencia acumulada en la educación a personas mayores.
Los espacios de educación a personas mayores presentan entre sus metas potenciar el desarrollo de los procesos cognitivos, afectivos y conativos; propiciar el desarrollo sociocultural de los educandos; facilitar la adaptación e integración social de los adultos mayores a su medio, así como fortalecer las habilidades sociales y comunicativas en las esferas de la vida cotidiana (Henríquez & Sánchez, 2020). De esta forma se potencian recursos que luego permitan procesos de participación más activos y otorguen un mayor protagonismo a nivel comunitario e institucional.
Orientada por estas aspiraciones la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana cuenta con más de veinte años de experiencia en la educación a personas mayores. Se avala un saber teórico y práctico, que bajo la adscripción al paradigma del aprendizaje a lo largo de la vida (lifelong learning) como eje medular del programa educativo, busca potenciar el desarrollo de habilidades y competencias que fomenten la integración psicosocial de sus educandos.
La existencia de un programa educativo validado y suficientemente flexible, ha consistido en una de las principales fortalezas en estos tiempos de incertidumbres. Su diseño curricular cuenta con una composición multitemática, que en el ejercicio práctico docente, constituye un real espacio de formación inter y multidisciplinaria; con claras aspiraciones transdisciplinarias.
Ha sido el resultado de la integración de diversas contribuciones, a partir de planes de clases y resúmenes elaborados por profesores de los módulos y por miembros del Consejo Técnico Asesor de la Cátedra. A su vez, contiene aportes teóricos de diferentes profesionales que han colaborado con este programa educativo (Orosa et al., 2021).
La experiencia acumulada ha permitido desarrollar por parte del profesorado de la cátedra un conjunto de recursos y herramientas para las clases. Entre estas se encuentran: la habilitación de entornos de enseñanza-aprendizaje de carácter lúdico y participativos, la creación de materiales de apoyo a la docencia (bibliográficos, audiovisuales, entre otros); la implementación de dinámicas grupales que fomentan las competencias en el trabajo en equipo e investigativo, sobre temas afines con el programa de formación.
La presencia de redes sociales e institucionales en torno a la Cátedra.
Las contribuciones y colaboraciones construidas a lo largo de estos veinte años han permitido articular una red de personas e instituciones en torno a la Cátedra. La experiencia que se comparte, con su anclaje institucional particular a la Universidad de La Habana, ha facilitado el apoyo de especialistas y docentes en las distintas temáticas que componen el programa de estudio. Se ha podido garantizar así una mayor calidad en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Estudios orientados a la evaluación de impacto en la formación del presente curso se encuentran en pleno desarrollo.
El curso básico desplegado ha contado con 19 investigadores y docentes universitarios, especialistas de notable prestigio en sus correspondientes áreas de desempeño profesional. Destacan la presencia de instituciones como las facultades de Psicología, Sociología, Derecho, Comunicación, Artes y Letras de la Universidad de La Habana; el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), el Centro de investigaciones sobre longevidad, envejecimiento y la salud en el adulto mayor (CITED); el Centro de Estudios Martianos, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-CUBA), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el Centro de Estudios Demográficos (CEDEM).
Este logro, no se ha podido extender a otras aulas, donde la conformación de un claustro docente universitario ha sido cuanto menos difícil sino ya imposible. La Cátedra, no obstante, ha logrado suplir esta falencia con una nutrida red de voluntarios que a pesar de su avanzado envejecimiento, desde la preocupación por el reemplazo ya abordada, mantienen a nivel de base la esencia extensionista del proyecto.
Reflexiones parciales:
Desde la experiencia local-concreta del ejercicio del rol de coordinador académico de un aula de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, me permito entonces compartir algunas reflexiones parciales que pueden resultar de utilidad para quien asuma la educación a personas mayores como opción pedagógica:
- El (re) inicio de los cursos de la CUAM presenta abundantes retos objetivos, sobre todo coyunturales y asociados a la poca disponibilidad de recursos. También retos subjetivos derivados que van desde la presencia de concepciones edadistas a nivel colectivo e individual que resultan limitantes, hasta la motivación por mantener la permanencia en el proyecto en un contexto de crisis multidimensional.
La realización de un diagnóstico previo al inicio de las actividades docentes es clave en este sentido. Deberá incluir una identificación de los recursos y capacidades con los que cuentan los educandos, hasta las condiciones materiales concretas de las que se puede o no disponer (un aula, el claustro docente, materiales educativos, entre otros).
- Se hace necesario el robustecimiento de los vínculos institucionales, la articulación de redes sociales, profesionales y asociaciones; para afrontar las dificultades en el completamiento del claustro docente identificadas. El trabajo intergeneracional se erige como una alternativa viable a implementar por sus potenciales ganancias psicosociales.
- Existe una brecha entre la intención política a nivel de discurso y la praxis concreta en los distintos actores y decisores implicados. Ello puede estar basado, hipotéticamente, en concepciones edadistas que luego se expresan mediante prácticas discriminatorias. Se legitima así un campo de acción profesional válido para psicólogos y otros especialistas en ciencias sociales afines.
- Por el valor estratégico que supone el afrontamiento al envejecimiento poblacional, y los beneficios sociopsicológicos que reporta; entre ellos: una mayor autonomía, autoestima, empoderamiento y adquisición de habilidades para la autogestión y la participación; resulta clave mantener el espacio de socialización y educación orientado para las personas mayores que es la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor.
Conclusiones
La educación a personas mayores es una necesidad estratégica en el contexto de una sociedad altamente envejecida como la cubana. Su promoción debe ser intencionada y apoyada institucionalmente si se desea, más allá del nivel del discurso, que el envejecimiento activo, saludable y productivo (sostenible) devenga en realidad concreta.
Contrario a los imaginarios colectivos, ampliamente asistencialistas y biomedicalizados, la vejez y el envejecimiento no son etapas costosas que suponen una elevada carga social y económica en sí misma; un envejecimiento patológico sí resulta en favor de este último sentido. ¿Existe acaso alternativa? La educación como dispositivo de transformación individual y sobre todo colectiva, es el arma fundamental con el que científicos sociales y educadores cuentan para afrontar el notable logro de la humanidad que es la extensión de la vida humana. La vida y el bienestar humanos, en tanto criterios éticos últimos, deberán ser el horizonte de acción comprometida para con una sociedad orientada al buen vivir.
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