LA EDUCACIÓN A PERSONAS MAYORES EN CUBA: RETOS Y OPORTUNIDADES. REFLEXIONES DESDE UNA EXPERIENCIA LOCAL

EDUCATION FOR THE ELDERLY IN CUBA: CHALLENGES AND OPPORTUNITIES. REFLECTIONS FROM A LOCAL EXPERIENCE.

Andy Luis Marrero Vega

Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana

Resumen

El pre­sente artícu­lo tiene el propósi­to de vis­i­bi­lizar los retos y las opor­tu­nidades en la edu­cación a per­sonas may­ores, des­de una expe­ri­en­cia educa­ti­va situ­a­da en un aula de la Cát­e­dra Uni­ver­si­taria del Adul­to May­or de la Uni­ver­si­dad de la Habana (CUAM), con sede en el pro­pio cam­pus uni­ver­si­tario. Las reflex­iones derivan de los prob­le­mas afronta­dos durante el desar­rol­lo de un cur­so bási­co que tuvo lugar en el perío­do 2022–2023. Los prin­ci­pales retos iden­ti­fi­ca­dos son: el trans­porte y la lim­itación de la movil­i­dad, el avance de con­cep­ciones edadis­tas; y la poca disponi­bil­i­dad de recur­sos mate­ri­ales y humanos. Entre las opor­tu­nidades se iden­ti­f­i­can: el enve­jec­imien­to pobla­cional como mar­co prop­i­cio para la adop­ción de políti­cas favor­ables a este sec­tor etario, los saberes teóri­cos, prác­ti­cos y metodológi­cos acu­mu­la­dos en la enseñan­za a per­sonas may­ores por más de veinte años por la CUAM; y la pres­en­cia de redes sociales e insti­tu­cionales. El apren­diza­je a lo largo de la vida en el con­tex­to de una sociedad alta­mente enve­je­ci­da, como es el caso de Cuba, posee un val­or estratégi­co a niv­el de país y su pro­mo­ción no puede resul­tar poster­ga­da; sino que deman­da de acciones conc­re­tas y un apoyo insti­tu­cional coher­ente con las prác­ti­cas dis­cur­si­vas oficiales.

Pal­abras claves: Edu­cación, per­sona may­or, enve­jec­imien­to, vejez, edadismo.

Abstract

The pur­pose of this arti­cle is to make vis­i­ble the chal­lenges and oppor­tu­ni­ties in the edu­ca­tion of the elder­ly, from an edu­ca­tion­al expe­ri­ence locat­ed in a class­room of the Uni­ver­si­ty Chair for the Elder­ly of the Uni­ver­si­ty of Havana (CUAM), based in the uni­ver­si­ty cam­pus itself. The reflec­tions derive from the prob­lems faced dur­ing the devel­op­ment of a basic course that took place in the peri­od 2022–2023. The main chal­lenges iden­ti­fied are: trans­porta­tion and lim­it­ed mobil­i­ty; the advance of ageist con­cep­tions; and the lim­it­ed avail­abil­i­ty of mate­r­i­al and human resources. Among the oppor­tu­ni­ties iden­ti­fied are: pop­u­la­tion aging as a pro­pi­tious frame­work for the adop­tion of poli­cies favor­able to this age group; the the­o­ret­i­cal, prac­ti­cal and method­olog­i­cal knowl­edge accu­mu­lat­ed in teach­ing the elder­ly for more than twen­ty years by CUAM; and the pres­ence of social and insti­tu­tion­al net­works. Life­long learn­ing in the con­text of a high­ly aged soci­ety, as is the case of Cuba, has a strate­gic val­ue at the coun­try lev­el and its pro­mo­tion can­not be post­poned; it demands con­crete actions and insti­tu­tion­al sup­port con­sis­tent with offi­cial dis­cur­sive practices.

Key­words: Edu­ca­tion, elder­ly peo­ple, aging, old age, ageism.

Introducción

El mes de mar­zo de 2020 impu­so una rup­tura y cri­sis en la real­i­dad cubana. No obstante, la pan­demia por Covid-19 no supu­so el cese del tra­ba­jo real­iza­do por la Cát­e­dra Uni­ver­si­taria del Adul­to May­or de la Uni­ver­si­dad de La Habana (CUAM por sus siglas). En este esce­nario tuvo lugar la inédi­ta expe­ri­en­cia de la coor­di­nación de Psicogru­pos What­sApp de Aten­ción Psi­cológ­i­ca a Dis­tan­cia de Per­sonas May­ores y Cuidadores/as (Colec­ti­vo de Autores, 2021).

Esta expe­ri­en­cia de telep­si­cología fue pio­nera para el gremio de psicól­o­gos cubanos. Con­sis­tió en una respues­ta inno­vado­ra a una deman­da de apoyo y acom­pañamien­to psi­coso­cial ante una situación de cri­sis mul­ti­di­men­sion­al (san­i­taria, social, entre otras.).

La flex­i­bi­lización de las medi­das higiéni­co-san­i­tarias y de ais­lamien­to físi­co, los avances en el pro­ce­so de vac­u­nación en Cuba, así como el logro de una nue­va cul­tura del cuida­do pro­pio y ajeno; sen­taron las bases para el (re) ini­cio pres­en­cial del pro­gra­ma educa­ti­vo de la CUAM dirigi­do a las per­sonas mayores.

El pro­gra­ma docente pre­sen­ta dos modal­i­dades fun­da­men­tales: el cur­so bási­co y los cur­sos de con­tinuidad. La modal­i­dad bási­ca tiene una duración de un año esco­lar y está con­for­ma­da por 4 módu­los temáti­cos. La modal­i­dad de con­tinuidad con­sti­tuyen una pro­fun­dización en diver­sos temas ori­en­ta­do a los egre­sa­dos del cur­so bási­co (Orosa, Hen­riquez, & Sánchez, 2021).

El (re) ini­cio de las activi­dades docentes de la Cát­e­dra ocurre en un con­tex­to socio-históri­co difer­ente al pre-pandémi­co. La expe­ri­en­cia prác­ti­ca en el tra­ba­jo con per­sonas may­ores ha hecho notar que nociones pre­vi­a­mente posi­cionadas en los imag­i­nar­ios colec­tivos, tales como enve­jec­imien­to acti­vo y salud­able; han sufri­do un retro­ce­so. Este vacío ha sido entonces ocu­pa­do por con­cep­ciones edadis­tas que tienen, entre otras impli­ca­ciones, la lim­itación de la autonomía, la inde­pen­den­cia y la par­tic­i­pación social de estos.

Las pre­sentes reflex­iones tienen, como lugar de enun­ciación, la expe­ri­en­cia del autor del pre­sente artícu­lo en el rol de coor­di­nador académi­co de un aula de la modal­i­dad bási­ca de la CUAM, durante el cur­so 2022–2023. La mis­ma tuvo sede en el cam­pus de la Uni­ver­si­dad de La Habana.

El grupo tuvo una matrícu­la de 31 estu­di­antes, su dis­tribu­ción por sex­os fue de 6 hom­bres y 25 mujeres. Las edades oscilaron entre los 60 y los 82 años de edad. La het­ero­genei­dad étni­ca es tam­bién car­ac­terís­ti­ca de este grupo. Incluyó la pres­en­cia de dos edu­can­dos de nacional­i­dad chile­na, uno de estos pertenece a los pueb­los orig­i­nar­ios. Los nive­les de esco­lar­i­dad fluc­tu­aron des­de la enseñan­za téc­ni­ca has­ta la uni­ver­si­taria. La diver­si­dad fue un ras­go esen­cial del grupo en cuestión.

Las ideas que se pre­sen­tarán a con­tin­uación pre­tenden vis­i­bi­lizar retos y opor­tu­nidades a las que pudiera enfrentarse una per­sona que asuma la edu­cación a per­sonas may­ores como opción pedagóg­i­ca. Tam­bién tiene como obje­ti­vo con­tribuir a con­ci­en­ti­zar sobre el esta­do actu­al de la edu­cación ori­en­ta­da a este sec­tor etario, des­de una expe­ri­en­cia local­mente situ­a­da, toman­do a modo de con­tex­to más amplio una sociedad muy enve­je­ci­da como es el caso de Cuba.

Desarrollo

Principales retos
El problema del transporte y la limitación de la movilidad de la persona mayor

Las dificul­tades de movil­i­dad aso­ci­adas a la trans­portación son de par­tic­u­lar impor­tan­cia para los adul­tos may­ores. La capaci­dad de trans­portarse libre­mente ya sea uti­lizan­do el trans­porte públi­co, pri­va­do o con­ducien­do un automóvil pro­pio; se ha estable­ci­do como una de las activi­dades de la vida diaria de may­or rel­e­van­cia (Chi­huri et.al, 2016).

La Orga­ni­zación Mundi­al de la Salud (OMS, 2007) reconoce que es nece­sario con­tem­plar la acce­si­bil­i­dad al trans­porte, en tér­mi­nos físi­cos y/o económi­cos, como fac­tor poten­ci­ador o inhibidor de un enve­jec­imien­to acti­vo. La habil­i­dad de trasladarse por la ciu­dad se con­sid­era entonces un deter­mi­nante para la par­tic­i­pación social y cívi­ca, así como para el acce­so a ser­vi­cios comu­ni­tar­ios y de salud.

En Cuba el esta­do de cri­sis del sis­tema de trans­porte urbano, cau­sa­do por las difi­cul­tades energéti­ca, caren­cia de piezas de repuesto, pro­ce­so infla­cionario y ele­vación de cos­tos de acce­so a ser­vi­cios, entre otros fac­tores; tiene un impacto real-con­cre­to en la lim­itación de la capaci­dad de mov­i­lización de las per­sonas may­ores. En el caso de la expe­ri­en­cia que se com­parte, ha sido la causa pre­sen­ta­da con más fre­cuen­cia para el aban­dono del cur­so, por enci­ma de autop­er­cep­ciones neg­a­ti­vas acer­ca de la propia valía basa­da en cri­te­rios neg­a­tivos sobre el envejecimiento.

Un mon­to con­sid­er­able de estu­di­antes matric­u­la­dos en el cur­so rad­i­ca en el mis­mo espa­cio geográ­fi­co en que se encuen­tra enclava­da el aula, pero declar­an que per­sis­ten difi­cul­tades en la movil­i­dad, inclu­so en dis­tan­cias cor­tas. Existe una baja ofer­ta del ser­vi­cio que no logra dar una respues­ta efec­ti­va a la cre­ciente deman­da. Tam­bién los medios de trans­portación pre­sen­tan bar­reras físi­cas en el acce­so y, para el caso pri­va­do, ele­va­dos costes. Esta situación incide neg­a­ti­va­mente en la per­ma­nen­cia en activi­dades de vol­un­tari­a­do a largo pla­zo y el aprovechamien­to de opor­tu­nidades creadas des­de lo ter­ri­to­r­i­al ori­en­tadas a las per­sonas mayores.

El avance de concepciones edadistas

Todos poseemos explíci­ta o implíci­ta­mente asun­ciones sobre las per­sonas may­ores (grupo social), el enve­jec­imien­to (pro­ce­so del desar­rol­lo) y lo que impli­ca ser viejo (parte del ciclo vital). Estas pre­con­cep­ciones tienen un impacto en el modo en que somos percibidos, condi­cio­nan­do las for­mas de relación con los otros; y en que nos autop­ercibi­mos, condi­cio­nan­do la relación para con nosotros mis­mos (Berg­er, 2021). De for­ma que, si las rep­re­senta­ciones com­par­tidas son neg­a­ti­vas, tam­bién lo será su reper­cusión psicosocial.

Las sociedades con­tem­poráneas son por­ta­do­ras de con­cep­ciones neg­a­ti­vas en torno a la vejez y el enve­jec­imien­to, una de las for­mas posi­bles de denom­i­nar este fenó­meno es edadis­mo. Según la Orga­ni­zación Panamer­i­cana de la Salud (OPS, 2021) en el Informe Mundi­al sobre el edadis­mo, esta cat­e­goría se define como estereoti­pos, pre­juicios y dis­crim­i­nación con­tra otras per­sonas o autoin­fligi­do por razones de edad.

El edadis­mo pre­sen­ta con­se­cuen­cias para la salud, el bien­es­tar y el cumplim­ien­to de los dere­chos humanos; además de implicar sig­ni­fica­tivos cos­tos económi­cos. En el caso de las per­sonas may­ores puede devenir en un empe­o­ramien­to de la salud físi­ca y men­tal, un aumen­to del ais­lamien­to social y la soledad, un incre­men­to de la inse­guri­dad económi­ca, una reduc­ción de la cal­i­dad de vida y una muerte pre­matu­ra (OPS, 2021).

El edadis­mo pre­sen­ta tres dimen­siones: a) estereoti­pos (pen­samien­tos), b) pre­juicios (sen­timien­tos) y c) dis­crim­i­nación (acciones o com­por­tamien­tos lle­va­dos a cabo en con­se­cuen­cia). Se man­i­fi­es­ta en tres nive­les posi­bles: a) el insti­tu­cional, a través de leyes, nor­mas, reg­u­la­ciones, políti­cas y prác­ti­cas de insti­tu­ciones que lim­iten injus­ta­mente las opor­tu­nidades y des­fa­vore­cen de for­ma sis­temáti­ca a deter­mi­nadas per­sonas en fun­ción de su edad; b) inter­per­son­al, pro­duci­do en inter­ac­ciones entre dos o varias per­sonas; así como c) autoin­fligi­do o intrap­er­son­al, que un indi­vid­uo dirige con­tra sí mis­mo (OPS, 2021). Esta últi­ma for­ma impli­ca la sub­je­ti­vación de una real­i­dad obje­ti­va, cul­tural­mente deter­mi­na­da, que medi­ante las dis­tin­tas for­mas de social­ización humanas com­parte y per­petúa estereoti­pos, creen­cias y prác­ti­cas dis­crim­i­na­to­rias; de las cuales el suje­to pro­duc­tor ter­mi­na luego por ser víctima.

Una últi­ma dis­tin­ción con­ve­niente a realizar es en cuan­to a su for­ma de expre­sión, puede ser explíc­i­to o implíc­i­to. El edadis­mo con­sciente y vol­un­tario adop­ta­do por una per­sona a menudo se con­trasta con el edadis­mo implíc­i­to, que se da en gran parte sin una per­cep­ción con­sciente de su exis­ten­cia (OPS, 2021). En este últi­mo caso, en lugar de exi­s­tir una abier­ta dis­crim­i­nación, se pro­duce de for­ma encu­bier­ta (implíci­ta); muchas veces mar­cadas por el asis­ten­cial­is­mo y de una visión defici­taria del adul­to may­or (Berg­er, 2021).

Esta real­i­dad se ha hecho evi­dente al haber tran­scur­ri­do más de dos años des­de el ini­cio de la pan­demia por Covid-19. El avance de con­cep­ciones edadis­tas y prác­ti­cas dis­crim­i­na­to­rias por motivos de edad ha tenido lugar a niv­el local, region­al y global.

Huenchuan (2022) señala que si bien en este pun­to no es posi­ble realizar un bal­ance defin­i­ti­vo del impacto de la pan­demia en los dere­chos humanos de las per­sonas may­ores, todo apun­ta a la ocur­ren­cia de dos fenó­menos sociales de par­tic­u­lar rel­e­van­cia. El primero es el peli­gro de la nat­u­ral­ización y asim­i­lación acríti­ca de las vio­la­ciones a los dere­chos humanos de los adul­tos may­ores. Así como el hecho de que su vul­ner­a­bil­i­dad biológ­i­ca (ries­go bio­médi­co) vaya en detri­men­to de su tit­u­lar­i­dad de dere­chos, lo que equiv­al­dría, en pal­abras de la auto­ra, a un retro­ce­so de más de 50 años de dis­cusión sobre el tema.

En este esce­nario de cri­sis, los par­a­dig­mas de enve­jec­imien­to acti­vo, salud­able y pro­duc­ti­vo; han ido per­di­en­do lugar en el ámbito públi­co y pri­va­do. El espa­cio sim­bóli­co per­di­do, pasa entonces a ser ocu­pa­do por con­cep­ciones edadis­tas, como se hizo notar con anterioridad.

Un entorno social car­ac­ter­i­za­do por per­cep­ciones erróneas de esta nat­u­raleza, difi­cul­ta visu­alizar a las per­sonas may­ores como miem­bros valiosos de la comu­nidad, los cuales sí con­tribuyen social­mente. Este fenó­meno psi­coso­cial resul­ta asum­i­do y nat­u­ral­iza­do por un sig­ni­fica­ti­vo número de per­sonas may­ores que sub­val­o­ran sus propias capaci­dades, difi­cul­tan­do así su incor­po­ración y per­ma­nen­cia en espa­cios de vol­un­tari­a­dos (ej. afil­iación y esta­bil­i­dad en asis­ten­cia a la Cátedra).

Este esta­do de cosas per­mite diag­nos­ticar sig­ni­fica­tivos retos con respec­to al tema abor­da­do. La cri­sis, des­de la lec­tura que se pro­pone, supone además de reto una opor­tu­nidad de trans­for­ma­ción. Se aper­tu­ra la posi­bil­i­dad de alter­na­ti­vas, medi­ante el uso de la edu­cación como dis­pos­i­ti­vo para el cam­bio indi­vid­ual y sobre todo social. La expe­ri­en­cia de los pro­pios cur­santes al for­mar parte de este espa­cio educa­ti­vo da cuen­ta de ello.

En el caso par­tic­u­lar del edadis­mo, por ejem­p­lo, la exposi­ción al cur­so bási­co en los edu­can­dos ha otor­ga­do recur­sos para iden­ti­ficar estos pro­ce­sos psi­coso­ciales, así como para su afrontamien­to pos­i­ti­vo. Se con­tribuye, por tan­to, a un empoderamien­to de las per­sonas may­ores. Ello supone estim­u­lar, medi­ante la prác­ti­ca educa­ti­va, el com­pro­miso con el ejer­ci­cio de apren­der, par­tic­i­par y ser respon­s­able de trascen­der estereoti­pos y pre­juicios sociales en sus prác­ti­cas cotidianas.

El aula. Un espacio en disputa y el envejecimiento del colectivo docente.

La CUAM es una insti­tu­ción de carác­ter mul­ti­dis­ci­pli­nario, ded­i­ca­da al desar­rol­lo de pro­gra­mas de edu­cación dirigi­do a las per­sonas may­ores cubanas (Orosa et al., 2021). Para el cumplim­ien­to de su obje­ti­vo docente deman­da de dos condi­ciones bási­cas: 1) un ter­ri­to­rio donde tra­ba­jar (aula) y 2) la pres­en­cia de los actores impli­ca­dos en el pro­ce­so educa­ti­vo (edu­cadores-edu­can­dos). En esta sec­ción se analizarán críti­ca­mente ambos elementos.

La cát­e­dra ha con­ta­do con aulas que fun­cio­nan en pre­dios uni­ver­si­tar­ios, casas de cul­tura, museos de la local­i­dad, áreas de salud, clubes de com­putación, coop­er­a­ti­vas agrí­co­las y escue­las (Orosa & Sánchez, 2020). La expe­ri­en­cia que se social­iza está enclava­da en el cam­pus de la Uni­ver­si­dad de La Habana.

Un ras­go en común que pre­sen­tan casi todas las expe­ri­en­cias educa­ti­vas de esta nat­u­raleza, es la difi­cul­tad deriva­da del uso pro­lon­ga­do en el tiem­po de locales que fun­cio­nen como aulas. La iden­ti­fi­cación y gestión de un ter­ri­to­rio es uno de los retos ini­ciales a los que se enfrenta un coor­di­nador académi­co. El aula se vuelve entonces un espa­cio en con­stante disputa.

El uso del tér­mi­no dis­pu­ta en este mar­co tiene la inten­cional­i­dad de estar en sin­tonía con las ideas de De Beau­voir (1987), al expre­sar que los dere­chos nun­ca se deben dar por adquiri­dos, sino que son parte de una lucha con­stante. Se hace ref­er­en­cia al com­bate por la preser­vación del dere­cho de las per­sonas a la edu­cación durante toda la vida.

La gestión del aula puede ser facil­i­ta­da o inhibi­da en fun­ción del apoyo insti­tu­cional ofre­ci­do. Algu­nas insti­tu­ciones abren sus puer­tas al uso de sus espa­cios, mien­tras otras mues­tran una notable brecha entre la inten­cional­i­dad del dis­cur­so y la prax­is. Esto plantea inter­ro­gantes como ¿esta­mos en pres­en­cia de edadis­mo indi­vid­uales en los decisores o de insti­tu­ciones edadis­tas? ¿se ha toma­do en con­sid­eración la sub­je­tivi­dad pues­ta en juego del agente decisor? ¿se ha tra­ba­ja­do lo sufi­ciente en la sen­si­bi­lización con respec­to al tema del enve­jec­imien­to y las prác­ti­cas dis­crim­i­na­to­rias basadas en la edad?

La dis­pu­ta de un ter­ri­to­rio, en el sen­ti­do antes declar­a­do, puede ser el primer paso en una cade­na de obstácu­los que debiliten los com­pro­misos indi­vid­uales y vol­un­tar­ios, asum­i­dos por per­sonas vin­cu­ladas a proyec­tos educa­tivos de esta nat­u­raleza. La labor de vol­un­tari­a­do a largo pla­zo es una de las premisas de fun­cionamien­to de la Cátedra.

El vol­un­tari­a­do es una de las dimen­siones del enve­jec­imien­to pro­duc­ti­vo, que apun­ta a la con­tribu­ción social de las per­sonas may­ores y a la sat­is­fac­ción de necesi­dades sociales rel­e­vantes. Com­prende difer­entes for­mas de apoyo ofre­ci­das gra­tuita­mente. Es una activi­dad fun­da­men­tal­mente ori­en­ta­da a otros, que ben­e­fi­cia a indi­vid­u­os, gru­pos y a la sociedad en su con­jun­to y que, por lo gen­er­al; está rela­ciona­da con la par­tic­i­pación en orga­ni­za­ciones comu­ni­tarias, guber­na­men­tales, reli­giosas, educa­ti­vas, entre otras. Requiere ded­i­cación, respon­s­abil­i­dad y com­pro­miso; sirve a los adul­tos may­ores para sen­tirse útiles, además de gener­ar sat­is­fac­ción por la colab­o­ración presta­da en sí mis­ma (Miralles, 2010).

Estas tar­eas pre­sen­tan otros efec­tos pos­i­tivos sobre la salud de las per­sonas may­ores. La par­tic­i­pación en activi­dades sociales alta­mente orga­ni­zadas es, jun­to a dejar de fumar, el prin­ci­pal pre­dic­tor de longev­i­dad y vital­i­dad en los adul­tos. Los motivos para estos benefi­cios se han trata­do de definir, pero los estu­dios no son del todo con­cluyentes (Musick, Reg­u­la, & House, 1999).

No obstante los ben­efi­cios enun­ci­a­dos, la activi­dad de vol­un­tari­a­do en un con­tex­to mar­ca­do por una cri­sis mul­ti­di­men­sion­al (económi­ca, social, entre otras) resul­ta una tarea reta­do­ra. La cri­sis actu­al de la vida cotid­i­ana com­pul­sa a pon­der­ar lo urgente por sobre lo impor­tante, lo cual condi­ciona neg­a­ti­va­mente com­pro­misos de esta naturaleza.

Activi­dades no remu­ner­adas pueden resul­tar despro­vis­tas de su val­or social a causa de no estar direc­ta­mente rela­cionadas con grat­i­fi­cadores inmedi­atos y/o sat­is­fac­tores económi­cos. Resul­ta afec­ta­da entonces la per­ma­nen­cia al no per­mi­tir acced­er a las ganan­cias sub­je­ti­vas de una activi­dad cuyo reconocimien­to es en esen­cia moral y social. Esta cri­sis descri­ta, suma­da a la pres­en­cia de pre­con­cep­ciones edadis­tas a niv­el indi­vid­ual y colec­ti­vo; inci­den de for­ma neg­a­ti­va en la vin­cu­lación, el man­ten­imien­to y el even­tu­al reem­pla­zo de un claus­tro de pro­fe­sores muy envejecido.

¿Qué alter­na­ti­vas exis­ten entonces ante la deman­da de incor­po­rar nuevos edu­cadores a un claus­tro alta­mente enve­je­ci­do? Una primera alter­na­ti­va se jue­ga en vis­i­bi­lizar la util­i­dad y el val­or social de la prác­ti­ca educa­ti­va ori­en­ta­da a adul­tos may­ores. Tam­bién se hace notar la necesi­dad del apoyo de insti­tu­ciones educa­ti­vas (uni­ver­si­dades, escue­las, entre otras) para garan­ti­zar un colec­ti­vo docente que, sin negar los ben­efi­cios del vol­un­tari­a­do, establez­can una relación con­trac­tu­al con la tarea docente en sin­tonía con sus tar­eas pro­fe­sion­ales; des­de una lóg­i­ca de tra­ba­jo extensionista.

Otra alter­na­ti­va es la de apos­tar por el con­tac­to entre gen­era­ciones y la vin­cu­lación de edu­cadores jóvenes a los claus­tros docentes de la cát­e­dra. Lograr la incor­po­ración de jóvenes a la edu­cación a per­sonas may­ores es sig­ni­fica­ti­vo, en tan­to la comu­ni­cación inter­gen­era­cional pos­i­ti­va es un fac­tor poten­ci­ador del bien­es­tar del adul­to may­or (Cas­tro, 2007) y una estrate­gia efec­ti­va para la reduc­ción del edadis­mo (Lorente, Bro­tons, & Sit­ges, 2020).

Oportunidades

El enve­jec­imien­to pobla­cional como mar­co para la adop­ción de políti­cas sociales y la artic­u­lación de estrate­gias para su afrontamiento.

En la actu­al­i­dad Cuba pre­sen­ta una situación demográ­fi­ca con grandes retos para la gob­er­nan­za y las políti­cas públi­cas: una baja tasa de natal­i­dad, un aumen­to de las migra­ciones y un incre­men­to de la expec­ta­ti­va de vida. Estos fac­tores han deter­mi­na­do el avance en el enve­jec­imien­to pobla­cional en nue­stro país, las últi­mas cifras indi­can un 20,8% de la población con 60 años o más (Alfon­so, 2020). No exis­ten indi­cios del carác­ter reversible de esta ten­den­cia demográ­fi­ca en la población cubana.

Este esce­nario sitúa al enve­jec­imien­to pobla­cional como una de las prin­ci­pales líneas de acción políti­ca del país. Impli­ca crear un entorno social prop­i­cio para el desar­rol­lo de proyec­tos aso­ci­a­dos a su aten­ción y plantea la deman­da de may­ores estu­dios que pro­fundi­cen la com­pren­sión del fenómeno.

Martín (2020) da cuen­ta del enve­jec­imien­to como reto y obje­ti­vo de la políti­ca nacional. A su vez en el lin­eamien­to número 116 de los Lin­eamien­tos de la políti­ca económi­ca y social (PCC, 2017) que­da plantea­da la necesi­dad de imple­men­tar de for­ma grad­ual una políti­ca para aten­der los ele­va­dos nive­les de enve­jec­imien­to de la población y fomen­tar su par­tic­i­pación en las tar­eas económi­cas, políti­cas y sociales.

No obstante la exis­ten­cia del fenó­meno y la proyec­ción de su aten­ción, esto no es razón sufi­ciente para dar por sen­ta­do que los actores sociales impli­ca­dos perciben de la mis­ma for­ma su rel­e­van­cia social o las deman­das más urgentes aso­ci­adas. En el informe de la CEPAL tit­u­la­do Enve­jec­imien­to, per­sonas may­ores y agen­da 2030 para el desar­rol­lo sostenible. Per­spec­ti­va region­al y de dere­chos humanos (Huenchuan, 2018) se da cuen­ta de una brecha entre la per­cep­ción de la impor­tan­cia dada a fenó­menos como el mal­tra­to y la dis­crim­i­nación por motivos edad, por parte de gob­ier­nos y ofic­i­nas regionales de dere­chos humanos (sociedad civil).

Esta brecha iden­ti­fi­ca­da es resul­ta­do del análi­sis en 34 país­es de la región y da cuen­ta de la deman­da de incre­men­tar el número de acciones ori­en­tadas a vis­i­bi­lizar, con­ci­en­ti­zar e inter­venir en un mal tan exten­di­do, tris­te­mente agrava­do por la pan­demia de Covid 19; como es el edadis­mo (Huenchuan, 2018). El ante­ri­or caso sitúa, una vez más, la necesi­dad de pro­fun­dizar en la labor de toma de con­cien­cia del carác­ter com­ple­jo del enve­jec­imien­to pobla­cional y el papel de la cien­cia en impedir que deter­mi­nadas dimen­siones de este que­den invisibilizadas.

En tér­mi­nos de la expe­ri­en­cia local-conc­re­ta en la gestión de cur­sos ori­en­ta­dos a la edu­cación de per­sonas may­ores, este mar­co impli­ca: 1) facil­i­tar la iden­ti­fi­cación de espe­cial­is­tas en los dis­tin­tos temas que puedan colab­o­rar en la prác­ti­ca docente de las aulas de la CUAM; así como 2) podría ampli­ar el apoyo logís­ti­co por parte de los dis­tin­tos actores sociales en insti­tu­ciones y proyec­tos ori­en­ta­dos a los adul­tos mayores.

Se pre­tende, con lo expuesto, legit­i­mar el val­or estratégi­co de la edu­cación a per­sonas may­ores para afrontar de for­ma pos­i­ti­va este pro­ce­so demográ­fi­co. La prác­ti­ca educa­ti­va deberá entonces estar ori­en­ta­da a la pro­mo­ción de la par­tic­i­pación y el empoderamien­to de los adul­tos may­ores, así como a la sen­si­bi­lización social sobre la rel­e­van­cia del fenómeno.

Expe­ri­en­cia acu­mu­la­da en la edu­cación a per­sonas mayores.

Los espa­cios de edu­cación a per­sonas may­ores pre­sen­tan entre sus metas poten­ciar el desar­rol­lo de los pro­ce­sos cog­ni­tivos, afec­tivos y cona­tivos; prop­i­ciar el desar­rol­lo socio­cul­tur­al de los edu­can­dos; facil­i­tar la adaptación e inte­gración social de los adul­tos may­ores a su medio, así como for­t­ale­cer las habil­i­dades sociales y comu­nica­ti­vas en las esferas de la vida cotid­i­ana (Hen­ríquez & Sánchez, 2020). De esta for­ma se poten­cian recur­sos que luego per­mi­tan pro­ce­sos de par­tic­i­pación más activos y otorguen un may­or pro­tag­o­nis­mo a niv­el comu­ni­tario e institucional.

Ori­en­ta­da por estas aspira­ciones la Cát­e­dra Uni­ver­si­taria del Adul­to May­or de la Uni­ver­si­dad de La Habana cuen­ta con más de veinte años de expe­ri­en­cia en la edu­cación a per­sonas may­ores. Se avala un saber teóri­co y prác­ti­co, que bajo la adscrip­ción al par­a­dig­ma del apren­diza­je a lo largo de la vida (life­long learn­ing) como eje medu­lar del pro­gra­ma educa­ti­vo, bus­ca poten­ciar el desar­rol­lo de habil­i­dades y com­pe­ten­cias que fomenten la inte­gración psi­coso­cial de sus educandos.

La exis­ten­cia de un pro­gra­ma educa­ti­vo val­i­da­do y sufi­cien­te­mente flex­i­ble, ha con­sis­ti­do en una de las prin­ci­pales for­t­alezas en estos tiem­pos de incer­tidum­bres. Su dis­eño cur­ric­u­lar cuen­ta con una com­posi­ción mul­ti­temáti­ca, que en el ejer­ci­cio prác­ti­co docente, con­sti­tuye un real espa­cio de for­ma­ción inter y mul­ti­dis­ci­pli­nar­ia; con claras aspira­ciones transdisciplinarias.

Ha sido el resul­ta­do de la inte­gración de diver­sas con­tribu­ciones, a par­tir de planes de clases y resúmenes elab­o­ra­dos por pro­fe­sores de los módu­los y por miem­bros del Con­se­jo Téc­ni­co Asesor de la Cát­e­dra. A su vez, con­tiene aportes teóri­cos de difer­entes pro­fe­sion­ales que han colab­o­ra­do con este pro­gra­ma educa­ti­vo (Orosa et al., 2021).

La expe­ri­en­cia acu­mu­la­da ha per­mi­ti­do desar­rol­lar por parte del pro­fe­so­ra­do de la cát­e­dra un con­jun­to de recur­sos y her­ramien­tas para las clases. Entre estas se encuen­tran: la habil­itación de entornos de enseñan­za-apren­diza­je de carác­ter lúdi­co y par­tic­i­pa­tivos, la creación de mate­ri­ales de apoyo a la docen­cia (bib­li­ográ­fi­cos, audio­vi­suales, entre otros); la imple­mentación de dinámi­cas gru­pales que fomen­tan las com­pe­ten­cias en el tra­ba­jo en equipo e inves­tiga­ti­vo, sobre temas afines con el pro­gra­ma de formación.

La pres­en­cia de redes sociales e insti­tu­cionales en torno a la Cátedra.

Las con­tribu­ciones y colab­o­ra­ciones con­stru­idas a lo largo de estos veinte años han per­mi­ti­do artic­u­lar una red de per­sonas e insti­tu­ciones en torno a la Cát­e­dra. La expe­ri­en­cia que se com­parte, con su ancla­je insti­tu­cional par­tic­u­lar a la Uni­ver­si­dad de La Habana, ha facil­i­ta­do el apoyo de espe­cial­is­tas y docentes en las dis­tin­tas temáti­cas que com­po­nen el pro­gra­ma de estu­dio. Se ha podi­do garan­ti­zar así una may­or cal­i­dad en el pro­ce­so de enseñan­za y apren­diza­je. Estu­dios ori­en­ta­dos a la eval­u­ación de impacto en la for­ma­ción del pre­sente cur­so se encuen­tran en pleno desarrollo.

El cur­so bási­co desple­ga­do ha con­ta­do con 19 inves­ti­gadores y docentes uni­ver­si­tar­ios, espe­cial­is­tas de notable pres­ti­gio en sus cor­re­spon­di­entes áreas de desem­peño pro­fe­sion­al. Desta­can la pres­en­cia de insti­tu­ciones como las fac­ul­tades de Psi­cología, Soci­ología, Dere­cho, Comu­ni­cación, Artes y Letras de la Uni­ver­si­dad de La Habana; el Min­is­te­rio de Salud Públi­ca (MINSAP), el Cen­tro de inves­ti­ga­ciones sobre longev­i­dad, enve­jec­imien­to y la salud en el adul­to may­or (CITED); el Cen­tro de Estu­dios Mar­tianos, la Fac­ul­tad Lati­noamer­i­cana de Cien­cias Sociales (FLACSO-CUBA), la Fed­eración de Mujeres Cubanas (FMC) y el Cen­tro de Estu­dios Demográ­fi­cos (CEDEM).

Este logro, no se ha podi­do exten­der a otras aulas, donde la con­for­ma­ción de un claus­tro docente uni­ver­si­tario ha sido cuan­to menos difí­cil sino ya imposi­ble. La Cát­e­dra, no obstante, ha logra­do suplir esta falen­cia con una nutri­da red de vol­un­tar­ios que a pesar de su avan­za­do enve­jec­imien­to, des­de la pre­ocu­pación por el reem­pla­zo ya abor­da­da, mantienen a niv­el de base la esen­cia exten­sion­ista del proyecto.

Reflexiones parciales:

Des­de la expe­ri­en­cia local-conc­re­ta del ejer­ci­cio del rol de coor­di­nador académi­co de un aula de la Cát­e­dra Uni­ver­si­taria del Adul­to May­or de la Uni­ver­si­dad de La Habana, me per­mi­to entonces com­par­tir algu­nas reflex­iones par­ciales que pueden resul­tar de util­i­dad para quien asuma la edu­cación a per­sonas may­ores como opción pedagógica:

  1. El (re) ini­cio de los cur­sos de la CUAM pre­sen­ta abun­dantes retos obje­tivos, sobre todo coyun­tu­rales y aso­ci­a­dos a la poca disponi­bil­i­dad de recur­sos. Tam­bién retos sub­je­tivos deriva­dos que van des­de la pres­en­cia de con­cep­ciones edadis­tas a niv­el colec­ti­vo e indi­vid­ual que resul­tan lim­i­tantes, has­ta la moti­vación por man­ten­er la per­ma­nen­cia en el proyec­to en un con­tex­to de cri­sis multidimensional.

La real­ización de un diag­nós­ti­co pre­vio al ini­cio de las activi­dades docentes es clave en este sen­ti­do. Deberá incluir una iden­ti­fi­cación de los recur­sos y capaci­dades con los que cuen­tan los edu­can­dos, has­ta las condi­ciones mate­ri­ales conc­re­tas de las que se puede o no dispon­er (un aula, el claus­tro docente, mate­ri­ales educa­tivos, entre otros).

  1. Se hace nece­sario el robustec­imien­to de los vín­cu­los insti­tu­cionales, la artic­u­lación de redes sociales, pro­fe­sion­ales y aso­cia­ciones; para afrontar las difi­cul­tades en el com­ple­tamien­to del claus­tro docente iden­ti­fi­cadas. El tra­ba­jo inter­gen­era­cional se erige como una alter­na­ti­va viable a imple­men­tar por sus poten­ciales ganan­cias psicosociales.
  2. Existe una brecha entre la inten­ción políti­ca a niv­el de dis­cur­so y la prax­is conc­re­ta en los dis­tin­tos actores y decisores impli­ca­dos. Ello puede estar basa­do, hipotéti­ca­mente, en con­cep­ciones edadis­tas que luego se expre­san medi­ante prác­ti­cas dis­crim­i­na­to­rias. Se legit­i­ma así un cam­po de acción pro­fe­sion­al váli­do para psicól­o­gos y otros espe­cial­is­tas en cien­cias sociales afines.
  3. Por el val­or estratégi­co que supone el afrontamien­to al enve­jec­imien­to pobla­cional, y los ben­efi­cios sociop­si­cológi­cos que repor­ta; entre ellos: una may­or autonomía, autoes­ti­ma, empoderamien­to y adquisi­ción de habil­i­dades para la auto­gestión y la par­tic­i­pación; resul­ta clave man­ten­er el espa­cio de social­ización y edu­cación ori­en­ta­do para las per­sonas may­ores que es la Cát­e­dra Uni­ver­si­taria del Adul­to Mayor.

Conclusiones

La edu­cación a per­sonas may­ores es una necesi­dad estratég­i­ca en el con­tex­to de una sociedad alta­mente enve­je­ci­da como la cubana. Su pro­mo­ción debe ser inten­ciona­da y apoy­a­da insti­tu­cional­mente si se desea, más allá del niv­el del dis­cur­so, que el enve­jec­imien­to acti­vo, salud­able y pro­duc­ti­vo (sostenible) deven­ga en real­i­dad concreta.

Con­trario a los imag­i­nar­ios colec­tivos, ampli­a­mente asis­ten­cial­is­tas y bio­med­ical­iza­dos, la vejez y el enve­jec­imien­to no son eta­pas cos­tosas que supo­nen una ele­va­da car­ga social y económi­ca en sí mis­ma; un enve­jec­imien­to patológi­co sí resul­ta en favor de este últi­mo sen­ti­do. ¿Existe aca­so alter­na­ti­va? La edu­cación como dis­pos­i­ti­vo de trans­for­ma­ción indi­vid­ual y sobre todo colec­ti­va, es el arma fun­da­men­tal con el que cien­tí­fi­cos sociales y edu­cadores cuen­tan para afrontar el notable logro de la humanidad que es la exten­sión de la vida humana. La vida y el bien­es­tar humanos, en tan­to cri­te­rios éti­cos últi­mos, deberán ser el hor­i­zonte de acción com­pro­meti­da para con una sociedad ori­en­ta­da al buen vivir.

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