La psicología ante el cambio climático: identidad ambiental y género en estudiantes universitarios cubanos

Diana Rosa Rodríguez González
Dairis Galindo Tamayo
Evelyn Fernández Castillo 
Yamila Roque Doval

Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Santa Clara, Cuba

Resumen

La psi­cología tiene un rol impor­tante que asumir en la pro­mo­ción de con­duc­tas ecológi­ca­mente ade­cuadas que atenúen el dete­ri­oro del medio ambi­ente. La relación entre iden­ti­dad y ambi­ente se ha con­ver­tido en un tema de reflex­ión que per­mite aunar ele­men­tos para la con­fig­u­ración del cam­po ambi­en­tal des­de la psi­cología. La inves­ti­gación tuvo como obje­ti­vo explo­rar la relación entre género e iden­ti­dad ambi­en­tal en estu­di­antes de la Uni­ver­si­dad Cen­tral “Mar­ta Abreu” de Las Vil­las. Fue real­iza­da entre enero y mar­zo de 2020 en la ciu­dad de San­ta Clara, provin­cia Vil­la Clara, Cuba. Con­tó con un enfoque cuan­ti­ta­ti­vo y un dis­eño no exper­i­men­tal trans­ver­sal ex-post-fac­to. La mues­tra quedó con­for­ma­da por 844 estu­di­antes uni­ver­si­tar­ios. Para la recogi­da de datos se empleó la Escala de Iden­ti­dad Ambi­en­tal que mostró nive­les de con­fi­a­bil­i­dad ade­cua­dos. El análi­sis fue real­iza­do a través de proce­samien­to estadís­ti­co descrip­ti­vo y análi­sis de cor­rela­ciones. Como prin­ci­pales resul­ta­dos se obser­varon difer­en­cias en cuan­to al sexo y la iden­ti­dad ambi­en­tal. Estos resul­ta­dos son dis­cu­ti­dos con la teoría prece­dente y mues­tran la necesi­dad de incor­po­rar el enfoque de género a pro­gra­mas de inter­ven­ción social o de edu­cación ambiental.
Pal­abras clave: iden­ti­dad ambi­en­tal, género, cam­bio climático

Abstract

Psy­chol­o­gy has an impor­tant role to assume in pro­mot­ing eco­log­i­cal­ly appro­pri­ate behav­iors that mit­i­gate the dete­ri­o­ra­tion of the envi­ron­ment. The rela­tion­ship between iden­ti­ty and envi­ron­ment has become a top­ic of reflec­tion that allows us to com­bine ele­ments for the con­fig­u­ra­tion of the envi­ron­men­tal field from Psy­chol­o­gy. The research aimed to explore the rela­tion­ship between gen­der and iden­ti­ty in stu­dents of the Cen­tral Uni­ver­si­ty “Mar­ta Abreu” of Las Vil­las. It was car­ried out between Jan­u­ary and March 2020 in the city of San­ta Clara, Vil­la Clara province, Cuba. It had a quan­ti­ta­tive approach and a non-exper­i­men­tal, cross-sec­tion­al ex post fac­to design. The sam­ple was made up of 844 uni­ver­si­ty stu­dents. For data col­lec­tion, the Envi­ron­men­tal Iden­ti­ty Scale was used, which showed ade­quate lev­els of reli­a­bil­i­ty. The analy­sis was car­ried out through descrip­tive sta­tis­ti­cal pro­cess­ing and cor­re­la­tion analy­sis. The main results were dif­fer­ences regard­ing sex and envi­ron­men­tal iden­ti­ty. These results are dis­cussed with the pre­ced­ing the­o­ry and show the need to incor­po­rate the gen­der approach into social inter­ven­tion or envi­ron­men­tal edu­ca­tion programs.

Key­words: envi­ron­men­tal iden­ti­ty, gen­der, Cli­mate Change

Introducción

El plan­e­ta Tier­ra se encuen­tra en una situación ambi­en­tal alar­mante. Este prob­le­ma no solo debe ser vis­to como un prob­le­ma ambi­en­tal, sino social y humano pues se debe a la alteración antrópi­ca del cli­ma ter­restre (Caride-Gómez & Meira-Cartea, 2019). Los Obje­tivos de Desar­rol­lo Sostenible (ODS) con­sti­tuyen un mar­co para la acción y la inter­ven­ción social y ambi­en­tal (Rodri­go-Cano, Picó, & Dimuro, 2019). Especí­fi­ca­mente, el ODS 13 se dirige a adop­tar medi­das urgentes para com­bat­ir el cam­bio climáti­co y sus efec­tos. Este obje­ti­vo reper­cute en el resto de los ODS “dado que el cam­bio climáti­co rep­re­sen­ta una ame­naza para los sis­temas nat­u­rales, la acción por el cli­ma del ODS 13 se trans­for­ma en pri­mor­dial para con­tin­uar con la vida de los sis­temas” (Per­oni, Miran­da, & Castil­lo, 2020, p. 196) .

El Cam­bio Climáti­co de inci­den­cia antrópi­ca (CC) se man­i­fi­es­ta en el incre­men­to de la tem­per­atu­ra prome­dio del plan­e­ta y se rela­ciona direc­ta­mente con el aumen­to de la con­cen­tración de gas­es de efec­to inver­nadero en la atmós­fera por la que­ma de com­bustibles fósiles y la defor­estación (Men­doza, Romero, Hernán­dez, & Coro­na, 2016). Este fenó­meno provo­ca actual­mente graves inun­da­ciones, sequías extremas, aumen­to de la deser­ti­fi­cación, escasez de ali­men­tos y agua potable. Estos efec­tos tienen graves con­se­cuen­cias para la humanidad, algu­nas rela­cionadas con la salud y otras referi­das a pro­ce­sos migra­to­rios forza­dos, aumen­to de la pobreza y con­flic­tos sociales (López-Cabanas & Aragonés, 2019).

Hoy no hay un país que no haya exper­i­men­ta­do los dramáti­cos efec­tos del CC (Per­oni et al., 2020). Para Améri­ca Lati­na y el Caribe ha tenido un rel­e­vante impacto debido a sus car­ac­terís­ti­cas socioe­conómi­cas, insti­tu­cionales y geográ­fi­cas. En esta región existe una doble condi­ción asimétri­ca (Casas, 2017). Por un lado, emite poco menos del 10% de las emi­siones de CO2 mundi­ales, a la vez que resul­ta alta­mente vul­ner­a­ble a los efec­tos del CC. Por otro lado, son los estratos de ingre­so más bajos en la región (con may­or rep­re­sentación de mujeres) los que con­tribuyen en menor medi­da a la gen­eración de emi­siones de CO2, a la vez que son mucho más vul­ner­a­bles a sus efec­tos debido a que cuen­tan con menos recur­sos para adaptarse.

La pub­li­cación Panora­ma ambi­en­tal. Cuba 2018 mues­tra indi­cadores que deno­tan el esta­do de la situación ambi­en­tal cubana: una huel­la ecológ­i­ca pequeña por ser un país con bajo con­sumo de energía e incre­men­to de fuentes ren­ov­ables en la gen­eración de elec­t­ri­ci­dad (sis­temas eóli­cos, solares foto­voltaicos y bio­masa) (Ofic­i­na Nacional de Estadís­ti­cas e Infor­ma­ción, 2019). Las emi­siones de CO2 prove­nientes de la activi­dad energéti­ca con­sti­tuyen alrede­dor del 95% de las emi­siones totales en el país. Las prin­ci­pales con­tribuyentes son las indus­trias man­u­fac­tur­eras, de energía y de la con­struc­ción. El aporte del país al vol­u­men total glob­al de emi­siones ron­da el 0,2% (More­jón, Bayón, & Rodríguez, 2019).

Cuba es parte de var­ios con­ve­nios y com­pro­misos inter­na­cionales. Entre ellos se desta­can: el Con­ve­nio Mar­co de las Naciones Unidas sobre el CC, des­de 1994; el Pro­to­co­lo de Kioto, des­de 2002; el Con­ve­nio de Viena para la Pro­tec­ción de la Capa de Ozono, des­de 1992; y el Acuer­do de París sobre CC, des­de 2016 (Ofic­i­na Nacional de Estadís­ti­cas e Infor­ma­ción, 2019). La dimen­sión ambi­en­tal adquiere un carác­ter trans­ver­sal en la con­cep­ción y mate­ri­al­ización de los planes y proyec­tos económi­cos y sociales del país.

Según el Plan Nacional de Desar­rol­lo Económi­co y Social has­ta 2030, esta dimen­sión se ori­en­ta hacia: (1) trans­for­mar la matriz energéti­ca con may­or par­tic­i­pación de fuentes ren­ov­ables, (2) ase­gu­rar la con­ser­vación y uso racional de los recur­sos nat­u­rales, (3) fomen­tar la edu­cación ambi­en­tal for­mal (plan­i­fi­ca­da y con­tro­la­da con públi­cos homogé­neos), no for­mal (no estable con públi­cos het­erogé­neos) e infor­mal (espon­tánea entre indi­vid­uo y entorno con influ­en­cia de los medios masivos de comunicación).

Cuba ha dado impor­tantes pasos por inte­grarse al esfuer­zo inter­na­cional de cono­cer y estu­di­ar la real­i­dad ambi­en­tal y con­tribuir a la for­mu­lación e instru­mentación de prác­ti­cas sus­tenta­bles de desar­rol­lo, plantea ONEI (2019). Sin embar­go, la prop­ues­ta de una políti­ca glob­al dirigi­da a aten­uar el dete­ri­oro ambi­en­tal ha sido obsta­c­uliza­da por intere­ses hegemóni­cos man­i­fes­ta­dos en las desave­nen­cias en con­fer­en­cias inter­na­cionales sobre CC en el mar­co de la Orga­ni­zación de Naciones Unidas (López-Cabanas & Aragonés, 2019).

Los exper­tos recla­man lim­i­tar el calen­tamien­to glob­al a 1,5°C; por tan­to, se hace urgente que des­de todas las dis­ci­plinas se busquen solu­ciones viables, real­is­tas y que supon­gan un com­pro­miso políti­co con las per­sonas ciu­dadanas (Rodri­go-Cano et al., 2019). El dete­ri­oro del ambi­ente ha sido obje­to de casi todas las dis­ci­plinas, inclu­i­da la psicología.

Esta cien­cia, enfo­ca­da en la sub­je­tivi­dad y el bien­es­tar, tiene un papel impor­tante que asumir en la pro­mo­ción de con­duc­tas ecológi­ca­mente ade­cuadas que atenúen el dete­ri­oro del medio ambi­ente. Clay­ton (2019) debate tres áreas de inves­ti­gación psi­cológ­i­ca en torno a la prob­lemáti­ca: el conocimien­to sobre el CC, los impactos sociales y per­son­ales del CC y cam­bios com­por­ta­men­tales en la respues­ta al CC.

Estas áreas, aunque se dis­tin­gan para la inves­ti­gación, en la prác­ti­ca se encuen­tran inter­rela­cionadas. Los com­por­tamien­tos están aso­ci­a­dos a las per­cep­ciones y los impactos depen­den de las respues­tas com­por­ta­men­tales y de las con­fig­u­ra­ciones sub­je­ti­vas del fenó­meno. La iden­ti­dad ambi­en­tal y el género se encuen­tran entre las vari­ables per­son­ales cor­rela­cionadas con el com­por­tamien­to de las per­sonas hacia el cuida­do del ambi­ente. Ante la caren­cia de estu­dios des­de la psi­cología en Cuba acer­ca de la relación entre iden­ti­dad ambi­en­tal y género, se pro­pu­so una inves­ti­gación con el obje­ti­vo de explo­rar la relación entre género e iden­ti­dad ambi­en­tal en estu­di­antes de la Uni­ver­si­dad Cen­tral “Mar­ta Abreu” de Las Villas.

La identidad ambiental y las identidades de género como variables personales implicadas en la mitigación y adaptación al Cambio Climático

La relación entre iden­ti­dad y ambi­ente se ha con­ver­tido en un tema de reflex­ión que per­mite aunar ele­men­tos para la con­fig­u­ración del cam­po ambi­en­tal des­de la psi­cología. De hecho, al ser con­sid­er­a­do el ambi­ente como un sis­tema dinámi­co y com­ple­jo, que establece rela­ciones rizomáti­cas entre sus com­po­nentes (biofísi­cos, sociales y cul­tur­ales), se hace nece­sario recono­cer las inter­ac­ciones dis­cur­si­vas que se con­struyen al inte­ri­or del cam­po ambi­en­tal para iden­ti­ficar la tipología de iden­ti­dades que con­viv­en en una real­i­dad ambi­en­tal com­ple­ja (Bous­sal­isa & Coanb, 2016).

La iden­ti­dad es un con­struc­to psi­cológi­co medu­lar, una man­era de describir a un indi­vid­uo que se encuen­tra ubi­ca­do en un con­tex­to social y políti­co. Resul­ta un tema promi­nente en la psi­cología y de clara rel­e­van­cia para las acti­tudes y com­por­tamien­tos ambi­en­tales (Lewandowskyab, Bal­lar­dac, Ober­auerd, & Ben­es­tade, 2016). Las per­sonas tienen múlti­ples iden­ti­dades (múlti­ples for­mas de definirse a sí mis­mas) con impor­tan­cia vari­able de per­sona a per­sona de acuer­do al con­tex­to social.

La iden­ti­dad ambi­en­tal, como con­struc­to, describe un auto­con­cep­to que incor­po­ra y es definido por la relación con la nat­u­raleza (Clay­ton, Irkhin, , & Nar­to­va-Bochaver, 2019). Las per­sonas con una alta iden­ti­dad ambi­en­tal pien­san en sí mis­mos como conec­ta­dos e inter­de­pen­di­entes del mun­do nat­ur­al; en algunos casos esta iden­ti­dad moti­va la pro­tec­ción ambi­en­tal y pro­mueve el activis­mo ambientalista.

Según Clay­ton y Opo­tow (2003), una iden­ti­dad ambi­en­tal puede vari­ar en la defini­ción e impor­tan­cia entre indi­vid­u­os, al igual que otra iden­ti­dad colec­ti­va (como la nacional o la iden­ti­dad étni­ca). Esta iden­ti­dad ambi­en­tal, como una iden­ti­dad de grupo, provee de un sen­ti­do de conex­ión, de ser parte de una total­i­dad, jun­to al reconocimien­to de simil­i­tud entre nosotros mis­mos y otros (Clay­ton et al., 2019).

Todas las per­sonas pueden desar­rol­lar una iden­ti­dad ambi­en­tal, así como todas tienen el poten­cial para desar­rol­lar una iden­ti­dad de género o etno­cul­tur­al; pero la fuerza de la iden­ti­dad depende de la his­to­ria per­son­al y las expe­ri­en­cias sig­ni­fica­ti­vas. Las expe­ri­en­cias tem­pranas con la nat­u­raleza, par­tic­u­lar­mente en com­pañía de otros sig­ni­fica­tivos, resul­tan impor­tantes en el desar­rol­lo de la iden­ti­dad ambi­en­tal (Clay­ton et al., 2019). Clay­ton et al. (2019) con­sid­er­an que una fuerte iden­ti­dad ambi­en­tal debe pro­mover un com­por­tamien­to proambiental.

Por su parte, las iden­ti­dades de género ori­en­tan los com­por­tamien­tos de hom­bres y mujeres (Munguía, Mén­dez, Bel­trán, & Nor­ie­ga, 2009) e impli­can capaci­dades, habil­i­dades, opor­tu­nidades, conocimien­tos, necesi­dades e intere­ses de man­era difer­ente (Dun­lap & McCright, 2010). Por tan­to, necesi­dades e intere­ses de género con­ducen a for­mu­la­ciones dis­tin­tas sobre cómo enfrentarse y adap­tarse al ries­go y la vul­ner­a­bil­i­dad, des­de las habil­i­dades y capaci­dades con­stru­idas socialmente.

Se denom­i­na género a la con­struc­ción social basa­da en la difer­en­cia sex­u­al biológ­i­ca. Se usa para enfa­ti­zar que la desigual­dad de género es cau­sa­da por el tra­to social desigual e injus­to y no por las difer­en­cias anatómi­cas que car­ac­ter­i­zan a hom­bres y mujeres. Incor­po­rar el género al análi­sis del CC per­mite com­pren­der de qué man­era las iden­ti­dades mas­culi­nas, femeni­nas y género diver­sas deter­mi­nan difer­entes vul­ner­a­bil­i­dades y capaci­dades de adaptación, así como per­cep­ciones diferenciadas.

Debido a las nor­mas y roles de género con­stru­i­dos social­mente y a las bre­chas estruc­turales aso­ci­adas, los embat­es del CC no resul­tan de igual alcance para hom­bres y mujeres; sien­do las mujeres quienes sufren las con­se­cuen­cias con may­or sev­eri­dad (Casas, 2017). Por otra parte, tam­bién se describe en la lit­er­atu­ra cien­tí­fi­ca que las mujeres tienen roles, en gen­er­al, que estable­cen una relación más ami­ga­ble con el medio ambi­ente y los recur­sos nat­u­rales que los hombres.

Materiales y métodos

Se real­izó una inves­ti­gación enmar­ca­da en un enfoque cuan­ti­ta­ti­vo con un dis­eño no exper­i­men­tal trans­ver­sal ex-post-fac­to (León & Mon­tero, 2015). Se real­izó en el perío­do com­pren­di­do de enero a mar­zo del 2020 en la Uni­ver­si­dad Cen­tral “Mar­ta Abreu” de Las Vil­las, ubi­ca­da en la ciu­dad de San­ta Clara, provin­cia Vil­la Clara.

Se selec­cionó una mues­tra de estu­di­antes del cur­so reg­u­lar diurno. Se uti­lizó un muestreo prob­a­bilís­ti­co estrat­i­fi­ca­do con la con­sid­eración de un error de 0,05 y un niv­el de con­fi­an­za de 95%. Se asum­ieron como estratos el sexo y el año académi­co. Los cri­te­rios de inclusión fueron ser estu­di­ante uni­ver­si­tario del cur­so diurno y ofre­cer el con­sen­timien­to infor­ma­do. Se con­sid­er­aron como cri­te­rios de exclusión ser estu­di­antes de quin­to año de las car­reras que se encon­tra­ban en la eta­pa de preparación para la cul­mi­nación de estu­dio. Como cri­te­rios de sal­i­da se establecieron no com­ple­tar las téc­ni­cas apli­cadas y solic­i­tar reti­rarse del estu­dio por diver­sas causas.

La mues­tra quedó con­for­ma­da por 844 estu­di­antes uni­ver­si­tar­ios. El ran­go de edad de los par­tic­i­pantes fue de 20–23 años con una edad prome­dio M= 20,23 y desviación SD= 4,084. En cuan­to al sexo, 490 (58,1%) pertenecieron al sexo femeni­no y 354 (41,9%) al sexo masculino.

Las vari­ables con­sid­er­adas fueron la vari­able sociode­mográ­fi­ca sexo (niv­el de medición: nom­i­nal) y la vari­able Iden­ti­dad ambi­en­tal: con­struc­to que describe un auto­con­cep­to que incor­po­ra y es definido por una relación de conex­ión e inter­de­pen­den­cia con la nat­u­raleza (Clay­ton et al., 2019).

Los instru­men­tos de eval­u­ación uti­liza­dos fueron un cues­tionario de datos sociode­mográ­fi­cos con­stru­i­do ad hoc y la Escala de Iden­ti­dad Ambi­en­tal. Es una escala tipo Lik­ert desar­rol­la­da por Clay­ton (Clay­ton et al., 2019) para estu­di­ar la relación entre iden­ti­dad y naturaleza.

Se establecieron pro­ced­imien­tos para garan­ti­zar los prin­ci­p­ios éti­cos de la inves­ti­gación. Se solic­itó el con­sen­timien­to infor­ma­do insti­tu­cional al vice-rec­tora­do de For­ma­ción del Pro­fe­sion­al de la Uni­ver­si­dad Cen­tral “Mar­ta Abreu” de Las Vil­las. Se veló por el respeto a la indi­vid­u­al­i­dad y con­fi­den­cial­i­dad de la infor­ma­ción ofre­ci­da por los par­tic­i­pantes y la expli­cación de los obje­tivos, fines y alcances del estu­dio. Estos ele­men­tos fueron explic­i­ta­dos en el con­sen­timien­to infor­ma­do insti­tu­cional y la consigna para la solic­i­tud de con­sen­timien­to infor­ma­do oral al participante.

Para la apli­cación de los instru­men­tos se con­sid­er­aron los horar­ios y nor­mas de fun­cionamien­to de la insti­tu­ción educa­ti­va. Se tuvieron en cuen­ta las exi­gen­cias instru­men­tales y condi­ciones de pri­vaci­dad e ilu­mi­nación. Igual­mente se con­sid­eró la exi­gen­cia éti­ca de con­ser­var el carác­ter anón­i­mo de los suje­tos en cualquier doc­u­men­to o reg­istro y el empleo de la infor­ma­ción solo con fines científicos.

Resultados

Para explo­rar las propiedades psi­cométri­c­as de la Escala de Iden­ti­dad Ambi­en­tal se cal­culó el alfa de Cron­bach (α=.88), val­or que rep­re­sen­tó un niv­el de con­fi­a­bil­i­dad alto. Se establecieron bare­mos a través de los resul­ta­dos apor­ta­dos por la mues­tra de inves­ti­gación. Se con­stató que un may­or por cien­to de los par­tic­i­pantes se agru­pa en un niv­el medio de iden­ti­dad ambi­en­tal. En la Tabla 1 se expo­nen las fre­cuen­cias abso­lu­tas y rel­a­ti­vas que describen el com­por­tamien­to de esta variable.

Tabla 1. Identidad ambiental
Fre­cuen­cia %
Bajo 228 27,0
Medio 408 48,3
Alto 208 24,6
Fuente: Elaboración propia

En el análi­sis de fre­cuen­cia por ítems se mues­tra que los pun­ta­jes más altos se con­cen­tran en las opciones de respues­ta Cier­to para mí, segui­do de las opciones Ni cier­to ni fal­so y Com­ple­ta­mente cier­to para mí. La Tabla 2 pre­sen­ta un análi­sis de fre­cuen­cia de la Escala de Iden­ti­dad Ambi­en­tal de acuer­do a los pun­ta­jes de sus ítems.

Tabla 2. Análisis de frecuencia de la Escala de Identidad Ambiental por ítems
Fre­cuen­cia Por­centa­je
Ítems Nada cier­to para mí No es cier­to para mí Ni cier­to ni falso Cier­to para mí Com­ple­ta­mente cier­to para mí
1. Paso mucho tiem­po en entornos nat­u­rales (como par­ques locales, lagos o la playa, un jardín o un patio amplio, ríos, pas­ti­za­les, mon­tañas, bosques). 66 7,8% 149 17,7% 230 27,3% 307 36,4% 92 10,9%
2. Com­pro­m­e­terme con un com­por­tamien­to ambi­en­tal­ista es impor­tante para mí. 16 1,9% 43 5,1% 152 18% 412 48,8% 221 26,2%
3. Me con­sidero parte de la nat­u­raleza, no separado/a de ella. 18 2,1% 33 3,9% 146 17,3% 387 45,9% 260 30,8%
4. Si tuviera sufi­cientes recur­sos de tiem­po o dinero, gas­taría (inver­tiría) algunos de ellos para pro­te­ger el medio ambi­ente natural. 22 2,6% 50 5,9% 160 19,0% 372 44,1% 240 28,4%
5. Cuan­do estoy molesto o estre­sa­do, puedo sen­tirme mejor pasan­do algún tiem­po al aire libre rodea­do de naturaleza. 33 3,9% 51 6,0% 117 13,9% 283 33,5% 360 42,7%
6. Vivir cer­ca de la nat­u­raleza es impor­tante para mí, me gus­taría no vivir en una ciu­dad todo el tiempo. 94 11,1% 130 15,4% 255 30,2% 226 26,8% 139 16,4%
7. Ten­go mucho en común con los ambi­en­tal­is­tas como grupo. 103 12,2% 193 22,9% 337 39,9% 164 19,4% 47 5,6%
8. Creo que algunos de los prob­le­mas sociales actuales pueden ser solu­ciona­dos medi­ante el retorno a un esti­lo de vida más rur­al en el que las per­sonas vivan en armonía con la tierra. 44 5,2% 98 11,6% 255 30,2% 304 36,0% 143 16,9%
9. Sien­to que ten­go mucho en común con los animales. 53 6,3% 112 13,3% 229 27,1% 261 30,9% 189 22,4%
10. Me gus­tan los jardines. 16 1,9% 54 6,4% 109 12,9% 329 39,0% 336 39,8%
11. Ser parte del eco­sis­tema es una parte impor­tante de quien soy. 35 4,1% 64 7,6% 269 31,9% 349 41,4% 127 15,0%
12. Sien­to que ten­go raíces en una ubi­cación geográ­fi­ca par­tic­u­lar que tuvo un impacto sig­ni­fica­ti­vo en mi desarrollo. 47 5,6% 122 14,5% 230 27,3% 288 34,1% 157 18,6%
13. Com­por­tarse respon­s­able­mente con la tier­ra, lle­var un esti­lo de vida sostenible, es impor­tante para mí. 14 1,7% 26 3,1% 154 18,2% 442 52,4% 208 24,6%
14. Apren­der sobre el mun­do nat­ur­al debe ser parte de la edu­cación en cada niño. 11 1,3% 12 1,4% 37 4,4% 296 35,1% 488 57,8%
15. En gen­er­al, ser parte del mun­do nat­ur­al es una parte impor­tante de mi auto-imagen. 31 3,7% 50 5,9% 283 33,5% 332 39,3% 148 17,5%
16. Pre­fiero vivir en una habitación o casa pequeña con una her­mosa vista que en una habitación o casa más grande con vista a otros edificios. 55 6,5% 93 11,0% 209 24,8% 247 29,3% 240 28,4
17. De ver­dad dis­fru­to estando al aire libre. 19 2,3% 19 2,3% 81 9,6% 305 36,1% 420 49,8%
18. Algu­nas veces sien­to que partes de la nat­u­raleza –cier­tos árboles, tor­men­tas o mon­tañas– tienen per­son­al­i­dad propia. 111 13,2% 196 23,2% 239 28,3% 197 23,3% 101 11,9%
19. Sen­tiría que una parte impor­tante de mi vida haría fal­ta, si no pudiera salir y dis­fru­tar de la nat­u­raleza de vez en cuando. 19 2,3% 51 6,0% 164 19,4% 373 44,2% 237 28,1%
20. Sien­to orgul­lo de que puedo sobre­vivir al aire libre por mí mis­mo algunos días. 55 6,5% 94 11,1% 211 25,0% 312 37,0% 172 20,4%
21. Nun­ca he vis­to una obra de arte que sea tan her­mosa como una obra de la nat­u­raleza, como un atarde­cer o la ladera de una montaña. 35 4,1 63 7,5 154 18,2 281 33,3 311 36,8
22. Mis intere­ses usual­mente pare­cen coin­cidir con la posi­ción defen­di­da por los ambientalistas. 46 5,5% 85 10,1% 352 41,7% 264 31,3% 97 11,5%
23. Sien­to que reci­bo sus­ten­to espir­i­tu­al de las expe­ri­en­cias con la naturaleza. 46 5,5% 122 14,5% 272 32,2% 271 32,1% 133 15,8%
24. Guar­do recuer­dos del exte­ri­or en mi cuar­to, como con­chas, rocas o plumas. 140 16,6% 183 21,7% 86 10,2% 216 25,6% 219 25,9%
Fuente: Elaboración propia

Se obser­varon difer­en­cias en cuan­to al sexo y la iden­ti­dad ambi­en­tal medi­ante los resul­ta­dos de la Prue­ba T, lo cual se mues­tra en la Tabla 3. En el análi­sis de los resul­ta­dos de la Prue­ba T para la Escala de Iden­ti­dad Ambi­en­tal se observó un may­or niv­el (t(842)=6.88, p < 0.05) en las mujeres (M=90.01, SD=11,81) que para los hom­bres (M=83.9, SD=13,87).

Tabla 3. Resultados de la Prueba T para analizar diferencias por sexo.
Sexo N Media Desviación típ. Error típ. de la media
Iden­ti­dad ambiental Femeni­no 490 90,0163(*) 11,81901 ‚53393
Mas­culi­no 354 83,9096(*) 13,87348 ‚73737
Leyenda: * Medias más altas
Fuente: Elaboración propia

Discusión

La inves­ti­gación tuvo como obje­ti­vo explo­rar la relación entre género e iden­ti­dad ambi­en­tal en estu­di­antes uni­ver­si­tar­ios cubanos. Este estu­dio rep­re­sen­ta un primer momen­to de un pro­ce­so dirigi­do al dis­eño de pro­gra­mas de inter­ven­ción psi­coso­cial que impacten en la recep­tivi­dad y pro-activi­dad en las actua­ciones de afrontamien­to a la prob­lemáti­ca ambiental.

En cuan­to a la iden­ti­dad ambi­en­tal, un may­or por cien­to de los par­tic­i­pantes se agrupó en un niv­el medio. La iden­ti­dad ambi­en­tal se con­sid­era aso­ci­a­da a la pre­ocu­pación por el ambi­ente y el activis­mo ambi­en­tal (Clay­ton et al., 2019). En inves­ti­ga­ciones en cur­so, con­duci­das por las autoras, serán explo­radas las rela­ciones entre iden­ti­dad ambi­en­tal y los com­por­tamien­tos ecológi­cos, así como su relación con las per­cep­ciones sociales con­fig­u­radas en torno al CC en jóvenes cubanos.

Las difer­en­cias encon­tradas en la cor­relación entre sexo e iden­ti­dad ambi­en­tal son con­gru­entes con var­ios antecedentes. Gold­smith, Fey­gi­na y Jost (2013) y Fey­gi­na, Jost y Gold­smith (2011) obser­varon que el género fue un pre­dic­tor sig­ni­fica­ti­vo de acti­tudes hacia el medio ambi­ente. En com­para­ción con las mujeres, los hom­bres mostraron may­or negación de las prob­lemáti­cas ambi­en­tales. Zelezny, Chua y Aldrich (2000) encon­traron que las mujeres mues­tran más empatía, may­or per­spec­ti­va y una fuerte éti­ca del cuida­do, todos aspec­tos rela­ciona­dos con la expre­sión de la pre­ocu­pación por el ambi­ente. Dietz, Kalof y Stern (2002) aso­cian el may­or com­pro­miso con el ecol­o­gis­mo con la val­o­ración de las mujeres de la con­duc­ta altruista.

Aun cuan­do la inter­relación entre género y CC es un tema de interés emer­gente, Casas (2017) enu­mera los posi­cionamien­tos teóri­cos que sir­ven de sus­ten­to a la cor­ri­ente del género, medio ambi­ente y desar­rol­lo sus­tentable. El ecofem­i­nis­mo es uno de ellos y se pre­sen­ta como un pos­tu­la­do teóri­co y un movimien­to social. Abor­da la prob­lemáti­ca ambi­en­tal equiparan­do a las mujeres con la nat­u­raleza por sus atrib­u­tos biológi­cos, repro­duc­tivos y cul­tur­ales del cuida­do. Vin­cu­la las aspira­ciones fem­i­nistas de super­ar la sub­or­di­nación de las mujeres con las del ambi­en­tal­is­mo rad­i­cal de enfrentar la ide­ología de dom­i­nación de la nat­u­raleza del par­a­dig­ma patri­ar­cal que car­ac­ter­i­za el sis­tema capitalista.

Voces fem­i­nistas críti­cas a las opin­iones del ecofem­i­nis­mo, así como el par­a­dig­ma dom­i­nante en las ini­cia­ti­vas sobre género y CC se resisten a retratar a las mujeres como seres vul­ner­a­bles o vir­tu­osas por defini­ción (Casas, 2017). El vín­cu­lo entre el CC y las rela­ciones de género no con­sti­tuye una relación lin­eal y unívo­ca. Se reconoce que estas rela­ciones están medi­adas por el con­tex­to ambi­en­tal, económi­co, socio­cul­tur­al y políti­co en las cuales se desar­rol­lan. No obstante, se plantea que las inequidades de género son un ámbito esen­cial de la vul­ner­a­bil­i­dad y clave para la defini­ción de la inten­si­dad del ries­go frente al CC (Howlett, 2014). Además, se requiere un enfoque de género para la pro­mo­ción de com­por­tamien­tos ecológicos.

El género debe con­sid­er­arse un ele­men­to inter­me­di­ador en las rela­ciones entre las mujeres, los hom­bres y el medioam­bi­ente, hacien­do énfa­sis en las rela­ciones de poder en las que se encuen­tran inser­tas (Rico, 1998). En el camino hacia una jus­ti­cia climáti­ca de género se deben recono­cer los impactos, con­tribu­ciones y respon­s­abil­i­dades comunes, pero históri­ca­mente difer­en­ci­adas entre hom­bres y mujeres (Casas, 2017).

Los Planes de Acción de Género y Cam­bio Climáti­co (PAGcc) con­sti­tuyen el may­or niv­el de trans­ver­sal­ización del enfoque de género en el CC (Casas, 2017). La metodología de los PAGcc es emplea­da actual­mente por 16 país­es a niv­el mundi­al y 5 en Améri­ca Lati­na y el Caribe (Cuba, Méx­i­co, Perú, Cos­ta Rica y Panamá). Con­siste en la capac­itación de una diver­si­dad de actores para ase­gu­rar que la igual­dad de género es teni­da en cuen­ta en los mar­cos políti­cos sobre CC e iden­ti­ficar aque­l­las bar­reras que se pro­ducen a niv­el técnico.

El CC afec­ta de man­era difer­en­ci­a­da a las mujeres y a los hom­bres en sus dis­tin­tas áreas de impacto: acce­so al agua potable, energía, desas­tres nat­u­rales, impactos en la salud y agri­cul­tura. La otra cara del impacto difer­en­ci­a­do del CC en hom­bres y mujeres son las acti­tudes difer­en­ci­adas y la desigual rep­re­sentación en los pro­ce­sos de toma de deci­siones. Las mujeres tienen una baja rep­re­sentación en los pro­ce­sos de toma de deci­siones climáti­cas a todos los nive­les locales, nacionales o inter­na­cionales. “Pese a que son una parte impor­tante de la solu­ción, y además rep­re­sen­tan una pro­por­ción impor­tante de población edu­ca­da (a niv­el ter­cia­rio) respec­to de los hom­bres; las mujeres aún son un recur­so poco con­sid­er­a­do y val­o­rado” (Casas, 2017, p. 76).

Consideraciones finales

El CC ofrece una opor­tu­nidad ren­o­va­da para abor­dar la igual­dad de género y com­bat­ir las mar­cadas bre­chas de género en Améri­ca Lati­na y el Caribe. Se debe super­ar la nar­ra­ti­va que solo vic­tim­iza a las mujeres ante el fenó­meno y resaltar la necesi­dad de la incor­po­ración de las mujeres en todas las eta­pas de los pro­ce­sos de plan­i­fi­cación de la acción por el cli­ma. Sin embar­go, se debe destacar que no se lla­ma a la fem­i­nización de respon­s­abil­i­dades ambi­en­tales, o la estigma­ti­zación de un grupo de per­sonas. Se deben con­sid­er­ar las causas sub­y­a­centes de las difer­en­cias en el impacto y la acción climáti­ca como req­ui­si­to para la toma de medi­das que eviten la per­pet­uación de las desigual­dades de género des­de las políti­cas públicas.

Cuba cuen­ta con una prop­ues­ta de lin­eamien­tos para trans­ver­salizar el enfoque de género en las acciones para enfrentar el CC: el Plan de Acción de Género y Cam­bio Climáti­co de Cuba. Con esta prop­ues­ta se apre­cia la exis­ten­cia de vol­un­tad para el abor­da­je de las con­sid­era­ciones de género des­de las políti­cas nacionales en la mit­i­gación y adaptación del impacto del CC.

La inves­ti­gación empíri­ca en el con­tex­to de la edu­cación uni­ver­si­taria resultó rel­e­vante debido a que la población joven deberá asumir las exi­gen­cias de la proam­bi­en­tal­i­dad en su futuro desem­peño pro­fe­sion­al. Con­sti­tuye la gen­eración que tomará las prin­ci­pales deci­siones sociales y políti­cas en el futuro cer­cano. Los resul­ta­dos per­mi­tieron obser­var difer­en­cias en cuan­to al sexo y la iden­ti­dad ambi­en­tal. Las medias may­ores se encon­traron en las mujeres. De esta man­era, se resalta la necesi­dad de incor­po­rar el enfoque de género a pro­gra­mas de inter­ven­ción social o de edu­cación ambi­en­tal dirigi­dos a pro­mover actua­ciones de mit­i­gación y adaptación al CC en el con­tex­to uni­ver­si­tario cubano.

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