RELEVANCIA E IMPLICACIONES DE SESGOS COGNITIVOS PARA OPERADORES DEL DERECHO EN CUBA

Lazaro Guillermo Ortega Castillo

Hospital General Docente “Héroes del Baire”, Nueva Gerona, Cuba.

Resumen

En gen­er­al, cuan­do se inves­ti­gan las vari­ables que podrían afec­tar la evi­den­cia de los tes­ti­gos pres­en­ciales, la inves­ti­gación psi­cológ­i­ca dis­tingue entre los fac­tores en fun­ción de si están o no bajo el con­trol del sis­tema de jus­ti­cia penal. Si bien los hal­laz­gos de inves­ti­gación en un entorno par­tic­u­lar no son gen­er­al­iz­ables a todos los esce­nar­ios delic­tivos, brin­dan infor­ma­ción útil para el sis­tema legal. La expe­ri­en­cia de ver un crimen puede ser muy breve, tal vez inclu­so unos pocos segun­dos, y es posi­ble que ni siquiera nos demos cuen­ta de que se está pro­ducien­do un even­to delic­ti­vo has­ta que ter­mi­na. Una for­ma en que los psicól­o­gos han inves­ti­ga­do la mente es medi­ante el exa­m­en de los pro­ce­sos cog­ni­tivos de per­cep­ción, aten­ción y memo­ria. Ver­e­mos que el hecho de que nue­stros ojos perciban algo, no sig­nifi­ca que nece­sari­a­mente lo note­mos. De igual for­ma, y apoy­a­dos en los esque­mas men­tales, con­stru­imos his­to­rias de even­tos que hemos vis­to en el pasa­do, algo que nos hace muy sugestionables.

Pal­abras claves: Psi­cología forense, Prue­ba peri­cial, Ses­gos Cognitivos.

Abstract

In gen­er­al, when inves­ti­gat­ing vari­ables that could affect eye­wit­ness evi­dence, psy­cho­log­i­cal research dis­tin­guish­es between fac­tors based on whether or not they are under the con­trol of the crim­i­nal jus­tice sys­tem. While inves­tiga­tive find­ings in a par­tic­u­lar set­ting are not nec­es­sar­i­ly gen­er­al­iz­able to all crime set­tings, they do pro­vide use­ful infor­ma­tion for the legal sys­tem. The expe­ri­ence of watch­ing a crime can be very brief, per­haps even a few sec­onds, and we may not even real­ize a crim­i­nal event is tak­ing place until it is over. One way that psy­chol­o­gists have inves­ti­gat­ed the mind is by exam­in­ing the cog­ni­tive process­es of per­cep­tion, atten­tion, and mem­o­ry. We will see that the fact that our eyes per­ceive some­thing does not mean that we nec­es­sar­i­ly notice it. In the same way, and sup­port­ed by men­tal schemes, we build sto­ries of events that we have seen in the past, some­thing that makes us high­ly suggestible.

Key words: Foren­sic Psy­chol­o­gy, Expert Evi­dence, Cog­ni­tive Biases.

Introducción

La evi­den­cia de iden­ti­fi­cación de tes­ti­gos ocu­lares es un com­po­nente críti­co de muchas inves­ti­ga­ciones crim­i­nales pero, si inclu­so, hac­er pequeños cam­bios en la for­ma en que se obtienen las prue­bas puede traer un efec­to pro­fun­do ¿qué tan pre­cisa es? La influ­en­cia de la tele­visión y otros medios podrían hac­er pen­sar que la cien­cia forense y los lab­o­ra­to­rios de crim­i­nalís­ti­ca son los que tienen la clave para resolver crímenes, pero, en la vida real, los casos rara vez son sen­cil­los y a menudo hay un alto gra­do de incer­tidum­bre sobre si la per­sona acu­sa­da del deli­to real­mente lo hizo.

Los errores judi­ciales son una de las cues­tiones jurídi­cas más impor­tantes que han actu­a­do como catal­izador de la inves­ti­gación psi­cológ­i­ca. Ocho fac­tores que han con­tribui­do a con­de­nas injus­tas son: iden­ti­fi­cación errónea de tes­ti­go ocu­lar; análi­sis forense de san­gre; mala con­duc­ta poli­cial; cien­cia defec­tu­osa o fraud­u­len­ta; con­fe­siones fal­sas; fal­so tes­ti­mo­nio de tes­ti­gos; infor­mantes; inclu­siones de ADN.

De for­ma gen­er­al se debe plantear que las deci­siones judi­ciales incor­rec­tas no respon­den a errores en la inter­pretación del dere­cho sino a errores en la deter­mi­nación de los hechos. Esto posee una relación direc­ta con el carác­ter evo­lu­ti­vo del conocimien­to exper­to, pues el con­jun­to de prue­bas con el que se cuen­ta para decidir en un con­tex­to históri­co deter­mi­na­do puede ser super­a­do. Los ejem­p­los más habit­uales en este sen­ti­do se rela­cio­nan con los Inno­cence Project Cases.

No es poco fre­cuente que, al no poder refu­tar los argu­men­tos del exper­to, se opten por téc­ni­cas de lit­i­gación oral cen­tradas en el ataque per­son­al hacia el per­i­to, medi­ante el uso de diver­sas fala­cias que per­siguen su desa­cred­itación y la con­se­cuente deses­ti­mación de lo que ha ofre­ci­do al tri­bunal. El tras­fon­do de este con­tex­to plantea un debate expuesto por Car­men Vázquez: entre la con­cep­ción sub­je­tivista, en la cual si la per­sona juz­gado­ra se con­vence no hay espa­cio para el error, y la con­cep­ción racional, para la cual el espa­cio al error si existe.4

Pero, ¿de qué nece­si­tan ser infor­ma­dos los abo­ga­dos? ¿Qué tan bien infor­man los informes? El con­tenido mín­i­mo del informe peri­cial es la base para enten­der el razon­amien­to del exper­to, esto a su vez deter­mi­nará si es con­ve­niente pre­sen­tar o no la prue­ba y, en últi­ma instan­cia, elab­o­rar la teoría del caso. En el hecho con­cre­to de la peri­cial en mate­ria psi­cológ­i­ca es ine­ludi­ble la eval­u­ación de los pro­ce­sos cog­ni­tivos, pero los conocimien­tos sobre su fun­cionamien­to no pueden en man­era algu­na, ser pri­v­a­tivos de los espe­cial­is­tas en salud men­tal, sino que, por el con­trario, deben for­mar parte de la for­ma­ción que garan­tice la actuación poli­cial efec­ti­va, extendién­dose lógi­ca­mente a los oper­adores del derecho.

En Cuba la Ley 143 “Del Pro­ce­so Penal” ha recogi­do en su artic­u­la­do los ele­men­tos que deben ten­erse en cuen­ta para la iden­ti­fi­cación del imputa­do. Aun cuan­do de for­ma expre­sa no está nom­bra­da la figu­ra del psicól­o­go, la ven­tana de actuación está pre­sente al con­tem­plarse en el artícu­lo 233: “Si se orig­i­na algu­na duda sobre la iden­ti­dad del imputa­do, se procu­ra com­pro­bar­la por cuan­tos medios sean conducentes”.

La Res­olu­ción 100 de 2008, nor­ma­ti­va que reg­u­la la actuación de los pro­fe­sion­ales de la salud men­tal en el con­tex­to peri­cial, no recoge el esce­nario de dili­gen­cia de reconocimien­to por lo que se ha prop­uesto el desar­rol­lo de com­ple­men­tos que con­tengan de una for­ma más evi­dente la relación entre los pro­ce­sos cog­ni­tivos y la actuación del psicól­o­go perito.

Los con­tenidos plantea­d­os en este tra­ba­jo fueron parte del pro­gra­ma que se elaboró para la impar­ti­ción del cur­so de pos­gra­do “Intro­duc­ción a la psi­cología del Tes­ti­mo­nio. 1ra edi­ción” (ver tabla 1) el cual tuvo su sede en el Tri­bunal Espe­cial Isla de la Juven­tud (ver Ilus­tración 1). El referi­do pos­gra­do se llevó a cabo del 22 de sep­tiem­bre al 6 de diciem­bre de 2022, surgien­do como deman­da de la del­e­gación ter­ri­to­r­i­al del Min­is­te­rio del Inte­ri­or a la Uni­ver­si­dad “Jesús Mon­tané Orope­sa” y bajo el fun­da­men­to de la deu­da académi­ca para esta dis­ci­plina declar­a­da por Ortega.

No se quiere con esta revisión realizar un análi­sis exhaus­ti­vo sobre la temáti­ca, algo que sería cuan­do menos pre­ten­sioso y para lo que se requeriría de may­or espa­cio, en lugar de esto se inten­tará una aprox­i­mación didác­ti­ca a algunos con­tenidos rela­ciona­dos con el proce­samien­to cog­ni­ti­vo, per­sigu­ien­do antes que todo el desar­rol­lo dis­ci­pli­nar de la activi­dad peri­cial psi­cológ­i­ca en Cuba y la divul­gación de mate­r­i­al cien­tí­fi­co como tarea ingente. Se plantea entonces como inter­ro­gante que guiará el análi­sis las impli­ca­ciones que poseen los pro­ce­sos cog­ni­tivos para la activi­dad peri­cial y su per­ti­nen­cia para el sis­tema de jus­ti­cia, apoyan­do el exa­m­en de la temáti­ca en par­a­dig­mas exper­i­men­tales y autores clási­cos de la disciplina.

Método

Las búsquedas de ref­er­entes para este tra­ba­jo se realizaron en el perío­do com­pren­di­do entre noviem­bre de 2021 y febrero de 2023 en los idiomas castel­lano e inglés, toman­do en cuen­ta bases de datos como Google Académi­co, Reda­lyc, Dial­net y Sci­elo, y uti­lizan­do descrip­tores que respondieron al grad­ual refi­namien­to de la pesquisa: psi­cología forense, prue­ba peri­cial, ses­gos cog­ni­tivos, cred­i­bil­i­dad del testimonio.

Se tuvo en cuen­ta títu­lo, autores, resumen y resul­ta­dos, pro­ce­di­en­do en una segun­da fase a la lec­tura críti­ca de los doc­u­men­tos, los cuales for­maron parte de la bib­li­ografía ofer­ta­da para el cur­so de pos­gra­do “Intro­duc­ción a la Psi­cología del Tes­ti­mo­nio. 1ra edi­ción”. Se emplea como cri­te­rio de inclusión los con­tenidos trata­dos en el pos­gra­do que son con­sid­er­a­dos par­a­dig­mas de inves­ti­gación, mien­tras que el cri­te­rio de exclusión estu­vo deter­mi­na­do por la exten­sión del con­tenido a analizar y su relación con direc­ta con pro­ce­sos cognitivos.

Discusión

La pre­cisión y con­fi­a­bil­i­dad de la cien­cia forense varía mucho según la téc­ni­ca par­tic­u­lar que se esté emplea­do, inclu­so el análi­sis de ADN, una téc­ni­ca robus­ta basa­da en prin­ci­p­ios cien­tí­fi­cos sóli­dos, puede caer en errores debido al fac­tor humano. Casos como el “Fan­tas­ma de Heil­bronn” o el de Bran­don May­field­nos recuer­dan que “como espa­da de Damo­cles nos obser­va la fal­i­bil­i­dad pues mien­tras el ele­men­to humano esté inclu­i­do en un pro­ce­so exi­s­tirá la som­bra del sesgo.”

En el primer ejem­p­lo la policía ale­m­ana per­sigu­ió durante 16 años a una escur­ridiza asesina en serie de la cual se encon­tró el mis­mo ADN femeni­no en 40 esce­nas del crimen. Even­tual­mente se des­cubrió que los bas­t­on­cil­los de algo­dón uti­liza­dos para recolec­tar las mues­tras de ADN habían sido con­t­a­m­i­na­dos por una mujer que tra­ba­ja­ba en la fábri­ca ¡y que los crímenes no esta­ban rela­ciona­dos en absoluto!

En cuan­to al arresto de May­field, el cual había sido vin­cu­la­do por el FBI a los aten­ta­dos con bom­ba en la estación de Alcalá de Henares en las afueras de Madrid, con­cluyó en una ind­em­nización mil­lonar­ia debido a que la policía españo­la, dos sem­anas después de la deten­ción, alcanzó una coin­ci­den­cia pos­i­ti­va entre las mis­mas huel­las dac­ti­lares y otro sospe­choso, coin­ci­den­cia que el FBI con­fir­mó como correcta.

En gen­er­al, cuan­do se inves­ti­gan las vari­ables que podrían afec­tar la evi­den­cia de los tes­ti­gos pres­en­ciales, se dis­tingue entre fac­tores que están o no bajo el con­trol del sis­tema de jus­ti­cia, así como las car­ac­terís­ti­cas propias del hecho. Estos ele­men­tos incluirán cues­tiones como el pro­to­co­lo de inter­roga­to­rio o las condi­ciones en que se real­izan deter­mi­na­dos pro­ced­imien­tos poli­ciales de reconocimien­to, el exa­m­en de las par­tic­u­lar­i­dades especí­fi­cas del tes­ti­go, y la situación a la que se haya enfrenta­do la per­sona, entién­dase su par­tic­i­pación como tes­ti­go o víc­ti­ma, o la vio­len­cia en may­or o menor medi­da de lo que ha vivi­do. Nos aden­traremos entonces en pun­tos que inci­den en los errores para la sus­tentación del caso, emple­an­do una per­spec­ti­va psi­cológ­i­ca cen­tra­da en el fun­cionamien­to cognitivo.

Los factores del suceso

Uno de los ele­men­tos ini­ciales que se deben ten­er en cuen­ta al inter­ac­tu­ar con un tes­ti­go es el niv­el de par­tic­i­pación que pudo ten­er en el hecho que se inves­ti­ga y la nat­u­raleza del deli­to, ya que, pres­en­ciar a alguien roban­do en una tien­da es una expe­ri­en­cia difer­ente a pres­en­ciar a alguien que ata­ca físi­ca­mente a otra per­sona; y ser víc­ti­ma de un robo de bol­so es muy difer­ente a ser víc­ti­ma de una vio­lación sexual.

Bibb Latane y John Dar­ley, moti­va­dos por el trági­co asesina­to en 1964 de Cather­ine Gen­ovese, dis­eñarían la serie de exper­i­men­tos denom­i­na­dos “Damisela en peli­gro” bus­can­do deter­mi­nar qué aspec­tos de una situación par­tic­u­lar inhiben o facil­i­tan la inter­ven­ción de los espec­ta­dores ante una emergencia.

Los par­tic­i­pantes oirían a una mujer (cóm­plice de los inves­ti­gadores) reg­is­tran­do gave­tas, subi­en­do a una sil­la, y luego la escucharían caer, segui­do esto de gri­tos de aux­ilio. Bási­ca­mente lo que les interesa­ba a Latane y Dar­ley era cuán­tos de los par­tic­i­pantes que tomaron parte en el estu­dio inter­ven­drían de algu­na man­era (pedir ayu­da, ir y ofre­cer su ayu­da, etc.) algo que sucedió en el 70 % de los casos. Esto sug­ería que cuan­do las per­sonas eran los úni­cos espec­ta­dores pre­sentes, prob­a­ble­mente inter­ven­drían, lo cual se encuen­tra en línea con la nor­ma social de que las per­sonas deben ofre­cer ayu­da a alguien cuan­do está en peligro.

Manip­u­laron la situación exper­i­men­tal (ya no se trataría de una per­sona, sino de dos par­tic­i­pantes ingen­u­os), y en este caso predi­jeron que sería más prob­a­ble que la gente inter­viniera, pero solo el 40% de los par­tic­i­pantes fue y ayudó a la mujer, de lo cual con­cluyeron que la sola pres­en­cia de otra per­sona en la habitación reduce la prob­a­bil­i­dad de que alguien intervenga.

En la condi­ción final emplearon a un par­tic­i­pante y otro cóm­plice de los exper­i­men­ta­dores que pre­tendía ser un par­tic­i­pante, pero se le indicó de ante­mano que igno­rara la emer­gen­cia. En esta situación, solo el 10% de los par­tic­i­pantes fue y ayudó a la mujer. En otras pal­abras, estar en pres­en­cia de un espec­ta­dor pasi­vo, alguien que no inter­viene, reduce la prob­a­bil­i­dad de inter­ven­ción del 70 % a solo el 10 %. Este hal­laz­go de que la sim­ple pres­en­cia de otra per­sona reduce la prob­a­bil­i­dad de inter­ven­ción se conoce como el “efec­to espec­ta­dor”. Pero, ¿es la inter­ven­ción de los espec­ta­dores un fenó­meno gen­er­al, o es impor­tante la nat­u­raleza de la emer­gen­cia y quién está involucrado?

Una de las defi­cien­cias de la inves­ti­gación de Latane y Dar­ley es la suposi­ción sub­y­a­cente que parte de su premisa ini­cial: para la inter­ven­ción de los espec­ta­dores, no impor­ta que se trate de un asesina­to en Nue­va York, o que se trate de estu­di­antes sen­ta­dos en una habitación que escuchan una lla­ma­da de aux­ilio, pues son emer­gen­cias como cat­e­goría gen­er­al. En real­i­dad, la prob­a­bil­i­dad de inter­ven­ción depende en gran medi­da de la nat­u­raleza de la emer­gen­cia, de dónde tiene lugar, de qué atribu­ción damos a las causas de esa emer­gen­cia.… Las per­sonas tan pron­to como son tes­ti­gos de una emer­gen­cia harán algún tipo de atribu­ción sobre qué causó esa emer­gen­cia y, en base a eso, tomarán la decisión de inter­venir o no. Es menos prob­a­ble que las per­sonas inter­ven­gan si alguien que está exper­i­men­tan­do una emer­gen­cia se ve un poco desal­iña­do (por ejem­p­lo, un bor­ra­cho), porque hacen cier­ta atribu­ción de que esa emer­gen­cia en par­tic­u­lar es autoinducida.

Todo el con­cep­to de “espec­ta­dor” no es una mera descrip­ción de la posi­ción de una per­sona en deter­mi­na­da situación, sino que es tam­bién una cat­e­goría moral. Decir que alguien es un espec­ta­dor puede ser una acusación (alguien que se quedó al mar­gen mien­tras sucedía algo), mien­tras que en otras situa­ciones decir que alguien es un espec­ta­dor es una excusa para no actu­ar. Lo más impor­tante a ten­er en cuen­ta es que en las emer­gen­cias en las que la propia vida está ame­naza­da son aque­l­las en las que es menos prob­a­ble que inter­ven­ga la gente, y es por esta razón que estos casos atraen tan­ta aten­ción y se ter­mi­na aclamán­do­los como héroes.

Las variables del sistema

Los fac­tores descritos aquí indi­can las difi­cul­tades que enfrentan los tes­ti­gos para pro­por­cionar evi­den­cia de iden­ti­fi­cación pre­cisa, y tam­bién cuán cuida­dosa debe ser la policía al con­stru­ir y lle­var a cabo pro­ced­imien­tos de iden­ti­fi­cación. Las vari­ables del sis­tema, aque­l­las que pueden afec­tar la evi­den­cia de los tes­ti­gos ocu­lares y que están bajo el con­trol del sis­tema de jus­ti­cia, pueden man­i­fes­tarse cuan­do se le mues­tra a un tes­ti­go un grupo de sospe­chosos y se le pre­gun­ta “¿Quién es?”. Este modo de actuación tiende a hac­er que el tes­ti­go selec­cione a alguien (inclu­so si no está seguro de si es la per­sona que cometió el crimen) pero, al cam­biar la for­ma en que se hace la pre­gun­ta se puede obten­er un efec­to deter­mi­nante en la respues­ta que puede ayu­dar a reducir la tasa de iden­ti­fi­ca­ciones erróneas.

Por ejem­p­lo, al emplear una instruc­ción como: “La per­sona que vio come­ter el deli­to puede o no estar pre­sente en la fila, y si cree que no está pre­sente, debe decir­lo”. Con­ducir la dili­gen­cia de esta man­era per­mi­tiría elim­i­nar no solo la sug­eren­cia de que la per­sona defin­i­ti­va­mente está en la fila, sino tam­bién que el tes­ti­go ten­ga que ele­gir a alguien. Este pequeño cam­bio en la instruc­ción puede ten­er un efec­to drás­ti­co en la memo­ria y la toma de decisiones.

Las inves­ti­ga­ciones poli­ciales y los pro­ce­sos penales se basan en tes­ti­gos pres­en­ciales que recono­cen y describen el ros­tro del per­pe­trador, lo que hace que las habil­i­dades de reconocimien­to facial del tes­ti­go sean muy impor­tantes. En algunos casos la úni­ca pista que se tiene es el recuer­do del per­pe­trador por parte de un tes­ti­go y la descrip­ción obteni­da puede com­putarse en deter­mi­nadas bases de datos de las fuerzas del orden. Si este pro­ce­so con­duce a la iden­ti­fi­cación de un sospe­choso, nor­mal­mente se lle­va a cabo un pro­ced­imien­to de iden­ti­fi­cación, la pre­gun­ta cru­cial es: ¿cuál es la mejor man­era de obten­er la ima­gen que el tes­ti­go tiene en su memo­ria del ros­tro del perpetrador?

Si bien las pal­abras se pueden usar para describir infor­ma­ción sobre el cuer­po, nue­stro vocab­u­lario es bas­tante lim­i­ta­do cuan­do se tra­ta de trans­mi­tir los aspec­tos físi­cos de la cara. En tér­mi­nos gen­erales, describir una cara puede ser difí­cil porque las caras tien­den a pare­cerse mucho: decir que la cara tiene nar­iz, dos ojos y boca no la dis­tingue de mil­lones de otras caras. A muchas per­sonas les resul­ta difí­cil imag­i­nar una cara, y describir una car­ac­terís­ti­ca indi­vid­ual es muy difí­cil. El recuer­do de un ros­tro es una “memo­ria visu­al” que debe­mos tra­ducir en una descrip­ción ver­bal cuan­do se nos pide rep­re­sen­tarnos un ros­tro, pero la mente humana no recuer­da los ros­tros como una colec­ción de ras­gos, sino que los rep­re­sen­ta holís­ti­ca­mente, alma­ce­nan­do en la memo­ria el ros­tro completo.

La situación a la que se enfrenta un tes­ti­go ocu­lar es en extremo difí­cil cuan­do se tra­ta de describir un ros­tro, porque el tes­ti­go ocu­lar, por su propia nat­u­raleza, estará descri­bi­en­do el ros­tro de alguien que no conoce. Por lo tan­to, la tarea de detal­lar una cara con la que no se está famil­iar­iza­do tropieza con dos escollos:

  1. no ten­emos el vocab­u­lario bien desar­rol­la­do para describir de for­ma efec­ti­va las car­ac­terís­ti­cas faciales individuales;
  2. para fig­u­rar algo, primero se debe pasar de la memo­ria visu­al a la descrip­ción ver­bal, y esto es bas­tante complicado.

Las per­sonas desar­rol­lam­os destrezas para recono­cer los tipos de caras con las que entramos en con­tac­to reg­u­lar­mente, dicho de otra for­ma, nue­stros pro­ce­sos de reconocimien­to facial están ses­ga­dos hacia las caras que vemos día a día. Inves­ti­ga­ciones como la de Har­ri­son y Hole (2009) han demostra­do que ten­demos a ser mejores para recono­cer caras de nue­stro pro­pio grupo de edad o de gru­pos de edad con los que esta­mos en con­tac­to reg­u­lar, en este sen­ti­do, la “hipóte­sis del con­tac­to” tam­bién puede explicar por qué existe una propen­sión a que seamos mejores en el reconocimien­to de caras de nues­tra propia raza/etnia.

En un reciente tra­ba­jo Singh y colab­o­radores, abor­dan este tema y toman entre sus ref­er­en­cias el estu­dio de 2001 de Meis­ner y Brigham, el cual con­sis­tió en un análi­sis a gran escala de estu­dios disponibles, arro­jan­do datos de par­tic­u­lar rel­e­van­cia: los ros­tros de la propia raza tenían 1,4 veces más prob­a­bil­i­dades de ser recono­ci­dos que los ros­tros de otra raza, y que los ros­tros de la propia raza tenían 1,6 veces menos prob­a­bil­i­dades de ser iden­ti­fi­ca­dos por error que los ros­tros de una raza diferente.

La can­ti­dad y el tipo de evi­den­cia obteni­da de un tes­ti­go es otro fac­tor que puede afec­tar la pre­cisión de la iden­ti­fi­cación. En nues­tra vida cotid­i­ana si nece­si­ta­mos recor­dar una direc­ción o un número de telé­fono y no podemos escribir­lo, repe­tir­lo una y otra vez puede ayu­dar a mem­o­rizar­lo. Ensa­yar la infor­ma­ción gen­eral­mente se con­sid­era muy ben­efi­cioso para la memo­ria, sin embar­go, mien­tras que el ensayo puede ayu­dar con nues­tra memo­ria para los even­tos, hay algu­nas evi­den­cias de que puede dañar nues­tra memo­ria para expe­ri­en­cias más com­ple­jas y sub­je­ti­vas, como pres­en­ciar un crimen.

Describir el ros­tro de un per­pe­trador impli­ca ensa­yar la infor­ma­ción sobre su apari­en­cia, pero ¿ensa­yar infor­ma­ción incom­ple­ta o inex­ac­ta ayu­da o daña la memo­ria? La prop­ues­ta de 1990 de Engstler-School­er, cita­da por Bak­er y Rey­sen, se deduce que pedir a un tes­ti­go que pro­por­cione una descrip­ción ver­bal puede hac­er más difí­cil iden­ti­ficar con pos­te­ri­or­i­dad al cul­pa­ble en una rue­da de identificación.

Estos inves­ti­gadores mostraron a los par­tic­i­pantes del exper­i­men­to un video de un esce­nario delic­ti­vo. Luego pidieron a un primer grupo que pro­por­cionaran una descrip­ción ver­bal del ros­tro del per­pe­trador, un segun­do grupo debía for­mar una ima­gen visu­al del ros­tro del obje­ti­vo, y un ter­cer grupo que no recibiría ori­entación algu­na. Después se pidió a los tres gru­pos que iden­ti­ficaran el obje­ti­vo de una alin­eación. Aque­l­los a quienes se les pidió que pro­du­jer­an una descrip­ción ver­bal fueron sig­ni­fica­ti­va­mente menos pre­cisos al ele­gir el obje­ti­vo que los otros dos gru­pos, cuyos resul­ta­dos fueron sim­i­lares. En otras pal­abras, no solo ensa­yar la infor­ma­ción sobre la cara del obje­ti­vo no ayud­a­ba a la memo­ria, sino que en real­i­dad parecía empeorarla.

Los inves­ti­gadores sugirieron que el grupo al que se le pidió que descri­biera ver­bal­mente el ros­tro podría haber usa­do esta “memo­ria ver­bal de la cara” cuan­do se les pidió que la iden­ti­ficaran, en lugar de la memo­ria visu­al que habría sido más pre­cisa y que usaron los otros dos gru­pos. Los reportes ver­bales de memo­ria sobre­scriben la memo­ria visu­al orig­i­nal, y este “eclip­samien­to ver­bal” desvir­tua la infor­ma­ción repor­ta­da después por el tes­ti­go acer­ca del crimen original.

Las variables del estimador

Las vari­ables del esti­mador son aque­l­las que pueden afec­tar la evi­den­cia de los tes­ti­gos ocu­lares y que no están bajo el con­trol del sis­tema de jus­ti­cia penal. Esto incluye cosas tales como si el sospe­choso esta­ba dis­fraza­do, o situ­a­do demasi­a­do lejos del tes­ti­go para per­mi­tir una iden­ti­fi­cación pre­cisa. Obvi­a­mente, estos son fac­tores que no pueden ser afec­ta­dos por la policía o los tribunales.

Aunque la inves­ti­gación sobre las vari­ables esti­mado­ras no se puede esgrim­ir para alter­ar los pro­ce­sos uti­liza­dos en las inves­ti­ga­ciones y los juicios, los resul­ta­dos pueden ayu­dar a deter­mi­nar la prob­a­bil­i­dad de que el tes­ti­go pue­da pro­por­cionar prue­bas fiables. Por ejem­p­lo, es poco prob­a­ble que un tes­ti­go que vio al per­pe­trador des­de una gran dis­tan­cia pue­da iden­ti­ficar al per­pe­trador con pre­cisión. La inves­ti­gación sobre las vari­ables del esti­mador tam­bién puede ser muy impor­tante cuan­do el caso lle­ga a los tri­bunales, ya que es impor­tante cono­cer la pres­en­cia de fac­tores que podrían haber tenido un impacto en la pre­cisión de la evi­den­cia pro­por­ciona­da por el tes­ti­go presencial.

Que la evi­den­cia sea con­fi­able está deter­mi­na­do por el hecho de que el tes­ti­go haya podi­do obser­var de man­era efec­ti­va, de esta for­ma, el reconocimien­to facial pre­ciso depende de que la visu­al­ización del ros­tro haya ocur­ri­do durante un perío­do de tiem­po sufi­cien­te­mente largo, aunque tam­bién exis­ten otras condi­cio­nantes como la ilu­mi­nación y la dis­tan­cia: más allá de cier­ta dis­tan­cia, y depen­di­en­do de la luz, la iden­ti­fi­cación puede ser dudosa.

Wage­naar y Van Der Schri­er fueron los primeros en exper­i­men­tar acer­ca de la capaci­dad de indi­vid­u­os para recono­cer la cara de un obje­ti­vo, emple­an­do siete dis­tan­cias difer­entes, en nueve nive­les de ilu­mi­nación. Inmedi­ata­mente después de ver la cara obje­ti­vo, se pedía a los par­tic­i­pantes que iden­ti­ficaran la cara que acaba­ban de ver a par­tir de una serie de fotografías Como resul­ta­do, la dis­tan­cia máx­i­ma es de 15 met­ros del even­to y la ilu­mi­nación mín­i­ma es de 15 lux. Este estu­dio demues­tra que aunque las vari­ables del esti­mador no están bajo el con­trol del sis­tema se puede ofre­cer con­se­jos útiles con respec­to a la infor­ma­ción rela­ciona­da con la via­bil­i­dad de una iden­ti­fi­cación pre­cisa, razón por la cual con­tinúa sien­do repli­ca­do has­ta nue­stros días.

En gen­er­al, no somos muy pre­cisos en nues­tras esti­ma­ciones de cuán­to dura algo (duración tem­po­ral) o de la dis­tan­cia ya que podemos sobres­ti­mar la duración de los even­tos de cor­ta duración, a veces has­ta en un 500%. Cuan­do un inter­va­lo de tiem­po con­tiene com­po­nentes descono­ci­dos, menos pre­deci­bles, com­ple­jos (como cuan­do se resuelve un rompecabezas com­ple­jo) se esti­ma que es sig­ni­fica­ti­va­mente más largo que un inter­va­lo de la mis­ma duración que con­tiene com­po­nentes más famil­iares o pre­deci­bles, o con menos com­po­nentes (como cuan­do se hace matemáti­ca simple).

En cuan­to a la esti­mación tem­po­ral, la pre­cisión en la data depende de cuán­to tiem­po hace que ocur­rió el episo­dio. Inves­ti­ga­ciones que evalúan la capaci­dad de las per­sonas para fechar episo­dios exper­i­men­ta­dos con ante­ri­or­i­dad mues­tran que debido al Tele­scop­ing effect la pre­cisión dis­min­uyó ráp­i­da­mente a medi­da que se alarga­ba el inter­va­lo de reten­ción.19–21 Cuan­do se les pre­gun­tó acer­ca de las expe­ri­en­cias que habían tenido lugar en la sem­ana ante­ri­or, los par­tic­i­pantes tendieron a fechar con pre­cisión el 85–90% de las veces. Sin embar­go, para las expe­ri­en­cias que ocur­rieron hace más de tres meses, la dat­ación pre­cisa se redu­jo al 15–20%. Nues­tra capaci­dad para pro­por­cionar la fecha cor­rec­ta para un even­to tam­bién puede ser deficiente.

Los sesgos cognitivos 

No prestar aten­ción a algo que sucede frente a nosotros resul­ta famil­iar a la may­oría de las per­sonas. Si es fácil pasar por alto cues­tiones en situa­ciones cotid­i­anas ¿cómo sería en los rápi­dos even­tos de un robo a mano arma­da? A la inca­paci­dad de prestar aten­ción a algo bas­tante sig­ni­fica­ti­vo que sucede jus­to en frente se le denom­i­na “ceguera por fal­ta de aten­ción”, y lo asom­broso de ella es que la mente puede percibir per­fec­ta­mente bien lo que está pasan­do, pero no le pres­ta atención.

Otro obje­to de estu­dio bas­tante intere­sante es la ceguera al cam­bio, que describe una situación en la que un suje­to no cae en cuen­ta que un ele­men­to clave de su entorno ha cam­bi­a­do, inclu­i­da la iden­ti­dad de la per­sona que tiene delante. En este exper­i­men­to de Simons y Levin se ini­cia­ba una con­ver­sación con un suje­to con la excusa de pedir direc­ciones en la ciu­dad, después de unos 15 segun­dos dos inves­ti­gadores que llev­a­ban una puer­ta pasa­ban entre el primer inves­ti­gador y el par­tic­i­pante para blo­quear la vista del otro. Mien­tras la vista esta­ba blo­quea­da, el primer inves­ti­gador inter­cam­bi­a­ba lugares con uno de los inves­ti­gadores que llev­a­ba la puer­ta, y una vez pasa­da la puer­ta, el nue­vo inves­ti­gador con­tinu­a­ba la con­ver­sación con el participante.

Solo siete de los quince par­tic­i­pantes notaron que la per­sona con la que esta­ban con­ver­san­do había cam­bi­a­do, los otros ocho par­tic­i­pantes con­tin­uaron la con­ver­sación con el otro inves­ti­gador como si nada hubiera pasa­do. En otras pal­abras, esos ocho par­tic­i­pantes esta­ban “cie­gos” al “cam­bio” que había tenido lugar. Las impli­ca­ciones de la ceguera al cam­bio para un tes­ti­go ocu­lar que ve un crimen son muy pre­ocu­pantes: podría sig­nificar que el tes­ti­go con­funde las iden­ti­dades de los involu­cra­dos. Una reac­ción común al leer sobre ceguera al cam­bio es pen­sar que defin­i­ti­va­mente notaríamos el cam­bio de iden­ti­dad de la per­sona con la que se está con­ver­san­do, y en efec­to, siete de los quince par­tic­i­pantes notaron el cam­bio de iden­ti­dad, ese cam­bio fue muy obvio, pero la ceguera al cam­bio tam­bién puede ocur­rir con detalles más pequeños.

La relación entre la vio­len­cia, la excitación y la memo­ria del tes­ti­go no es clara en modo alguno. Cuan­do se está desar­rol­lan­do un hecho vio­len­to, es prob­a­ble que la pres­en­cia de un arma se con­fun­da con un may­or gra­do de ame­naza de vio­len­cia y, por lo tan­to, de excitación induci­da por el estrés. El rendimien­to de la memo­ria pudiera seguir la Ley de Yerkes-Dod­son, estable­ci­da des­de hace mucho tiem­po en psi­cología, la cual indi­ca que, aunque una can­ti­dad pequeña o mod­er­a­da de estrés puede mejo­rar el rendimien­to, una gran can­ti­dad ten­drá un efec­to mar­cada­mente negativo.

Que alguien haya vis­to algo no sig­nifi­ca que lo haya nota­do, pues las per­sonas podemos fal­lar en la detec­ción de mod­i­fi­ca­ciones rel­e­vantes. Las impli­ca­ciones que se despren­den de aquí para el tes­ti­mo­nio de los tes­ti­gos son que la aten­ción de un tes­ti­go se puede cen­trar en un solo aspec­to del deli­to (en par­tic­u­lar un arma) a cos­ta de no darse cuen­ta de otros even­tos sig­ni­fica­tivos, y que un tes­ti­go ocu­lar puede con­fundir la iden­ti­dad del per­pe­trador con una per­sona inocente. Podemos con­stru­ir recuer­dos de cosas que orig­i­nal­mente no vimos si se nos hace una pre­gun­ta que sug­iere nue­va infor­ma­ción, de hecho, es posi­ble hac­er pre­gun­tas de tal man­era que un tes­ti­go cam­bie su memo­ria para incor­po­rar la infor­ma­ción sug­eri­da en la pre­gun­ta, o inclu­so for­mar un recuerdo.

El par­a­dig­ma Deese/Roedi­ger-McDer­mott (DRM) demues­tra que las per­sonas pueden for­mar recuer­dos fal­sos, y se han ofre­ci­do varias expli­ca­ciones para el efec­to, entre ellas que la acti­vación neu­ronal cau­sa­da por ver pal­abras rela­cionadas “propa­ga la acti­vación” a las pal­abras del señue­lo, o que las pal­abras hacen que los par­tic­i­pantes piensen en el señue­lo y es este pen­samien­to el que recuer­dan. Cualquiera que sea la causa, el mod­e­lo DRM mues­tra que la memo­ria humana es com­ple­ja, que las per­sonas pueden for­mar recuer­dos fal­sos y demues­tra lo difí­cil que es obten­er infor­ma­ción pre­cisa de un testigo.

No todo lo que “exper­i­men­ta­mos” se cod­i­fi­ca y alma­ce­na automáti­ca­mente en la memo­ria. Las pre­gun­tas solo se respon­derán con éxi­to si la per­sona involu­cra­da tiene infor­ma­ción rel­e­vante disponible y acce­si­ble en la memo­ria, sin embar­go, el con­tex­to social en el que se for­mu­la una pre­gun­ta influye de for­ma sig­ni­fica­ti­va. Esto expli­ca, por ejem­p­lo, que un tes­ti­go pue­da tratar de respon­der deter­mi­na­da pre­gun­ta dan­do la respues­ta que cree que el entre­vis­ta­dor quiere escuchar.

Las inex­ac­ti­tudes tam­bién pueden ocur­rir por la for­ma en que se orga­ni­zan nue­stros recuer­dos. Se cree que la infor­ma­ción sobre even­tos (cono­ci­da como “memo­ria episódi­ca”) está orga­ni­za­da en nues­tra mente en lo que los psicól­o­gos denom­i­nan esque­mas de even­tos. Estos nos per­miten alma­ce­nar conocimien­to sobre even­tos o activi­dades par­tic­u­lares de man­era efi­ciente al hac­er uso de infor­ma­ción que rep­re­sen­ta lo que es “típi­co” de tales even­tos. Por ejem­p­lo, en lugar de recor­dar cada momen­to especí­fi­co que hemos comi­do en un restau­rante, podríamos usar un esque­ma de “restau­rante” para crear una impre­sión gen­er­al de los even­tos que nor­mal­mente tienen lugar en un restaurante.

El uso de esque­mas tiene el poten­cial de dis­tor­sion­ar los recuer­dos, por ejem­p­lo, al hac­er que sea muy difí­cil para una per­sona dis­tin­guir entre episo­dios especí­fi­cos de un even­to, o al con­fi­ar la per­sona en suposi­ciones inapropi­adas sobre lo que sucede típi­ca­mente. Esto es muy rel­e­vante en la expe­ri­en­cia y denun­cia de deli­tos que siguen un patrón común (por ejem­p­lo, abu­so sex­u­al infan­til repeti­do), y se requieren téc­ni­cas espe­ciales de inter­roga­to­rio. Un ejem­p­lo de tal téc­ni­ca es pedirle al tes­ti­go que comience descri­bi­en­do instan­cias más nota­bles del even­to repeti­do, como la primera o la últi­ma vez, o una ocasión que fue par­tic­u­lar­mente mem­o­rable por algu­na razón.

Un ele­men­to cru­cial es que, con inde­pen­de­pen­den­cia del deli­to que se inves­ti­ga, el entre­vis­ta­dor no debe sug­erir la respues­ta inad­ver­tida­mente, al inter­pelar a un tes­ti­go es muy impor­tante que se hagan pre­gun­tas que no sug­ier­an infor­ma­ción, sino que man­ten­gan la mente lo más libre posi­ble. La sug­es­tion­abil­i­dad y la for­ma en que se orga­ni­zan los recuer­dos sig­nif­i­can que un entre­vis­ta­dor poli­cial debe ten­er mucho cuida­do de hac­er pre­gun­tas que no intro­duz­can infor­ma­ción pos­te­ri­or al even­to o que lleven a un tes­ti­go a con­stru­ir una respues­ta. Si bien los esque­mas men­tales pueden ser muy útiles en la vida cotid­i­ana, plantean un prob­le­ma para las inves­ti­ga­ciones porque pueden involu­crar recuer­dos que se con­struyeron después de pres­en­ciar el crimen y no se lim­i­tan úni­ca­mente a la infor­ma­ción cod­i­fi­ca­da en el momen­to en que se pres­en­ció el crimen.

Conclusiones

Los pro­ce­sos cog­ni­tivos, que son muy buenos en la may­oría de las situa­ciones cotid­i­anas, pueden fal­lar en cir­cun­stan­cias inusuales, esto incluye inten­tar recono­cer caras descono­ci­das que se ven solo un instante y caras con las que no ten­emos mucho con­tac­to. Aunque en nues­tra expe­ri­en­cia diaria nues­tras habil­i­dades de reconocimien­to facial son extremada­mente pre­cisas, no pare­cen ser capaces de hac­er frente a muchas de las deman­das que se le impo­nen a un tes­ti­go pres­en­cial como describir el ros­tro del per­pe­trador, con­stru­ir una ima­gen visu­al de su ros­tro e inclu­so recono­cer su ros­tro, en espe­cial si son de una etnia o grupo de edad difer­ente al nue­stro. Ya que el debido pro­ce­so debe sus­ten­tarse cien­tí­fi­ca­mente, las impli­ca­ciones de estos conocimien­tos deben ser dom­i­nadas por el apara­to poli­cial y de justicia.

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ANEXOS

Tabla 1. Listado de Temas del Posgrado “Introducción a la psicología del Testimonio. 1ra Edición”
  1. Intro­duc­ción a la Psi­cología Forense.
  1. Tes­ti­go Presencial.
  1. Vari­ables de Estimación.
  1. Entre­vista a testigos.
  1. Reconocimien­to Facial.
  1. Mar­co Legal para Activi­dad Pericial.
  1. Huel­la Psíquica del Abu­so Sexual.
  1. Cred­i­bil­i­dad del Tes­ti­mo­nio Infantil.
  1. Ses­gos en la activi­dad pericial.
  1. Inter­ven­ción Psicosexual.
  1. Entre­ga de ejer­ci­cio final.
  1. Entre­ga de Certificación
Fuente: Secretaría Docente Facultad de Ciencias Pedagógicas, Universidad “Jesús Montané Oropesa”.
Ilustración 1: Sesión de trabajo del Posgrado “Introducción a la Psicología del Testimonio. 1ra Edición”

Fuente: Archivo Personal.

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